2.2.La lírica desde 1940 a los años 70
Los primeros años
La poesía de la 1º posguerra está fuertemente condicionada por la situación histórica española. Ante el horror de la guerra recién concluida, los poetas buscan respuestas y, frecuentemente, realizan una poesía espiritualista que dirige a Dios sus quejas, sus preguntas y, en ocasiones, se rebela ante él.
La actividad lírica de esta época se centra fundamentalmente en la colaboración en revistas literarias:
-Garcilaso agrupa, grosso modo, a los poetas + cercanos al régimen oficial, que cultivan una lírica de corte clásico, que ofrece una visión optimista del hombre y el mundo: Luis Rosales, Leopoldo Panero…
-Espadaña es la revista de los poetas contrarios al régimen, que aportan una visión desarraigada de un mundo conflictivo e imperfecto: Leopoldo de Luis, Blas de Otero, Gabriel Celaya…
Pablo García Baena y el grupo
En la posguerra también hubo lugar para la poesía pura, gracias a un grupo de poetas cordobeses que fundan en 1947 la revista Cántico.
Su nombre procede de la obra del poeta Jorge Guillén. También se hallan muy influidos por el intimismo y el refinamiento de Luis Cernuda. Pablo García Baena es el principal representante del grupo <<Cántico>>. El amor es el tema fundamental. El grupo <<Cántico>> se compone de otros autores cordobeses: Juan Bernier, Ricardo Molina, Julio Aumente…
El postismo
La revista Postismo da nombre al último de todos los <<ismos>>. El gaditano Carlos Edmundo de Ory es su fundador. Participan también Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi. Se trata de un movimiento que reivindica la libertad creativa y el sentido lúdico del arte. Por problemas con la censura, la revista Postismo solo publicó un nº
Poesía espiritual. Poesía social
La primera poesía de posguerra se caracteriza por un tono individualista. Los poetas alzan sus ojos a Dios para pedirle explicaciones acerca de lo que observan a su alrededor. Se irá modificando esa tendencia inicial, de manera que a finales de los cuarenta surge en España una poesía denominada social en la que asistimos a una evolución del yo al nosotros. Los dos autores más representativos de este momento son Gabriel Celaya (Cantos iberos)
Y Blas de Otero (Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia, Pido la paz y La palabra)
. Por estas fechas comienza también a escribir José Hierro, uno de los poetas más personales y reconocidos de la segunda mitad del s.XX.
La poesía social evita los problemas íntimos, individuales, para centrarse en lo colectivo. El poeta debe dejar de lado sus problemas personales y comprometerse, tomar partido ante la situación del momento. De este modo, se pretende crear una poesía clara que incluso emplea rasgos coloquiales en su afán de claridad.
La generación de los 50
A mediados del s.XX irrumpe en el panorama literario un nuevo grupo de poetas que se aparta de la poesía social, como Antonio Gamoneda, Ángel González, José Ángel Valente, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma, Claudia Rodríguez. La poesía de estos autores vuelve a preocuparse por el Hombre; se trata de una poesía inconformista y escéptica que se centra en lo cotidiano y recupera el intimismo. Observamos en estos poetas una clara preocupación por la estética.
2.5.La narrativa desde 1940 a los años 70
La década de los 40 se centra en historias individuales de extremada crudeza, dentro de los que se ha venido en llamar el Realismo tremendista, estilo que pone el acento en los aspectos más sórdidos y desagradables de la realidad. Carmen Laforet (Nada)
, Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada)
Y Camilo José Cela (La familia de Pascual Duarte)
Son los principales representantes de la narrativa de esta década. No faltan en este momento otras tendencias como la novela fantástica y humorista (Wenceslao Fernández Flórez, El bosque animado)
O el Realismo tradicional más convencional (Ignacio Agustí, Mariona Rebull).
Los años 50 asisten al florecimiento de la novela social.
Al igual que en la poesía, se produce un paso del yo al nosotros; las novelas se centran en los problemas de un conjunto de personajes. Se trata de novelas de protagonista colectivo (también llamadas novelas corales)
.
Se observa en esta década la influencia de las técnicas narrativas extranjeras (Le nouveau Román francés y la Lost Generation anglosajona). De entre las obras de este decenio recordamos La Colmena de Camilo José Cela, El camino de Miguel Delibes o Pequeño teatro de Ana Mª Matute. Los andaluces Alfonso Grosso (La zanja)
O José Manuel Caballero Bonald (Dos días de setiembre)
También sobresalen en este decenio. La obra + significativa del momento es El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio; se desarrolla en dieciséis horas de un domingo veraniego. Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños. La presencia casi total del dialogo contribuyente al máximo objetivismo.
A partir de los 60, se produce una superación del Realismo.
En 1962 se publica Tiempo de silencio de Luis Martín Santos y La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Con estas obras se inicia una nueva forma de narrativa mucho más preocupada por los aspectos formales. Esta nueva narrativa implica transformaciones en la acción, personajes, punto de vusta, estructura, diálogos, etc. También se ha denominado a esta línea narrativa novela experimental. En esta misma corriente, hay que señalar las obras de Juan Goytisolo (Señas de identidad)
, Miguel Delibes (Cinco horas con Mario)
O Juan Benet (Volverás a Regíón)
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