Friedrich Nietzsche: Un Crítico de la Cultura Occidental
Friedrich Nietzsche (Röcken, Sajonia, 1844) es uno de los grandes pensadores del siglo XIX, conocido por ser un gran crítico de la cultura occidental, poniendo en cuestión ámbitos como la religión, la metafísica o la moral. Veamos algunas de estas críticas:
Crítica a la Metafísica: Lo Apolíneo y lo Dionisíaco
Por una parte, Nietzsche critica la metafísica occidental. Ya desde su primera obra, El nacimiento de la tragedia (1872), que es un estudio sobre la tragedia griega, se contempla su planteamiento filosófico. Según él, los griegos anteriores a Sócrates habían percibido en el mundo una dualidad de aspectos que simbolizaron a través de los dioses Apolo y Dionisos: Apolo representaba la luz, la belleza, la mesura, la simetría, la pureza, la razón, etc., mientras que Dionisos simbolizaba la oscuridad, los instintos, el frenesí, el caos, la locura, lo irracional…
Las tragedias griegas de esa época conjugaban perfectamente la tensión entre lo apolíneo y lo dionisíaco y, para nuestro autor, esa visión de la existencia era la más acertada, ya que no eliminaba nada de la realidad, afirmaba todos los aspectos de la vida.
El problema, según Nietzsche, es que eso se acabó con Sócrates, que puso a la razón como instrumento único para comprender la realidad. Esta racionalización de lo vital, continuada por discípulos como Platón y, más tarde, el cristianismo, ha eliminado cualquier rastro de cambio, de devenir, de instinto; en resumen, de vida. El error consiste en rechazar lo que tienen delante de los ojos y empeñarse en buscar algo que ni siquiera saben si existe. Cuando por fin se cansan de buscar porque no han encontrado nada, culpan a los sentidos por no haberles mostrado la “verdadera realidad”, que parece encontrarse en un mundo supraterrenal, inmóvil y perfecto.
Crítica a la Moral: Transvaloración y la Moral de Esclavos
La crítica a la metafísica tiene su origen en la crítica a la moral, puesto que proviene de una inversión de los valores. En La genealogía de la moral, Nietzsche expone la dinámica de esta inversión, denominada transvaloración: aquello que originalmente era bueno pasó a ser considerado malo por los “traidores de la vida”.
En Homero, la virtud equivalía a la excelencia y aunaba en su concepto la fuerza, la riqueza, la belleza y el poder. Bueno era ser aristócrata y triunfar en la batalla heroicamente. En cambio, malo era ser pobre, humilde y pasar desapercibido.
Sin embargo, a partir de Sócrates, el concepto de virtud se relacionó con la salud del alma y el comportamiento conforme a la razón. Por su parte, la tradición judeocristiana continuó esta inversión de los términos, considerando buenos a los que sufren, a los débiles y enfermos, mientras que los fuertes y los poderosos pasan a ser los malvados.
Según Nietzsche, esta transvaloración de los valores del cuerpo en valores del alma es la forma que la venganza y el rencor del débil adoptan como defensa contra el fuerte. En la moral aristocrática originaria, la moral de los señores, el bueno ignora o desprecia al malo, pero no lo odia. Es poderoso, pero no vengativo. Sin embargo, en la moral nacida del resentimiento, en la moral del esclavo, el malo pasa de ser «malo» a «malvado», y a lo malvado no basta con ignorarlo, sino que hay que aniquilarlo y hacerlo desaparecer.
Es en este sentido en el que los valores de la civilización occidental son decadentes y se hace necesaria una superación de la moral basada en una inocencia que esté más allá del bien y del mal.
La Muerte de Dios y el Nihilismo
Nietzsche empleó el término nihilismo para hacer referencia a esta decadencia de los valores de la civilización occidental, la cual se corresponde con la muerte de Dios, esto es, con la eliminación del fundamento de aquellos valores. Pero, ¿qué ocurre una vez que se ha dejado de creer en Dios y se abandonan los valores tradicionales? Ese vacío con el que nos encontramos puede ser interpretado de dos formas diferentes:
- En sentido negativo: Es la constatación de que los valores vigentes hasta el momento no valen nada, lo que supone la decadencia de la civilización occidental.
- En sentido positivo: Es la condición para crear valores nuevos. Manifiesta el coraje de la voluntad al destruir y crear de la nada.
La Voluntad de Poder y el Vitalismo
En vista de que la cultura occidental se caracteriza por ser decadente, nihilista, pesimista, enferma…, Nietzsche propondrá como solución el vitalismo, una filosofía que sitúa la vida como el centro de su pensamiento y donde la fuente de valores no se encuentra en lugares como la razón o la fe, sino en el propio amor a la vida (amor fati).
Es aquí donde surge el concepto de Voluntad de Poder como el principio que ha de regir el devenir de lo real. Es el sentimiento de poder, fuerza, ganas de vivir, afirmación de uno mismo, impulso, pasión y afán de superación. Se trata de abrazar todo lo que conlleva estar vivo, incluso el dolor, entendiendo que este forma parte de la vida, por lo que no hemos de enfrentarnos a él negativamente. Además, la Voluntad de Poder exige la libertad y la creatividad suficientes para alejarnos del rebaño y poder crear valores sin la influencia de los errores del pasado.
El Superhombre (Übermensch) y las Transformaciones del Espíritu
En Así habló Zaratustra, el personaje de Zaratustra anuncia que, tras la muerte de Dios, llegará el Superhombre (Übermensch) y lo hace con una descripción metafórica sobre las transformaciones del espíritu:
- El espíritu comienza por ser camello, animal que simboliza el sometimiento de la voluntad a la carga del deber moral, de la religión, de todo aquello que resulta una imposición ajena al deber propio.
- El camello se transforma en león, que simboliza al gran negador. Es el coraje de la voluntad que cuestiona y destruye todos los valores vigentes.
- Por último, el león se transforma en niño que juega, olvidado de sí mismo. El niño es el Superhombre que aparece como un libro en blanco, libre de valores, prejuicios, dioses o categorías metafísicas.
El Eterno Retorno
Por último, es interesante mencionar la famosa teoría nietzscheana del Eterno Retorno. El eterno retorno de lo mismo significa la curvatura del tiempo según la cual aquello que ya sucedió volverá a suceder innumerables veces. Esta tesis es contraria a la manera lineal en la que interpretamos la sucesión de acontecimientos, cambiándola por una interpretación circular.
Interpretación Cosmológica
A esta doctrina nietzscheana se le puede dar una explicación en clave cosmológica del siguiente modo: Si la cantidad total de energía del mundo es una cantidad finita (nota: el texto original mencionaba ‘infinita’, lo cual es atípico en esta argumentación, pero se mantiene la estructura gramatical) que permanece constante, y el mundo está compuesto por un número finito de elementos dotados de energía, se sigue que el mundo, en su proceso de devenir, adoptará una sucesión de distintas combinaciones posibles de esos elementos. Pero, por muchas que fueran las combinaciones, habrán de repetirse en un tiempo finito, y dado que cada combinación condiciona a la que le sucede, el resultado será el advenimiento de un ciclo de series absolutamente idénticas que se repite una y otra vez.
Interpretación Ética y Metafórica
Por otra parte, la mayoría de los intérpretes de Nietzsche entienden que la doctrina del eterno retorno debe ponerse en relación con la teoría de la Voluntad de Poder, teniendo un sentido más metafórico que literal. Habría que entender entonces el eterno retorno como una expresión máxima de la reivindicación de la vida, de manera que, si aceptamos la repetición de los sucesos con valentía, incluidos el dolor, el sufrimiento y la angustia, seremos superhombres. Se trata de un punto de quiebre que promueve la responsabilidad moral de cada acción, y en este sentido, el eterno retorno se convierte en una prueba de autenticidad y en un imperativo moral que nos lleva a cuestionar la calidad de la vida que llevamos.
Comparación Filosófica: Nietzsche frente a Platón
Podemos relacionar el problema filosófico planteado con la filosofía platónica, ya que el idealismo racionalista de Platón (s. V-IV a. C.) se enfrenta claramente al pensamiento vitalista e irracionalista de Nietzsche (s. XIX).
Puntos en Común
Antes de hacer referencia a las notables diferencias que caracterizan a ambos filósofos, cabe destacar dos rasgos en común:
- El estilo literario de ambos autores, en cuyas obras es fácil encontrar alegorías, metáforas y una prosa poética. Platón escribe diálogos y Nietzsche recurre también al recurso dramático.
- La defensa del sentido aristocrático de la existencia, aunque desde perspectivas muy diferentes. No se trata de una aristocracia de la sangre o de la posición social. Para Platón es una aristocracia del conocimiento (los más sabios y justos deben gobernar la sociedad ideal), mientras que para Nietzsche es una aristocracia de los creadores de nuevos valores (el Superhombre se rige por la “moral de los señores”, propia de espíritus elevados que afirman la vida terrenal). Por tanto, los dos pensadores son defensores de una élite.
Diferencias Fundamentales
Por otra parte, vamos a ver las diferencias que separan a los dos pensadores:
- Metafísica: La metafísica platónica tiene una concepción de la realidad que parte de la existencia de dos mundos: Inteligible y Sensible. Recordemos que el Mundo de las Ideas es el mundo de las esencias eternas, absolutas, inmutables, universales, inmateriales; en definitiva, un mundo donde no existen el cambio ni el devenir. Nietzsche, muy al contrario, considera que no existen verdades universales, sino distintas interpretaciones del mundo, distintas perspectivas producidas por la Voluntad de Poder.
- Ciencia y Matemáticas: Platón daba una gran importancia a las matemáticas, como así constaba en la puerta de su Academia. Nietzsche también critica la matematización de lo real, que está en la base de la ciencia moderna. El modelo matemático de la naturaleza se basa en la cantidad y, según Nietzsche, querer reducir todas las cualidades a cantidades es un error. La ciencia deja fuera aquellos aspectos de la vida que no son susceptibles de cuantificación, como las pasiones, el amor, la creatividad, etc.
- Epistemología: Platón defiende un dualismo epistemológico en el que la experiencia corporal de los sentidos es considerada opinión (doxa) o conocimiento poco fiable, siendo la razón, instrumento del alma, la única capaz de guiarnos a la verdad (episteme). Nietzsche, al contrario, realiza una defensa radical de los sentidos como fuente de conocimiento sobre el devenir.
- Antropología: Platón también defiende un dualismo antropológico, distinguiendo en el ser humano dos partes bien diferenciadas: el alma (inmortal, perteneciente al mundo inteligible) y el cuerpo (mortal, que nos ata al mundo sensible con sus pasiones, complicando el ascenso al mundo de las ideas). Nietzsche, muy al contrario, valora el cuerpo: sus sentidos y sus instintos naturales. Los sentidos nos mostrarán la realidad del devenir.
- Moral: Platón hereda de Sócrates el intelectualismo moral, que podemos resumir en la fórmula “razón = virtud = felicidad”. Según Nietzsche, esto es un gran error, ya que pone la razón en lugar de la vida. Nietzsche considera que el platonismo y después el cristianismo han invertido los valores, creando una “moral de esclavos” que fomenta el resentimiento contra la vida y los valores mezquinos, tales como la humildad, el sacrificio o la obediencia. Frente a esta moral, Nietzsche promueve la “moral de los señores“.
Platón y Nietzsche representan, por tanto, dos modos antitéticos de concebir la realidad y la filosofía.