Independencia de las Colonias Americanas (1808-1825)
Este proceso, iniciado con la Guerra de Independencia y culminado durante el reinado de Fernando VII, vio a España perder su imperio colonial, conservando únicamente Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1825. Los factores que impulsaron este movimiento fueron: el rechazo al monopolio comercial (perjudicial para productores, comerciantes y consumidores), la centralización política impuesta por los Borbones, la influencia de la doctrina ilustrada y la independencia de Estados Unidos (1783), y la debilidad de España.
El proceso independentista se desarrolló en dos etapas:
- Primera etapa (1808-1814): Tras la invasión francesa, se formaron juntas que, aprovechando la coyuntura, declararon su independencia de las autoridades peninsulares. El levantamiento del sacerdote Hidalgo fue reprimido, y solo Paraguay logró su independencia.
- Segunda etapa (1814-1824): El restablecimiento del absolutismo provocó nuevas sublevaciones. Fernando VII envió un ejército que restauró el control español, excepto en Argentina, que se independizó en 1816. Simón Bolívar lideró la independencia de Colombia, Venezuela y Ecuador, y el General Sucre la de Perú en la batalla de Ayacucho (1824).
Para 1825, toda América era independiente. Las consecuencias para España fueron:
- Económicas: Pérdida de mercados para las manufacturas y del suministro de materias primas baratas.
- Políticas: España se convirtió en una potencia secundaria.
Para América, las consecuencias fueron:
- Quince repúblicas independientes.
- Fracaso de proyectos unitarios.
- Guerras entre las nuevas naciones.
- Predominio sociopolítico y económico de los criollos.
- Fuertes conflictos sociales.
- Entrada de Iberoamérica en la órbita comercial de Gran Bretaña y, posteriormente, Estados Unidos.
Las Cortes de Cádiz (1810-1814)
La Independencia tuvo consecuencias políticas en España. Se creó la Junta Central Suprema, que en 1810 convocó las Cortes Constituyentes en Cádiz. Los diputados ausentes por la guerra fueron sustituidos por los presentes en Cádiz, divididos en tres grupos:
- Liberales: Mayoría, defensores de reformas políticas.
- Absolutistas: Minoría, partidarios del Antiguo Régimen.
- Americanos: Preocupados por los problemas de las colonias.
Las Cortes sentaron las bases de la España contemporánea con la Constitución de 1812 y reformas que pusieron fin al Antiguo Régimen, como la libertad de imprenta, la abolición de la tortura, la supresión de la Inquisición, los señoríos y los gremios, y la igualdad de todas las ciudades.
La Constitución de Cádiz (1812)
Aprobada el 19 de marzo de 1812, esta primera Constitución española reflejaba los principios del liberalismo político. Reconocía la soberanía nacional, establecía una monarquía hereditaria, adoptaba la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), y declaraba la religión católica como la única de la nación española. Reconocía derechos como la igualdad ante la ley, el derecho a la propiedad y la libertad de imprenta.
La Guerra de Cuba (1868-1898)
Los gobiernos de la Restauración intentaron mantener el imperio de ultramar. Sin embargo, las Guerras de Ultramar a finales del siglo XIX llevaron a la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La opinión pública estaba dividida: los partidos dinásticos apoyaban las guerras, mientras que anarquistas, nacionalistas y socialistas las rechazaban.
La primera guerra de Cuba (1868-1878) terminó con el Convenio de Zanjón. El retraso en su aplicación provocó un nuevo levantamiento en 1895, liderado por José Martí con el apoyo de la población negra y mulata. España envió 200.000 soldados al mando del general Weyler, empleando una dura represión. La intervención de Estados Unidos, con la excusa del hundimiento del Maine, propició el triunfo rebelde en 1898.
La Paz de París (1898) reconoció la independencia de Cuba, el protectorado estadounidense sobre Puerto Rico y Filipinas, y la cesión de Hawái a Estados Unidos. Filipinas rechazó el acuerdo e inició una insurrección contra Estados Unidos. En 1899, España vendió a Alemania las islas Carolinas y Marianas.
La derrota y la pérdida de las colonias tuvieron consecuencias:
- Políticas: Crisis del sistema de la Restauración, adelanto de la mayoría de edad de Alfonso XIII y avance de los nacionalismos periféricos.
- Económicas: Pérdida de materias primas y mercados coloniales, acentuando el proteccionismo.
- Militares: Ineficacia del Ejército español.
- Ideológicas: Crisis ideológica y surgimiento del Regeneracionismo, con Joaquín Costa como figura principal, buscando la modernización de España.
El Reinado de Carlos IV
Desde el reinado de Carlos IV se produce una crisis del Antiguo Régimen, condicionada por la Revolución Francesa (1789) y agravada por la indecisión del gobierno. Tras la muerte de Luis XVI (1793), España declaró la guerra a Francia, siendo derrotada en la Guerra de la Convención (1793-1795). La Paz de Basilea trajo una nueva alianza con Francia, con el Tratado de San Ildefonso (1796). España se involucró en la Guerra de las Naranjas (1801) y la Batalla de Trafalgar (1805). Las dificultades económicas y la división en la corte entre los seguidores de Godoy y el Príncipe de Asturias llevaron al Tratado de Fontainebleau (1807), que autorizaba el paso del ejército francés por España. El descontento generalizado culminó en el Motín de Aranjuez (1808), la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en Fernando VII. Napoleón forzó las Abdicaciones de Bayona (mayo 1808).
El Reinado de Fernando VII
Tras la Guerra de Independencia y el Tratado de Valeçay (1813), Fernando VII recuperó la corona. En 1814, el Manifiesto de los Persas pidió la supresión de las Cortes y las reformas. Fernando VII anuló las reformas con el Decreto de Valencia, iniciando el Sexenio Absolutista (1814-1820). Detuvo a liberales, disolvió las Cortes, anuló la libertad de prensa, restableció la Inquisición y la Mesta, y restauró la sociedad estamental. Enfrentó inestabilidad, crisis en Hacienda y oposición liberal. En 1820, el pronunciamiento de Riego inició el Trienio Liberal (1820-1823), restableciendo la Constitución de 1812. Los liberales se dividieron en moderados y veinteañistas. La oposición al régimen liberal, apoyada por el Rey, culminó con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luís en 1823, dando paso a la Década Ominosa (1823-1833). Se restableció el absolutismo, con reformas moderadas. Fernando VII publicó la Pragmática Sanción, permitiendo reinar a las mujeres, y confirmó los derechos de su hija Isabel. A su muerte, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias heredó la corona en nombre de Isabel II, iniciando la guerra civil (1833-1840).