Contexto histórico, causas del levantamiento:
La crisis del 98 representa el comienzo de la crisis de la Restauración. En este período, España coincide con la época en Europa de la Gran Paz; Alemania, con Bismarck como canciller, lidera el continente (II Reich); Francia vive la Tercera República y Gran Bretaña la gloriosa era victoriana.
Tanto Francia como Gran Bretaña, estarán al frente en la colonización del último tercio del siglo XIX, pero sus intereses se juntarán y tendrá lugar el Incidente de Fachoda, Sudán, en 1898.
Europa se interesó por África y Asia, y Estados Unidos por las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y las Filipinas en el Pacífico, pertenecientes a España. Esta se encontraba aislada internacionalmente y no fue capaz de superar la acción del imperio norteamericano. Por ello, se vivió una de las crisis más graves, la crisis del 98, conectada con el segundo reparto colonial.
En 1895 se levantó en Cuba el llamado grito de Baire, que condujo a la isla a su independencia en 1898. Al mismo tiempo, en Filipinas (1898), José Rizal dirigió varios movimientos emancipadores.
Las causas de tan difícil situación fueron: el incumplimiento de España del Convenio de Zanjón de 1878, que molestó a los criollos ante la difícil situación insular; la incapacidad de la economía española para absorber la expansión económica de Cuba, que favoreció la atracción entre los sectores diligentes de la economía Cubana y la influencia norteamericana; el ostensible sentimiento patriótico en Cuba y Filipinas, apoyado por los intereses de Estados Unidos; el rechazo a un proyecto de autonomía propuesto en 1893 por Antonio Maura y aunque en 1895 se concedió una ley autonómica, en febrero de ese mismo año estalló la sublevación, dirigida por José Martí y apoyado por los campesinos.
El desarrollo del conflicto:
Así, Cánovas envió al general Martínez Campos para llevar a cabo una política de reconciliación que no funcionó, por lo que envió en 1896 al general Valeriano Weyler. Este aplicó una táctica de guerra, que no consiguió doblegarlos: creó las trochas para dividir a la isla en tres sectores aislados, reconcentró al campesinado en poblados para impedir su ayuda a los rebeldes, y destruyó los posibles refugios insurgentes.
En el rechazo de España a la propuesta del presidente americano Cleveland a conceder una autonomía política a Cuba y en las duras medidas del capitán Weyler, encontraron los Estados Unidos la justificación de su injerencia. Pero sus intereses eran económicos y estratégicos. Por eso, el presidente norteamericano William McKinley intentó comprar Cuba, sin éxito. La voladura del buque de guerra americano Maine les sirvió de excusa para declarar la guerra a España el 25 de abril de 1898, exigiéndole así la renuncia a la soberanía cubana.
Tras estallar la guerra, España tuvo creyó de forma no muy realista en su posibilidad de vencer a Estados Unidos. Además, se presentaba la dificultad de dos escenarios bélicos muy distantes: Filipinas en el Pacífico y Cuba y Puerto Rico en el Atlántico.
El primer objetivo norteamericano fue Manila (Filipinas), donde el almirante español Montojo y jefe de la flota en el Pacífico, refugiaba barcos para un amparo adicional. Sin embargo, el navío español no estaba tan bien equipado como el de Estados Unidos, mandado por el comodoro Dewey.
La batalla naval de Cavite apenas duró tres horas, y el día 1 de mayo España fue aniquilada en la bahía de Manila. Como consecuencia se rindió Cavite, sublevándose Filipinas al frente de Emilio Aguinaldo.
En el Atlántico, se mandó a la escuadra española comandada por el almirante Cervera a proteger Puerto Rico, pero fue bloqueada al llegar a Santiago de Cuba, lo que permitió a las tropas rangers de Estados Unidos, dirigidas por Theodore Roosevelt, tomar Caney y la loma de San Juan y atacar nuestra flota en el puerto cubano, donde el 3 de julio fue totalmente aniquilada. Poco después Santiago capitulaba y los norteamericanos entraban en Puerto Rico y en Manila. La guerra había terminado.
En diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por el que España reconocía la independencia de Cuba y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a Estados Unidos. El resto, las islas Marianas; Palaos y Carolinas se vendieron a Alemania por 25 millones de marcos.
Repercusiones la crisis del 98:
Esta derrota trajo consigo una serie de repercusiones. En Cuba, Estados Unidos ejerció un protectorado y la isla alcanzó su independencia el 20 de mayo de 1902. Más tarde, en 1903 un tratado comercial de reciprocidad aumentaría su dependencia económica respecto a Estados Unidos. Tomás Estrada Palma fue el primer presidente de la República de Cuba.
Para España la derrota y pérdida de las colonias, “el Desastre”, afectó socialmente a los españoles, sumidos en una crisis de conciencia. En lo político, se propusieron medidas y se reflexionó sobre la situación del momento como refleja el artículo “España, sin pulso” del sucesor de Cánovas, Francisco Silvela. En el ámbito militar, se reconoció la inutilidad del ejército para la política exterior. Santiago Ramón y Cajal, oficial médico en la guerra de Cuba, señaló de ella el predominio de bajas por enfermedad en comparación con las de muerte por combate. En lo económico, supuso la desaparición del mayor mercado de manufacturas españolas y de sus importaciones.
Además, con el Desastre del 98 surgió el movimiento regeneracionista, con el deseo de una España más digna y cercana a Europa, buscando soluciones desde la perspectiva política y olvidando el pasado, como pidió del regeneracionista Joaquín Costa: “despensa y escuela y siete llaves al sepulcro del Cid”.
La Generación del 98, con escritores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Antonio Machado, critica la España del Desastre y hablan de europeización y esperanza de cambio.
El 98 puso fin a una etapa y abrió otra nueva.