Homero y Hesíodo: Épica, Oralidad y Legado en la Antigua Grecia

1.1 Homero: Aedo y Poeta Oral

Sin duda alguna, hubo manifestaciones poéticas en Grecia antes de Homero. Los mismos poemas homéricos aluden a veces, o suponen implícitamente, la existencia de otros cantos. Hubo, pues, formas épicas y líricas de las que no tenemos testimonio directo, ya que durante siglos la transmisión fue de carácter oral.

La aparición y difusión de la escritura permitió la fijación escrita de las creaciones poéticas. Este hecho debió producirse entre los siglos IX-VIII a. C., al entrar los griegos en contacto con los fenicios, de quienes tomaron el alfabeto. Esta es también la fecha que generalmente se admite como muy probable para los poemas homéricos: la Ilíada y la Odisea.

Los poemas homéricos han sido objeto de atentísimos estudios desde la Antigüedad hasta nuestros días; estos estudios han dado origen a técnicas de investigación literaria muy delicadas, que han tenido aplicación muy eficaz en otros géneros y en otras literaturas. Pero a pesar de tan arduos trabajos, siguen, sin embargo, en pie numerosos problemas en torno a los poemas homéricos en sus diversos aspectos. Enumeraremos a continuación los más significativos:

a) Personalidad de Homero

Los debates sobre su existencia se han venido planteando desde la época Alejandrina hasta nuestros días. Muchos críticos han llegado incluso a negar la existencia de Homero, afirmando que sólo es un nombre. Sin embargo, la presencia del poeta se deja sentir en el tratamiento de datos legendarios y en la creación y reinterpretación de tipos, así como en la organización de los poemas (especialmente la Ilíada) centrados en torno a un tema. En cuanto a su vida, se cree que probablemente habría sido un rapsodo, y como tal, habría conocido algo de mundo, vinculado a las cortes principescas de su tiempo. Sobre las siete ciudades que se disputan el honor de ser su cuna, Esmirna tiene mucho a su favor, y, en todo caso, puede designar el ámbito poético del Asia Menor reflejado en los poemas. Una estancia prolongada en Quíos, así como su muerte en la isla de Ios, pueden ser datos históricos. Las noticias de su ceguera son un rasgo típico de su leyenda (era conocido por el sobrenombre “el que no ve”, traducción literal de la palabra Homero). Creemos que la época de su creación corresponde a la segunda mitad del siglo VIII a. C.

b) La cuestión homérica

Todas las diferencias que en los poemas han planteado el problema histórico-literario conocido como “la cuestión homérica”: ¿Son la Ilíada y la Odisea obras de un mismo autor? Desde la época Helenística hasta el siglo XIX, las distintas corrientes e interpretaciones resultaron positivas para el mayor conocimiento de los poemas. Pero, es a partir del siglo XIX donde las teorías Analíticas, que niegan la unidad poética de la obra, encienden de nuevo el gran debate. Después de la Primera Guerra Mundial se comenzó a considerar la unidad de las epopeyas homéricas, con las llamadas teorías Unitarias. En resumen, Homero es una terminación y un comienzo, y más de una discrepancia de su obra se explica por esta razón. Las raíces de su creación se hunden profundamente en la antigua esfera de la canción heroica oral.

c) Transmisión de los poemas

Hasta la época Alejandrina, en que se acometieron estudios cuidadosos de los poemas y se fijó el texto de los mismos, la transmisión del legado homérico se realizó de una forma un tanto incierta. Primero por los rapsodos o recitadores, más tarde por los maestros de escuela como texto escolar básico, y sobre todo por las ediciones especiales de cada ciudad con destino a los concursos de recitadores en las fiestas locales que habían dado lugar a la proliferación de variantes e interpolaciones en los textos. La pregunta sigue viva: ¿Cuál fue el texto primero y original de los poemas?

d) La lengua homérica

Es una lengua artificial, es decir, que no ha sido hablada en ningún momento por ningún grupo humano: es una lengua literaria, utilizada con fines estrictamente poéticos y que se quedó como vehículo de expresión propio de las formas épicas y que influyó poderosamente en la formación de las restantes lenguas literarias. Pero, ¿Cómo se originó? La respuesta queda abierta a la Crítica Literaria del pasado, presente y para el futuro.

e) La métrica homérica

La forma métrica de los poemas es el hexámetro dactílico, utilizado en series indefinidas de versos. La cuestión está en quién elaboró esta forma métrica. Constituye una creación sumamente tan delicada que no puede ser en manera alguna la invención de un solo poeta, por genial que éste fuera. Por otra parte, no se adapta fácilmente al ritmo natural de la lengua griega. Incluso se defiende la posibilidad de que ya fuera utilizado por los cantores aqueos en el II milenio a.C., pero en definitiva su origen y elaboración son todavía inciertos.

Estos son los problemas más considerados por la Crítica y de difícil solución, no sólo ahora, sino por siempre.

Haciendo un análisis de los poemas desde el punto de vista de la poesía oral, podemos percibir que no surgieron por sí solos, sino que suponen la cristalización de una larguísima tradición épica de carácter oral, que se inició probablemente a mediados del II milenio a. C. Aparte de suponer un largo proceso de creación poética, estas obras son también el punto de transición desde la antigua poesía de los aedos o cantores (épica cantada), a la de los rapsodos o recitadores (épica recitada).

En ambas epopeyas se habla de la gloria del héroe a través de la canción, pero ocurre de manera muy diversa. La Ilíada nos permite reconocer una etapa más temprana, en la que los héroes mismos cantaban. La Odisea, en cambio, nos presenta a cantores profesionales, y, nos permite reconocer y conocer muchos aspectos acerca de la posición que ocupaba el cantor y la naturaleza de su exposición. Vemos al aedo vinculado a una corporación. Por lo general se trasladaría de una población a otra, como se nos presenta a Homero en relatos posteriores. Pero podía vincularse asimismo a la corte de un príncipe y adquirir allí un prestigio considerable.

La pregunta decisiva es si debemos imaginarnos al aedo y otros cantores similares cantando de acuerdo con un texto fijo, o bien improvisando. Sabemos que la Ilíada y la Odisea, aún en la época en que el libro ya se había desarrollado plenamente, se conservaban vivas principalmente gracias a la exposición oral de los rapsodos en la fiesta de los dioses.

Estos rapsodos ya hace tiempo que no tañen la lira, sino que sostienen un bastón en la mano; no cantan, sino que recitan levantando la voz. Tienen una memoria extraordinaria y se hallan atados a un texto determinado, que en épocas antiguas imaginamos constituía el valioso patrimonio de algunas familias y gremios. Indudablemente, esta dependencia del texto no es absoluta.

Si volvemos a remontarnos a los aedos prehoméricos, advertimos sin más una diferencia: al recitador con el bastón se le enfrenta el cantor con su lira. Pero, ¿de dónde toma el aedo el contenido de su canto?

La base de estas investigaciones se vio notablemente ampliada por el libro de Maurice Bowra, Heroic Poetry (1952), que parte de un estudio de la poesía épica de todas partes del mundo como base de una investigación que se propone conocer los rasgos distintivos de la poesía épica oral. Una poesía de este tipo se encuentra en la mayoría de los pueblos de la tierra y en no pocos hasta el día de hoy. Siempre encontramos en el núcleo de tales canciones al héroe que se destaca frente a los demás por su valor y fuerza física. Sus acciones se hallan determinadas únicamente por el concepto, aún no problematizado, del honor.

Esta poesía tiene su origen y cultivo por lo general en una clase alta de caballeros, que pasan la vida dedicados a la lucha, la caza y los placeres de la mesa, entre los cuales se cuenta asimismo la canción del cantor. Lo que se canta en tales círculos se convierte más tarde en patrimonio de la comunidad.

En todos los casos, esta poesía heroica tiene la pretensión de narrar hechos verdaderos, y los fundamenta en la venerabilidad de la tradición o en la inspiración divina.

En cuanto la forma, domina la narración en verso, cuya unidad no esta constituida por la estrofa, sino por el verso. Los discursos desempeñan un papel importante en el relato. Sin embargo, el rasgo principal lo constituye el papel dominante de elementos típicos. Entre éstos se cuenta el adjetivo tópico, la fórmula más extensa, que se repite una y otra vez, y las escenas características, tales como los preparativos, la partida, la boda y los funerales.

Se trata de un arte artesano, que el maestro transmite al discípulo o, como ocurre con frecuencia, el padre al hijo.

El cantor debe estar provisto de dos cosas: del conocimiento del tesoro de leyendas de su pueblo, y del aparato de fórmulas adecuado. Pero esto es todo; no cuenta con un texto prefijado y crea su canción de nuevo en cada actuación. Naturalmente, para ello se basa por lo general en lo que él y otros han cantado, pero nunca se halla atado a un texto que simplemente tendría que reproducir. Va variando constantemente su texto, y, por lo general, esto supone la ampliación de lo anteriormente cantado. En conclusión, lo que exponían los cantores no era una poesía prefijada de una vez para siempre, sino un relato oral que cada vez volvía a configurarse de nuevo y que, con el auxilio de numerosas fórmulas elaboraba los temas tomados de entre un conjunto de leyendas muy desarrollado, tomando la forma de una tradición artesana.

Esta poesía responde por completo a un carácter oral (los norteamericanos hablan de oral composition), y ello incluso en el caso de que se conociera la escritura en amplios círculos.

1.2 La Ilíada y la Odisea: Temática y el Héroe Homérico

La Ilíada es un poema épico en torno a la legendaria guerra de Troya. Su fondo histórico es innegable hoy día, sobre todo tras el hallazgo del estrato denominado “TROYA VIIa” por el arqueólogo Schliemann, que se ha identificado con la Troya Homérica, y narra la conquista de esta ciudad por los griegos.

El tema inmediato de la obra es el enfrentamiento entre Agamenón y Aquiles -dos héroes griegos- y sus consecuencias, enmarcado dentro de otra acción más general como es la guerra de Troya. Ambas están admirablemente entretejidas y mezcladas con todo el aparato divino.

En el Canto I se presenta la cólera de Aquiles motivada por la pérdida de la esclava Briseida, arrebatada por Agamenón, que le había correspondido en el reparto de un botín y la petición de ayuda a su madre Tetis, una semidiosa, quién logra de Zeus la promesa de vengar la afrenta que Agamenón ha infringido a su hijo, haciendo que los griegos sufran descalabros. Este plan de Zeus no se cumplirá hasta el Canto XI, mientras tanto tienen lugar diversas descripciones, revistas de tropas, proezas de caudillos griegos y troyanos, escenas en el palacio de Troya (por ejemplo la despedida de Héctor y Andrómaca del Canto VI) o en el campamento griego, disputas entre los dioses favoreciendo a unos u otros, etc.

La retirada de Aquiles de la guerra no supone inmediatamente una derrota de los griegos, sino que hasta el Canto VI son más bien los troyanos los que pasan apuros. Tras una serie de alternativas y viéndose la situación insostenible para los griegos, en el Canto XI deciden enviar una embajada a Aquiles para rogarle que vuelva al combate, prometiéndole a su esclava y otros regalos, pero éste se niega.

En los Cantos siguientes alternan las victorias griegas y troyanas de acuerdo con las ayudas de los diferentes dioses. Por fin, en el Canto XVI, Aquiles permite a Patroclo, su amigo y compañero, que intervenga en la batalla, y logra alejar a los troyanos de las naves griegas ocasionando una gran matanza de enemigos, pero éste cae a manos de Héctor, hijo de Príamo (rey de Troya) y hermano de Paris, ayudado por Apolo. Cuando Aquiles se entera de la muerte de Patroclo, en el Canto XVIII, desesperado decide volver al combate con afán de venganza, y así se llega al punto culminante de la acción, que es la muerte de Héctor, en el Canto XXII. En el Canto XXIII se narran los funerales de Patroclo y los juegos fúnebres celebrados en su honor. La obra termina en el Canto XXIV donde el rey Príamo se humilla ante Aquiles suplicándole que le devuelva el cadáver de su hijo Héctor. No obstante, la guerra continúa, pero los datos que nos han llegado de ella son fragmentarios.

En la Ilíada, la guerra de Troya, que transcurre en su noveno año, se nos presenta casi con la novedad del primer día: así la narración de los contingentes de ambos ejércitos, en el Canto II (Catálogo de las naves); o el duelo entre Paris, raptor de Helena, y Menelao, esposo enamorado de ella, en el Canto III; o bien las intervenciones de otros caudillos como Diomedes, Áyax, Ulises, Idomeneo, etc., cuyas apariciones constituyen auténticas “novelitas” o narraciones aparte.

En la narración abundan, además, pasajes descriptivos, por ejemplo de la “copa de Néstor” o del “escudo de Aquiles”, que hacen crecer el suspense, por un lado, e introducen cierto relax en el clima tenso de las luchas. No obstante, el conjunto de la obra refleja cierta unidad, por ejemplo con la idea siempre presente de que Troya caerá y será arrasada, hecho que coincide con el desmoronamiento y muerte de Héctor.

El tema central de la Odisea es el accidentado regreso de Ulises de Troya, perseguido por Poseidón, su llegada a Ítaca y la venganza de los pretendientes ávidos de ocupar su puesto en el trono y en el corazón de su esposa. Es un tema típico de relatos populares en muchas literaturas, que en el caso de la Odisea parece que el personaje de Ulises, como protagonista de la leyenda del héroe que regresa, es muy antiguo, conocido sin duda antes de la guerra de Troya. Este tema se iría ampliando con material folclórico de distintas procedencias, así se han encontrado semejanzas con la epopeya babilónica, o con las leyendas hititas y egipcias. Esta historia del retorno y venganza de un héroe y sus aventuras fabulosas se integra dentro del ciclo troyano, haciendo que su protagonista, Ulises, fuese uno de los héroes aqueos que vuelven a su patria tras la toma de Troya.

La Odisea, bajo su forma actual, se compone de tres conjuntos épicos:

  1. La Telemaquia (Cantos I-IV) especie de prólogo donde se narra la leyenda del regreso de los aqueos de la guerra de Troya. la tardanza de Ulises, la difícil situación creada en Ítaca, y los viajes de Telémaco en busca de noticias sobre su padre.
  2. Los relatos en la corte de Alcínoo (Cantos V-XIII) adonde Ulises ha llegado en su largo peregrinar. Aquí relata Ulises todas las aventuras de su viaje desde la caída Troya, y tiene lugar la decisión de los dioses de acabar con las penalidades del héroe y dejarle arribar a su patria. En esta narración se encuentran los elementos más antiguos del folclore primitivo y está llena de evocaciones legendarias: los cíclopes, las sirenas, la bajada a los infiernos, las vacas del Sol devoradas por los compañeros de Ulises, etc.
  3. La matanza de los pretendientes (Cantos XIII- XXIV), antes de la cual se produce la vuelta de Ulises a Ítaca, el regreso de Telémaco, el progresivo reconocimiento del héroe por sus leales, actitud insolente de los pretendientes, hasta que se llega, en el Canto XXII, al punto culminante de la acción con la victoria de Ulises, como un mendigo, en la prueba del arco y la posterior matanza de los que asediaban a su esposa y su patrimonio. En el Canto XXIII se produce el reconocimiento del héroe por su esposa, y en el XXIV se describe la llegada de los pretendientes al Hades, la visita de Ulises a su padre Laertes, y la pacificación de Ítaca cuando Ulises asume de nuevo el mando.

1.3 Hesíodo

Conectado desde antiguo con Homero aparece entre la segunda mitad del siglo VIII a.C. y la primera del siglo VII a.C. la figura de Hesíodo. Ambos tienen en común la métrica en hexámetros, el lenguaje épico y las coincidencias formales, pero también se pueden observar diferencias como: el mundo mostrado por la poesía de Hesíodo es el de su propia época y país, mientras Homero se refiere al legendario pasado.

Hesíodo nos muestra en su poesía sus propias inquietudes, y Homero apenas refleja su personalidad en sus versos. Mientras Hesíodo es un personaje histórico del cual poseemos datos de su vida, la existencia de Homero ha sido puesta en duda. Hesíodo pertenece al mundo de los pequeños campesinos beocios, que lucha por la vida en un suelo poco fértil y bajo el dominio de una nobleza arbitraria, por su parte Homero vive en las ciudades jonias enriquecidas por el comercio y la industria.

a) Vida y personalidad de Hesíodo

Su padre era comerciante de Cime, ciudad de Asia Menor, que, arruinado, se trasladó a la región de Beocia donde consiguió alguna fortuna. Mantuvo pleitos con su hermano Perses a causa de la herencia paterna, saliendo perjudicado. Las Musas lo iniciaron en la poesía mientras cuidaba sus rebaños al pie del Helicón.

Participó como aedo en los juegos fúnebres de Anfidamante, rey de Calcis, y ganó un trípode que dedicó a las Musas Heliconíadas.

b) Hesíodo y la crisis social y política de su época

Si observamos el mundo de Hesíodo se puede destacar como hecho más importante en esa época la consolidación de la “polis” griega como forma de convivencia, que sustituye a la de parentesco predominante en los poemas homéricos, lo cual se debe a tres causas principalmente:

  • La aparición del comercio y del artesanado como actividades normales, frente a la agricultura.
  • Del régimen monárquico de los reinos micénicos, pasamos a un predominio de las familias aristocráticas y a un incipiente sistema electivo.
  • Los nuevos métodos de producción estimulados por la actividad colonizadora introducen nuevas formas de enriquecimiento económico.

c) El problema de la autenticidad de las obras de Hesíodo

El Escudo de Heracles desde antiguo se viene considerando como un poema no hesiódico viendo los rasgos distintos que presenta esta obra con respecto a las otras dos. Los críticos racionalistas del s. XIX han puesto de manifiesto la incoherencia de estos poemas y muchos filólogos han pensado que no eran tales, sino conglomerados de poemas. Especialmente se ha sostenido esto para la Teogonía. Para los Trabajos y Días se niega la paternidad hesiódica de la parte de los Días.

La actitud unitaria, que piensa en Hesíodo como autor de estas tres obras, parte de dos supuestos:

  • La poesía griega arcaica era episódica por naturaleza, luego el que estos poemas se organicen por episodios no es prueba de que no haya un solo autor.
  • Las fuertes interconexiones que hay entre los diferentes episodios.

La cuestión es irresoluble, pues para pronunciarnos con certeza tendríamos que conocer bien la estética de la poesía griega arcaica al margen de la propia poesía, y esto no existe. Tanto analíticos como unitarios han exagerado defendiendo sus posturas y todo porque la poesía hexamétrica griega se prestaba muy bien a las adiciones, al ser muy formal, organizada en episodios y construidos estos sobre un corto número de esquemas.

d) Influjo oriental sobre la poesía hesiódica

En la Teogonía aparecen mezcladas diversas generaciones de dioses, así se nos narra la violenta sustitución de Urano por Cronos y de éste por Zeus en lo que se conoce como mito de la sucesión, y desde los años 50 se ha visto que este mito encuentra su paralelo en poemas de oriente próximo. Concretamente son textos de las civilizaciones hitita y hurrita, datados a mediados del II milenio a.C., que posiblemente no sean culturas creadoras sino que tomaron estos mitos de la civilización sumeria. Ambos mitos son el Mito del Reino Celeste y la Canción de Ullikummi que presentan sucesiones de dioses de manera violenta.

Sobre esta influencia oriental de las obras hesiódicas hay tres interpretaciones:

  • Influjo directo a través del padre de Hesíodo que en su estancia en Asia Menor pudo conectar con esta cultura.
  • Influjo no directo, según el cual habría habido contactos entre el mundo micénico y el próximo oriente, claros en las artes plásticas y muy posibles a nivel de lengua y poesía oral.
  • Pura coincidencia.

Tres son las obras que nos han llegado de Hesíodo a través de manuscritos medievales: la Teogonía, los Trabajos y Días, y el Escudo de Heracles, así como un buen número de fragmentos de otras once a él atribuidas.

En la Teogonía canta Hesíodo el destronamiento de Urano por Cronos y de éste por Zeus, que se convierte en patrocinador del orden y la justicia, y amo del mundo. Este núcleo temático se entremezcla con elementos diversos: comienza con el origen del mundo, que se desarrolla a través de sucesivas uniones y descendencias entre las primitivas fuerzas de la naturaleza (el Caos, La Noche, Las Tinieblas, el Éter, el Cielo…). Todo ofrece gran variedad de contenido que hace difícil, a veces, seguir el argumento.

En los Trabajos y Días el punto de partida lo constituye la disputa de Hesíodo con su hermano Perses, que le ha desposeído de su patrimonio y logra sobornar a los jueces para que fallen a su favor cuando Hesíodo le lleva a juicio. Este hecho inicial es el pretexto para preguntarse en la obra por las fuerzas que rigen la existencia humana. Aparece también Zeus como ordenador del mundo y valedor de la justicia – dikh -, lo cual es contradictorio con la injusticia que Hesíodo tiene alrededor. Aconseja también a su hermano que se deje de juicios y se busque el sustento con el trabajo honrado, y pone como ejemplo el mito de las dos Eris (dos diosas, una buena, que ayuda a los hombres a superarse, y otra mala, que los conduce a la guerra).

Con respecto a los infortunios del mundo habla del mito de las edades en las que la humanidad ha ido sucesivamente decayendo hasta su postración actual. Hace también unas consideraciones sobre los distintos tipos de trabajos y la forma de hacerlos más productivos.

La posteridad ha tratado a Hesíodo de forma diferente: los griegos lo valoran como forjador de su mitología, en la Edad Media se copiaron abundantemente sus dos obras principales, y en la Edad Moderna se le consideró un precedente importante de los primeros filósofos griegos. Hoy se vuelve a Hesíodo para contrastar la mitología de algunos pueblos orientales.