José Martín Recuerda escribe obras como Los salvajes en Puente San Gil en la que muestra el más retrógrado conservadurismo de una burguésía provinciana ante la llegada de un grupo de actrices de revista cuya presencia no aceptan. Lauro Olmo trata el tema de la emigración, el paro y la escasez de dinero en La camisa. Antonio Buero Vallejo usa recursos que buscan introducir al espectador en la obra mediante recursos escénicos de iluminación y sonido, así como la diposición de diferentes planos simultáneos sobre el escenario; como ocurre en obras como El tragaluz o El sueño de la razón. En La fundación el autor reflexiona acerca de la libertad y las consecuencias de la lucha por conseguirla, ya que muestra a un grupo de presos políticos condenados a muerte, uno de los cuales sufre un trastorno que hace creer que están en el centro de una investigación en lugar de una celda. Otros autores que tienen un papel relevante en este periodo son Francisco Nieva, Antonio Gala o Fernando Arrabal que, iniciado en el teatro del absurdo, es uno de los máximos representantes del denominado como teatro pánico con obras como Pic-nic o El cementerio de automóviles. Es destacable la aparición de los grupos de teatro independiente que desarrollan la creación de textos propios, muchas veces colectivos, en donde el espectáculo y el montaje tiene tanta importancia como el texto en sí. Destacaron grupos como Els Joglars, Els Comediants y Teatro Lliubre en Cataluña; Tábano en Madrid, La Cuadra en Sevilla o Aklarre en Bilbao
. Muchos de estos grupos siguen hoy en día en activo como La Fura del Baus. Con la llegada de la democracia llegaron al público las obras de los grandes dramaturgos que no habían gustado a la censura como Luces de bohemia de Valle-Inclán o El público de Federico García Lorca, además de los principales autores europeos como Henrik Ibsen, Antón Chejov, Luigi Pirandello o Bertolt Brecht. En 1978 se fundó el Centro Dramático Nacional, institución dedicada a la producción teatral. Además de los grupos de teatro independiente, se desarrolla la obra de autores que continúan con las formas de hacer teatro tradicionales como Antonio Gala, Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano), Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro) o José Sanchís Sinisterra (Ay, Carmela). Mas recientemente, al auge de el teatro en pequeño formato, denominado microteatro, la producción teatral tiene un gran momento con autores de la talla de Juan Mayorga o Angélica Liddell