Generación del 27: Poesía Española de Vanguardia

La Generación del 27

Introducción

La Generación del 27 fue un grupo de poetas que se dio a conocer en la década de 1920, coincidiendo con las vanguardias. Sus obras comparten rasgos comunes y constituyen un florecimiento excepcional de la poesía española.

El nombre “Generación del 27” alude al año en que se celebró un homenaje a Luis de Góngora en Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte del poeta cordobés.

Autores y Obras

Los principales autores de la Generación del 27, con algunas de sus obras más destacadas, son:

  • Pedro Salinas, el poeta del amor: La voz a ti debida, Razón de amor.
  • Jorge Guillén: Cántico, Clamor.
  • Gerardo Diego: Imagen, Manual de espumas.
  • Federico García Lorca: Romancero Gitano, Poeta en Nueva York.
  • Rafael Alberti: Marinero en tierra, Sobre los ángeles.
  • Luis Cernuda: La realidad y el deseo, Ocnos.
  • Vicente Aleixandre (Premio Nobel 1976): Sombra del paraíso, Espadas como labios.
  • Dámaso Alonso: Hijos de la ira, Oscura noticia.

Se considera como epígono de la Generación del 27 a Miguel Hernández, con obras como: Viento del pueblo, El rayo que no cesa, Perito en lunas.

Muchos de ellos trabaron amistad en la Residencia de Estudiantes de Madrid y colaboraron en las mismas revistas: Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, Caballo Verde para la Poesía.

Características Generales

Los poetas del 27 no rompieron con el pasado; una de sus metas fue resucitar escritores y tendencias del Siglo de Oro. Aunaron tradición y renovación, el gusto por lo popular y por las vanguardias.

De la literatura tradicional les influyeron Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, el Romancero y, sobre todo, Luis de Góngora. Más cercana fue la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer, Rubén Darío y, especialmente, Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna. El primero, por su labor sobre la poesía pura, y el segundo, por sus deslumbrantes hallazgos de imágenes novísimas.

De las vanguardias, tomaron lo novedoso, lo original y provocador, el juego de ingenio y la ruptura humorística. También deriva de éstas la total libertad en la métrica (utilizando frecuentemente el verso libre), en la puntuación, en los temas y en el uso de imágenes ilógicas.

En todos ellos, hay un afán de originalidad en el lenguaje, la forma y los temas. Abandonan al principio temas como el amor, la muerte y la vida o, si los tratan, lo hacen desde una nueva perspectiva, pues valoran el ingenio y el humor. La lírica canta los adelantos mecánicos, el progreso y las modas: los ascensores, el deporte, los aviones, el teléfono, el cine, etc. Pedro Salinas, por ejemplo, escribe sobre una bombilla o sobre una máquina de escribir.

Por todo lo anterior, su poesía puede ser hermética y difícil, ya que está vertebrada por la metáfora y los poetas hablan a través de imágenes. Es un arte minoritario, antirrealista y antirromántico que busca la pura emoción estética. Se les acusó de intelectualismo (recordemos la frase de Paul Valéry: “La poesía es una fiesta del intelecto”).

Evolución Conjunta

Distinguimos tres grandes etapas, aunque no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo:

1ª Etapa: Hasta 1927

Se observan los tanteos iniciales, en los que es notoria la presencia de tonos becquerianos, junto a algunos rasgos modernistas. Pronto se deja sentir el ideal de poesía pura de Juan Ramón Jiménez y la influencia vanguardista. La poesía como expresión de la belleza, producto de la inteligencia, deshumanizada, sin anécdota sentimental y depurada en el lenguaje. Sin embargo, también encontramos el camino de la lírica popular en Rafael Alberti, Federico García Lorca y Gerardo Diego.

2ª Etapa: De 1927 a la Guerra Civil

Los poetas, cansados de aventuras formalistas, comienzan una rehumanización en su poesía. En todos ellos se observa un deseo de comunicación más íntima y cordial con el mundo y con el lector. Es entonces cuando irrumpe el surrealismo. Nos encontramos ante una poesía humana y apasionada. Pasan a primer término los eternos sentimientos del hombre: el amor, el ansia de plenitud y las frustraciones, la inquietud ante problemas existenciales. La lírica supone la liberación imaginativa y la exploración del mundo de los sueños. Los acentos sociales y políticos que clausuraron las vanguardias entran también en la poesía española.

3ª Etapa: Después de la Guerra Civil

Federico García Lorca ha muerto, los demás, salvo Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, parten para un largo exilio. Cada cual sigue su rumbo poético, pero ninguno abandonará ya los caminos de una poesía humana, cada vez más humana.

Los que marcharon al exilio escriben sobre la nostalgia de la patria perdida, el desarraigo y protestan por la situación política.

En España, la poesía deriva hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, cuya manifestación más intensa es Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso.