La Industrialización y el Movimiento Obrero en España en el Siglo XIX
XII. 1. La industrialización en España en el siglo XIX
La industrialización española comenzó alrededor de 1830, pero su desarrollo fue lento debido a factores como el bajo crecimiento demográfico, la pobreza del campesinado y la escasa iniciativa empresarial. Los sectores más relevantes fueron la **minería**, la **industria textil algodonera en Cataluña** y la **siderurgia en el País Vasco**.
XII. 1.1. La industria textil
El sector textil catalán se había expandido desde finales del siglo XVIII, convirtiendo a Cataluña en el epicentro de esta industria. Su crecimiento se vio favorecido por la abundancia de mano de obra, una mentalidad empresarial desarrollada y la política proteccionista del Estado, que limitó la competencia extranjera pero también frenó la innovación tecnológica. La producción se centró en el **algodón** y en la adopción de maquinaria movida por energía hidráulica o vapor, aunque sin alcanzar el nivel de la industria británica. A lo largo del siglo XIX, la industria textil catalana vivió períodos de auge y crisis, y la pérdida de las últimas colonias en 1898 afectó gravemente al sector.
XII. 1.2. Minería y siderurgia
España contaba con importantes recursos minerales, pero su explotación fue limitada durante gran parte del siglo XIX debido a la baja demanda, la falta de capital y el atraso tecnológico. La situación mejoró con la liberalización del sector, que atrajo inversión extranjera y facilitó la explotación privada, impulsada por la construcción ferroviaria y el desarrollo industrial.
En siderurgia, Málaga destacó en la primera mitad del siglo con fábricas como La Concepción (Marbella) y La Constancia (Málaga), pero su falta de carbón mineral cercano elevó los costes, impidiendo su competitividad frente a los Altos Hornos de Bilbao. Este último logró consolidarse gracias a los yacimientos de hierro cercanos y el uso de coque asturiano e inglés.
XII. 1.3. Otras industrias
La industria agroalimentaria, que incluía la producción de harinas, aceite de oliva, vinos y aguardientes, avanzó lentamente. Algunas circunstancias, como la plaga de la filoxera en Francia (1875-1885), beneficiaron temporalmente a los viñedos españoles. La industria mecánica tuvo una presencia limitada, destacando en Barcelona, País Vasco, Valencia y Málaga con la fabricación de maquinaria textil y ferroviaria.
XII. 2. El movimiento obrero en España
XII. 2.1. Condiciones de vida y origen del movimiento obrero
Las condiciones laborales de los obreros eran extremadamente duras: salarios bajos, jornadas de 12 a 15 horas, trabajo infantil y falta de derechos sociales. La vivienda en barrios obreros era precaria, con altos niveles de pobreza y problemas como el alcoholismo. La alimentación obrera se basaba en productos baratos como legumbres, patatas, arroz, arenques y bacalao, mientras que el pan, fundamental en su dieta, tenía un precio elevado.
Hasta el último tercio del siglo XIX, las protestas obreras fueron espontáneas. Cataluña, especialmente Barcelona, fue el principal foco de organización obrera, aunque también hubo movimientos en Bilbao, Asturias y áreas mineras como Riotinto. En 1821, en Alcoy (Alicante), se produjo la primera revuelta obrera con la destrucción de máquinas de hilar, y en 1861 tuvo lugar la revuelta campesina de Loja (Granada), que movilizó a 100.000 jornaleros. Al principio, partidos como el Progresista y el Demócrata apoyaron las demandas obreras, pero con el tiempo los trabajadores se alejaron de la política tradicional y se inclinaron hacia el **anarquismo** y el **socialismo**.
XII. 2.2. La organización de los trabajadores en el último tercio del siglo XIX
XII. 2.2.1. El socialismo marxista en España
El marxismo, que defendía la lucha de clases y la revolución proletaria, se consolidó en España con la fundación del **Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879** por Pablo Iglesias, con el objetivo de convertir la propiedad privada en propiedad social. En 1888 se creó la **Unión General de Trabajadores (UGT)**, tras la legalización de los sindicatos en 1887.
XII. 2.2.2. El anarquismo en España
El anarquismo rechazaba el Estado y la participación política, promoviendo en su lugar asociaciones voluntarias. Su influencia creció en España desde 1868 con la llegada de Giuseppe Fanelli, seguidor de Bakunin, quien organizó los primeros núcleos anarquistas en Madrid, Barcelona y Valencia. La represión estatal, que prohibió los sindicatos en 1874, provocó que algunos grupos anarquistas recurrieran a la violencia, con atentados como el del Liceo de Barcelona (1893) o el asesinato de Cánovas del Castillo (1897). También surgió la organización conocida como “Mano Negra”, cuya existencia real es debatida por los historiadores.
XII. 2.2.3. El sindicalismo católico
En respuesta a las ideologías revolucionarias, la Iglesia propuso el **sindicalismo católico** basado en la “doctrina social de la Iglesia”, formulada en 1891 por el Papa León XIII. Esta corriente defendía la desigualdad social como un hecho natural, pero promovía la protección de los trabajadores a través de relaciones paternalistas con los empresarios. En 1872, el padre Vicent fundó en Alcoy los primeros Círculos de Obreros Católicos, y en 1895 ya había 169 círculos con más de 35.000 afiliados en España.