Historia Romana: Legado y Romanización en Hispania

La Conquista

La conquista romana del territorio llamado Hispania se desarrolló en cuatro etapas:

Etapas de la Conquista Romana

  1. Victoria de Roma sobre Cartago (218-205 a.C.). Utilizando Tarraco (Tarragona) como base de operaciones, el general romano Publio Cornelio Escipión conquistó Cartago Nova y finalmente Gades. Como consecuencia, Roma ocupó y sustituyó a Cartago como potencia en la zona.
  2. Sometimiento del interior peninsular (205-133 a.C.). Los romanos se enfrentaron a los lusitanos (guerras lusitanas) para defender el valle del Guadalquivir de los pillajes del caudillo lusitano Viriato, y a los celtíberos (guerras celtibéricas) para someter ciudades como Numancia (Soria).
  3. Guerras civiles en Roma (133-31 a.C.). Los partidarios de los dirigentes romanos Sertorio (81-73 a.C.) y Pompeyo (49-44 a.C.) utilizaron Hispania como plataforma contra sus respectivos enemigos: César venció a los pompeyanos en Munda (Montilla, Córdoba).
  4. Sometimiento de las montañas del norte (31-19 a.C.). El emperador Octavio emprendió campañas contra galaicos, astures y cántabros. Emerita Augusta (Mérida) fue fundada con soldados veteranos. Finalizó la conquista de Hispania y se inició la Pax Romana.

Romanización y Legado Cultural

La romanización es el proceso histórico mediante el cual la población indígena de Hispania asimiló los modos de vida romanos en diversas facetas:

  • Administración provincial.
  • Urbanización y obras públicas.
  • Estructuras económicas y sociales.
  • Derecho, cultura y religión.

El proceso de romanización no fue homogéneo en el tiempo (se intensificó notablemente a partir del siglo I a.C. bajo la paz imperial) ni tuvo la misma incidencia en todas las áreas, ya que fue muy acentuado en el litoral del Mediterráneo y más leve en el interior, en el norte y en el noroeste.

La Administración Provincial

Con el término provincia, los romanos definían, en principio, el ámbito de competencias de un magistrado. Más adelante, cuando la presencia militar empezó a ser permanente en ciertas zonas, pasó a designar una demarcación territorial concreta, como es el caso de la provincia de Hispania. En la evolución de la administración romana de la península y Baleares se distinguen tres etapas:

  1. La República (197 a.C. – siglo I a.C.). Predominó la administración militar. Al frente de cada provincia se encontraba un pretor.
  2. Alto Imperio (siglo I – 3 a.C.). En la Bética, considerada más romanizada y pacífica, el ejército no tenía tanta presencia como en las otras dos provincias.
  3. Bajo Imperio (3 – 5 a.C.). La diócesis de las Hispanias englobaba siete provincias más pequeñas, dirigidas por un delegado.

La Urbanización y las Obras Públicas

La ciudad fue la unidad administrativa básica establecida por los romanos y el instrumento de romanización de los territorios conquistados. Para llevar a cabo este proceso, se utilizaron dos vías alternativas:

  • Creación de nuevas ciudades. Estas fundaciones (colonias) seguían el modelo de la propia Roma, y se poblaban preferentemente con ciudadanos procedentes de Roma o de Italia y, a veces, con soldados veteranos licenciados, es decir, libres de sus obligaciones militares. Los emperadores que impulsaron la creación de nuevas ciudades en Hispania fueron Octavio, Claudio, los Flavios (Vespasiano, Tito y Domiciano) y Adriano. Emerita Augusta, por ejemplo, fue fundada por Octavio.
  • Transformación de poblaciones ya existentes en ciudades romanas, que pasaban a ser ciudades federadas o libres de impuestos y de ocupación militar. Por lo general, habían colaborado con los romanos durante la ocupación y recibían un trato privilegiado. Entre ellas se encontraban Malaca, Gades, Saguntum, Cartago Nova y Tarraco.

Las Estructuras Sociales

Hacia el siglo I, la sociedad hispana estaba formada por unos siete millones de personas que poseían diferente situación jurídica:

  • Los colonos romanos e itálicos. Eran una minoría que gozaba de plenos derechos políticos y de propiedad, que llegó a influir en la vida política y cultural de Roma.
  • Las élites indígenas. Imitaban a los romanos, copiando sus nombres, sus costumbres, su idioma y su estructura familiar patriarcal.
  • Los indígenas libres. Se encontraban en la base de la sociedad, por encima de los libertos o esclavos liberados que dependían del antiguo dueño.
  • Los esclavos. Se encontraban en el último escalón de la sociedad.

El Legado Cultural

El latín era la lengua utilizada en el derecho, la ciencia y la cultura. En el ámbito religioso, los romanos respetaron los cultos locales, siempre que no amenazaran la lealtad a Roma. El emperador llegó a ser venerado como un dios más. Para las élites locales, la devoción al emperador reforzaba su integración en el Estado romano. A partir del siglo I, llegaron a Hispania los cultos mistéricos del Mediterráneo oriental, asociados a ritos de purificación o bautismo y a promesas de resurrección e inmortalidad (Cibeles, Isis, Mitra). Rivalizando con ellos y procedente también de Oriente, se introdujo en la península el cristianismo. Sus seguidores, al negarse a adorar al emperador, se convirtieron en enemigos de Roma. Por ello, sufrieron persecuciones; más tarde, la religión cristiana obtuvo el beneplácito del Estado romano, primero con Constantino I y después con Teodosio I el Grande (379-395), quien la convirtió en la religión oficial y prohibió la práctica de otros cultos. Privilegiada jurídica y económicamente, la Iglesia católica colaboró en la latinizacion de la sociedad hispánica. Como contrapartida, perdió su independencia y los emperadores intervinieron activamente en los concilios.