Grandes Maestros del Arte: De Rembrandt a Brunelleschi

Rembrandt

Poseedor de una de las biografías más tristes en la Historia del Arte, Rembrandt nació en Holanda e inició su carrera en Ámsterdam como retratista profesional, alcanzando un éxito creciente. Contrajo matrimonio con su prima, la vida de la pareja estuvo marcada por numerosos reveses, con solo uno de sus hijos llegando a la madurez antes de que su esposa falleciera poco después del parto. Los dibujos de Rembrandt del lecho de muerte de su esposa son imágenes profundamente conmovedoras. Murió en la pobreza y fue enterrado en una tumba sin nombre en Ámsterdam.

Su estilo se caracteriza por una enorme personalidad, siendo reconocido como el pintor de la luz y el claroscuro. Rembrandt lograba una suave transición, con sombras que adquirían tonalidades aterciopeladas y doradas, lo que confería a sus obras una atmósfera especial, íntima y recogida. Además, se preocupaba por captar la interioridad humana y dotar a sus personajes de vida y sentimientos, recreando ambientes que fomentaban la meditación y el recogimiento.

A lo largo de su carrera, evolucionó hacia una pincelada suelta, pastosa y espontánea, así como hacia composiciones sencillas de gran serenidad espiritual mediante el uso magistral del color y la luz. Destacó no solo como pintor de óleos, sino también como excelente grabador. Entre sus temas recurrentes se encuentran las obras religiosas de gran formato, pero con la sobriedad luterana, así como escenas de género y magníficos bodegones. Rembrandt sobresalió especialmente como retratista, captando con intensidad la personalidad de sus sujetos. Algunas de sus obras más importantes incluyen “Autorretrato ante el caballete“, “Lección de anatomía del doctor Tulp” y “La ronda de noche“.

Borromini

Nacido en lo que hoy es Suiza, Borromini comenzó su carrera en Roma trabajando para su pariente, Maderno, en la Basílica de San Pedro. Tras la muerte de Maderno, se unió al equipo de Bernini, aunque su relación con este último se convirtió en una enemistad que perduraría toda su vida. A pesar de ello, Borromini logró ganarse la confianza de algunos papas, lo que le permitió desplazar a su rival y convertirse en el arquitecto principal de Roma, desencadenando así un enfrentamiento continuo entre ambos. Sin embargo, esta rivalidad llevó al Vaticano a dejar de encargarle proyectos, y los presupuestos limitados de las órdenes religiosas que luego lo contrataron le impidieron trabajar con materiales de alta calidad o construir edificios de gran envergadura. De carácter solitario y profundamente religioso. Su trágico final, con un suicidio al arrojarse sobre su propia espada, contribuyó a que la posteridad lo recordara como un estoico.

Borromini se caracterizaba por una libertad y fantasía desbordantes en sus diseños. Utilizaba plantas en elipse, fachadas cóncavas y convexas, e incluso inventaba elementos arquitectónicos, buscando cambios lumínicos y efectos sorprendentes. Borromini llevaba la arquitectura barroca a nuevos límites, desafiando el equilibrio clásico y modelando los espacios con la misma libertad que se esculpe la piedra. Esta audacia y originalidad, aunque lo convirtieron en el arquitecto más imaginativo del Barroco, también le granjearon enemistades y la pérdida de encargos en una época donde la innovación artística estaba limitada por el respeto al orden clásico. Entre sus obras más importantes se encuentran San Carlos de las Cuatro Fuentes y San Ivo.

Caravaggio

Precursor del nuevo estilo barroco en la pintura, desafió las tradiciones renacentistas y manieristas con su enfoque innovador y revolucionario. Nacido en Milán, adoptó el nombre de la ciudad de Caravaggio. En Roma, desarrolló su estilo característico de realismo, especialmente en trabajos religiosos, destacando su preferencia por el tenebrismo. Sin embargo, su arte provocó escándalos debido a la representación poco convencional de personajes bíblicos y composiciones audaces, lo que generó la desaprobación del clero y el pueblo romano, considerándolo vulgar e irrespetuoso. Además, llevó una vida tumultuosa, marcada por frecuentes enfrentamientos y riñas, incluso llegando a matar a un hombre en una pelea a espada, lo que lo obligó a huir de Roma. Falleció en Nápoles debido a las privaciones y la malaria.

Su pintura se caracteriza por dos términos clave: tenebrismo y naturalismo. El tenebrismo, iniciado por él, se distingue por exagerar los contrastes lumínicos, creando efectos dramáticos de claroscuro. Utilizaba una luz diagonal y elevada, a veces comparada con la luz de un sótano, que organizaba la composición del cuadro de manera magistral. El naturalismo de Caravaggio se refleja en su representación de personajes religiosos y mitológicos como personas comunes, dotándolos de una humanidad palpable que los acerca al espectador. Además, era un maestro en el uso del color expresivo y en la representación de naturalezas muertas, mostrando una variedad de texturas y materiales con gran detalle. Entre sus obras más destacadas se encuentran “Baco joven“, “Cena de Emaús“, “Vocación de san Mateo“, “Muerte de la Virgen“, “Conversión de san Pablo” y “Crucifixión de san Pedro“.

Giambologna

Escultor franco-flamenco, activo en Florencia en el siglo XVI, destaca en el estilo manierista. Como su propio nombre indica era originario de Bolonia pero dadas sus buenas cualidades artísticas desde temprana edad, sus maestros le indicaron que debería viajar a otros centros culturales más importantes. Por eso, siendo un veinteañero emigró a Roma y aquella estancia sobre todo le sirvió para estudiar con detenimiento el mayor genio de la época, Miguel Ángel, sin duda el artista más influyente para la generación posterior de escultores que llevaron a cabo obras manieristas, un término que tiene su origen en que decían que trabajaban “alla maniera de Michelangelo”. Finalmente, Giambologna se desplazó a Florencia, ciudad en la que residiría toda la segunda mitad del XVI y hasta su muerte a inicios del XVII, donde desarrolló su productiva labor artística, aunque desde ahí también realizó obras para su ciudad natal de Bolonia, como la famosa Fuente de Neptuno. Su obra más emblemática del manierismo es El rapto de las sabinas.

Leonardo da Vinci

Genio de la pintura renacentista italiana del siglo XVI, fue pintor florentino, arquitecto, científico, escritor, escultor, ingeniero, músico, poeta… Frecuentemente descrito como el símbolo del hombre del Renacimiento, es considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido. Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época. Como científico, hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica. Sus grandes logros en el campo de la pintura fueron el esfumato y la perspectiva aérea. Rasgos característicos de sus obras son también las composiciones a base de figuras geométricas, la búsqueda de una belleza ideal cautivadora y enigmática, la psicología de sus personajes y unos paisajes llenos de asombroso misterio. Su asociación más famosa es en el campo de la pintura, destacando obras célebres como La Virgen de las Rocas, La Última Cena o La Gioconda, copiadas y parodiadas en múltiples ocasiones. Además, sus cuadernos contienen dibujos y reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyendo un legado para las sucesivas generaciones de artistas.

Brunelleschi

Nacido en Florencia, como arquitecto es el verdadero creador del estilo renacentista del Quattrocento italiano, siglo XV. Tuvo contacto con filósofos y sabios florentinos, pero a pesar de su condición de científico, no dejó obra teórica escrita. Buen conocedor de las matemáticas, inventó nuevas técnicas constructivas, e inspirándose en modelos arquitectónicos paleocristianos, romanos y góticos, descubrió la perspectiva moderna (sus edificios son monofocales, el espacio se concibe como una proyección de la perspectiva lineal y el espectador sólo tiene un punto de vista del edificio). Su obra se va a basar en la proporción, la perspectiva y la belleza de formas y espacios. Consiguió que le encargasen su obra maestra, acabar la catedral gótica de Santa María de las Flores en Florencia. Otras obras importantes son: las iglesias de San Lorenzo y del Santo Spiritu, la capilla Pazzi, el pórtico del Hospital de los Inocentes, el palacio Pitti; todas ellas en Florencia.

La Arquitectura Renacentista en España

La estética renacentista en España se manifestó en tres etapas distintas en el ámbito de la arquitectura. En primer lugar, durante el período conocido como el Plateresco, que abarcó desde finales del siglo XV hasta el primer tercio del XVI, se observó una fusión de elementos góticos y renacentistas. Esta etapa se caracterizó por una profusión decorativa que cubría las superficies de los edificios, con una abundancia de motivos ornamentales menudos que recordaban el trabajo minucioso de los plateros y orfebres. Un ejemplo emblemático de este estilo es la fachada de la Universidad de Salamanca.

Luego, surgió el Clasicismo o Purismo en el segundo tercio del siglo XVI, bajo el reinado de Carlos I. Los arquitectos, influenciados por sus experiencias en Italia y la introducción de tratados renacentistas, abandonaron la exuberancia decorativa del Plateresco. En su lugar, se centraron en la pureza arquitectónica y las proporciones monumentales, utilizando elementos clásicos como arcos de medio punto y bóvedas con casetones. Ejemplos notables de esta fase incluyen la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares y el palacio de Carlos V.

Finalmente, el Estilo Herreriano, que se desarrolló en el último tercio del siglo XVI durante el reinado de Felipe II, se caracterizó por su sobriedad decorativa y el rigor geométrico en el uso de volúmenes limpios. Este estilo conectaba con la austeridad promovida por la Contrarreforma, y se distinguió por su enfoque en la geometría y la simetría. El Monasterio del Escorial, considerado una Maravilla del Mundo, es el ejemplo más destacado de la arquitectura Herreriana y representa el apogeo de la estética renacentista en España.