Línea del Tiempo (1833-1874)
1833 Muerte de Fernando VII.
1833-1840 Regencia de María Cristina de Borbón. Primera Guerra Carlista.
1839 Convenio de Vergara.
1840-1843 Regencia de Espartero.
1844-1854 Década Moderada
1844 Creación de la Guardia Civil (Duque de Ahumada).
1845 Constitución moderada.
1851 Concordato con la Santa Sede.
1854-1856 Bienio Progresista.
1854 Vicalvarada.
1855 Ley General de Desamortización de Madoz. Ley de Ferrocarriles.
1856 Nace el Banco de España.
1859 Guerra de África.
1861 Ley Hipotecaria.
1865 Sucesos de la Noche de San Daniel.
1866 Sublevación del cuartel de San Gil.
1866 Pacto de Ostende.
1868 Revolución Gloriosa.
1871-1873 Reinado de Amadeo I.
Febrero de 1873 – Diciembre de 1874 Iª República.
1873 Estanislao Figueras, primer presidente de la República. Revolución Cantonal.
3 de enero de 1874 Golpe de Estado de Pavía.
1 de diciembre de 1874 Manifiesto de Sandhurst.
Vocabulario
CARLOS MARÍA ISIDRO DE BORBÓN (1788-1855): Fue un infante de España y el primer reclamante carlista del trono bajo el nombre de Carlos V, por ser el segundo hijo del rey Carlos IV y de María Luisa de Parma, y por lo tanto hermano del rey sucesor Fernando VII, a cuya hija Isabel II disputó el trono. A lo largo de su vida utilizó los títulos de incógnito de duque de Elizondo y conde de Molina. A la muerte de Fernando VII, se autoproclamó Carlos V, frente a la regente María Cristina y la reina Isabel, lo que dio lugar a tres guerras civiles (Carlistas), donde se enfrentaron dos concepciones de estado, el absolutista frente al liberalista.
ABRAZO DE VERGARA O CONVENIO DE VERGARA: Convenio que se firmó en Oñate (Guipúzcoa) el 31 de agosto de 1839 entre el general isabelino Espartero y trece representantes del general carlista Maroto y que dio fin a la Primera Guerra Carlista en el norte de España. El convenio quedó confirmado con el abrazo que se dieron Espartero y Maroto, este mismo día, ante las tropas de ambos ejércitos reunidas en las campas de Vergara, razón de su nombre popular. Firmado tras complicadas negociaciones. Espartero representaba al bando isabelino o liberal, partidario de Isabel II, y Maroto al bando carlista, partidario del pretendiente don Carlos, hermano del padre de Isabel, Fernando VII. Fue decisiva la mediación del almirante lord John Hay, jefe de la escuadra de observación británica con base en Bilbao, y que ya desde 1837 había comenzado a sondear a los generales de ambos bandos para hacer fructificar la finalización de la guerra.
ESPARTERO, BALDOMERO (1793-1879): Ingresó en el ejército durante la Guerra de la Independencia. En América contactó con el liberalismo. Comandante del ejército cristino, en 1839 firmó con el general Maroto el Convenio de Vergara. Ocupó la Regencia (1840-1843) al frente del Partido Progresista. En 1843 un pronunciamiento le obligó a exiliarse. En 1854 fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros. En 1856 dimitió dando paso a los gobiernos conservadores, abandonando la vida política. En 1870 rechazó la corona española.
ISABEL II DE ESPAÑA (1830-1904): Fue reina de España entre 1833 y 1868, gracias a la derogación del Reglamento de sucesión de 1713 (comúnmente denominado «Ley Sálica» aunque, técnicamente, no lo fuera) por medio de la Pragmática Sanción de 1830. Esto provocó la insurgencia del infante Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII y tío de Isabel II, quien, apoyado por los grupos absolutistas (los denominados «carlistas») ya había intentado proclamarse rey durante la agonía de Fernando.
NARVÁEZ, RAMÓN MARÍA (1800-1868): De ideología liberal conservadora, fue una de las figuras más representativas del reinado de Isabel II. Conspiró desde el exilio contra Espartero, y en 1843 consiguió triunfar y convertirse en el líder de los moderados. Fue el inspirador de la Constitución de 1845, de la detención de la desamortización y de la obra legisladora conservadora. Presidió los gobiernos de 1856, 1864 y 1866. Su muerte supuso la desaparición del más firme apoyo que le quedaba a Isabel II.
REVOLUCIÓN DE 1868: Llamada la Gloriosa o Revolución de Septiembre, también conocida por la Septembrina, fue una sublevación militar con elementos civiles que tuvo lugar en España en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II y el inicio del período denominado Sexenio Democrático. Como señaló María Victoria López-Cordón, «la Revolución de Septiembre fue una brusca sacudida en la historia del siglo XIX español, cuyos efectos se dejaron sentir ampliamente en toda la geografía del país», ya que a partir de ella tiene lugar en el país el primer intento de su historia de establecer un régimen político democrático, primero en forma de monarquía parlamentaria, durante el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873), y después en forma de república, la Primera República (1873-1874). Sin embargo, ambas fórmulas acabarán fracasando.
AMADEO I DE SABOYA (1845-1890): Fue rey de España entre 1871 y 1873. Fue, además, el primer duque de Aosta y el único miembro de la dinastía Saboya que ocupó el trono de España. Aceptó el trono a la caída de Isabel II. Su reinado en España, de poco más de dos años, estuvo marcado por la inestabilidad política. Los seis gabinetes que se sucedieron durante este período no fueron capaces de solucionar la crisis, agravada por el conflicto independentista en Cuba, que había comenzado en 1868, y una nueva guerra carlista, iniciada en 1872. Después de su abdicación fijó su residencia en Turín, ciudad en la que falleció.
FRANCISCO PI Y MARGALL o FRANCESC PI I MARGALL (1824-1901): Fue un político, ensayista e historiador español de ideología republicana federal, presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República (1873). Procedente de un medio obrero, estudió hasta doctorarse en derecho (1847). Luego se ganó la vida como profesor, traductor y empleado de un banco, al tiempo que daba sus primeros pasos como escritor y crítico literario. Vinculado al Partido Demócrata desde que llegara a Madrid en los años cuarenta, participó en la Revolución de 1854 y se orientó cada vez más hacia la política; en 1854 publicó sus ideas federalistas en La reacción y la revolución; desde 1857 sostuvo polémicas en defensa del socialismo contra los demócratas individualistas o liberales.
CANTONALISMO: Movimiento de carácter insurreccional que se manifestó durante la Primera República en la periferia española (Levante y Andalucía). Supone la expresión máxima del federalismo republicano, y se diferencia de éste en que el cantonalismo rechaza que la estructura federal pueda ser determinada por el Gobierno central o las Cortes. La sublevación cantonal estalló en julio de 1873, ante la lentitud en la implantación de un régimen federal, y se extendió por numerosas ciudades del país. Fue progresivamente sofocada, pero se mantuvo en Cartagena hasta 1874, cuando la ciudad se rindió al ejército tras el golpe militar de Pavía.
PRONUNCIAMIENTOS: Durante el siglo XIX, en el proceso de implantación del Estado liberal destaca el protagonismo de los militares en la vida política española. Las guerras carlistas dieron gran protagonismo al ejército, convertido en elemento imprescindible para establecer el nuevo sistema político, por la debilidad de la burguesía y el escaso, o nulo, apoyo popular hacia el cambio político. Los generales (espadones), fueron conscientes de su importancia, liderando los dos grandes partidos políticos, el moderado y el progresista, y después en la Unión Liberal. Generales como Espartero, Narváez, O’Donnell, Serrano o Prim, tuvieron gran trascendencia histórica. Para acceder al poder usaban la vía del pronunciamiento, sublevación militar que buscaba el apoyo de las fuerzas armadas o de un sector de las mismas, de los partidos y facciones políticas y, por fin, de la opinión pública. Pretendía la conquista del poder o una rectificación de la línea política del gobierno de turno. Solían ser incruentos, con una acción militar indirecta. El pronunciamiento se desarrollaba en diferentes fases: primero, el complot militar y civil (la presencia de civiles fue muy destacada en los pronunciamientos). Una vez puesto en marcha se solía sondear a otros militares para que se comprometieran. Otro aspecto importante era el manifiesto (grito), que era el programa donde los que se pronunciaban anunciaban sus intenciones. Por último, se daba la acción, que solía consistir, además de la presentación del programa, en la presión más o menos indirecta al gobierno con amenazas veladas, o conquistando directamente el poder.