Friedrich Nietzsche: Vitalismo, Crítica a Occidente y el Superhombre

Biografía y Contexto Histórico de Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche nació en Röcken (Prusia) en 1844, hijo de un pastor protestante. Estudió filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig. Con tan solo 24 años, fue nombrado catedrático de filología clásica en la Universidad de Basilea. Es importante destacar que Nietzsche no estructuró su pensamiento en un sistema filosófico cerrado y ordenado como otros filósofos.

Contexto del Siglo XIX

El pensamiento de Nietzsche se desarrolla en el siglo XIX, un periodo de profundas transformaciones:

  • Ámbito Político: Tiene lugar el triunfo de la burguesía frente al proletariado y tendencias restauracionistas tras las revoluciones. Acontecimientos puntuales significativos incluyen la muerte de Napoleón (1821) y la Guerra de Secesión americana (1861-1865).
  • Ámbito Social: Lo más destacado es el enfrentamiento que tiene lugar entre la clase propietaria de los medios de producción (burguesía) y la clase trabajadora. La burguesía vive su mejor momento, mientras que la gente del campo y los obreros urbanos a menudo viven en condiciones infrahumanas. Predominan el conservadurismo y la moral victoriana.
  • Ámbito Económico: Asistimos al afianzamiento del capitalismo industrial y a la expansión del imperialismo europeo en Asia y África.
  • Ámbito Cultural y Científico: Es un periodo donde casi cada día tiene lugar un nuevo avance científico o tecnológico: la termoelectricidad, la máquina de vapor, el telégrafo, la anestesia, las vacunas, etc. En 1859, Charles Darwin publica su revolucionaria tesis sobre la evolución de las especies. En literatura, triunfa el realismo de autores como Dickens y Flaubert, y emerge el simbolismo de poetas como Rimbaud. En pintura, destacamos el movimiento impresionista, y en música, figuras como Wagner y Chopin.
  • Ámbito Filosófico: El pensamiento de Nietzsche está inicialmente inspirado por la música de Wagner, las fuentes de la filosofía griega (especialmente los presocráticos) y figuras filosóficas como Hegel y Schopenhauer. De Hegel recoge su lógica de la contradicción, que atribuye un valor más rico al devenir y a la evolución que a lo estático (‘lo que es’). Sin embargo, le acusa de haber servido de sostén al cristianismo con su teología disfrazada de filosofía, olvidándose de lo ‘realmente real’. De Schopenhauer, aunque inicialmente admirado, critica posteriormente su nihilismo pasivo (voluntad de vivir como resignación) pero recoge y transforma la idea del eterno retorno.

Obras Destacadas

Entre sus obras más influyentes se encuentran:

  • La gaya ciencia
  • Así habló Zaratustra
  • Más allá del bien y del mal
  • El Anticristo

Crítica de Nietzsche a la Cultura Occidental

Nietzsche emprende una profunda crítica a los pilares de la cultura occidental, especialmente a su filosofía, religión y moral.

Crítica a la Filosofía: El Platonismo y el Legado Socrático

Nietzsche critica duramente la tradición filosófica occidental, que considera iniciada con Sócrates y Platón.

Platón distinguía entre un mundo inteligible (considerado verdadero, perfecto, inmutable) y un mundo sensible (considerado aparente, erróneo, cambiante). Otorgó todo el valor al mundo de las ideas, considerándolo el auténticamente real, mientras que el mundo sensible era un mero reflejo imperfecto. La metafísica tradicional, según Nietzsche, siguió este camino.

Nietzsche, en cambio, parte de la dualidad de impulsos vitales que observó en la tragedia griega: lo apolíneo y lo dionisíaco.

  • Apolo: Representa la razón, la medida, la claridad, la forma, la individuación.
  • Dioniso: Representa la embriaguez, el caos, la fuerza vital, la desmesura, la fusión con la naturaleza, el sentimiento trágico de la existencia.

Ambos impulsos, aunque contrapuestos, son necesarios y se complementaban en la Grecia presocrática. El problema, para Nietzsche, surge cuando la filosofía occidental, a partir de Sócrates y Platón, se empeña en negar lo dionisíaco y valorar como exclusivamente verdadero lo apolíneo (la Razón). Nietzsche se opone radicalmente a esta visión.

Propone que debemos preguntarnos por el valor de las cosas en relación con la vida. La filosofía tradicional ha invertido los valores, considerando como ‘bueno’ o ‘verdadero’ aquello que niega los impulsos vitales fundamentales, cayendo así en el nihilismo (negar la vida en favor de valores trascendentes ficticios).

La Muerte de Dios y el Nihilismo

El nihilismo, como negación de los valores supremos que habían guiado a Occidente, está simbólicamente representado en la famosa frase de Nietzsche: «Dios ha muerto». No se refiere a la muerte física de una entidad, sino al proceso histórico y cultural por el cual la idea del Dios monoteísta judeocristiano y los valores absolutos asociados a él (la Verdad, el Bien, el Orden trascendente) pierden su poder y credibilidad en la conciencia occidental.

La muerte de Dios deja un vacío. El ser humano se encuentra sin brújula, sin los valores que daban sentido a su existencia. Este es el momento del nihilismo, pero también una oportunidad. Ahora es necesario mirar hacia el propio ser humano y emprender una transmutación de todos los valores: crear nuevos valores que afirmen la vida en lugar de negarla. Al final de este proceso de superación del nihilismo y transmutación valorativa, puede nacer el Superhombre.

El Superhombre (Übermensch)

El Superhombre (o Supra-hombre, Übermensch) es el tipo de ser humano capaz de superar el nihilismo y llevar a cabo la transmutación de los valores. No es una figura biológica, sino moral y existencial. Nietzsche propone tres metáforas para describir el camino hacia el Superhombre:

  1. El camello: Representa al espíritu de carga, que soporta el peso de la tradición, los ‘tú debes’.
  2. El león: Representa al espíritu que se rebela, que destruye los viejos valores, que dice ‘yo quiero’.
  3. El niño: Representa la inocencia, el juego, la creación de nuevos valores, el ‘sí’ a la vida, un nuevo comienzo.

Si la vida no tiene un sentido trascendente preestablecido, el Superhombre es aquel capaz de crear su propio sentido. El arte, como actividad creadora y afirmadora, es una pieza clave para Nietzsche, llegando a afirmar que tiene más valor que la verdad (entendida como adecuación a una realidad fija). La vida, con toda su complejidad y contradicciones, es lo único que realmente cuenta.

La Voluntad de Poder

La Voluntad de Poder (Wille zur Macht) es un concepto central, íntimamente ligado al Superhombre. No se trata simplemente de un deseo de dominio político o social, sino de la fuerza vital fundamental que impulsa a todo ser a crecer, superarse, expandirse, crear y afirmarse en su existencia. Es la capacidad del ser humano de ir más allá de sí mismo, de no aceptar pasivamente los valores dados, sino de crearlos activamente. Se contrapone a la ‘voluntad de vivir’ de Schopenhauer, que Nietzsche interpreta como una mera voluntad de supervivencia y conformidad, a menudo teñida de resignación.

El Eterno Retorno

El Eterno Retorno de lo Mismo es una de las ideas más enigmáticas y profundas de Nietzsche. Surge, en parte, como la prueba suprema para la Voluntad de Poder: ¿serías capaz de amar la vida hasta el punto de querer que cada instante, con sus alegrías y dolores, se repita eternamente tal cual es? Afirmar el Eterno Retorno significa la máxima afirmación de la vida y del instante presente. Permite a la Voluntad de Poder ‘querer’ también el pasado, no para cambiarlo, sino para asumirlo y afirmarlo como parte necesaria del todo. Nietzsche se inspira tanto en reflexiones cosmológicas antiguas como en su propia concepción filosófica de la afirmación vital.

Nietzsche frente a la Tradición Filosófica

El pensamiento de Nietzsche se enmarca en el vitalismo irracionalista. Aunque fue un gran conocedor del pensamiento griego, pronto se convirtió en un ferviente crítico de la dirección que tomó la filosofía occidental a partir de Sócrates y Platón.

Comparte con cierta tradición antigua (como Heráclito) y con algunos aspectos del pensamiento aristocrático una defensa del sentido jerárquico y afirmativo de la existencia.

Nietzsche critica los valores considerados más excelsos de Occidente (la Verdad, el Bien, la Razón absoluta) por considerarlos dogmáticos y, fundamentalmente, antivitales. Sostiene que con Sócrates y Platón se pierde la visión trágica y afirmativa de la existencia, propia de los presocráticos, en favor de un optimismo racionalista que identifica Razón = Virtud = Felicidad. Para Nietzsche, esta ecuación es falsa; la vida se basa más en el instinto, la voluntad y la afirmación de todas las dimensiones humanas, incluyendo el sufrimiento.

La metafísica platónica, al postular un mundo ideal separado y superior, no hace más que profundizar este error. Según Nietzsche, ‘momifica’ la realidad, que es devenir constante, pensando que ha encontrado la Verdad única e inmutable. La realidad puede ser terrible, pero la solución no es inventarse otro mundo consolador.

El cristianismo es, para Nietzsche, ‘platonismo para el pueblo’: una vulgarización de las ideas platónicas que instaura una moral de esclavos, basada en la humildad, la obediencia, la compasión entendida como debilidad y el resentimiento contra los fuertes y vitales. Frente a ella, Nietzsche promueve una moral de señores, propia del Superhombre, basada en la auto-superación, la creación de valores propios y la afirmación gozosa de la vida. Para que esta nueva moral pueda surgir, ‘Dios debe morir’.

Otro error fundamental de la metafísica platónica y de gran parte de la filosofía posterior es su confianza ciega en los conceptos. Los conceptos son engañosos porque pretenden fijar y universalizar una realidad que es fundamentalmente concreta, individual y cambiante. Son abstracciones que nos alejan de la riqueza del devenir. Por ello, Nietzsche prefiere el uso de la metáfora y el aforismo, lenguajes que exigen interpretación, reconocen la multiplicidad de perspectivas y son, por tanto, más fieles a la naturaleza dinámica del mundo y de la vida.

Relevancia Actual del Pensamiento de Nietzsche

Sin embargo, reflexionando sobre nuestra época, no parece que hayamos evolucionado colectivamente hacia ese Superhombre que Nietzsche anhelaba. Hemos sustituido los valores que él consideraba ficticios del platonismo y el cristianismo por otros que, desde una perspectiva nietzscheana, podrían considerarse igualmente falsos o impuestos.

Hoy, muchos de nuestros valores dominantes, aunque superficialmente puedan parecer cercanos al vitalismo que Nietzsche defendía (como el culto al cuerpo, el hedonismo, la búsqueda del poder, la exaltación de la juventud), a menudo no son más que una imposición sutil del mercado y la sociedad de consumo. Estos ‘nuevos valores’ inventan constantemente necesidades y nos guían hacia el consumo, homogeneizando en lugar de fomentar la creación individual de sentido.

Nietzsche aspiraba a que el ser humano viviera la vida plenamente, asumiendo con coraje tanto el placer como el dolor inherentes a ella (amor fati o amor al destino). Esta visión contrasta con la versión a menudo light, edulcorada y temerosa del sufrimiento que nos transmiten muchos discursos contemporáneos, como la publicidad, considerada por algunos críticos como los nuevos ‘púlpitos’ ideológicos de nuestro tiempo.