2. El problema de la filosofía
La filosofía es un saber crítico e histórico que se refiere a toda la realidad y que, en cada situación histórica, pone en cuestión los principios sobre los que se asientan nuestras creencias, dando lugar a nuevas ideas o principios que con el tiempo se convierten en auténticas creencias cuando llegan a ser compartidas por la sociedad. La labor del filósofo es cuestionar esas creencias y proponer nuevas ideas. Toda filosofía, para llevar a cabo esta crítica y este cambio, debe apoyarse en un principio nuevo y distinto. Por eso, el avance de la filosofía no es continuo, sino discontinuo, por cambio de principio en el que cada filosofía se fundamenta. Su método es el “asedio filosófico” a la búsqueda de lo esencial o definitorio de la realidad (método fenomenológico).
Para Ortega la filosofía es algo vital y necesario. El hombre necesita filosofar, dar una explicación del universo, de lo que hay a su alrededor. La filosofía debe pretender dar respuesta a cuestiones que la ciencia no abarca como el sentido de la vida, del hombre, de la historia. La filosofía tiene una función teórica, explicativa de la realidad. Por tanto, el objeto de estudio de la filosofía ha de ser la totalidad de cuanto hay.
La pretensión del filósofo debe ser alcanzar unas convicciones que nos permitan saber a qué atenernos. El filósofo ha de ser heterodoxo y dar su explicación, ya que toda filosofía que se precie debe dar nuevas explicaciones.
El método para encontrar respuestas que satisfagan nuestra curiosidad es el “asedio filosófico”. Este método ha de cumplir tres imperativos:
1. El imperativo de autonomía: el filósofo no parte nunca de creencias previas ni de verdades supuestas, sino que debe buscar las respuestas sin ningún tipo de prejuicios (lo que Husserl llamaba “reducción trascendental”).
2.El imperativo de pantonomía: el filósofo debe pretender explicar la totalidad de las cosas (como pretendía Hegel).
3. El imperativo de la esencialidad: el filósofo debe buscar la esencia de las cosas, la realdad radical del universo, el ser de las cosas (como en la fenomenología de Husserl).
3. El problema de la realidad
El primer problema que la filosofía debe plantearse es el problema de la realidad en su conjunto. Este problema consiste en hacerse una pregunta clave: ¿cuál es la realidad que hay?, ¿cuál es la realidad radical? Para Ortega el Realismo antiguo y medieval habían señalado a las cosas externas al sujeto como la realidad inequívoca, mientras que el idealismo moderno había señalado al sujeto, al yo, como la primera realidad. Ortega piensa que ambas posturas filosóficas se equivocan porque el yo no es nada sin las cosas y las cosas no son nada sin el yo (idea tomada de la Fenomenología del espíritu de Hegel). La auténtica realidad es el yo con las cosas, el yo y sus circunstancias, el hombre en el mundo, eso que llamamos la vida.
3.1. Crítica del Realismo filosófico
Para el Realismo, la actitud intelectual típica de la filosofía antigua y medieval, la verdadera realidad son las cosas en sí. Las cosas está ahí, son independientes de sujeto, las cosas son reales, y nosotros somos una cosa más entre otras dentro del universo. La actitud realista es la actitud natural del “yo”, que al centrarse en las cosas que le rodean no se da cuenta de sí mismo. Así, el Realismo llega al concepto de esencia para designar aquello que permanece en todo cambio.
Para Ortega, el Realismo es una ingenuidad (como para Hegel), ya que supone la existencia del mundo y se olvida por completo del sujeto. Para Ortega, el sujeto no puede ser algo más del mundo, ya que es quien conoce el mundo, y por tanto no puede quedar absorbido dentro de éste. Además, el hecho de que se suponga que hay algo invariable dentro de los seres resulta imposible, ya que es inexplicable que algo sea y no sea a la vez. Es del todo improbable que haya naturalezas fijas. Por ejemplo, la naturaleza del ser humano no puede precisarse, ya que es continuo cambio. Por ello, Ortega pensará, siguiendo a Dilthey, que el ser humano no tiene esencia, sino más bien historia, el ser humano es un continuo hacerse.
3.2. Crítica del idealismo filosófico
Ortega conocíó muy bien la problemática de la filosofía moderna desde Descartes hasta Kant. El idealismo moderno, iniciado por Descartes, afirma que hay que dudar de todo, que la realidad exterior no es segura, y que de lo único que podemos estar completamente seguros es de la existencia de nuestro pensamiento. Éste es el auténtico subjetivismo, el “yo” se traga la realidad exterior reducíéndola a una experiencia interior. A Ortega no le resulta satisfactoria esta actitud. Opina que no es posible afirmar la independencia del sujeto frente a las cosas: no puedo hablar de las cosas sin el “yo”, pero tampoco del “yo” independientemente de las cosas. El “yo” y las cosas son inseparables. Para Ortega la realidad está compuesta por la convivencia entre el “yo” y las cosas. Además, el pensamiento no es nada sin las cosas. El pensamiento es la relación entre el sujeto que piensa y las cosas que son pensadas. Descartes definíó como sustancia todo aquello que no necesita de otro para existir, así que como el pensamiento necesita de la realidad para existir, no es una sustancia.
3.3. El vitalismo como solución
Para Ortega, el “pienso luego existo” cartesiano no es en absoluto la primera verdad indubitable. Lo verdadero e indubitable es “vivo luego pienso”. Ésta es la afirmación fundamental a partir de la cual desarrollar una filosofía. Es necesario superar el Realismo y el idealismo para darse cuenta de que la auténtica realidad no es el ser ahí de las cosas, ni del sujeto, sino la vida.
Lo que los filósofos han llamado “ser” es algo inventado por el hombre, el “ser” no es una realidad, sino que la realidad es anterior al ser. Según Ortega hay que considerar al “yo” coexistiendo con el mundo. “Yo soy yo y mis circunstancias”. El filósofo debe primero definir qué es la vida, qué sentido tiene vivir, ya que lo primero es vivir y luego pensar. En Ortega el pensamiento queda subordinado a la vida.
3.4. La vida para Ortega
Ortega nos ofrece una descripción de los diferentes aspectos o rasgos esenciales que conforman la vida. Utiliza para ello su método del “asedio filosófico”, que es una forma brillante de referirse al método fenomenológico. Este método, propuesto por Husserl, consiste en ir describiendo los rasgos esenciales que configuran realidad y la distinguen de cualquier otra. Estos rasgos podemos descubrirlos haciendo una consideración de cómo esa realidad se presenta a nuestra conciencia. Así, para Ortega:
La vida es la realidad radical y a ella tenemos que referir las demás realidades.
Vivir es encontrarse a sí mismo en el mundo y ocupado con las cosas y seres del mundo.
La vida no nos es dada hecha. Vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser. Mi vida antes que simple hacer es decidir un hacer, es decidir mi vida.
La vida es ocuparse de algo con vistas a un proyecto. La vida es futurición.
La vida es a la vez fatalidad y libertad, es ser libre dentro de una fatalidad dada. Esta fatalidad nos ofrece un repertorio de posibilidades determinado, inexorable, es decir, nos ofrece distintos destinos. Nosotros aceptamos la fatalidad y en ella nos decidimos por un destino.
Vivir es preocuparse por lo que vamos a hacer en cada instante.
Para muchas personas vivir es entregarse a lo unánime, a la costumbre (los débiles), a los tópicos sociales, para no tener que asumir la tarea de inventarse su propia vida y así vivir despreocupados.