Historiadores Romanos: De la República al Imperio

Tito Livio (59 a.C.-17 d.C.)

Nacido en Padua, provenía de una familia acomodada. En el 30 a.C., se trasladó a Roma, donde se relacionó con Augusto, compartiendo su programa patriótico, aunque mantuvo ideales republicanos. Su obra Ab Urbe Condita, compuesta de 142 libros, narra la historia de Roma desde sus orígenes hasta la muerte de Druso en el 9 a.C. Debido a su extensión (alrededor de 7.000 páginas actuales), se publicó en grupos de 10 libros, conocidos como “décadas”. Solo se han conservado 35 libros y los últimos están incompletos. Tito Livio escribió la gran historia nacional centrada exclusivamente en Roma, con el Senado y el pueblo como protagonistas. Su objetivo era ético y didáctico, presentando la verdad de manera elaborada y literaria. Aunque su método histórico es cuestionable, ya que no viajaba ni conocía los lugares que describía, tenía una capacidad excepcional para comprender el alma de las personas y los grupos.

Tácito (c. 56 d.C. – c. 120 d.C.)

Proveniente de una familia distinguida, se casó con la hija de Julio Agrícola, un alto dignatario imperial y gobernador de Britania. Ocupó varios cargos públicos, incluyendo pretor, cónsul y procónsul en Asia. Su experiencia bajo el tiránico emperador Domiciano lo llevó a escribir sobre la difícil vida en Roma. Sus obras incluyen:

  • Agricola: Una biografía apologética de su suegro Julio Agrícola, criticando la tiranía de Domiciano y elogiando la libertad restaurada con Nerva y Trajano.
  • Germania: Una monografía etnográfica que describe Germania y sus pueblos.
  • Historiae: Una obra de catorce libros que abarca desde la muerte de Nerón hasta la de Domiciano.
  • Annales: Escrita después de Historiae, trata sobre los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, en dieciséis libros.

Tácito busca sinceridad y objetividad en su interpretación de los hechos, escribiendo “sin ira y sin parcialidad” (sine ira et studio). Al igual que Salustio y Tito Livio, adopta la visión moralista de la historia, lo que a veces le lleva a distorsionar los hechos involuntariamente. Su retórica también puede intensificar ciertos aspectos. Sin embargo, destaca por su estilo y su capacidad para retratar psicológicamente a los personajes y describir escenas dramáticas, siendo uno de los historiadores latinos más destacados.

Eutropio (c. siglo IV d.C.)

Funcionario en tiempos de Constancio II, participó en la guerra contra los persas y fue secretario privado de Valente (emperador del 364 al 378 d.C.). Para este escribió el Breviarium ab Urbe Condita. La narración, formada por 10 libros, se inicia con Rómulo y acaba con el periodo imperial hasta la muerte del emperador Joviano (364 d.C.).

Introducción

La historiografía romana se inicia en el último tercio del siglo III a.C. con Fabio Píctor, quien fue el primer historiador romano. Anteriormente, la memoria histórica se mantenía en archivos de magistrados, sacerdotes y familias nobles, narrando los acontecimientos de forma cronológica, conocidos como “analistas”. Estos autores se dividían en dos grupos según el idioma: los griegos, como Píctor, que usaban el griego por razones culturales y diplomáticas, y los latinos, como Catón “el Viejo”, que se opuso a esta tendencia y escribió las “Origines” en latín, incluyendo la historia de Roma y de los pueblos itálicos. Los analistas tenían un estilo rudo y solían distorsionar la verdad para exaltar Roma. A partir de mediados del siglo II a.C., influenciados por Polibio y los Escipiones, la narración histórica se volvió más artística. Celio Antipater, quien documentó la segunda guerra púnica, es visto como el creador de la monografía histórica. Después de Sila, los grandes historiadores de finales de la República usaron las monografías para reflejar la decadencia de las costumbres y los éxitos militares, enfocándose en hechos contemporáneos y personajes destacados.

Julio César (100-44 a.C.)

Cayo Julio César fue no solo un historiador, sino la figura política más relevante de su época, liderando la transición de un régimen republicano oligárquico a uno basado en el poder personal. Proveniente de una familia noble, ocupó todas las magistraturas y fue Pontífice Máximo. Formó el primer triunvirato con Pompeyo y Craso, conquistó la Galia y venció a Pompeyo en la Guerra Civil, acumulando todo el poder hasta su asesinato en los Idus de marzo del 44 a.C. Sus obras principales son los Commentarii Rerum Gestarum, que incluyen De Bello Gallico, una serie de ocho libros sobre la guerra en las Galias (58-51 a.C.), con el octavo escrito por Aulo Hircio, y De Bello Civili, tres libros sobre la guerra civil contra Pompeyo. Su estilo se caracteriza por la sencillez y elegancia, usando estilo indirecto en los discursos y refiriéndose a sí mismo en tercera persona para dar claridad y objetividad al relato.

Salustio (86-35 a.C.)

Cayo Salustio Crispo, nacido en Amiterno de una familia plebeya acomodada, se trasladó joven a Roma para hacer carrera política. Su amistad con César le permitió convertirse en gobernador de África Nova en el 46 a.C., donde amasó una gran fortuna de dudosa procedencia. Tras la muerte de César, se retira de la política y se dedicó a escribir historia. Salustio escribió dos monografías y una extensa obra histórica: De Coniuratione Catilinae sobre la conspiración de Catilina en el 63 a.C. durante el consulado de Cicerón, Bellum Jugurthinum sobre la guerra contra Yugurta, rey de los numidas (111-105 a.C.), y Historiae, su obra más ambiciosa que cubre los doce años desde la muerte de Sila hasta el 67 a.C. Considerado el creador de la historia como género literario, Salustio fue influenciado por Tucídides, utilizando discursos y digresiones para reflexionar éticamente sobre su época. Buscaba un estilo arcaico y colorido, destacando la sobriedad, la asimetría, y el uso abundante de frases participiales y temporales. Su enfoque se centraba más en narrar los hechos con sus causas y consecuencias que en la precisión histórica.

Evolución del Latín al Español

  1. La –m final de palabra desaparece.
  2. Las consonantes oclusivas sordas (p, t, c) entre vocal/es y -r- se sonorizan.
  3. En principio de palabra, pl– y cl– (fl- a veces) se convierten en ll.
  4. La s- seguida de consonante y a principio = e-.
  5. Los grupos fonéticos –mn-, –nn-, –gn– y –ni– = –ñ-.
  6. li– ante vocal pasa a –j./ cul– tras vocal pasa a -j-./ci– y –ti- evolucionan a –ci– o –z-.
  7. El grupo de consonantes –ct– pasa a -ch-.
  8. La -x- intervocálica pasa a j.
  9. Los grupos dobles de consonantes se simplifican.
  10. La f- a principio de palabra puede convertirse en h-.
  11. Las consonantes oclusivas sonoras (b, d, g) entre vocales pueden desaparecer.
  12. La –u al final de palabra se abre en –o.
  13. La -o- breve y tónica diptonga en -ue.
  14. La -e- = -ie-.
  15. El diptongo –au- monoptonga en –o-.
  16. oe– en –e-.
  17. ae– en –e-, puede diptongar en –ie-.
  18. Las vocales pretónicas y postónicas pueden sincoparse.
  19. Pueden producirse cambios de timbre: i > e, u > o, a > e y, más raramente, e > i, o > u.
  20. La i– inicial seguida de vocal o, u da j.