En el periodo de entreguerras, que abarca de lleno los años veinte y treinta, la literatura española está marcada no solo por el novecentismo y los movimientos de vanguardia, sino también por el surgimiento de la llamada Generación del 27, un grupo poético con voz propia que fusiona tradición y vanguardia.
En el año 1927, tercer centenario de la muerte del poeta Luis de Góngora, se creó en Sevilla un grupo de poetas que compartían unas características. Todos ellos tenían edades similares y trabaron amistad, eran liberales políticamente, tenían una gran cultura literaria y curiosidad intelectual.
Su origen familiar era acomodado, participaron en acontecimientos culturales (tricentenario de Góngora), y colaboraron en revistas como “La Gaceta Literaria” y “Revista de Occidente“.
Solían reunirse en la Residencia de Estudiantes, y a veces también en el Centro de Estudios Históricos. Compartían el afán de modernizar la poesía, tomando como maestros a Juan Ramón Jiménez y a Ortega y Gasset, y crearon un lenguaje generacional compartiendo su admiración por lo clásico y lo moderno.
Características de la Generación del 27
El grupo del 27 se caracterizó por la equilibrada dualidad que mantenían en relación a la poesía: combinaron lo tradicional y lo clásico; admiraban tanto lo popular como lo culto y se interesaron por la literatura hispánica y por la europea. Los poetas de la Generación del 27 aportaron a la poesía nuevas imágenes y metáforas de tipo irracional, y nuevos tipos de verso como el verso libre y el versículo, que renovaron la métrica presente.
En este período, considerado como parte de la denominada por José Carlos Mainer “Edad de Plata” de la literatura española (1902-1939), surgió un grupo de jóvenes poetas vinculados a las vanguardias artísticas que, junto a otros intelectuales, participaron en el homenaje a Góngora celebrado en el Ateneo de Sevilla, en 1927.
Influencias de la Generación del 27
El grupo poético del 27 nos sorprende por su asimilación de formas anteriores. Su respeto de la tradición, no contradice esa inmensa labor suya en la renovación de la lírica española. Su amor por los clásicos fue inmenso y sus fuentes muy diversas:
- Las composiciones populares medievales del Cancionero y el Romancero, o las cancioncillas de Gil Vicente o de Juan del Encina (influencia marcada especialmente en la poesía de Lorca y en Alberti).
- De la literatura tradicional, admiraron composiciones clásicas como las de Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Quevedo, Lope de Vega (poemillas de corte popular) y sobre todo y fundamentalmente Góngora, que fue el maestro de la metáfora.
- También admiraron, como representantes de la poesía más cercana, a Bécquer, Rubén Darío y a Juan Ramón Jiménez.
- Y de las vanguardias se tomaron las imágenes novedosas, originales y provocadoras, así como la total libertad en la métrica y el uso de imágenes ilógicas. Ramón Gómez de la Serna, con sus deslumbradores hallazgos de imágenes novísimas (pronto se deja sentir en estos poetas el influjo de las primeras vanguardias -ultraísmo y creacionismo- y más tarde, a partir de 1927, se produce la irrupción del surrealismo.
Tendencias estéticas de la Generación del 27
Entre las afinidades estéticas del grupo del 27 es digna de admiración su tendencia al equilibrio; es decir, a la originalísima síntesis entre ciertos polos entre los que se había debatido la poesía española de los últimos lustros:
- Entre lo intelectual y lo sentimental: se les acusó de intelectualismo y lo cierto es que la emoción será refrenada, y trascendida, estructurada por el intelecto.
- Entre una concepción cuasi-mística de la poesía y una lucidez rigurosa en la elaboración del poema: En las poéticas de la Antología de Gerardo Diego abunda la idea de la poesía como algo inexplicable, trascendente. Pero también destaca igualmente la exigencia de creación lúcida, de rigor técnico y de trabajo bien hecho.
- Entre la pureza estética y la autenticidad humana: Es cierto que estos poetas ponen la belleza por encima de todo como Juan Ramón Jiménez. La preocupación por la autenticidad humana irá en aumento con los años, pero no se abandonará la exigencia estética.
- Entre lo minoritario y la “inmensa mayoría”: El imperativo de selección de estos poetas hace que su obra confine con un arte de minorías, pero ninguno de ellos suscribiría el conocido lema de Juan Ramón, cuyos poemas alternan hermetismo y claridad. Salinas pensaba que la faena del poeta es hacer comunicable a otros la experiencia de vida que constituye el poema, y que este es una soledad abierta a todos en cuanto que es comunicable y convivencial. Si hay algo común a las trayectorias de todos ellos, sería el tránsito del “yo” al “nosotros”.
- Entre lo universal y lo español: El poeta y crítico Enrique Díez-Canedo afirmaba que la obra de los poetas jóvenes de España significa el ponerse a tono con la poesía universal.
Etapas de la Generación del 27
En cuanto a la evolución del grupo del 27, suele hablarse de tres etapas significativas:
Primera etapa (hasta 1927)
Es la etapa de fundación del grupo. Todos ellos empiezan a escribir bajo la influencia de las vanguardias con resonancias becquerianas y modernistas. La poesía vanguardista, el ensayo de Ortega y Gasset La deshumanización del arte y el magisterio de Juan Ramón Jiménez, que los conduce hacia la “poesía pura”, vertebran estos años iniciales que culminan con el homenaje a Góngora celebrado en el Ateneo de Sevilla en 1927.
Segunda etapa (desde 1927 hasta la guerra civil)
Es la etapa de consolidación del grupo: se conocen entre sí, inician proyectos comunes (antologías, revistas, editoriales) y muchos de ellos se hacen amigos. Se produce un proceso de rehumanización en sus respectivas obras poéticas bajo la influencia del Pablo Neruda y del surrealismo. La poesía del grupo se hace más humana y apasionada, y a menudo adquiere un compromiso social y político.
Tercera etapa (tras la guerra civil)
El asesinato de Federico García Lorca en 1936 supone un mazazo para todos ellos. En 1939 solo tres poetas del grupo permanecen en España: Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre. El resto se ha exiliado, con preferencia a América.
Los poetas exiliados cantan la nostalgia de una patria perdida y la angustia tras el desastre que prosigue (la Segunda Guerra Mundial). El desarraigo moral de los que permanecen en España orienta su poesía hacia el existencialismo.
Principales autores y obras de la Generación del 27
La nómina de estos escritores que constituyeron una generación literaria, la Generación del 27, está integrada por:
- Federico García Lorca (1898-1936)
- Rafael Alberti (1902-1999)
- Pedro Salinas (1891-1951)
- Vicente Aleixandre (1898-1984)
- Jorge Guillén (1893-1984)
- Dámaso Alonso (1898-1990)
- Gerardo Diego (1896-1987)
- Luis Cernuda (1902-1963)
- Emilio Prados (1899-1962)
- Manuel Altolaguirre (1905-1959)
A este grupo tradicional tenemos que añadir a:
- Ernestina de Champourcín (1905-1999)
- Concha Méndez (1898-1986)
- María Teresa León (1903-1988)
- Josefina de la Torre (1909-2002)
Estas últimas representan la voz poética femenina. La primera y la última de ellas fueron incorporadas por Gerardo Diego en su Antología.
Algunas de las obras más importantes de los miembros de la generación del 27 son:
- Razón de amor, de Pedro Salinas
- Versos Humanos, Versos Divinos, Alondra de verdad, de Gerardo Diego
- Aire nuestro, Cántico, Clamor, de Jorge Guillén
- Poema del Cante Jondo, Romancero gitano, Poeta en Nueva York de Lorca
- Marinero en tierra, Cal y canto, Sobre los ángeles, de Rafael Alberti
- La realidad y el deseo de Luis Cernuda
Cabe destacar que pocos autores escribieron teatro, siendo Lorca el más reconocido, con obras como Yerma, Bodas de sangre o La casa de Bernarda Alba.
Miguel Hernández: puente entre la Generación del 27 y la posguerra
Por último, citamos al más brillante de los poetas surgidos en los años treinta, Miguel Hernández (1910-1942), considerado como un genial epígono de la Generación del 27. Su obra sirve de puente entre dos etapas de la poesía española: el 27 y la poesía social de la posguerra. En sus primeras obras se observa la influencia gongorina y de las vanguardias (Perito en lunas, El rayo que no cesa). Posteriormente, se compromete políticamente con la República y su poesía incorpora lo social y los ritmos tradicionales (El hombre acecha y Viento del pueblo). En sus últimos libros, escritos desde la cárcel, se vuelve más intimista y recuerda a sus seres queridos.
a sus seres queridos.