Historia de Al-Ándalus: Emirato, Califato y Decadencia

Al-Ándalus

La invasión y la conquista

Los musulmanes, dirigidos por Tariq, derrotaron en la batalla de Guadalete al último rey visigodo. Tariq prosiguió el avance por las tierras hispánicas. Solo las regiones montañosas de las zonas cantábricas y pirenaica escaparon a su control. Algunos indican que varios magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores. De las escasas fuentes disponibles se deduce que la conquista se realizó mediante capitulaciones y rendiciones acordadas entre los señores godos y los conquistadores musulmanes.

Emirato de Córdoba

En la España visigoda surgió una nueva provincia del mundo islámico, al-Ándalus. Al frente de este territorio se colocó a un emir que actuaba como delegado del califa musulmán.

Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la península pero fueron derrotados por los astures en Covadonga. También penetraron en suelo franco pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos en las proximidades de Poitiers. A partir de ese momento, abandonaron su avance hacia el norte. A mediados del S. VIII se produjo un cambio importante. Los Omeya fueron víctimas de la revolución abasí, pero un miembro de la familia derrocada, Abd-al-Rahman I, logró escapar refugiándose en al-Ándalus donde se proclamó emir. Con él se inició en al-Ándalus un periodo conocido como emirato independiente, debido a que rompió el contacto con los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. El emirato duró desde mediados del S. VIII hasta comienzos del S. X. El dominio musulmán del solar hispano se consolidó en esos años. Sin duda, la sublevación más peligrosa fue la que inició Omar ibn Hafsun. Unos años después, Omar ibn Hafsun se volvió al cristianismo. Estas tensiones existentes en al-Ándalus posibilitaron que los cristianos del norte peninsular descendieran al sur de las montañas y ocuparan las llanuras semidesiertas de la cuenca del río Duero.

El califato de Córdoba

En el año 929 Abd-al-Rahman III se proclamó califa, rompiendo así su dependencia de Bagdad. Con él se inició el califato de Córdoba, cuyo poder central estaba en esta ciudad y que apenas duró un siglo. Abd-al-Rahman logró importantes éxitos:

  • Consiguió pacificar al-Ándalus, logró acabar con las luchas internas que se repetían en el territorio andalusí. Frenó el avance de los cristianos del norte.
  • Se enfrentó a los fatimíes.
  • Mantuvo relaciones amistosas con el emperador de Bizancio y con el emperador germánico.

La crisis del califato de Córdoba

A Abd-al-Rahman III le sucedió su hijo al-Hakam II, que protagonizó una época de paz con los cristianos del norte peninsular. La aparición de los vikingos en las costas occidentales de al-Ándalus, no empañó la tranquilidad del mandato de al-Hakam II, que fue un decidido protector de las letras y las artes. En las últimas décadas del S. X, al-Mansur (Almanzor) se hizo con el poder efectivo en al-Ándalus. Mientras tanto, el nuevo califa, Hisham II vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer poder político. Al-Mansur organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Numerosas ciudades de la España cristiana sufrieron sus terribles acometidas. Es probable que esas campañas estuvieran motivadas por la escasez de metal precioso que sufría al-Ándalus. Pero la muerte de Almanzor abrió una larga etapa de guerra civil. Después de varios años de duras luchas, el califato de Córdoba terminó por desaparecer.

Organización política

Desde el momento en que Abd-al-Rahman III decidió adoptar el título de califa, este cargo representó la máxima autoridad en al-Ándalus. El califa ejercía un poder absoluto en el terreno político. Por debajo del califa se encontraba el hayib, que era una especie de primer ministro, y debajo los visires (ministros secundarios). También era muy importante el sistema de recaudación. La justicia corría a cargo de los cadíes. El cadí más importante era el de la ciudad de Córdoba, al que se consideraba juez de la comunidad. El ejército de tierra estaba integrado. Su jefe máximo era el califa, a cuyas órdenes se situaba un mando inferior, el caíd. La marina adquirió un notable empuje en tiempos de Abd-al-Rahman III. En cuanto a la organización territorial, al-Ándalus se dividía en una serie de coras, más o menos equivalentes a las actuales provincias. A su vez las coras estaban divididas en distritos. En el norte al-Ándalus se encontraban las marcas fronterizas, las cuales tenían su centro en las ciudades de Zaragoza, Toledo y Mérida.