Historia de la Segunda República Española: Reformas, Conflictos y Guerra Civil

1. La Segunda República (I): El Bienio Reformista (1931-1933)

La dimisión de Primo de Rivera en 1930 provocó un considerable desprestigio de la Corona, generando el contexto idóneo para el Pacto de San Sebastián en mayo de 1930. En él participaron todas las fuerzas de la oposición (republicanos, nacionalistas y socialistas), excepto los nacionalistas vascos. La victoria de la coalición republicano-socialista hizo posible que el 14 de abril se proclamara la Segunda República Española y el rey abandonara el país.

Entre las primeras medidas del gobierno provisional de Alcalá Zamora se encontraron la creación de la Guardia de Asalto y la redacción de la Ley Electoral. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, de una sola cámara, en las que la coalición republicano-socialista obtuvo una aplastante mayoría, incluyendo por primera vez tres mujeres diputadas.

Los tres pilares básicos de la Segunda República fueron la democracia, el laicismo y la educación. Se reconocía la soberanía popular, se establecía el Estado español como república, se presentaba una estricta división de poderes, se declaraba a España como Estado aconfesional y se realizaba una amplia declaración de derechos. Además, se reconoció el derecho a voto a las mujeres, el matrimonio civil y el divorcio. Se creó el concepto de autonomías para un Estado más descentralizado. Se eligió a Niceto Alcalá Zamora como presidente de la república y a Manuel Azaña como jefe de gobierno.

La instauración de la república coincidió con la crisis mundial de 1929. Este período se caracteriza por las múltiples reformas llevadas a cabo.

Reformas del Bienio Reformista

  • Ámbito religioso: El gobierno estableció una clara separación Iglesia-Estado, eliminando la financiación pública. Se prohibió que la Iglesia desempeñara actividades educativas y se permitió el matrimonio civil y el divorcio.
  • Educación: El objetivo era hacer de la educación gratuita y laica un derecho universal.
  • Laboral: El ministro de Trabajo, Largo Caballero, orientó su actividad a mejorar las condiciones de vida y trabajo de obreros y jornaleros.
  • Descentralización: Se redactaron los Estatutos de Autonomía.
  • Ejército: Se implementaron diversas reformas.
  • Reforma agraria: La Ley de Reforma Agraria de septiembre de 1932 pretendía expropiar tierras abandonadas o pertenecientes a la nobleza para repartirlas entre los jornaleros. Su aplicación, a cargo del Instituto de Reforma Agraria (IRA), tuvo resultados limitados debido a un presupuesto insuficiente.

La obra del bienio reformista provocó una fuerte oposición tanto en la izquierda como en la derecha. La Iglesia, el ejército, los monárquicos y los terratenientes se opusieron a las reformas, surgiendo la Comunión Tradicionalista (carlistas) y Renovación Española (monárquicos alfonsinos y fascistas). En agosto de 1932, el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado que fue abortado. Los sectores de izquierda también contribuyeron a la inestabilidad, radicalizándose. El caso más representativo fue la sublevación de campesinos de la CNT en Casas Viejas (Cádiz), que acabó en un enfrentamiento con la Guardia Civil y la Guardia de Asalto.

La matanza de Casas Viejas minó la credibilidad del gobierno y provocó su caída. Azaña, responsabilizado, dimitió en septiembre de 1933. Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933, en las que ganaría la derecha.

2. La Segunda República (II): El Bienio de Derechas y el Frente Popular (1933-1936)

Alcalá Zamora convocó elecciones generales para noviembre de 1933. La campaña se desarrolló en un ambiente de fuerte confrontación política y, por primera vez, se hizo efectivo el derecho de voto de las mujeres. El resultado significó un triunfo de la derecha (CEDA) y del Partido Radical. Los partidos fundadores de la República sufrieron un grave descalabro, excepto el Partido Radical, que había girado hacia posiciones conservadoras.

Alcalá Zamora continuó como presidente y Alejandro Lerroux como jefe de gobierno. Los gobiernos del bienio de derechas llevaron a cabo una política anterreformista, incluyendo la no aplicación de la legislación religiosa y permitiendo que los colegios católicos continuaran funcionando.

Esta política antirreformista hizo que la promesa de socialistas (radicalizados) y anarquistas de comenzar una revolución si ganaba la derecha tomara forma. El detonante fue en octubre de 1934, al formarse un gobierno con tres ministros de la CEDA. Los republicanos de izquierda lo consideraron una traición. La revolución se desató en octubre de 1934, con respuesta en Cataluña, Bilbao y Asturias. En Asturias, una alianza de obreros y mineros de UGT, CNT y comunistas se adueñó de fábricas de armas y tomó el centro de Oviedo. El gobierno declaró el estado de guerra y recurrió al ejército, resultando en más de un millar de muertos.

Se acentuaron las medidas antirreformistas y, entre rumores de golpe de Estado y sin apoyos parlamentarios, se disolvieron las Cortes y se convocaron elecciones para el 16 de febrero de 1936.

Para las elecciones de 1936, la izquierda construyó el Frente Popular, una alianza entre republicanos de izquierda, socialistas y comunistas. Las derechas y el centro se presentaron desunidas, mientras que monárquicos y carlistas formaron una alianza encabezada por José Calvo Sotelo. El Frente Popular obtuvo una victoria ajustada.

Las nuevas Cortes destituyeron a Alcalá Zamora, sustituido por Manuel Azaña. Se formó un gobierno de republicanos de izquierda presidido por Santiago Casares Quiroga. El Frente Popular adoptó medidas de su programa: amnistía general a 30.000 detenidos, restablecimiento de la autonomía de Cataluña y reanudación del proceso reformista.

A partir de 1933, los militantes de los principales partidos se radicalizaron, generando un contexto de conspiración militar. El gobierno intentó desarticular la trama golpista, pero no frenó el plan liderado por el general Sanjurjo. El 17 de julio comenzó la sublevación en Marruecos. El fracaso de la rebelión en la mayoría de las grandes ciudades derivó en la Guerra Civil.