Historia de la Península Ibérica: Desde la Colonización hasta Al-Ándalus

1. Historia Antigua de la Península Ibérica

1.3. Colonizaciones: Fenicios, Griegos y Cartagineses en el Mediterráneo (s. X a.C.)

En el siglo X a.C., el Mediterráneo era un hervidero de actividad comercial protagonizada por civilizaciones que buscaban ampliar su radio de acción estableciendo colonias. La Península Ibérica se convirtió en un objetivo estratégico para el control de las tradicionales rutas comerciales atlánticas.

Los fenicios se expandieron por el Mediterráneo occidental para controlar el comercio y las materias primas. Realizaron operaciones comerciales con los tartessos. A partir del siglo VI a.C., entraron en decadencia y fueron sustituidos por los cartagineses.

La presencia de los cartagineses en la península se aceleró tras su derrota ante los griegos en la batalla de Himera, obligando a los cartagineses a centrar sus esfuerzos comerciales en el Mediterráneo occidental y las rutas atlánticas. Tras la Primera Guerra Púnica, se funda Cartago Nova, que se convirtió en el centro del dominio peninsular. Tras la Segunda y Tercera Guerra Púnica, se determina su expulsión de la península.

La presencia griega aumenta por la penetración en zonas antes controladas por los fenicios, intentando evitar conflictos con los cartagineses. Se fundan Málaga, Rosas y Ampurias, esta última fue colonia de asentamiento de la población griega que utiliza la moneda como sistema de cambio.

1.5. Proceso de Romanización: Legado Cultural

La romanización es el proceso por el cual los pueblos del Mediterráneo integrados en el estado romano adoptan las formas de vida y la mentalidad de sus conquistadores, transformando su idioma, costumbres, etc. Sin embargo, este proceso afectó de forma distinta a las diferentes regiones.

La República Romana sometió a los pueblos de la península, excepto a la franja cantábrica. Con Augusto se concluyó la conquista de Hispania. El gobierno romano no se impuso por la fuerza, en teoría se respetaron las costumbres de los pueblos dominados. En el interior de la península, los pueblos opusieron mayor resistencia a los romanos.

Las invasiones rompieron la unidad del mundo romano. Hispania fue ocupada por los pueblos bárbaros y siguió una evolución independiente. Comenzaba el reino visigodo.

Los inmigrantes de origen romano e itálico fueron creando focos de difusión cultural y de control político y administrativo en Sevilla, Córdoba y Mérida. La política colonizadora de Julio César y Augusto fue el impulso definitivo a esta labor. Se respiraba un clima de paz y la lejanía de los frentes bélicos contribuyó a la mejora de la economía.

Un reflejo de la uniformidad cultural fue la adopción de la lengua latina. La romanización se manifestó en el uso de nombres romanos, la vestimenta, la aceptación del derecho romano, las prácticas comerciales, etc.

1.2. Pueblos Prerromanos

  • Los tartesos ocupaban la mayor parte de Andalucía actual. Su base económica era la agricultura, la ganadería y la producción y comercialización minera. Se basaban en una aristocracia local que se enriquecía gracias al comercio con los fenicios. Su sistema político se reflejaba en un monarca con el apoyo de oligarcas locales.
  • Los pueblos galaicos se situaron en el noroeste peninsular, donde sufrieron la influencia de la cultura celta. Realizaban transacciones comerciales con los fenicios y asentaron la cultura de los castros, con poblados de estructura defensiva concéntrica.
  • Los astur-cántabros tuvieron una mayor influencia celta.
  • Los vascones fueron los pobladores de la península más antiguos. Su economía era agraria y muy limitada, por lo que la complementaban con la ganadería. La mujer ocupaba un papel activo en la sociedad, tanto en lo económico como en las relaciones sociales.
  • Los pueblos celtíberos se dividían en arévacos y vetones, y estaban situados en las submesetas, con una economía ganadera. Su manifestación cultural más representativa son los Toros de Guisando.
  • La cultura íbera se caracteriza por una economía de amplio espectro (minería de oro y plata, agricultura, ganadería, industria del lino) con una organización política de carácter monárquico con jefes locales en el sur (Andalucía) y otra de carácter aristocrático con consejos de ancianos de influencia griega en el este (Levante).

2. La Península Ibérica en la Edad Media

2.1. Conquista Musulmana

La monarquía visigoda era electiva, pero se pretendía hacer hereditaria. Égica puso a su hijo Witiza en la corona, el cual murió sin asociar a nadie al trono. La familia eligió entonces a Agila, pero la mayor parte de la nobleza prefirió a Rodrigo. Los witizianos se unieron a los musulmanes para luchar contra Rodrigo.

Musa, que era el gobernador musulmán, envió primero a 400 hombres gobernados por Táriq, el cual volvió a luchar con 7000 con el objetivo de conquistar. Rodrigo no tuvo nada que hacer y perdió en la batalla del río Guadalete (711). Los restos del ejército de Rodrigo y las autoridades locales negociaron con Táriq y sus seguidores para llegar a un acuerdo.

Musa desembarcó en Algeciras en 712 y, receloso con Táriq, decidió consolidar el dominio musulmán sobre la Bética para tener una buena huida en caso de que hiciera falta. El hijo de Musa dominaba la Bética y firmó con Teodomiro el pacto de capitulaciones, y en la parte murciana otro pacto de capitulación con Teodomiro. En 714, Musa fue de expedición a Narbona, pero tuvo que volver a Damasco para rendir cuentas, dejando a cargo de la expedición a su hijo Abd-al-Aziz.

La invasión musulmana fue más rápida porque iban a conquistar directamente las grandes ciudades, concediendo autonomía a algunas, llegando a pactos. La población hispanogoda los veía como liberadores, ya que incluso les eximían de impuestos por el hecho de convertirse al islam. También fueron buenos conquistando porque lo hicieron mediante capitulaciones en vez de guerras.

2.3. Reinos de Taifas

Tras la muerte de Sanchuelo, cada facción nombra a su propio califa, pero los principales cristianos se entrometían en estos nombramientos. En 1031 se expulsó a Hisham III, que era el último califa omeya, y se proclamó la república. Nacen entonces 26 reinos taifas que se agrupan en andalusíes, eslavos y bereberes, en los cuales se producían los mismos problemas y tensiones que en el al-Ándalus califal.

Los cristianos prestan ayuda a cambio de compensaciones económicas (parias), con lo que los reyes taifas crearon impuestos no autorizados por el islam, lo que provocó un descontento de la población y, tras guerras surgidas entre reinos taifas, emergen Zaragoza y Sevilla. Este último logró dominar el territorio entre el Tajo y el Guadalquivir, pero no impidió la caída de Toledo en poder de Alfonso VI. Tras esto, los reinos musulmanes fueron sometidos a pagar parias por el rey de Castilla.

Las posibles causas de la desaparición del califato son los malos caminos, que impedían la coordinación política y económica en al-Ándalus; las divisiones étnicas entre árabes y bereberes; la militarización del poder (paso del califa a jefes militares, Almanzor); y la usurpación dinástica por Sanchuelo y los hammudíes.

2.5. Al-Ándalus: Organización Económica y Social

La sociedad musulmana se basaba en una economía agropecuaria, artesanal y comercial, con un gran desarrollo urbano.

  • En el tema de la agricultura, se crean nuevas técnicas de regadío y huertas muy productivas.
  • En la ganadería, aumentan los ganados de ovejas, mulas, caballos, etc.
  • La base económica era la artesanía, pero también se impulsó el desarrollo minero del plomo, hierro, mármol y oro.
  • En el comercio, se da gran actividad entre países y ciudades de la cuenca mediterránea. Las monedas eran el dirham de plata y el dinar de oro.

La administración se organizaba en torno al califa, que representaba la cúspide del poder judicial y presidía como jefe religioso la oración. Quien asesoraba al califa era un hombre de confianza, el hachib. Los visires eran los ministros que centralizaban las tareas de gobierno. Los cadíes se encargaban de administrar la justicia. Los valíes dirigían la administración territorial y, a nivel local, los prefectos.

Las rentas del estado se sustentaban con limosnas o diezmos.

La pirámide social estaba estructurada con el vértice superior ocupado por las familias nobiliarias de origen árabe, a continuación la clase baja agrícola y artesanal, y en la casta inferior, los esclavos.