La Sublevación Militar (1936-1939)
Contexto
En 1936, España se vio envuelta en una espiral de violencia política entre la derecha y la izquierda, con asesinatos, atentados y una creciente polarización social. Dentro del ejército, un grupo de militares, liderados por Sanjurjo y Mola, con el apoyo de falangistas y requetes, conspiraban para derrocar al gobierno republicano.
Inicio del Conflicto
El 17 de julio de 1936, el ejército de África, bajo el mando de Franco, se sublevó, logrando el control de Sevilla, Galicia, Castilla, Navarra, la mitad de Aragón, Baleares y Canarias. El bando sublevado, conocido como bando nacional, contaba con las tropas regulares, la Legión, gran parte de los generales y más de la mitad de la oficialidad. Además, recibió apoyo internacional de Italia (en hombres y material) y Alemania (material de alta calidad, instructores y facilidades de pago). La República, por su parte, controlaba las grandes ciudades y la mayor parte del ejército, pero con pocos oficiales y jefes experimentados, lo que dificultó su organización y estrategia. Contaba con una marina superior, pero la purga de jefes y oficiales redujo su efectividad. Recibió ayuda de la URSS (tanques y aviones) y las Brigadas Internacionales (hombres).
Fases de la Guerra
1936
Se estableció un puente aéreo a Sevilla, y las tropas nacionales avanzaron hacia Extremadura y Madrid. El avance se detuvo en Toledo, donde Franco liberó el Alcázar. Esta acción retrasó su llegada a Madrid, que ya estaba fortificada con Brigadas Internacionales.
1937
Franco envió tropas italianas a atacar por Guadalajara, sin éxito. Abandonó el frente de Madrid y se dirigió al norte, donde cayó el País Vasco. La República lanzó su primera contraofensiva en Brunete. Tras la caída de Santander, se produjo la segunda contraofensiva republicana en Belchite. El gobierno republicano se trasladó a Barcelona. Tras la caída de Asturias, los republicanos tomaron Teruel, lo que paralizó las operaciones militares.
1938
Los nacionales recuperaron Teruel y avanzaron hacia el Mediterráneo, alcanzando Vinaroz por el norte, Lérida y Sagunto por el sur. La zona republicana quedó dividida en dos: Barcelona al norte y el resto al sur. Francia abrió la frontera, permitiendo a la República comprar armas. El contexto internacional se acercaba al estallido de la Segunda Guerra Mundial. En un último intento por romper el cerco, la República lanzó la ofensiva del Ebro, que resultó en una desastrosa derrota, con la pérdida de gran cantidad de armamento y la desmoralización del ejército.
1939
El Comité de No Intervención obligó a las tropas extranjeras a abandonar la península. A principios de año cayó Cataluña. En marzo, tras enfrentamientos entre republicanos que buscaban la rendición y comunistas que se oponían, el general Casado entregó Madrid a Franco sin resistencia. El 1 de abril de 1939, la guerra terminó.
Evolución de los Bandos
La guerra civil se inició con una ola de represión y asesinatos en ambos bandos. La Iglesia se posicionó del lado del bando nacional. Franco consolidó su poder, tanto militar como político. José Antonio Primo de Rivera fue fusilado en Alicante. Serrano Suñer introdujo cierta racionalidad en la administración militar. El bando republicano sufrió divisiones internas. Ni Largo Caballero ni Negrín lograron unificar las distintas tendencias. Giral entregó armas a las comisiones obreras, lo que debilitó el control del gobierno. Largo Caballero intentó fortalecer el estado frente a las organizaciones obreras, sin éxito. Negrín mantuvo la resistencia con la esperanza de que el estallido de la Segunda Guerra Mundial favoreciera a la República, lo que ocurrió seis meses después del final de la guerra.
El Franquismo
La Época Azul (1936-1945)
El 29 de septiembre de 1936, Franco fue nombrado Jefe de Gobierno, Jefe de Estado y Generalísimo de los Ejércitos. El Decreto de Unificación fusionó a falangistas y requetes. Serrano Suñer inició la reconstrucción del estado, y en 1938 Franco formó su primer gobierno. En 1940 se creó el Sindicato Vertical, y en 1942 el Consejo Nacional de la Falange y las Cortes. Franco se consideraba responsable solo ante Dios y la Historia. Se impuso la censura previa de prensa, y el gobierno podía cambiar a los directores de los periódicos. La calidad de la enseñanza decayó. Hasta 1941, el poder de la Falange fue en aumento. Un choque entre falangistas y requetes dio a Franco la oportunidad de eliminarlos del gobierno.
El Aislamiento y su Recuperación (1945-1959)
Desapareció la parafernalia falangista, subsistiendo solo para consumo interno. Francia cerró su frontera con España. La URSS pidió medidas más duras contra el régimen. Solo Portugal, con Salazar, y Argentina, con Perón, mantuvieron relaciones con España. Entre 1945 y 1948, la oposición perdió un tiempo valioso, ya que el primer gobierno en el exilio se formó en 1948, coincidiendo con el inicio de la Guerra Fría, lo que disminuyó el interés de los gobiernos democráticos en apoyar a la oposición republicana exiliada. La percepción internacional de Franco comenzó a cambiar. Francia reabrió sus fronteras, y con el inicio de la Guerra de Corea, España empezó a ser admitida en organismos dependientes de la ONU (1955), como la UNESCO. Se firmó el Concordato con la Santa Sede y un tratado con Estados Unidos (que no fue ratificado por el legislativo estadounidense). La oposición interior se limitó al maquis y al intento de Don Juan de Borbón de que Franco restaurara la monarquía. La negativa de Franco fue contundente, y Don Juan cedió, permitiendo que su hijo, Juan Carlos, fuera educado como futuro rey de España. En 1945 se publicó el Fuero de los Españoles, que admitía el ejercicio de los derechos, siempre que no fueran contra los principios del Movimiento y la unidad de la patria, lo que en la práctica los anulaba. En 1954 se celebraron elecciones. Ruiz Jiménez inició una apertura cultural que se le escapó de las manos con la aparición de manifestaciones estudiantiles y enfrentamientos con la Falange. Franco cesó a Ruiz Jiménez y a los rectores, cerró la universidad e inició un cambio de gobierno, dando paso a los tecnócratas del Opus Dei, comenzando el “milagro español”.
El Emirato y el Califato de Córdoba
El Emirato (756-929)
Abderramán I, único superviviente de la dinastía Omeya de Damasco, huyó a Córdoba y se hizo con el poder, proclamando la independencia política de Bagdad, estableciendo el Emirato, aunque manteniendo la dependencia religiosa del Califato. Abderramán I enfrentó numerosos conflictos sociales debido a la compleja estructura social: muladies (cristianos convertidos al islam), mozárabes (cristianos que mantenían sus creencias), bereberes (musulmanes no árabes), árabes (clase dirigente) y judíos. Sus sucesores iniciaron la organización del estado, que se completó con Abderramán II (822-852), aunque sin control total de Al-Ándalus. A su muerte, se desató una crisis económica y nuevas revueltas sociales.
El Califato (929-1031)
Abderramán III puso fin a la crisis y proclamó el Califato, cortando el último lazo con Bagdad. Con sus sucesores, Córdoba alcanzó su máximo esplendor económico y cultural. Con Hisham II, su hachib, Almanzor, se hizo con el poder, manteniéndolo durante 24 años mediante campañas militares contra los cristianos. A su muerte, el estado entró en crisis, y las luchas entre facciones rivales terminaron por desintegrar el Califato. Córdoba perdió su papel principal, y Al-Ándalus quedó fragmentado en reinos independientes, conocidos como reinos de taifas.