La Ilustración y su impacto
Immanuel Kant, uno de los filósofos más importantes de la Ilustración, influenciado por el racionalismo y el empirismo, logró superar ambas corrientes, que según él, cometían graves errores epistemológicos. Creó una nueva doctrina basada en lo trascendental, profundizando en la comprensión de la realidad y destacando la independencia de nuestras facultades cognitivas respecto al objeto.
La Ilustración, movimiento cultural que define la filosofía moderna, se origina en torno a la Revolución Inglesa de 1688 y culmina a finales del siglo XVIII con la Revolución Francesa. Su objetivo principal era liberar a las personas de la esclavitud de los mitos, prejuicios, el pensamiento irracional y la falta de autonomía en el pensamiento, buscando el desarrollo individual y el progreso social.
La definición kantiana de la Ilustración
Kant define la Ilustración como “salida del hombre de su culpable minoría de edad“, refiriéndose a la falta de autonomía en el uso de la razón. Esta razón, desde una perspectiva analítica (referencia empírica), se aleja del dogmatismo racionalista y se vuelve crítica, no solo de cualquier conocimiento o acción injustificable, sino también de sí misma, reconociendo sus propios límites.
La autoculpabilidad de la minoría de edad
Esta minoría de edad es autoculpable, según Kant, ya que poseemos la capacidad natural para el uso autónomo de la razón. La pereza y la cobardía impiden este uso, situación aprovechada por quienes buscan dirigir nuestro pensamiento y conducta, dificultando la consecución de los valores ilustrados. Esta tutela intelectual se ejerce en ámbitos como el político y el religioso, siendo este último el que más preocupa a Kant.
La crítica de Kant a la religión no ilustrada
Kant considera la minoría de edad en materia religiosa como la más humillante y perjudicial. Las religiones positivas, según él, eliminan la responsabilidad individual no guiada por el miedo e imponen ritos externos sin compromiso religioso genuino, motivados por el temor y no por el deber. Además, critica la falta de interés por las artes y las ciencias por parte de los tutores, debido a su incompetencia en estos temas y a su incapacidad para manipular al individuo como lo hacen con la religión, infundiendo miedo a una vida posterior a la muerte.
La necesidad de una Ilustración religiosa
Kant propone una Ilustración religiosa basada en la religión racional, despreciando las religiones reveladas o positivas. Esta Ilustración religiosa es, en esencia, una Ilustración moral, donde el individuo respeta las normas por deber, cumpliendo así la voluntad divina. Religión racional, moralidad e Ilustración se identifican en el cumplimiento del deber.
El monarca ilustrado y la libertad de expresión
Kant argumenta que el verdadero monarca ilustrado trasciende la Ilustración religiosa, permitiendo la libertad de expresión en el ámbito político. Esta libertad, a largo plazo, transformaría la monarquía en un modelo parlamentario burgués, como defendían Locke, Montesquieu y Rousseau.
Esta transformación, impulsada por la libre expresión, permitiría la participación autónoma y racional de los ciudadanos en su autogobierno. La convicción ilustrada de Federico II y su capacidad para garantizar el orden y la obediencia en el ámbito privado hacen posible esta libertad de expresión, que lejos de ser peligrosa, potencia el desarrollo del espíritu de la Ilustración.