ESCULTURA RENACENTISTA ITALIANA. Carácterísticas generales: CUATROCCENTO (s. XV). CarácterÍSTICAS GENRALES: Hubo factores que favorecieron la eclosión del Renacimiento como fueron la escasa simpatía con que el Gótico fue acogido en Italia, la existencia de monumentos clásicos que los italianos veían continuamente y la conciliación del individuo con la naturaleza propugnada por San Francisco de Asís. El arte seguirá siendo cristiano en lo fundamental pero los artistas no van a interesarse por el expresivismo sino que lo harán por la belleza formal. A diferencia del valor trascendental que tenía el arte cristiano occidental, el Renacimiento proporcionará el puro placer estético. Abundan las obras civiles. El artista abandona el anonimato para dar a la obra un sentido personal. Los protagonistas de este arte van a ser la naturaleza y el hombre. Se representan temas paganos, mitológicos y alegorías pero esto no significa la paganización de la vida ya que se admira al Creador a través de su obra según propugnaba San Francisco de Asís y lo que consiguió con ello fue el embellecimiento y la idealización, el idealismo neoplatónico que es lo que mejor diferencia lo renacentista de lo gótico. Este Realismo idealizado, este nuevo modo de sentir la vida y el arte es lo que se denomina “dolce stil nuovo”. En cuanto al estilo, subsisten algunos elementos góticos como el plegado de los paños; sin embargo, se empiezan a realizar, incluso los mismos artistas, estudios anatómicos mediante la disección de cadáveres (antes prohibida por la Iglesia). Los géneros son muy diversos: puertas monumentales en bronce y mármol, altares, tumbas, fuentes públicas, púlpitos, estatuaria urbanística… Durante la primera mitad del s. XV predomina el Realismo por lo que el retrato, ya sea busto, funerario o ecuestre, triunfa. Los artistas más importantes son: LORENZO GHIBERTI que es un broncista, con facultades de orfebre y tendencia a lograr efectos pictóricos. En 1402 se celebró un concurso para hacer una de las tres puertas del Baptisterio de Florencia (la primera puerta ya la había hecho Andrea Pisano). Ghiberti triunfó sobre artistas como Brunelleschi y Jacopo della Quercia. En el concurso se puso como tema para la puerta El Sacrificio de Isaac y Ghiberti dividiió la obra en cuadrados con diferentes escenas. Dio al conjunto una ambientación paisajística logrando una perspectiva casi pictórica. Es una escena renacentista del s. XV que tiene amplios relieves; las figuras tienen proporciones clásicas. Fue realizada en bronce dorado. Técnicamente es una obra minuciosa y detallista. Tuvo gran éxito, hasta el punto que, sin concurso previo, le encargaron la decoración de la puerta restante. En la tercera puerta redujo las escenas para aumentar el tamaño de las figuras y adoptó la forma cuadrada, muy apropiada para lograr un efecto pictórico. JACOPO DELLA QUERCIA se encuentra en el polo opuesto de Ghiberti, es decir, prefiere las formas amplias y los efectos plásticos. Sus figuras son macizas y robustas. No le preocupan los fondos por lo que se extiende en figuras y ropajes. Anticipa la “terribilitá” de Miguel Ángel y da importancia al desnudo como por ejemplo en su obra Adán y Eva. Su obra más acreditada es la Fuente para la Plaza de la Señoría de Siena de forma rectangular rompiendo así el modelo circular típico de la Edad Media. Donatello fue un gran técnico manejando hábilmente lo real con lo ideal. En su obra fusiona elementos clásicos (culto al desnudo, retrato ecuestre) con el expresivismo medieval. Representó todos los estados de ánimo, el curso completo de la vida, no se detuvo ante lo feo ni ante lo macabro. Tocó todos los géneros y utilizó las más variadas técnicas. El espíritu de belleza clásica se nota en sus primeras obras como el Relieve de la Anunciación para la iglesia florentina de la Santa Croce y el David de mármol. Se sucede un periodo de tranquilidad y realiza San Marcos Evangelista y el San Jorge que representa al héroe cristiano; se hizo para ser colocado en la iglesia florentina de Orsanmichele. En esta figura se combina la tipología clásica con la iconografía cristiana. Donatello fue discípulo de Brunelleschi, adquiríó el gusto por los monumentos romanos y se despertó en él, el gusto por el mundo clásico que le llevó a realizar La Cantoría de la Catedral de Florencia en la que el artista muestra el interés por el cuerpo humano. Representa a los niños músicos y cantores bailando con desenfrenado movimiento. La realiza en piedra y es una obra totalmente opuesta a la obra compañera que realiza Lucca della Robbia. El David en bronce es una obra que nos recuerda a Praxiteles; la figura aparece con sombrero, la mano en la cintura y desnuda por lo que constituye el primer desnudo de bulto completo del Renacimiento. Hay armónía en las proporciones y un sentido estético de la musculatura. Está realizada en bronce. Donatello fue a Padua y allí le encargaron la estatua ecuestre conocido como el Condottiero de Gattamelata que constituye el primer gran retrato ecuestre del Renacimiento; por sus proporciones ha sido considerada como la obra cumbre en toda la historia de las estatuas fundidas en bronce. Para su realización tomó como modelo la estatua ecuestre de Marco Aurelio (perteneciente al retrato romano, época de los Antoninos). Consigue el equilibrio apoyando la pata del animal en una bola. En la segunda mitad del s. XV decae el acento realista para dejar paso a la gracia y a la dulzura. LUCCA DELLA ROBBIA es el creador de la técnica del barro cocido y esmaltado, material frágil pero inalterable. Florencia aparece invadida por esta decoración. Creó unos temas adecuados como Vírgenes con Niño, ángeles…De movimientos dulces y calmados, siempre sonrientes y pacíficos. Generalmente los tonos son blancos para las figuras y azules para los fondos. Trabajó también el mármol y en este material realizó la Cantoría de la Catedral de Florencia, compañera de la de Donatello existiendo entre ambas grandes diferencias. ANDREA DELLA ROBBIA, sobrino del anterior. Fue un gran productor de medallones en los que aparece un fuerte sentimentalismo como por ejemplo los Medallones del Hospital de los Inocentes de Florencia decorados con niños abandonados, envueltos en vendajes, medio desnudos y con los brazos extendidos. Estas figuras de niños expuestas en la calle constituyen un delicado llamamiento a la caridad pública. Andrea del VERROCCHIO es un maestro que prefiere el bronce. Técnicamente debe mucho a Donatello. Su obra El David es una réplica al de Donatello pero le realiza con más gracia y movilidad y en su rostro hay algo de picaresco. Su obra maestra es el Condottiero de Colleoni que también es una réplica de la obra de Donatello (el Gattamelata) pero este es menos clásico y destaca por su movimiento. Intenta contraponer las figuras. Está realizado también en bronce. Antonio del POLLAIUOLO trabaja también el bronce. Sigue la línea realista de Donatello. Se preocupó por la anatomía, fue uno de los maestros que practicó la disección de cadáveres. Hace dos grandes sepulcros: la Tumba de Sixto IV en la que empleó la mascarilla del difunto y empleó un túmulo en forma de tronco de pirámide de frentes curvados que se decoran con relieves. Este fue un tipo muy imitado en España. La Tumba de Inocencio VIII que además de tener las carácterísticas de la anterior, presenta como novedad la representación del difunto yacente y sentado. CINQUECCENTO (s. XVI). Parece que fue carácterística de los grandes artistas renacentistas abarcar todas las artes. RAFAEL y LEONARDO, además de grandes pintores, concedieron gran atención a la escultura. Pero el gran genio del arte escultórico del Cinqueccento fue, sin duda, Miguel ÁNGEL de quien puede decirse que todo lo reduce a la escultura. Los sentimientos más diversos se aprecian en sus obras, fruto de los diferentes estados de ánimo que embargaban al artista. Sin embargo, el más fuerte y dominante de todos ellos fue el dramatismo, la terribilitá. Miguel Ángel estudia con originalidad los problemas del movimiento y de la composición; esculpe bloques inmensos sin necesidad de dividirlos; muchas de sus obras están inacabadas sin que por ello pierdan su grandiosidad, perfección e importancia; exalta por igual la fuerza física y la espiritual, por lo que también se le puede considerar como un clásico. La formación del artista se desarrolló en Florencia. En el Relieve de las lapitas y centauros aparece su inspiración helénica, es un relieve plástico en el que renuncia a todo efecto de profundidad. Lo contrario ocurre en la Madona de la Escalera donde se ve una preocupación pictórica, con técnica y ejecución donatelliana; consigue el efecto de perspectiva mediante la superposición de tres planos de diferente grosor. Jacopo della quercia también influyó en él como se ve en el Ángel del candelabro. En Roma esculpe Baco ebrio, obra en la que ya está plenamente formado du tipo anatómico masculino, con recios músculos. La Piedad, conservada en San Pedro de Roma, se caracteriza por el gran patetismo y solemnidad; la Virgen, representada como una niña, sostiene el cuerpo del hijo muerto. En esta obra, el artista se inclínó por la belleza ideal; su composición es en forma de pirámide. En forma oval realiza la Madona de Brujas en la que la Virgen se nos muestra pensativa y melancólica. En 1501, Miguel Ángel regresó a Florencia, allí hizo dos relieves circulares (tondos) en los que la Virgen revela un sentimiento más comunicativo y un modelado anatómico de mayor redondez. Después labró El David hecho todo de una pieza de mármol; representa a un joven que estudia a su rival preparando las fuerzas para el asalto. Es la preparación para la acción y por eso constituye una escultura clásica; la cabeza recuerda a la del San Jorge de Donatello. La crítica ve en esta genial obra un excesivo desarrollo de la cabeza, manos y pies así como un notable alargamiento de los brazos. La anatomía se presenta cuidadosamente estudiada (principalmente en el brazo y mano derechos). Miguel Ángel traza también el proyecto para el Mausoleo de Julio II con grandiosidad: lo concibe como un gran conjunto aislado de tres pisos donde aparecerían hasta cuarenta figuras; estaría situado en el centro de la nave, bajo la cúpula. Sin embargo, este proyecto quedó bastante reducido pues Miguel Ángel estaba cansado de tanto trabajo y Julio II ya había muerto por lo que sus sucesores no pusieron gran empeño en la finalización de la obra. En suma lo que hizo fue El Moisés, de largas y elegantes barbas hasta la cintura y la ira plasmada en el rostro; esta obra está muy influida por la aparición de la obra helenística El Laoconte y sus hijos. Los esclavos que se retuercen como los hijos del Laoconte con dramática expresión aunque de los cuatro sólo terminó dos, los otros están a medio desbastar. Otras figuras de este conjunto son las de Lía y Raquel que representan la vida activa y la vida contemplativa. Miguel Ángel también se ocupa de los Sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Médici, en los que las figuras sepulcrales aparecen sentadas, según el tipo creado en el primer Renacimiento. Giuliano posee todo el empaque de un general romano mientras que Lorenzo sostiene la cabeza en actitud pensativa. Recostadas sobre las urnas aparecen cuatro figuras de mármol desnudas que representan los cuatro momentos principales del día: la Aurora (mujer desperezándose), el Día (joven de abultados músculos, lleno de vigor que expresa la plenitud diurna), la Tarde (viejo decrépito, de carnes flácidas, símbolo de la decadencia del día) y la Noche (otra mujer llena de fuerzas que anuncia nuevas auroras). Algunas de estas figuras quedaron sin terminar (non finito). Miguel Ángel, viejo y cansado, va a terminar su vida dejándonos un grupo de piedades: La Piedad de Florencia en la que nos ofrece en el viejo Arimatea la figura acongojada del escultor y La Piedad Rondamini en la que pierde la anatomía que había caracterizado sus obras y rompe la armónía del cuerpo y espíritu que había sido su norma de conducta. MANIERISMO (2a 1⁄2 s. XVI). Se ofrecen diversos aspectos de Manierismo: algunos artistas exageran las actitudes y el colosalismo de Miguel Ángel (Bandinelli, Ammannati), otros tienden al virtuosismo del oficio (Cellini), los hay que buscan la corrección académica (los Leoni) y otros reducen la obra al puro arabesco de líneas onduladas (Juan de Bolonia9. También hay que tener en cuenta los cambios de la iconografía pues el Concilio de Trento dio en 1563 unas instrucciones acerca de las representaciones religiosas. Se determinó que no debía representarse nada que implicara la posibilidad de cualquier error dogmático en los fieles; quedaban prohibidas todas las impurezas tanto de forma como de fondo. Con ello desaparece el elemento maravilloso, las leyendas, los simbolismos, la poesía. La fantasía es frenada por la razón y esto perjudicó mucho al arte. La mayoría de los artistas son florentinos y se trabaja intensamente el bronce.