Primer Relato: Los Girasoles Ciegos
El texto a comentar pertenece a Los girasoles ciegos, concretamente al primero de los cuatro capítulos que lo componen, titulado “Primera derrota: 1939 o si el corazón pensara dejaría de latir”. Su autor es Alberto Méndez (1941-2004), escritor de izquierdas, galardonado a título póstumo con el Premio Nacional de Narrativa (2005) por Los girasoles ciegos, libro compuesto de cuatro relatos ambientados en la Guerra Civil española. Sus principales obras son Manuscritos encontrados en el olvido (2003) y Los girasoles ciegos (2004).
Los girasoles ciegos está compuesto por los cuatro relatos “Si el corazón pensara dejaría de latir”, “Manuscrito encontrado en el olvido”, “El idioma de los muertos” y “Los girasoles ciegos”, que da título al conjunto. Son historias crudas de tiempos duros, sutilmente engarzadas entre sí, contadas con estilos distintos de narradores diversos que van mostrando a la verdadera protagonista del libro: la derrota. No es casual que los capítulos se titulen “Primera derrota”, “Segunda derrota”, “Tercera derrota” y “Cuarta derrota”, acompañados de años correlativos desde 1939 a 1942 y otro título alternativo, como en el caso de “Primera derrota: 1939 o si el corazón pensara dejaría de latir”, capítulo al que pertenece el fragmento que tenemos que comentar.
El Final de la “Primera Derrota”
Este fragmento es el final de la “Primera derrota”, la historia de un militar del bando franquista, que durante la Guerra Civil española, en la batalla de Madrid, se rinde a los republicanos en cuanto supo que estos iban a rendir sus armas a su bando. El texto nos presenta al capitán Alegría, en un estado realmente lamentable, llegando a Somosierra tras haber sido fusilado y arrojado a una fosa común. Esa fue su primera muerte, de la que escapa milagrosamente porque la bala resbaló sobre su cráneo y no recibió el tiro de gracia. En el texto se hace referencia a su segunda muerte, la real, que tuvo lugar más tarde, cuando se levantó “la tapa de la vida” con un fusil arrebatado a sus guardianes, anticipándola, ya que esta aparece en el tercer capítulo. Y es que los cuentos se entrecruzan, lo cual da cierta continuidad al libro. El final del capitán Alegría lo descubriremos en el tercero, ya que comparte cárcel con Juan Senra, el soldado republicano que va alargando su vida por la coincidencia de haber conocido a Miguel Eymar, hijo del coronel encargado de decidir si es mandado al paredón o no, inventándose historias sobre Miguelito para el coronel y su esposa, hasta que decide que ya no más, que ya no merece la pena seguir viviendo, y les descubre a sus padres la verdad de su hijo, si bien aderezada con cierta crueldad para asegurarse su propia muerte.
La Rendición del Capitán Alegría
El motivo del fusilamiento de Alegría es que se rinde a los republicanos, justo el día antes de que estos pierdan la guerra, pero no por torpeza, sino con total consciencia. Eso lo convierte en desertor, en imbécil, en traidor, en loco, según quien lo mire, por mucho que él se esfuerce en decir que simplemente es un rendido, cosa que nadie entiende (“Hubiera querido explicar por qué abandonaba al ejército que iba a ganar la guerra, por qué se rendía a unos vencidos, por qué no quería formar parte de la victoria. Pero la rudeza de esos hombres le desanimó y decidió guardar otra vez silencio”). Después intentará explicarlo, pero solo cuando es obligado a ello en el juicio al que es sometido. Y ahí descubrimos la verdad de Alegría, que no es otra que se rinde porque no veía en su bando afán por ganar la guerra al enemigo, sino por matarlo.
Lo más interesante del fragmento es justo el final, donde afirma ese “soy de los vuestros”, pero no buscando la simpatía de los soldados, no intentando engañarlos, no porque lleve el mismo uniforme, sino porque ha logrado identificarse con los republicanos. Esos soldados, como dice Alegría, “se convertirán poco a poco en carne de vencidos”; se trata de la derrota que ven en ellos, que es la que ve en sí mismo y la que veía en los republicanos.
Reflexiones sobre la Memoria Histórica
Otro elemento interesante que podríamos comentar en el texto es la reflexión, donde el capitán Alegría parece vaticinar lo ocurrido durante los casi 40 años de franquismo: la glorificación de las víctimas del bando vencedor y el silencio y abandono en las cunetas respecto a las del bando perdedor. Aquí Alberto Méndez manda un mensaje claro y nos hace pensar en la polémica Ley de Memoria Histórica de España. No hay que olvidar que el autor tenía una ideología de izquierdas, a pesar de lo cual el libro puede satisfacer a todo tipo de lectores, porque no cae en el tópico de buenos y malos, siendo los unos los de un bando y los otros los del otro.