El Reinado de Carlos IV y la Guerra de la Independencia
Carlos IV reinó entre 1788 y 1808, pero delegó sus responsabilidades de gobierno. En 1792, Manuel Godoy asumió el poder, enfrentando el rechazo de la nobleza y la Iglesia debido a su origen humilde y sus expropiaciones a la Iglesia. Además, implementó reformas ilustradas.
En 1789, la Revolución Francesa y la ejecución de Luis XVI llevaron a España a declarar la guerra a Francia. Sin embargo, Godoy firmó la Paz de Basilea en 1795 y se alió con Francia mediante el Primer Tratado de San Ildefonso en 1796 para enfrentarse a Inglaterra. Esta alianza resultó en la derrota española en la Batalla de Trafalgar en 1805.
La situación en España era crítica debido a la subida de precios y el descontento con el rey y Godoy. La oposición se organizó en torno al príncipe Fernando. Godoy firmó el Tratado de Fontainebleau en 1807 con Napoleón, permitiendo al ejército francés atravesar España para ocupar Portugal, pero Napoleón invadió España.
El Motín de Aranjuez en 1808 llevó a la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando. Napoleón llevó a la familia real a Francia y forzó las Abdicaciones de Bayona, cediendo el trono de España a su hermano José Bonaparte, quien promulgó el Estatuto de Bayona para modernizar la política española.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) fue la lucha del pueblo español contra los franceses. Se enfrentaron el ejército francés de José Bonaparte y la España resistente, que incluía al ejército y al pueblo en nombre de Fernando VII. Dentro de este bando había liberales y absolutistas.
La guerra tuvo tres fases:
- Junio 1808 – Noviembre 1808: La resistencia española, con apoyo inglés y la guerrilla, derrotó a los franceses en la Batalla de Bailén.
- Noviembre 1808 – Primavera 1812: Napoleón dirigió las operaciones en España. La guerrilla y las tropas inglesas apoyaron a España.
- Primavera 1812 – 1813: Las tropas españolas e inglesas, apoyadas por Portugal, lograron victorias en Arapiles, Vitoria y San Marcial.
El Tratado de Valençay devolvió el trono a Fernando VII. Las consecuencias de la guerra fueron devastadoras: medio millón de muertos, destrucción de ciudades y monumentos, exilio de los afrancesados, pérdida de la industria textil y el comercio con las colonias, y la ruina de la Hacienda española.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
La Revolución Liberal comenzó en España con la Guerra de la Independencia. Las Juntas Locales de 1808, creadas en respuesta al gobierno francés, asumieron el poder de Fernando VII y organizaron la resistencia. Estas juntas se unieron en la Junta Suprema Central, que traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia. Se convocaron las Cortes Generales en Cádiz y se eligieron representantes por sufragio universal.
Los diputados se dividían en tres grupos ideológicos:
- Liberales: Defendían la soberanía nacional.
- Reformistas: Proponían una soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- Absolutistas: Apoyaban la monarquía tradicional.
Las Cortes de Cádiz aprobaron decretos que terminaron con el Antiguo Régimen, destacando la libertad de imprenta en 1810. Su mayor logro fue la Constitución de 1812, conocida como “La Pepa”, que contenía 384 artículos:
- Monarquía parlamentaria: El rey seguía siendo el jefe de Estado, pero sin poder absoluto. Las Cortes tomaban las decisiones clave.
- Soberanía nacional: El poder residía en la nación, que lo ejercía a través de las Cortes.
- División de poderes: El rey tenía el poder ejecutivo, las Cortes el legislativo junto al rey, y los tribunales independientes el judicial.
- Igualdad ante la ley: Fin de los privilegios estamentales.
- Propiedad privada y libertad económica: Fin del sistema de propiedad del Antiguo Régimen, excepto las propiedades comunales.
- Estado unitario y centralizado: Mismas leyes para todo el territorio.
- Reconocimiento implícito de derechos: Libertad de imprenta, sufragio, educación, pero no libertad de culto, estableciendo el catolicismo como religión oficial.
Las Cortes también aprobaron la abolición de gremios, la libertad de producción industrial, la supresión del mayorazgo y de la Inquisición. La Constitución de 1812 enfrentó la oposición de los estamentos privilegiados y la indiferencia de las clases populares.
En 1814, tras la derrota napoleónica, Fernando VII regresó a España, abolió la Constitución y restauró el Antiguo Régimen. Los liberales y afrancesados fueron perseguidos, fracasando el primer intento de establecer un sistema liberal en España.
El Reinado de Fernando VII y la Cuestión Sucesoria
El reinado de Fernando VII (1814-1833) se dividió en tres etapas:
- Sexenio Absolutista (1814-1820): Napoleón devolvió el trono a Fernando VII mediante el Tratado de Valençay. Fernando VII, apoyado por el ejército y varios diputados, firmó el Manifiesto de los Persas, ignorando la labor de las Cortes de Cádiz y restaurando el absolutismo. Los liberales hicieron pronunciamientos que fracasaron, excepto el de Riego en 1820.
- Trienio Liberal (1820-1823): Se proclamó la Constitución de 1812 y Fernando VII la juró. Los liberales se dividieron en moderados, liderados por Argüelles, y exaltados, liderados por Mendizábal. Se intentó desmantelar el Antiguo Régimen, suprimiendo mayorazgos, aboliendo el régimen señorial, prohibiendo a la Iglesia adquirir bienes inmuebles, desamortizando tierras eclesiásticas y aboliendo la Inquisición. La oposición absolutista creó la Regencia de Urgel. La Santa Alianza intervino y en 1823 Fernando VII fue restaurado en el absolutismo.
- Década Ominosa (1823-1833): Hubo dos grupos políticos: liberales, perseguidos, y absolutistas, divididos en reformistas, liderados por López Ballesteros, y apostólicos radicales, liderados por el hermano de Fernando, Carlos.
Fernando VII solo tenía una hija, Isabel. Para que pudiera reinar, abolió la Ley Sálica con la Pragmática Sanción de 1830. Carlos lo consideró ilegal, lo que derivó en la Primera Guerra Carlista (1833-1840) entre los partidarios de Carlos y los de la reina María Cristina e Isabel II.
El Proceso de Independencia de las Colonias Americanas y el Legado Español
El proceso de independencia de las colonias americanas (1810-1824) fue impulsado por causas políticas, sociales y económicas. La sociedad criolla, aunque rica, estaba excluida del poder político por España, que mantenía un monopolio económico. Las clases populares veían en la independencia una oportunidad para mejorar sus condiciones. Las ideas ilustradas y el ejemplo de las colonias norteamericanas también influyeron.
Primera Etapa (1810-1814)
Durante la Guerra de la Independencia española, los criollos tomaron la iniciativa. En el Virreinato del Río de la Plata, San Martín lideró la independencia de Argentina (1816) y Chile (1817). En Nueva Granada, Bolívar y Miranda iniciaron una rebelión que fracasó inicialmente. En México, el sacerdote Hidalgo encabezó un levantamiento con demandas sociales, pero fue reprimido.
Segunda Etapa (1814-1824)
España envió tropas tras la derrota napoleónica, pero con poco apoyo de otras potencias. Bolívar logró la independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador, creando la Gran Colombia. En Perú, San Martín y Bolívar derrotaron a los españoles en la Batalla de Ayacucho en 1824. En Nueva España, Agustín de Iturbide proclamó la independencia en 1822 y se autoproclamó emperador, pero fue derrocado, dando paso a la República en 1824.
Consecuencias
Para España, la independencia significó la pérdida de prestigio y la reducción de su influencia económica y comercial. Para las nuevas naciones, trajo una fragmentación en quince repúblicas y el control de regímenes caudillistas. La economía se centró en la exportación de materias primas, limitando el desarrollo industrial. Los criollos mantuvieron el poder, perpetuando la desigualdad.
Legado Español en América
- Política: Se heredaron instituciones como los cabildos y las audiencias, y las fronteras siguieron las del periodo colonial.
- Economía: Los españoles introdujeron cultivos, animales y nuevas técnicas agrícolas, sentando las bases de la economía agrícola y minera.
- Sociedad: El mestizaje y las jerarquías raciales dejaron una huella profunda.
- Cultura: El idioma español y la religión católica se consolidaron, junto con un patrimonio artístico representado en universidades, iglesias y edificios coloniales.