Jesús de Nazaret y los Inicios del Cristianismo
Descubrir a Jesús de Nazaret
- Jesús nació durante el reinado del emperador de Roma Octavio Augusto y, en Palestina, bajo el rey Herodes.
- Nació en el seno de una familia judía creyente y residía en Nazaret.
- Es probable que trabajara de carpintero, como José.
- Conoció a diversos maestros religiosos y fue bautizado por Juan el Bautista, por quien se decantó.
- El centro de su mensaje es la Buena Noticia: el Reino de Dios ya está aquí.
- Tomó como base de su predicación la ciudad de Cafarnaúm.
- Su predicación sobre el Reino lo llevó al corazón del judaísmo.
- Fue ejecutado a principios de abril de los años 30.
Cristo, el Hijo de Dios
El acontecimiento fundamental de la vida de Jesús fue su Pasión, Muerte y Resurrección. Este es el punto central de su existencia, donde cobra sentido toda la presentación del Reino que realizó durante su vida pública y donde la salvación que vino a traer triunfa definitivamente. El mensaje de Jesús, que creían haber comprendido totalmente, alcanza aquí su plenitud. Una década después, comienzan a aparecer los primeros escritos cristianos.
Cristo y el Padre: Unidad y Distinción
Los cristianos perciben que Jesús llama a Dios Padre, y observan una unidad indisoluble pero difícil de explicar entre ambos. Ambos comparten un mismo ser. De ahí nace la confianza inquebrantable y la fidelidad absoluta de Jesús a su misión.
Primeras Controversias Cristológicas
Las reflexiones sobre la naturaleza de Jesús generaron diversas interpretaciones y debates en los primeros siglos:
- Valentín: Cristiano gnóstico que consideraba que todo lo material era malo y que nuestra alma, lo único importante, debía escapar de este mundo.
- Arrio: Sostenía que Jesús no era Dios en el mismo sentido que el Padre (no consustancial), argumentando que Dios no podía “mancharse” con el mundo material. Para Arrio, Jesús sería la primera creación de Dios, una criatura excepcional pero subordinada.
- Nestorio: Afirmaba que en Jesús coexistían dos naturalezas (divina y humana) de forma tan separada que casi parecían dos personas distintas (o dos hipóstasis), una divina y otra humana, actuando a veces como Dios y otras como hombre.
- Eutiques: Defendía que, al unirse la naturaleza divina y la humana en Jesús, la naturaleza humana quedaba absorbida por la divina, resultando en una única naturaleza predominantemente divina (monofisismo).
El Ser Humano: Biología e Inteligencia
Perspectiva Biológica
Desde el punto de vista biológico, el ser humano se constituye como una única especie. En su proceso evolutivo, el género Homo fue más diversificado. El Homo sapiens es la única especie que perdura del género Homo. Nuestra anatomía nos diferencia del resto de los animales.
Perspectiva Intelectual
El cerebro humano es fundamental: procesa la información sensorial, organiza el movimiento y el comportamiento. En él residen el conocimiento, las emociones, la memoria, etc. Gracias al cerebro, la especie humana ha sido capaz de realizar operaciones conceptuales y simbólicas complejas.
La Ilustración y la Razón
El Humanismo Ilustrado y la Razón
Algunos ilustrados franceses se distanciaron de las religiones como medios de humanización, transformando la experiencia religiosa en una filosofía conocida como deísmo (creencia en un Dios creador pero desvinculado del mundo). Voltaire destacó en esta época como crítico de todas las religiones institucionales. El gran instrumento de reforma propuesto fue la razón. Los ilustrados pensaban que la razón humana solucionaría todos los problemas de la humanidad, trayendo la paz y la concordia universal.
Filósofos Modernos y Contemporáneos
Jean-Paul Sartre y el Existencialismo Ateo
El centro de su pensamiento radica en reconocer que el ser humano es un «ser para-sí», es decir, conciencia y libertad, capaz de transformarse a sí mismo. Esto significa que no tenemos un destino predeterminado; somos radicalmente libres (“el hombre está condenado a ser libre“). Por esta razón, Sartre concluye que Dios no existe. Si Dios existiera, no seríamos totalmente libres como lo somos. Dios es incompatible con la libertad humana. El único límite para mi libertad total es la libertad de los otros. Por ello, en cuanto que limitan mi libertad y me objetivan con su mirada, «el infierno son los otros».
Albert Camus y el Absurdo
Para Camus, el problema central es el mal y el sufrimiento humano frente a un universo silencioso e indiferente, lo que genera el sentimiento del absurdo: la confrontación entre el anhelo humano de sentido y la irracionalidad del mundo. Según él, no cabe ni la esperanza religiosa (un “salto de fe” en la oscuridad confiando en Dios) ni el olvido hedonista sumergido en el placer. Consciente de la nada que le rodea, su propuesta es la figura del héroe absurdo, que acepta el absurdo pero se rebela contra él. Consciente de la imposibilidad de vencer definitivamente el mal, el ser humano no debe renunciar a convertir su vida en una lucha constante contra él: la rebeldía. El ser humano es como Sísifo, condenado a subir una roca hasta la cima de un monte para que, inevitablemente, esta ruede hacia abajo. Pero debemos imaginar a Sísifo feliz: sabe que no vencerá, pero encuentra sentido y dignidad en su lucha persistente. En esta pelea sin fin contra el absurdo se puede encontrar la felicidad.
Sigmund Freud y el Psicoanálisis
Sigmund Freud es uno de los creadores del psicoanálisis. Para él, el ser humano está determinado por su psique, cuya mayor parte es inconsciente y no racional. Nuestra personalidad se estructura en tres instancias:
- El «ello» (Id): Contiene las pulsiones y deseos primarios (principio de placer), el verdadero motor inconsciente de nuestras acciones.
- El «superyó» (Superego): Representa los ideales, normas morales y prohibiciones interiorizadas (conciencia moral).
- El «yo» (Ego): Es el espacio consciente que intenta armonizar las demandas del ello, las exigencias del superyó y la realidad externa (principio de realidad).
Según Freud, la religión nace, en parte, de una dinámica psicológica relacionada con el complejo de Edipo y el desamparo infantil. Cuando el niño descubre que su padre no es omnipotente, proyecta esa necesidad de una figura paterna protectora y todopoderosa en la figura de Dios, considerándola una ilusión derivada de deseos infantiles de protección.
Emmanuel Levinas y la Ética del Otro
Emmanuel Levinas, filósofo judío refugiado en Francia que vivió la experiencia de la persecución nazi, sostenía que la filosofía occidental había errado en sus esfuerzos. Definiéndose como «amor a la sabiduría», se ha centrado en el pensamiento del Ser y del Yo** (ontología), olvidando la relación fundamental con el **Otro, el prójimo. Para Levinas, la filosofía primera es la ética, la «sabiduría que nace del amor» y la responsabilidad infinita por el Otro. No existimos primordialmente porque pensemos («pienso, luego existo», Descartes), sino porque somos interpelados por el Rostro del Otro; somos porque otros nos han amado primero. Soy cuando otro me nombra, me reconozco en la mirada vulnerable del Otro. Soy amado, soy nombrado, luego existo. La ética, el encuentro cara a cara con el Otro en su alteridad irreductible, es la filosofía primera.
Emmanuel Mounier y el Personalismo
Emmanuel Mounier fue un filósofo francés católico, impulsor de la corriente filosófica llamada personalismo. No pretendió crear un sistema filosófico cerrado. Defendía que, si partimos de la persona como ser libre, encarnado, comunitario y trascendente, no podemos encerrarla en definiciones académicas estáticas. La persona es un proyecto a realizar, un ser en constante devenir, no un «objeto» diseccionable por la ciencia o el pensamiento. La persona no se construye en la soledad, sino en la comunidad y en la lucha responsable por mejorar el mundo en el que vive (compromiso). Esta «revolución personalista y comunitaria» no tiene una ideología como objetivo final, sino que su motor y fin es la defensa de la dignidad humana frente a los peligros del individualismo burgués y el totalitarismo colectivista.
Jacques Maritain y el Humanismo Integral
Jacques Maritain propone recuperar la fuerza filosófica del pensamiento cristiano medieval, especialmente el de Tomás de Aquino (neotomismo). Piensa que esta tradición puede ser clave para superar lo que considera el “gran error” de la Modernidad: proponer un humanismo antropocéntrico, centrado exclusivamente en el «yo» humano y desvinculado de Dios y de la dimensión trascendente. Como un nuevo Fausto, el hombre moderno se declara soberano universal. Las consecuencias, según Maritain, son terribles: la persona queda aplastada por el materialismo y reducida por los totalitarismos. Por ello, cree imprescindible generar un «humanismo integral» o teocéntrico, que reconozca la dimensión espiritual y trascendente del ser humano y su relación con Dios, integrando fe y razón, gracia y naturaleza, para fundamentar una sociedad basada en la dignidad de la persona y el bien común.