Contexto Histórico del Pensamiento de John Locke
En el siglo XVII, se consolidaron dos sistemas filosóficos contrapuestos: el racionalismo y el empirismo, que configuran la Modernidad. Ambos coinciden en que el sujeto es el centro y el fin de toda actividad y quien decide sobre la verdad o falsedad de cualquier enunciado. También, ambos comienzan con un análisis del conocimiento para determinar su alcance. Sin embargo, mientras el racionalismo pone el criterio de verdad en la autonomía de la razón y construye el conocimiento deductivamente a partir de unos principios innatos, independientes de la experiencia sensible, el empirismo parte de la experiencia y, por inducción, llega a hipótesis explicativas de los fenómenos.
La Europa de Locke vive bajo los efectos de una preponderancia de la monarquía absoluta, en la que el poder ya no viene de Dios, como en la Edad Media, sino que el pueblo lo confiere al monarca, que asume todo el poder. Otro elemento fundamental de la vida europea es la Contrarreforma católica, frente a la Reforma protestante, que ha dividido religiosamente a toda Europa y, en Inglaterra en concreto, está aún más dividida por el autoritarismo de Enrique VIII, que asume la jefatura de la Iglesia.
Hechos importantes de esta época son: el Concilio de Trento, la fundación de los jesuitas y la Inquisición. Otro de los aspectos fundamentales a destacar de esta época es el triunfo de la nueva ciencia, que se puede sintetizar en:
- Autonomía del saber científico-racional.
- Primacía del hombre y sus derechos.
Dentro de las universidades se produce un descontento porque están sometidas al poder eclesiástico. La respuesta que había dado el racionalismo continental no solucionó el problema de la autonomía de la razón. Los ingleses viven el problema desde otra óptica, el empirismo, del que Locke es digno representante. Es importante también destacar una fuerte influencia de las ciencias experimentales, que abarcan el nacimiento de la Revolución Industrial, así como la Revolución de 1688, que dará lugar a la monarquía parlamentaria. Todas estas características son el trasfondo del ideal del político Locke.
Justificación desde la Filosofía de Locke
Los acontecimientos políticos en la Europa que vivió Locke son el caldo de cultivo de sus teorías político-liberales. Todas las discusiones políticas de Locke tienen como punto de partida el concepto de derecho natural. La ley de naturaleza se identifica con la ley divina, de conformidad con la tradición estoica y medieval. Correspondientemente, el origen y el fundamento de la autoridad y del poder político se reconocen asimismo en la voluntad divina. Pero ya desde sus primeros escritos, Locke reservaba a los hombres la facultad de elegir, mediante un contrato, el depositario de la investidura divina que es indirecta e impersonal.
Según Locke, existe una ley de naturaleza que es la razón misma en cuanto tiene por objeto las relaciones entre los hombres y que prescribe la reciprocidad perfecta de tales relaciones. Locke vincula esta regla de reciprocidad con la de igualdad originaria de los hombres en el estado de naturaleza, en el cual la libertad de los hombres consiste en no estar sometidos a ninguna voluntad o autoridad ajena, sino en respetar solamente la norma natural. Si la libertad natural consiste para el hombre en ser limitado solamente por la ley de naturaleza, la libertad del hombre en la sociedad consiste en no estar sometido a más poder legislativo que al establecido de común acuerdo, ni estar sujeto al dominio de otra voluntad ni a la limitación de más ley que la que este poder legislativo establezca de acuerdo con la confianza depositada en él. Junto al poder legislativo, que ha de ser ejercitado por una asamblea, y separado del mismo, existe un poder ejecutivo al cual se transfiere la ejecución de las leyes formuladas por el primero. Locke distingue el poder ejecutivo y el poder federativo.
Relación de Locke con Otras Corrientes Filosóficas
Locke y Platón
Podemos relacionar a Locke con Platón: tanto uno como otro comparten la misma preocupación ético-política: definir la justicia. La tarea platónica era la de buscar aquel régimen político que permitiese cumplir el ideal de justicia del ciudadano y así evitar los desmanes que las formas de gobierno conocidas habían causado en la historia reciente del mundo clásico. Para Locke, la búsqueda se centra en otro punto de vista acerca de la justicia: ¿cuándo se puede llamar justo a un Estado? La cuestión es ahora la de la legitimidad del gobierno.
Sin embargo, la manera de proceder de ambos pensadores es distinta. Para Platón, el gobierno ha de ser ejercido por aquellos ciudadanos que son iluminados por la idea del Bien. La justificación del gobierno reside en la sabiduría y, por tanto, los sabios gobernantes permitirán que cada ciudadano logre hacer triunfar el orden individual para el que está mejor dotado. Para Locke, el gobierno es aquella institución que posee el poder de ejecutar y hacer cumplir las leyes. Y la buena ley queda siempre supeditada a que consiga el bien común, es decir, no ha de conseguir el saber como diría Platón. A diferencia de los autores contractualistas, pasamos de un criterio óntico-epistemológico a un criterio utilitarista.
Locke y Santo Tomás de Aquino
Podemos relacionar también a Locke con Santo Tomás de Aquino. Tanto Santo Tomás como Locke utilizan el concepto de ley natural con el sentido de una ley que responde a la esencia propia del ser humano, que es ser racional y que, en último término, está avalada o se fundamenta en la ley divina.
La diferencia aparece cuando entramos en el ámbito político. El Estado en Santo Tomás siempre debe servir a los intereses de la ley natural, pues ya decimos que el orden social tenía como meta imponer las leyes naturales dándoles forma como leyes humanas. Para Locke, las leyes positivas son fruto del acuerdo de la sociedad civil y no son fruto del estado de naturaleza. Este planteamiento rompe la continuidad entre el estado de naturaleza y el estado civil que defendería el planteamiento de Santo Tomás. Para Locke, el Estado no es una consecuencia de la ley natural, sino de un pacto de unos seres humanos que viven en una situación de desamparo que provoca el imperio de la ley natural. El Estado es necesario para Locke y no para Santo Tomás.