Introducción
Friedrich Nietzsche nació en Röcken en 1844. Su padre, un sacerdote protestante, falleció cuando Nietzsche tenía 15 años, por lo que fue criado por su madre y hermanas. Estudió filología en Leipzig, donde conoció a Schopenhauer, un ateo que influyó profundamente en Nietzsche. Desde joven, fue nombrado profesor de griego en la universidad de Basilea, donde conoció a Wagner, a quien admiró por su expresión de la cultura alemana.
Su primera obra, El nacimiento de la tragedia, no fue bien recibida por sus colegas académicos. Buscando un clima más favorable, viajó a distintas ciudades, comenzando a experimentar fuertes dolores de cabeza. Se enamoró de Lou Salomé, la novia del poeta Rilke. Los veranos en Sils-Maria, Suiza, fueron sus años más productivos. En Turín, presenció el maltrato a un caballo, lo que le provocó una crisis. En 1889, fue acogido por su familia, permaneciendo en estado catatónico durante 11 años, hasta su muerte en 1900. En 1901, su hermana publicó textos inéditos en el libro Voluntad de poder. Su hermana, Elizabeth, se convirtió en su principal compañía y simpatizante del partido nazi. Heidegger realizó una crítica a Nietzsche, pero no fue hasta los años 60 que su obra se tradujo y difundió en Europa, en relación con los acontecimientos políticos, convirtiéndolo en un autor moderno.
Nietzsche fue un vitalista, cuya filosofía afirma que la vida es irreducible, subrayando el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia. Su filosofía se entiende como un intento radical de hacer de la vida lo absoluto, un ámbito de creación y destrucción, de devenir, fuego, alegría y dolor.
Metafísica
En su obra juvenil, El nacimiento de la tragedia, Nietzsche señala que el pueblo griego supo captar las dos dimensiones de la realidad sin ocultar ninguna, expresándolas míticamente a través del culto a Apolo y Dionisos.
Apolo y Dionisos
Apolo, dios de la juventud, la belleza y la luz, representa el equilibrio, la medida y la forma. Es el mundo como una realidad ordenada y racional. Frente a lo apolíneo, los griegos opusieron lo dionisíaco. Dionisos, dios del vino y las cosechas, representa el exceso, la embriaguez y la pasión. Según Nietzsche, es el dios de la confusión, la deformidad, el caos, la noche, los instintos y la disolución de la individualidad. Los griegos expresaron en Dionisos una dimensión fundamental de la existencia que fue relegada en el mundo occidental.
Decadencia Occidental
Con Sócrates y Platón se inició la decadencia occidental. Los griegos intentaron ocultar la faceta dionisíaca, inventando un mundo de legalidad e irracionalidad (logos), un mundo apolíneo fomentado por el platonismo. La decadencia surge con Eurípides, Sócrates y Platón, con la creencia en un mundo verdadero, objetivo y eterno, despreciando las categorías de la vida como el cuerpo, la sexualidad, el tiempo, el cambio y la multiplicidad. La historia de la decadencia continúa con el cristianismo, que es el platonismo para el pueblo y la moral de los esclavos.
Muerte de Dios y el Superhombre
En el siglo XIX, la filosofía moderna preparó la muerte de Dios, y el materialismo mostró el carácter ilusorio de las creencias anteriores. Esta crisis es necesaria para la aparición de un hombre nuevo (superhombre) y una nueva concepción de la vida. La filosofía nace con el paso del Mito al Logos, que es la descripción racional, precisa y objetiva. Sin embargo, Nietzsche argumenta que no existen esencias ni rasgos comunes a los individuos de una especie, ni siquiera los objetos, cuya identidad es una consecuencia de nuestra forma de representar la realidad.
La metafísica es un signo antivital, guiada por un instinto de vida decadente, contrario al espíritu griego anterior. La raíz moral fue el temor al cambio, la muerte y la vejez, un síntoma de miedo al caos. Cuando Nietzsche predica la muerte de Dios, no se refiere a su existencia, sino a la muerte de la creencia en él y en entidades absolutas como el Progreso, la Renovación y la Ciencia. La muerte de Dios indica que los hombres viven desorientados en el nihilismo, condición necesaria para crear al superhombre.
El superhombre es el hombre nuevo que surge tras la muerte de Dios, fiel a los valores de la vida y al sentido de la tierra. Su caracterización es ambigua, dando lugar a interpretaciones peligrosas que le atribuyen rasgos como la falta de compasión, el desprecio por los débiles, la crueldad y el gusto por la acción y la guerra.
Las Tres Transformaciones del Espíritu
En Así habló Zaratustra, Nietzsche describe tres transformaciones del espíritu: camello → león → niño. El camello representa la humildad y el resentimiento hacia la vida. El león representa al hombre crítico que destruye los valores establecidos, pero no es capaz de crearlos. El niño, en cambio, sabe de la inocencia del devenir, toma la vida como un juego y la afirma.
El Eterno Retorno
Según la tesis del Eterno Retorno, todo se repetirá un número infinito de veces. Nietzsche argumenta que, dado que la cantidad de fuerza en el universo es finita y el tiempo infinito, todo debe repetirse. Esta teoría también se entiende como una ética: actuar siempre con el deseo de que cada acción se repita eternamente. No buscar pequeñas satisfacciones, sino actuar de manera que cada instante sea digno de repetirse.
Aunque la vida sea fugaz, podemos recuperar la permanencia si actuamos como si cada instante durase eternamente.
Voluntad de Poder
La voluntad de poder es el fondo primordial de la existencia y la vida. Todas las cosas son expresión de un fondo que pugna por existir y por ser más. No se trata de un ser personal, sino de un cúmulo de fuerzas que compiten entre sí. Como muestra la tragedia griega, el héroe, como Edipo, intenta escapar del destino, pero está condenado a morir porque el poder no es del yo, sino de la vida. Nietzsche desemboca en el pesimismo, pues la voluntad de poder es solo voluntad de soportar, y el Eterno Retorno no trae alegría, sino resignación ante la repetición.