Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Influencias
- Presocráticos
- Heráclito: Filósofo del devenir, el cambio, la pluralidad y el perecer. Nietzsche lo retoma en su obra Crepúsculo de los ídolos (1889) para criticar la noción socrática de la apariencia.
- Demócrito: Filósofo que ríe, precursor de Epicuro. Consideraba que la virtud radica en el equilibrio de las pasiones, logrado a través del saber y la prudencia.
- Cultura griega preplatónica: El arte y la poesía aprehenden la esencia del mundo, uniendo estética y ontología.
- Religión:
- Apolo: Dios de la belleza, la contención, la medida, el equilibrio, la individualidad, la conciencia, la razón, la luz y la palabra.
- Dionisos (Baco): Dios de la embriaguez mística, la desmesura, la orgía, la música y la danza. Símbolo de la vida y la inconsciencia que rompe barreras y limitaciones.
- Estilo de vida: Aristocracia como sinónimo de buen gusto.
- Tragedia: Para Nietzsche, “la vida es un juego trágico con la muerte” (generación-corrupción / exaltación-dolor).
- Sófocles: Representa el equilibrio de la belleza humana.
- Esquilo: Autor de Prometeo encadenado, representa la visión trágica.
- Eurípides: Representa la pasión dialéctica.
- Religión:
- Schopenhauer (1788-1860): Autor de El mundo como voluntad y representación. Su concepción de la inteligencia regida por los instintos influye en el concepto nietzscheano de la vida como fuerza creadora, presente en La voluntad de poder (obra póstuma). En El origen de la tragedia (1872), Nietzsche ve en los “héroes impetuosos” de las óperas de Wagner la continuación de las tragedias griegas.
- Renacimiento e Ilustración
- Montaigne (1533-1592): Su concepción escéptica del hombre como ser “insignificante ante la naturaleza”, plasmada en sus Ensayos (1580), influye en el desprecio de Nietzsche por lo humano.
- Voltaire (1694-1778): Influye en Humano, demasiado humano (1878-1879, dedicada a Voltaire), Aurora (1881) y La gaya ciencia (1882). En estas obras, Nietzsche utiliza la “genealogía histórica” como método para criticar los supuestos metafísicos en el desarrollo del conocimiento.
- Hume (1711-1776): Su fenomenismo escéptico y antimetafísico (“la sustancia es un haz de fenómenos”) y su emotivismo moral (“la razón es esclava de las pasiones”) niegan la validez de principios eternos como Dios (tradición) o la causa (creencias-costumbres).
Vitalismo
El vitalismo en Nietzsche supone la afirmación de la vida por encima de cualquier otro valor, en contraposición a los filósofos idealistas como Platón, quienes postulaban la existencia de dos mundos separados: el mundo sensible y el mundo inteligible. Para Platón, el mundo verdadero era el inteligible, negando así el valor del mundo sensible, al que consideraba responsable de la ignorancia y los errores por estar sujeto al devenir. Platón llegó a afirmar que filosofar era “aprender a morir”.
Nietzsche reacciona contra esta metafísica que desprecia la vida. Para él, la vida es una fuerza creativa biológica que se proyecta en el espíritu, caracterizada por la lucha constante entre fuerzas opuestas. La vida es voluntad de poder, donde prevalece aquello que ayuda a la conservación y acrecentamiento de ese poder. Este poder no debe entenderse como voluntad de dominio, sino como amor a la propia vida, que posibilita una existencia afirmativa y creadora, donde el individuo desarrolla todas sus potencialidades, como lo hace un artista (el individuo como creación y recreación de sí mismo). Es una vida que se explica y tiene sentido por sí misma, sin necesidad de recurrir a instancias sobrenaturales como Dios o el Mundo inteligible.
Según Nietzsche, la humanidad ha valorado todo lo que se opone a la vida. La moral vigente, al rechazar lo vital, el devenir y el aspecto trágico de asumir que todo lo existente, dominado por el devenir, tiene como fin la muerte, es una moral decadente. “Decadente” en el sentido de que, en lugar de disfrutar de esta vida a pesar de su carga negativa, uno se consuela con la idea de que tras la muerte existe otra vida que nos recompensará, lo cual implica una negación de los valores vitales.
Esta consideración lleva a Nietzsche a plantear la necesidad de invertir los valores. En lugar de afirmar la existencia de Dios, debemos afirmar la existencia del hombre y su derecho a la plenitud vital. En lugar de afirmar la superioridad de la razón expresada en conceptos vacíos, hay que afirmar el valor de los sentidos, que nos ponen en relación directa con el mundo vivo, muy diferente al que nos presentan los conceptos de filósofos idealistas como Parménides, Sócrates, Platón, Descartes, Kant o Hegel.