Impresión, Sol Naciente: El Amanecer del Impresionismo
Impresión, sol naciente (en francés: Impression, soleil levant) es un cuadro del pintor francés Claude Monet, que dio nombre al movimiento impresionista. Se conserva en el Museo Marmottan-Monet de París. Fechado en 1872, aunque pintado más probablemente en 1873, su motivo es el puerto de Le Havre en Francia, usando muy pocos toques de pincel que sugieren en vez de delinear.
La pintura fue robada del museo Marmottan-Monet en 1985 y recuperada en 1990. Desde 1991 ha estado de nuevo en exhibición. Monet pintó el sol casi con la misma luminancia del cielo, una condición que sugiere humedad alta y atenuación atmosférica de la luz. Este detalle descansa sobre el uso de colores complementarios y variedad de temperaturas de color, en lugar de cambios de intensidad o valores contrastantes, para diferenciar el sol del cielo circundante. La pintura trata el valor de contraste simultáneo de los colores, situando tonos cálidos sobre otros opuestos que permiten resaltar, en la retina del espectador, unos tonos sobre otros. La vaporización será el elemento fundamental que invade la superficie, destacando esa humedad que invade la obra y que atenúa las tonalidades, es decir, el color se condiciona a esta atmósfera húmeda. El principal objetivo al que intentaba llegar Monet con esta obra es provocar una impresión en el espectador, por lo que nos encontramos con la importancia que se atribuye al espectador en el Impresionismo. Las pinceladas son un tanto libres, rápidas y directas, reduciendo los elementos del cuadro a una simplificación aparente, tal y como se contempla en los reflejos del agua.
Un crítico de arte descubrió un símbolo semejante a una esvástica en los reflejos del agua. El autor no mencionó nada sobre ese asunto, pero ahí quedó siempre la intriga de si esa esvástica era intencionada. Es simplemente uno de muchos símbolos o enigmas ocultos en los cuadros. Recordemos que en esta época del Movimiento Impresionista se empezaron a esconder símbolos en los cuadros, ya sean por motivos políticos, económicos o por su zona geográfica.
La Noche Estrellada de Van Gogh
Noche estrellada
- Autor: Vincent van Gogh
- Fecha: 1889
- Museo: Museo de Arte Moderno de Nueva York
- Características: 73,7 x 92,1 cm
- Material: Óleo sobre lienzo
- Estilo: Post-impresionismo
Esta famosa escena resulta una de las más vigorosas y sugerentes realizadas por Vincent. En pocas obras ha mostrado la naturaleza con tanta fuerza como aquí. Vincent se encuentra recluido en el manicomio de Saint-Rémy desde el mes de mayo de 1889 y muestra en sus imágenes lo que contempla desde su ventana. La noche le había atraído siempre (ej. Café nocturno o La terraza del café), especialmente porque se trataba de una luz diferente a la que se había empleado hasta esos momentos.
Es de destacar el tratamiento de la luz de las estrellas como puntas de luz envueltas en un halo luminoso a su alrededor, obtenido con una de las pinceladas más personales de la historia de la pintura: un trazo a base de espirales que dominan el cielo y los cipreses de primer plano, tomando como inspiración a Seurat y la estampa japonesa. Al fondo se aprecia la silueta de un pueblo con la larga aguja de la torre de la iglesia presidiendo el conjunto. Las líneas del contorno de los edificios están marcadas con gruesos trazos de tonos oscuros, igual que las montañas que recuerdan la técnica del cloisonismo empleada por Gauguin y Bernard. Los tonos que Van Gogh utiliza son comunes a todas las obras de esta primavera del 89: malvas, morados y amarillos que muestran el estado de ánimo eufórico del artista, aunque da la impresión de predecir la grave recaída que tendrá Vincent en el mes de julio.
La Torre Eiffel: Símbolo de la Modernidad
A fines del siglo XIX, ante las exigencias de la moderna sociedad industrial y sus nuevas posibilidades, se imponía la realización de construcciones sin precedentes. El uso en grandes espacios de materiales como el hierro, el hormigón armado y el cristal, al servicio de una tipología surgida del progreso, dieron lugar al monumentalismo arquitectónico y el tecnicismo ingenieril. Las grandes exposiciones que se llevaron a cabo entonces en París y Londres fueron, ante todo, un pretexto para exhibir las nuevas miras del diseño y la arquitectura. Punto culminante de esta tendencia es la construcción de la Torre Eiffel, en la capital francesa, edificada con motivo de la Exposición Universal de 1889, en conmemoración del centenario de la Revolución.
Se trata de una estructura de hierro de 321 metros de altura, que estaba destinada a ser un añadido temporal del horizonte parisino y llegó a convertirse en una referencia definitiva de la ciudad y su geografía urbana. Fue creada por Gustave Eiffel, ingeniero francés que además fue autor de numerosos viaductos metálicos y diseñó la armadura para la Estatua de la Libertad de Nueva York, entre otros muchos proyectos. Eiffel desafió las concepciones estéticas de la intelectualidad de la época. No obstante, algunos años más tarde su obra fue celebrada y conmemorada en 1929 con un busto que todavía puede verse bajo la formidable torre.
Este imponente andamiaje de hierro forjado fue erigido bajo la forma de 18.038 piezas entrecruzadas fijadas por 2.500.000 remaches, y su peso es de 7.300 toneladas. Su base está formada por cuatro arcos gigantes que descansan sobre cuatro pilares situados en los vértices de un rectángulo. A medida que la torre se eleva, los pilares se giran hacia el interior hasta unirse en un solo elemento articulado.
La torre consta de tres niveles, conectados por elevadores y una escalera entre los dos inferiores. La Torre Eiffel fue la construcción más elevada del mundo hasta que, en 1931, fue superada en Nueva York por el Empire State.