Filosofía de San Agustín
Dios
Tema central en la filosofía de San Agustín es la demostración de la existencia de Dios, su naturaleza y su relación con el mundo. San Agustín ofrece tres pruebas de la existencia divina:
- Prueba de las verdades eternas: Existes verdades eternas e inmutables que conocemos por la razón. Estas verdades no han podido ser creadas por la razón humana, ya que esta no es eterna ni inmutable. Por lo tanto, han sido creadas por un ser eterno: Dios.
- Prueba del orden del universo: En el universo reina el orden, la armonía y la belleza. Dicho orden solo ha podido ser obra de un ser infinitamente sabio y poderoso: Dios.
- Prueba del consenso universal: A lo largo de la historia, muchos hombres admiten la existencia de un ser superior. Todos ellos no pueden estar equivocados.
Para describir a Dios, San Agustín utiliza la vía negativa, que consiste en negar en Dios las imperfecciones de los seres creados. Concluye que Dios es inmutable, eterno, necesario, esencia pura, uno y trino. Dios crea el mundo de la nada. Antes, ya tenía las ideas de todas las cosas en su mente (ejemplarismo). San Agustín sitúa las ideas de Platón en la mente divina, lo que sitúa a Dios fuera del mundo. El ejemplarismo implica que las especies son fijas; por lo tanto, se opone a todo tipo de evolucionismo. San Agustín rechaza que Dios sea el responsable del mal en el mundo. Distingue dos tipos de males:
- Mal físico: Causado por factores naturales, se debe a la imperfección de la materia. Se trata de una privación del bien. Además, lo que parece un mal visto en concreto, en el conjunto de la naturaleza es un mal menor por un bien superior.
- Mal moral: Causado por el hombre, se debe a que abusa del libre albedrio. Dios, aunque podría habernoslo quitado, prefirió no hacerlo porque sin él no seríamos merecedores de los premios si actuamos bien.
Conocimiento
El objetivo del conocimiento es encontrar la verdad absoluta. Para ello, San Agustín realiza un recorrido desde el mundo sensible al interior del alma. Distingue dos tipos de conocimiento:
- Sensible: Conocimiento de la realidad material que percibimos por los sentidos. Es poco fiable porque es fugaz y variable. Nos lleva al escepticismo y, a partir de él, no podemos conocer la verdad.
- Inteligible: A través del conocimiento inteligible alcanzamos la verdad. Busca en el interior del alma y encuentra la primera verdad cierta: “Si me engaño, existo”. A partir de aquí, profundizando en el alma, descubrimos las verdades universales y eternas de tipo metafísico (idea de falsedad), lógico (idea de número y orden), ético (idea del bien y del mal) y estético (idea de belleza), que nos servirán para juzgar los objetos materiales.
Estas ideas son innatas, introducidas por Dios en nuestra alma, y necesitamos su ayuda para conocerlas y conocer a Dios. La fuerza que impulsa al alma al conocimiento de la verdad es el amor, entendido como caridad. Gracias a la iluminación divina podemos conocer verdades a las que la razón por sí misma no podría llegar. La fe y la razón se complementan y han de apoyarse mutuamente. La fe ayuda a la razón a traspasar sus límites y la razón a la fe al hacerla más comprensible.
El Ser Humano
San Agustín mantiene el dualismo antropológico: el ser humano está formado por alma y cuerpo. El alma es superior al cuerpo porque a través de ella podemos conocer a Dios. El cuerpo no es una cárcel para el alma ni el responsable del pecado, como indica Platón; el alma pecadora es quien ha hecho corruptible al cuerpo. El alma humana es inmortal, una y simple. Tiene tres facultades:
- La memoria: le otorga unidad.
- La inteligencia: por la que aspira a la verdad.
- La voluntad: a través del amor cristiano busca el bien y la felicidad.
Respecto al origen del alma, esta es creada directamente por Dios. San Agustín acepta el generacionismo: el alma, una vez creada por Dios, pasa de padres a hijos (al principio creía en el creacionismo). El hombre tiene una tendencia al mal por culpa del pecado original, que se corrige con la gracia divina que obtenemos por los sacramentos. Esto supone que el hombre depende de Dios para todo. El hombre posee libre albedrío.
La Moral
Dios establece lo que es bueno y lo que es malo, y lo introduce en el alma a través de la ley natural. El hombre actúa bien cuando se dirige a Dios y cumple sus mandatos, y actúa mal cuando se deja arrastrar por los deseos y pasiones del cuerpo. Detrás de esta concepción está el dualismo antropológico y la idea de que la materia es el grado inferior del ser. San Agustín mantiene un evidente pesimismo moral: los hombres tienden a hacer el mal por culpa del pecado original. Sin la ayuda de Dios no podríamos hacer el bien y ser virtuosos. La gracia divina nos permite ser libres. La moral no se entendería sin el libre albedrio. Dios ha dado al hombre el libre albedrio, aunque sea la causa del pecado cuando es mal utilizado, lo cual no significa que Dios sea el responsable del pecado. El responsable es el hombre que utiliza mal su libre albedrío.