1. Finalidad de la Empresa
Una empresa es una organización con fines comerciales y económicos, dedicada a producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades del mercado, a cambio de un beneficio económico.
1.1. Objetivos y Fines de la Empresa
La finalidad primordial de las empresas es la obtención de rendimientos económicos por sus actividades productivas o de servicios.
Sin embargo, maximizar los resultados económicos no es el único propósito, ya que ello podría hacer peligrar su supervivencia.
Las empresas persiguen otras metas:
Obtener el mayor beneficio posible. De no ser así, los socios no arriesgarían su capital ni emplearían su tiempo en una actividad que está llena de riesgos e incertidumbre.
Garantizar la supervivencia. Anticiparse a los cambios del entorno y adaptar su oferta a las necesidades del mercado son estrategias que aseguran su continuidad.
Crecer. Las empresas desean ser grandes y fuertes para ser competitivas. Por eso, tratan de fidelizar a sus clientes, conquistar a nuevos consumidores, expandirse a otras áreas geográficas o iniciar nuevas líneas de negocio.
Generar beneficios no económicos. Mejorar su reputación social o contribuir a un mayor desarrollo social son los objetivos que están detrás de las acciones de Responsabilidad Social Corporativa que desarrollan.
De una manera indirecta, la empresa alcanza otras finalidades, más de tipo social, ya que crea puestos de trabajo, abastece a la población con productos y servicios necesarios, paga impuestos y favorece el desarrollo de otros negocios, como proveedores, distribuidores y servicios complementarios para los empleados (restaurantes, transporte, etc.). Por eso, se dice que las empresas son fuente de riqueza.
1.2. Previsión de los Recursos Necesarios
Toda empresa requiere de unos elementos para funcionar correctamente. Para ello, combina unos factores productivos: recursos naturales, capital humano, bienes de capital e iniciativa empresarial.
Recursos naturales o factor tierra: materias primas proporcionadas por la naturaleza.
Capital humano o factor trabajo: personal que interviene en la empresa, tanto los propietarios como los directivos, administradores o empleados. Incluye también a los emprendedores.
Bienes de capital o factor capital: recursos utilizados para producir, como capital financiero (dinero) y recursos materiales (equipos, maquinaria, inmuebles, instalaciones, infraestructuras…).
Fig. 2.1. Los factores de producción de la empresa.
1.3. Organización Empresarial
Toda empresa es una organización en el sentido de que integra un conjunto de personas que mantienen unas relaciones formales, en base a una jerarquía establecida, para conseguir unos objetivos comunes. La gestión adecuada del capital humano facilitará la coordinación, la comunicación y la eficiencia. Por tanto, la organización formal y la dirección son dos elementos vitales en cualquier empresa.
La estructura de una empresa se refleja de forma visual en un organigrama, un gráfico que permite conocer la organización, según los departamentos existentes, y la jerarquía, según los niveles y su colocación en un plano superior o inferior.
A. Áreas Funcionales
La organización basada en áreas funcionales sigue siendo el criterio más empleado para decidir los departamentos que integrarán una empresa. La descripción de las tareas asociadas a cada departamento reduce los conflictos internos y facilita la tarea de contratar personal, al establecerse un perfil claro de conocimientos y competencias requeridas para cada puesto de trabajo.
El número y tamaño de cada departamento dependerá de las necesidades de la empresa, pero es frecuente encontrar los siguientes:
Área Comercial: centrada en desarrollar actividades para hacer llegar a los consumidores los productos, así como en la atención al cliente y en el servicio posventa. Tiene un papel destacado en detectar las necesidades de los consumidores, las estrategias de la competencia y la situación general del entorno mediante el estudio de mercado. Asimismo, es responsable de diseñar una política de marketing adecuada para poder vender lo producido.
Área de Producción: controla el aprovisionamiento de materias primas y gestiona el proceso de producción. La información sobre los gustos y preferencias de los consumidores y sobre la situación económica del mercado le viene dada por el Departamento Comercial, y el margen económico sobre el que ha de actuar se lo facilita el Departamento de Inversión y Financiación.
Área de Inversión y Financiación: capta fondos necesarios para el funcionamiento de la empresa y lleva a cabo la política de inversiones. Todas las áreas o departamentos de la empresa necesitan recursos económicos que han de estar aprobados por este departamento y que deben ser adaptados a los presupuestos de la empresa.
Área de Recursos Humanos: selecciona, contrata y gestiona la documentación de los trabajadores, a la vez que diseña acciones de motivación y de formación adecuadas.
En ocasiones, las empresas prefieren externalizar parte de sus funciones a otras empresas especializadas. Es el caso de pymes (pequeñas y medianas empresas) que contratan una gestoría para que las ayude con las tareas de contabilidad y de asesoramiento jurídico. Las grandes empresas pueden optar también por la externalización de algunas funciones, como el Departamento de RR. HH., para concentrar sus esfuerzos en las labores propiamente técnicas y productivas.
B. Organigrama
Un organigrama es la representación gráfica de la estructura de una empresa, reflejando los departamentos y las relaciones jerárquicas entre ellos. Los modelos han evolucionado con el tiempo, desde planteamientos más verticales hasta los horizontales o circulares.
C. Otras Formas Organizativas
Las empresas pueden elegir diferentes criterios para organizarse y los organigramas reflejarán esta situación. Aunque los organigramas que reflejan las áreas funcionales son más habituales, podemos encontrar otros modelos organizativos diferentes.
2. Responsabilidad Social Corporativa
La empresa, al igual que los productos que comercializa, sigue un «ciclo vital»: introducción, crecimiento, madurez y declive. En épocas pasadas, las empresas solo se preocupaban por alcanzar beneficios económicos sin tener en cuenta cómo se lograban. En la actualidad, se han dado cuenta de que su actividad empresarial genera un impacto en la sociedad y muchas tratan de reparar los daños causados, así como de evitarlos, lo que aumenta su pervivencia.
Fig. 2.8. Ciclo de vida de la empresa y ciclo de vida de un producto.
Es habitual que den a conocer estas medidas a través de sus páginas webs, denominándolas RSC, acción social o ética empresarial. En ocasiones, presentan un documento síntesis a final de año, denominado balance social.
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Empresarial (RSE) son acciones que realizan las empresas para contribuir al bienestar económico, social o medioambiental de la sociedad, más allá de la prescripción impuesta por las leyes.
2.1. Motivos para las Acciones de RSC
Muchas empresas realizan acciones de RSC, pero la justificación para ello varía:
A veces, realizan estas operaciones para «lavar su imagen» ante ciertas externalidades negativas que han perjudicado su reputación.
Las empresas cada vez están más sensibilizadas con determinados problemas, como por ejemplo los medioambientales; por ello, realizan actividades de RSC. Evidentemente, esto supone un decremento del beneficio económico, pero un aumento en el valor de la marca y, además, mejora las relaciones con los clientes; por ello, las empresas que llevan a cabo actividades de RSC obtienen otro tipo de beneficios.
Por último, hay empresas que entienden la RSC como un fin en sí mismo, lo que ha dado origen a las llamadas empresas sociales o empresas de economía social.
2.2. Ámbitos de Actuación de la RSC
La RSC incide en el bienestar económico, social o medioambiental de la sociedad. Sus objetivos en estos tres ámbitos, por ejemplo, son:
Economía: mejorar los salarios de los trabajadores o sus condiciones laborales y establecer una relación ética con proveedores.
Social: colaborar con ONG o fundaciones que trabajan con personas con discapacidad intelectual o en la creación de escuelas en países en vías de desarrollo.
Medioambiental: reducir el uso de plásticos, reciclar materiales de desecho, etc.
3. Tipos de Empresas
Las empresas se clasifican de diferente manera, en función del criterio seleccionado: titularidad, sector de actividad, forma jurídica, etc.
3.1. En Función de su Titularidad
Las empresas pueden clasificarse por su titularidad:
Empresa pública | Compañía propiedad del Estado (central, autonómico o municipal), ya sea de un modo total o parcial, de manera que los poderes públicos pueden ejercer una influencia en su gestión. |
Empresa privada | Entidades creadas por individuos particulares para desarrollar una actividad económica a fin de conseguir beneficios. |
Empresa mixta | Propiedad compartida entre particulares y entes públicos. |
Tabla 2.1. Tipos de empresas según su titularidad.
Fig. 2.14. A finales de la década de los noventa, Iberia, empresa de titulación pública, inicia un proceso de privatización que culminará en el año 2001, con la salida a bolsa de la compañía.
3.2. Según el Sector de Actividad
Las empresas pueden clasificarse, de acuerdo con la actividad que desarrollen, en:
Empresas del sector primario | Se dedican a actividades económicas relacionadas con la recolección o extracción y transformación de los recursos naturales, con poca o ninguna manipulación. |
Empresas del sector secundario | Transforman la materia prima en productos de consumo o en bienes de equipo, es decir, elementos a utilizar por las empresas. |
Empresas del sector terciario | Ofrecen servicios o, lo que es lo mismo, bienes intangibles. |
Empresas del sector cuaternario | Aportan valor mediante el conocimiento y la innovación, no creando productos, sino comercializando conocimientos con valor añadido. |
Tabla 2.2. Tipos de empresas según el sector de su actividad.
Los sectores primario y secundario fueron muy importantes en el pasado, mientras que en la actualidad apenas ejercen impacto en la economía de los países desarrollados.
Por eso, una clasificación alternativa en función de la actividad económica establece estos tipos de empresas:
Industriales | La actividad primordial es la producción de bienes mediante la transformación de la materia o la extracción de materias primas. En función de ello, se diferencia entre empresas:
|
Comerciales | Intervienen como intermediarias entre productor y cliente, ya que ponen a disposición del consumidor los productos de las empresas manufactureras. |
Sector servicios | Ofrecen bienes no tangibles, como empresas de transporte, turismo, entidades financieras, gestorías, de educación, salud, cuidado personal, etc. |
4. Funcionamiento de una Sociedad
Aunque algunas sociedades pueden ser unipersonales, lo habitual es que estén constituidas por varios socios. El funcionamiento que describimos es aplicable a casi todas las formas jurídicas.
4.1. Capital Social
La mayoría de las formas jurídicas conllevan la obligación de aportar un capital mínimo para constituir la empresa, aunque también se pueden aportar bienes que se valoran. Para ello, es preciso abrir una cuenta bancaria a nombre de la compañía.
Cada socio aporta un dinero y, con ello, adquiere una parte de la propiedad de la empresa. No todos los socios tienen que aportar lo mismo: quien aporte más, poseerá un mayor porcentaje de la empresa, conseguirá más en el reparto de beneficios y, al tomar decisiones, su voto tendrá más peso.
4.2. Órganos de Gobierno
Las normas que los socios acuerdan se recogen en los estatutos. Las decisiones del día a día se toman en las reuniones conjuntas de todos los socios que son convocadas de forma periódica.
La junta general de socios es la reunión periódica de los socios, donde se toman decisiones que se recogen en un acta (parecida a una junta de vecinos).
El administrador se encarga de ejecutar las decisiones tomadas en la junta general de socios (como el administrador de una comunidad de vecinos). También tiene la representación legal de la empresa, por lo que es el responsable ante los tribunales por las actuaciones irregulares. En algunas compañías, hay varios administradores que constituyen un consejo de administración.
4.3. Impuestos
Todas las empresas pagan impuestos por los beneficios que obtienen, pero su carga fiscal es diferente según el impuesto que estén obligadas a pagar.
Impuesto de Sociedades. Obligatorio para cualquier sociedad. El tipo impositivo es fijo, esto es, siempre pagan el mismo porcentaje sobre los beneficios conseguidos. La liquidación (el pago) se efectúa en julio, aunque se presentan pagos fraccionados cada tres meses.
IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas). Los empresarios individuales deben tributar por el IRPF, cuyos tipos se incrementan a medida que los beneficios son mayores. La liquidación se realiza en el mes de mayo, mediante la declaración de la renta, donde se declaran tanto los bienes personales como los corporativos (de la empresa), aunque es necesario presentar declaraciones trimestrales.
Los tipos impositivos que se aplican son los siguientes:
Fig. 2.16. Las juntas de accionistas pueden ser ordinarias o extraordinarias. La ley marca que, por lo menos, debe celebrarse una al año para aprobar las cuentas anuales.
En el Impuesto de Sociedades, se aplica con carácter general un 25 %. No obstante, las empresas de nueva creación tributarán al 15 % durante los dos primeros años que obtengan beneficios y las cooperativas, fiscalmente protegidas, tendrán un tipo del 20 %.
En el IRPF, los tipos que se aplican dependen de los beneficios conseguidos, agrupados en tramos. Actualmente, hay cinco tramos, cuyos tipos impositivos son: 19 %, 24 %, 30 %, 37 % y 45 %.
Las empresas están obligadas a pagar otros impuestos, en función de las características de la actividad empresarial. Así, las empresas que tengan locales pagarán el IBI, las sociedades con ingresos altos, el Impuesto de Actividades Económicas, etc.
4.4. Personalidad Jurídica
Las empresas pueden contratar trabajadores, tener deudas, comprar bienes y servicios… Pero ¿cómo es posible que la propiedad de un inmueble pertenezca a una empresa y no a una persona? ¿O que las deudas de una empresa no se trasladen a los socios que la constituyen?
Para solventar esta cuestión, el derecho dio forma a dos tipos de personas: físicas y jurídicas.
Una persona física es cualquier individuo de la especie humana, susceptible de adquirir derechos y contraer obligaciones.
Una persona jurídica es una entidad que está sujeta a derechos y obligaciones. No existe como individuo, sino como institución, pero ha sido creada por una o varias personas físicas. Las empresas, asociaciones, organizaciones, etc., son personas jurídicas.
Una empresa que quiere constituirse como tal tiene que adquirir personalidad jurídica. Este trámite no es necesario en un empresario individual, ya que las personas físicas tienen personalidad jurídica desde el momento de su nacimiento. En cambio, las sociedades deben inscribirse en el Registro Mercantil para adquirir personalidad jurídica. A partir de ese momento, ya pueden operar.
5. Las Formas Jurídicas
La elección de la forma jurídica es un aspecto fundamental, pues cada una tiene unas determinadas características en cuanto a:
El número de socios.
El capital social necesario.
La protección del patrimonio personal de los socios en caso de deudas.
Los impuestos a pagar.
Los trámites exigibles para su constitución.
La mayor o menor facilidad a la hora de dejar la empresa.
Algunas actividades económicas están obligadas a constituirse en una forma jurídica concreta, pero, en la mayoría de los casos, los socios pueden elegir la forma jurídica que más les convenga.
Siempre es posible cambiar de una forma jurídica a otra, pero eso supondría realizar nuevos trámites y, con ello, abonar de nuevo las cantidades requeridas.
Animación. Formas jurídicas más habituales
5.1. Empresario individual
Empresa creada por un único socio, por lo que es fácil de constituir. La responsabilidad es ilimitada y tributa por el IRPF. Tiene más difícil el acceso a préstamos, ya que todo el negocio está dirigido por una única persona, con lo que todo depende de ella.
Fig. 2.17. Los empresarios individuales se denominan a menudo autónomos, dado que tienen que estar dados de alta en este régimen de la Seguridad Social.
En ocasiones, estas empresas se denominan «autónomos», puesto que los empresarios tienen que darse de alta en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos de la Seguridad Social. No obstante, los socios de casi cualquier sociedad tienen que estar también dados de alta como autónomos, por lo que, para evitar la confusión, es preferible referirse a esta modalidad como empresa individual.
5.2. Sociedad de responsabilidad limitada o sociedad limitada (SL)
Empresa constituida por uno o varios socios, con responsabilidad limitada, que requiere un capital social mínimo de 3 000 €. Se identifica por las siglas SL tras el nombre de la empresa.
El capital social se divide en participaciones, no divisibles. Si un socio quiere dejar la empresa, puede traspasar su participación a otro socio o a un familiar de primer grado (hijos, padres o cónyuge). Es una manera de proteger la entrada de socios desconocidos a esta empresa. Tiene dos variantes.
A. Sociedad limitada nueva empresa (SLNE)
Sociedad limitada que se puede constituir por medios telemáticos (online) en 48 horas. Pero tiene unas exigencias concretas: un máximo de cinco socios al constituirse (se puede ampliar con posterioridad) y un capital mínimo de 3 000 € y máximo de 120 000 €.
El nombre de la empresa será el nombre y los dos apellidos de un socio, seguido de las siglas SLNE, como Juan Rodríguez Martín, SLNE.
B. Sociedad limitada de formación sucesiva
Sociedad limitada que no requiere la aportación de capital inicial, pero a cambio está sujeta a restricciones, como el hecho de tener que reinvertir todos los beneficios en la empresa. Pasará a ser una sociedad limitada una vez que se hayan aportado los 3 000 € necesarios.
5.3. Sociedad anónima (SA)
Empresa constituida por uno o varios socios, con responsabilidad limitada, que requiere un capital social mínimo de 60 000 €. Se identifica por las siglas SA tras el nombre de la empresa.
El capital social se divide en acciones que pueden venderse libremente a quien se desee. Los socios fundadores deciden cuál es el valor de la acción al constituir la empresa. Generalmente, es bajo, ya que se pretende que se puedan vender con facilidad.
La mayoría de las grandes empresas son anónimas, como Telefónica o Iberdrola, y venden sus acciones en la Bolsa de valores. En España, tenemos cuatro bolsas: Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao. Cada día las acciones cambian de precio, según la oferta y la demanda, de forma que el precio de cada acción en un momento dado se llama cotización.
Además de los órganos de gobierno habituales, como la junta general de socios, más conocida como junta general de accionistas, y el administrador, es necesario contar con un auditor.
Las empresas grandes pueden necesitar varios administradores. Es lo que se denomina consejo de administración, que suele apoyar al equipo directivo en la gestión de la empresa, por ejemplo, fijando las líneas generales de actuación de la compañía. Pensemos que, en una sociedad con muchos accionistas, no es viable que la junta general de socios fije las directrices.
El auditor es una persona o empresa ajena a la sociedad anónima y, por ello, independiente, encargada de revisar la contabilidad de la empresa, para comprobar que los datos expresados en las cuentas económicas son correctos. Esto da credibilidad y fiabilidad a los posibles inversores y también a los socios minoritarios, aquellos que tienen pocas acciones.
6. Localización
En un mundo globalizado, con rápidas comunicaciones y transportes, las empresas pueden elegir dónde ubicarse. La estrategia que ha dominado los últimos años ha sido la deslocalización, de manera que los centros de producción se abren en países en vías de desarrollo, mientras que la comercialización y la venta se desarrollan en los países desarrollados, en locales bien decorados y estratégicamente ubicados.
6.1. Deslocalización geográfica
La deslocalización implica una consecuencia importante para los trabajadores de los países desarrollados: no pueden competir como mano de obra barata, sino como fuerza laboral cualificada.
Así, ha surgido un concepto nuevo, denominado trabajador del conocimiento, que hace referencia a los empleados cuyo principal valor es el conocimiento. Su tarea principal es la resolución de problemas poco habituales, lo cual requiere una combinación de conocimientos, habilidades prácticas y pensamiento creativo.
Hasta hace poco el conocimiento no ha sido reconocido como motor de riqueza. Las empresas tecnológicas y start-ups han sabido ver la importancia del capital intelectual, al innovar en productos que crean mayor valor en el usuario. Estas empresas son capaces de sustituir los bienes y servicios que están en el mercado por otros mejores y más deseados, logrando así una ventaja competitiva.
Las empresas que retengan el conocimiento se mantendrán en el mercado. Del mismo modo, los trabajadores que estén en continuo proceso de aprendizaje serán captados por las empresas; el resto, los que no pueden ofrecer capital intelectual, tendrán que competir en
6.2. Ubicación de locales comerciales
La localización de los locales comerciales es un elemento vital, porque acerca el producto al cliente y le facilita la tarea de compra. Del mismo modo, para los negocios online estar bien posicionado en el buscador puede marcar la diferencia entre el éxito o fracaso de un negocio.
A la hora de decidir dónde situar la empresa, hay que valorar la cercanía al cliente y su comodidad, pero también otros factores:
Características de la zona: precio y tamaño de los locales, metros de escaparate, anchura de la calle, medios de transporte público, aparcamientos, etc.
Localización de los competidores, negocios complementarios, concentración de empresas, etc.
Visibilidad del local: proximidad a lugares de ocio (cines, museos, restaurantes) o zonas peatonales, así como la decoración interior y exterior de la fachada.