Capítulo 1: La Batalla de Egospótamos (16-26)
16. Los atenienses, partiendo de Samos, hostigaron territorios del rey persa y navegaron hacia Quíos y Éfeso, preparándose para la batalla naval. Designaron como generales a Menandro, Tideo y Cefisódoto. 17. Lisandro zarpó desde Rodas, bordeando Jonia hacia el Helesponto, para enfrentarse a la flota ateniense y a las ciudades rebeldes. Los atenienses también se hicieron a la mar desde Quíos. 18. Con Asia Menor como enemiga, Lisandro navegó hacia Lampsaco, aliada de Atenas. Los abideos y otros aliados la defendían por tierra, liderados por Tórax el lacedemonio. 19. Tras atacar la ciudad, la tomaron por la fuerza. Los soldados saquearon sus abundantes provisiones de vino, trigo y otros víveres. Lisandro liberó a todos los prisioneros libres. 20. Los atenienses, navegando rápidamente, anclaron en Eleunte, en el Quersoneso, con ciento ochenta naves. Allí se les informó de la caída de Lampsaco, y de inmediato se dirigieron a Sesto. 21. Desde allí, navegaron hacia Egospótamos, frente a Lampsaco, donde el Helesponto tenía una anchura de quince estadios. Allí se detuvieron a comer. 22. A la noche siguiente, al amanecer, Lisandro dio la señal de embarcar, tras haber desayunado y preparado todo para la batalla. Ordenó a sus hombres que permanecieran en sus puestos y no se movieran. 23. Los atenienses, al salir el sol, se dispusieron en formación de batalla. Como Lisandro no salía, al caer la tarde regresaron a Egospótamos. 24. Lisandro ordenó a sus naves más rápidas que siguieran a los atenienses y observaran sus movimientos. Al desembarcar, regresaron para informarle. Lisandro no desembarcaba sus tropas hasta que los atenienses lo hicieran. Repitió esta táctica durante cuatro días, mientras los atenienses continuaban con su rutina. 25. Alcibíades, observando desde las murallas que los atenienses anclaban en la playa, lejos de cualquier ciudad y obligados a buscar provisiones en Sesto, a quince estadios de distancia, mientras los enemigos tenían todo a mano en el puerto y la ciudad, les advirtió que su posición era desfavorable. Aconsejó trasladarse a Sesto, junto al puerto y la ciudad. 26. “Allí”, dijo, “podréis luchar cuando queráis”. Los generales, principalmente Tideo y Menandro, le ordenaron que se marchara, pues ellos eran quienes mandaban, no él.
Capítulo 1: La Batalla y sus Consecuencias (28-32)
28. Lisandro dio la señal de ataque a sus naves más rápidas, acompañado por Tórax y la infantería. Conón, al ver el ataque, ordenó a sus hombres que corrieran a las naves. Con los hombres dispersos, algunas naves tenían dos órdenes de remeros, otras solo una, y algunas estaban vacías. Conón y otras siete naves, junto con el Páralo, lograron escapar. El resto fueron capturadas por Lisandro. Muchos atenienses fueron capturados en tierra, mientras otros huían a las fortificaciones. 29. Conón, huyendo con nueve naves, consciente de la derrota, se dirigió a Abárnide, en la cima de Lampsaco, donde se apoderó de las velas de las naves de Lisandro. Con ocho naves, partió hacia Chipre, mientras que el Páralo navegó a Atenas para informar de la derrota. 30. Lisandro llevó las naves, los prisioneros y el resto del botín a Lampsaco. Capturó a varios generales, incluyendo a Filocles y Adimanto. Ese mismo día, envió al corsario milesio Teopompo a Esparta para anunciar la victoria, quien llegó tres días después. 31. Lisandro reunió a sus aliados para decidir el destino de los prisioneros atenienses. Se presentaron numerosas acusaciones contra ellos, por acciones pasadas y planes futuros en caso de victoria, como cortar la mano derecha de los prisioneros. Se mencionó la captura de dos trirremes, la Corindia y la Andria, y la intención de arrojar a sus tripulantes al mar. Filocles, general ateniense, fue acusado de estas acciones. 32. Tras muchas deliberaciones, se decidió ejecutar a todos los prisioneros atenienses excepto a Adimanto, el único que se había opuesto al plan de cortar las manos. Algunos lo acusaron de abandonar las naves. Lisandro interrogó a Filocles, preguntándole qué castigo merecía por sus actos contra los griegos, y luego lo ejecutó.
Capítulo 2: El Impacto de la Derrota (3-7)
3. En Atenas, la llegada del Páralo por la noche trajo la noticia de la catástrofe. El lamento se extendió desde el Pireo, a través de los Muros Largos, hasta la ciudad, mientras las personas se transmitían la noticia. Nadie durmió esa noche, no solo llorando a los muertos, sino también temiendo por su propio futuro, anticipando un destino similar al de los melios. 4. Al día siguiente, la asamblea decidió bloquear todos los puertos excepto uno, reforzar las murallas, y colocar guardias, preparándose para el asedio. 5. Lisandro, llegando desde el Helesponto con doscientas naves, sometió Mitilene y otras ciudades de Lesbos. Envió a Eteónico con diez trirremes a la región de Tracia, para asegurar el control lacedemonio. 6. Rápidamente, el resto de Grecia abandonó la alianza con Atenas, excepto Samos, donde el pueblo, tras haber dado muerte a los nobles, controlaba la ciudad. 7. Finalmente, Lisandro envió a Agis a Decelia y a Esparta con doscientas naves. Los lacedemonios y el resto del Peloponeso, excepto Argos, se movilizaron, convocados por Pausanias, el otro rey de Esparta.