Filosofía Presocrática y Sócrates: Pensamiento, Ética y Contexto Histórico

1) PRESOCRÁTICOS

Introducción

Si bien la filosofía griega inicia su apogeo con Sócrates en el siglo V a.C., antes se encuentran unos filósofos centrados en el problema cosmológico. Se preguntan por el principio constitutivo de la realidad material: el Arjé; para así dar una explicación racional del mundo. Encontramos dos grupos principales:

  1. Monistas: Consideran que el Arjé está formado por un elemento.
  2. Pluralistas: Defienden que el Arjé está formado por varios elementos.

Filósofos de Mileto

  1. Tales: Aristóteles considera que Tales es el primer filósofo en emplear los términos physis y Arjé. La physis es la naturaleza de un ser, explicando las características que conserva a pesar de los cambios que pueda sufrir. El Arjé, por otro lado, es la base de la physis, suponiendo el elemento que constituye toda realidad. Tales sitúa como el Arjé al agua, dado que aprecia que los alimentos y semillas contienen agua, siendo estos dos elementos fuentes de vida importantes.
  2. Anaximandro: A diferencia de Tales, considera que el Arjé no puede ser tan concreto como el agua, pues no toda la materia está formada por los mismos elementos, por lo que el Arjé debe ser el ápeiron: el infinito, el cual da lugar a las cosas físicas por separación de contrarios. Por ejemplo, si se separan el calor y el frío del infinito tenemos la temperatura.
  3. Anaxímenes: Discípulo de Anaximandro, tendrá una visión del Arjé intermedia entre su maestro y Tales: escoge el aire como elemento constitutivo de la realidad, de forma concreta como Tales, pero estima a su vez que el aire es de naturaleza infinita, lo que le acerca más a la visión de Anaximandro. Anaxímenes apuesta por el aire como Arjé, entre otras razones, por cómo el aire se condensa formando nubes y precipitándose y viceversa, formando el ciclo del agua que da vida a las plantas y animales.

Pitagóricos

Introducción

Pitágoras y sus discípulos formaron una escuela filosófica que a su vez era una especie de secta religiosa, que consideraba la filosofía junto a las matemáticas las vías para purificar el alma.

Cosmología

Los pitagóricos se referían al cosmos como el equilibrio que existe en el universo, pues, aunque las cosas están formadas de elementos contrapuestos, dichas cosas están en armonía, gracias a la racionalidad de las relaciones numéricas. Este protagonismo numérico se debe a que para los pitagóricos el Arjé está en los números, por lo que el Arjé ha de ser múltiple e inmaterial, dado que todas las cosas están formadas por números.

Antropología

La antropología pitagórica se halla notablemente influida por el orfismo, una corriente griega que a su vez extrae la creencia en otra vida y la reencarnación de religiones orientales. El orfismo considera al humano un ser compuesto de alma y cuerpo. El alma se encuentra encerrada en el cuerpo, y para ser feliz ha de liberarse de su cárcel. Con relación al cuerpo humano, los pitagóricos consideran que todo lo material es negativo pues impide al alma su elevación espiritual. Para compensar este desajuste espiritual en la vida del hombre, los pitagóricos seguían unas reglas estrictas como evitar comer carne, así como dedicarse al estudio para no dejarse llevar por la realidad sensible. Respecto al alma, afirman que posee una naturaleza inmortal, y tras la muerte se separa de lo corporal si se ha purificado, y en caso contrario se reencarna en otro cuerpo.

C) Heráclito

Cosmología

A partir del cambio que capta en los fenómenos sensibles, deduce que la realidad se transforma continuamente. Heráclito lo ejemplifica afirmando que nunca uno puede bañarse dos veces en el mismo río, dado que este continuamente está convirtiéndose en uno diferente. Esto lleva a Heráclito a pensar que el Arjé es el fuego, dado que refleja el eterno devenir.

Antropología

El alma humana estaría también hecha de fuego, si bien el alma es inmortal. El humano ha de aprender a ser sabio y vivir según el logos para ser feliz. El logos muestra que el universo basa su equilibrio en una lucha de contrarios: no puede haber paz sin guerra, amor sin odio.

D) Parménides

En su obra Sobre la naturaleza, la diosa Díke revela a un viajero las tesis que pretende exponer Parménides. Una de las más importantes será el camino de la verdad, que implica que el ser es y no es posible que no sea. El ser es, por tanto, único, pues si hubiera más de un ser un ente sería igual y distinto a otro, lo que supone una contradicción. Al ser único, el ser es imposible que cambie o se mueva pues supondría dejar de ser lo que es. La diosa afirma que el ser sólo es captado mediante el pensamiento, mientras que el no ser se escapan al intelecto. Los atributos del ser, entonces, serían: unidad, eternidad, perfección, universalidad e inteligibilidad. Parménides aclara que, si bien el ser es base de la realidad, no llega a ser el Arjé porque este necesita de transformación y el ser es inmutable. La otra tesis principal de su obra Sobre la naturaleza será el camino de la doxa, que significa el conocimiento que formamos a partir de la realidad sensible. Al haber afirmado Parménides que el no ser correspondía al mundo sensible y se escapa al intelecto, concluye que la doxa conlleva confusión. Con Parménides nace, pues, la metafísica y ontología al plantear un estudio filosófico detallado del ser.

E) Pluralistas

En contraste con los monistas, los pluralistas apostarán por varios Arjés que expliquen la diversidad de las cosas. Empédocles buscaba reconciliar la idea de una realidad cambiante con la de una idea de realidad única. Para ello muestra la existencia de cuatro Arjés o elementos de toda la realidad: tierra, agua, aire y fuego. De esta forma, Empédocles atribuye a sus elementos las características del ser de Parménides pero rescata también la idea del cambio de Heráclito al poder mezclar unos elementos con otros. Así, la realidad se forma uniendo elementos mediante el Amor o separándolos mediante el Odio. El Amor es una fuerza que al principio unía todos los elementos en una esfera compacta, pero la fuerza del Odio entró en ella separándolos. Dichas fuerzas están en constante pelea, originando y destruyendo el universo en un ciclo infinito conocido como eterno retorno. Anaxágoras se extraña de cómo puede salir carne de lo que no es carne, por lo que Los cuatro elementos se le quedan cortos. Por tanto, propone como Arjés una infinidad de semillas invisibles de donde surge toda la realidad, combinándose entre sí y prevaleciendo las más dominantes. Una vez resuelto el problema de la realidad material, lanza el concepto de Nous: una Mente divina y ordenadora del universo que no está compuesta por semillas. Esta innovación de Anaxágoras introduce en la filosofía la posibilidad de un principio racional del mundo, de modo que este ya no sería fruto del azar, sino que tendría un sentido.

Atomistas

Si bien Leucipo es el primero de esta escuela, Demócrito será el emblema de esta. Demócrito, al ser pluralista, afirma que la realidad está formada por una diversidad de sustancias, las cuales son cualitativamente iguales y materiales: átomos. Estas partículas son indivisibles e imperceptibles, diferenciándose solamente por su tamaño, orden, figura y posición en el espacio. Además de los átomos, la física de Demócrito añade el vacío, que permite que los átomos se muevan por el espacio. Por tanto, los Arjés son los átomos y el vacío. Los átomos son materiales y se mueven por el vacío por puro azar, generando cuerpos al unirse y corrompiéndolos al separarse. El conocimiento para Demócrito es también sumamente materialista: como los átomos son imperceptibles, el conocimiento sensible es un saber confuso e incompleto que se perfecciona al descubrir los átomos y alcanzar el saber auténtico.

Sofistas

Introducción

En el siglo V a.C. en Atenas se asienta la democracia, especialmente con Pericles, que impulsa la cultura y el humanismo. Al fortalecerse la democracia, surge la necesidad de formar a los aspirantes a gobernar la polis griega, y aquí nacen los sofistas. Estos solían tener origen extranjero, lo que explica su relativismo al educar pues no compartían tradiciones de otros atenienses. Se autodenominaban sabios, pero Sócrates sostuvo lo contrario. Con los sofistas se da el giro antropológico, pues se enfocan en temas más humanos: política, ética… Este giro se debía a las dudas generadas por los presocráticos unidas a la necesidad de perfeccionar la formación democrática. Dado que el acceso a puestos de gobierno dependía del saber convencer, los sofistas basaron la virtud o areté en la retórica y argumentación, independientemente de la verdad o corrección del contenido. Los sofistas destacan por su relativismo moral: el bien depende de cada sociedad o individuo, lo que criticará Sócrates. Este relativismo da lugar a un convencionalismo democrático: las normas no se basan en la moral sino en el ponerse de acuerdo, lo que hace que leyes humanas sean relativas.

Protágoras

Su frase más emblemática es “el hombre es la medida de todas las cosas”. Esto significa, por un lado, que la realidad no es objetiva, sino que es el hombre el que la construye mediante su pensamiento. Por otro lado, aunque existiera una realidad objetiva no se podría conocer, al depender el conocimiento de cada punto de vista. Este relativismo extremo era un problema para la convivencia, dado que sin una referencia a una realidad objetiva es imposible entenderse.

Gorgias

Gorgias comienza argumentando que, si algo se puede conocer, no se puede comunicar a los demás. Por ende, si algo existe no puede ser conocido por el hombre. Conclusión: nada existe. Este filósofo, por tanto, niega el ser y la realidad, prueba del nihilismo al que conduce su escepticismo. Si no hay realidad, la razón debe renunciar a conocer y conformarse con el lenguaje. No obstante, al perder el lenguaje su relación con la realidad, las palabras pierden su significado. Estas consideraciones explican por qué los sofistas se enfocaban en hablar bien, dado que lo importante no era el contenido del discurso sino el convencer del mismo. Así, la filosofía renunciaba a buscar la verdad y se convertía solamente en una estrategia retórica. A modo de conclusión, los sofistas acometen el giro antropológico en Grecia al enfocarse en temas puramente humanos en pro de un pragmatismo según los intereses de cada uno. Eran expertos en el arte de la retórica, que enseñaban para aspirantes a sobresalir en la democracia ateniense. Propugnaban un relativismo epistemológico, como ejemplifica Protágoras con la frase “el hombre es la medida de todas las cosas”; que a su vez les condujo a defender un relativismo moral.

H) Sócrates

Introducción

A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobraba por sus lecciones e impartía estas en lugares públicos. También a diferencia de estos, en vez de promover el relativismo siguió por la razón. Acusado de no reconocer a los dioses atenienses por los sofistas, Sócrates acabó siendo condenado a muerte. A pesar de que tuvo la oportunidad de exiliarse, prefirió sufrir dicha muerte injusta a desobedecer las leyes de Atenas. Dado que no dejó ninguna obra escrita, conocemos su pensamiento por medio de otros autores: Aristófanes, Jenofonte, Platón y Aristóteles.

El método socrático

Frente a los sofistas, que se autodenominaban sabios, Sócrates lanza su famosa frase: “Solo sé que no sé nada”. Esto se debe a que la búsqueda de la sabiduría debe comenzar por admitir la ignorancia de cada uno. Para combatir el relativismo de los sofistas, Sócrates se refugia en el concepto general que compartimos todos los humanos: la razón o logos. Esta razón tiene que servirnos para comprender realmente qué es la virtud: qué está bien y qué está mal. De esta forma se puede redefinir la justicia para que deje de ser relativa y pase a ser igual para todos. La manera que presenta Sócrates para desarrollar esta razón es el método dialéctico, accediendo a la verdad objetiva (que habita en el alma) mediante el diálogo por medio de preguntas junto a respuestas en forma de argumentaciones y contraargumentaciones. Este método lo llamó mayéutica, que proviene de la palabra “comadrona” (oficio de la madre de Sócrates), dado que este método pretendía dar a luz la verdad. La primera fase del método es la fase destructiva/irónica: mediante preguntas sobre una cuestión y la refutación de sus respuestas, se busca eliminar los prejuicios del interlocutor y hacerle entender su ignorancia respecto a esa cuestión. Llegados a ese punto, Sócrates ofrecía su ayuda para descubrir juntos la esencia de la cuestión. A partir de entonces podía desarrollarse la segunda fase del método, la fase constructiva o mayéutica: continuando con las preguntas y respuestas, Sócrates orientaba para alumbrar las ideas que estaban en el alma del otro, alcanzando una definición correcta para un concepto válido para todos. A modo de conclusión, el método socrático se contrapone al relativismo sofista al señalar que la búsqueda de la sabiduría empieza por admitir la propia ignorancia. Sócrates muestra que su método dialéctico consiste en el diálogo a través de preguntas y respuestas argumentadas, con dos fases: la destructiva elimina los prejuicios del interlocutor; y la mayéutica ayuda a descubrir la verdad que habita en el alma, alcanzando una definición válida para todos.

3) Ética

El alma, divina e inmortal, constituye el rasgo más primordial del humano, por lo que este ha de cuidar su parte espiritual por encima de cualquier otra cuestión más superficial. Solamente cuidando nuestra alma conseguimos alcanzar la eudaimonia o felicidad, logrando el alma estar en armonía con el universo mediante el uso de la virtud. La virtud para Sócrates no consistirá únicamente en conocer lo que es bueno, sino que al conocerlo se consigue un autodominio: el alma logra un control racional sobre el cuerpo. Si esto se consigue el sujeto alcanza la libertad interior, que consiste en no ser esclavo de los propios instintos. Toda virtud es un saber práctico: saber, porque se necesita distinguir el bien y el mal; y práctico, dado que se enfoca hacia la acción. El virtuoso no puede dejar de cometer el bien porque el mal solo es producto de la ignorancia. Esta postura socrática se conoce como intelectualismo moral: al conocer el bien estamos determinados a practicarlo. Respecto a la divinidad, Sócrates respetaba el culto a los dioses, pero especialmente apostaba por adorar y escuchar a su dios interior, que podría entenderse como el juicio de la conciencia. El ser fiel a su conciencia fue lo que le enemistó con ciertos coetáneos que acabaron denunciándole. A modo de conclusión, Sócrates sostiene que el alma, divina e inmortal, es la parte más importante del ser humano, y debe ser cuidada por encima de lo superficial. Al hacerlo, se alcanza la felicidad (eudaimonia) y se logra la armonía con el universo mediante la virtud. Para Sócrates, el mal proviene de la ignorancia, y conocer el bien nos lleva inevitablemente a practicarlo, lo que se conoce como intelectualismo moral. Entonces, el alma alcanza un control racional sobre la realidad corpórea.