Fiestas, Juegos y Mitología en la Antigua Grecia

Fiestas en la Antigua Atenas

Cada ciudad griega poseía su calendario de festividades y sus ciclos festivos. Destacamos tres de ellas en Atenas:

1. Las Panateneas

Una de las principales fiestas religiosas de Atenas y de la región del Ática, en general, era la fiesta de las Panateneas, en honor de la diosa Atenea, defensora de la ciudad.

Existían, en primer lugar, las “Pequeñas Panateneas”, que se celebraban cada año en pleno verano, a partir del día 28 del mes de Hecatombeón (Julio-Agosto). Pero desde el 566 a.C., también tenían lugar cada cuatro años las “Grandes Panateneas”, en las que participaba toda el Ática y que estaban precedidas por unos juegos atléticos.

Los juegos panatenaicos eran sólo uno de los grandes eventos deportivos de carácter religioso que tenían lugar en Grecia.

2. Los Misterios de Eleusis

Los Misterios de Eleusis se celebraban durante nueve días en el mes de Boedromion (Septiembre-Octubre) en la localidad de Eleusis, cercana a Atenas, y protegida por ésta. En ellos, tras una procesión desde Atenas a Eleusis, se celebraba una purificación en el mar por parte de los iniciados y una libación. Allí también se realizaban varios actos votivos durante nueve días, de los que poco se sabe. Estos Misterios representan la búsqueda de Perséfone por parte de su madre, la diosa Deméter, ya que aquella había sido raptada por Hades.

3. Las Grandes Dionisias

En el mes de Elafebolión (Marzo-Abril, principios de la Primavera) se celebraban las “Grandes Dionisias”, dedicadas a Dioniso (también llamado Baco).

Aunque éste es generalmente asociado con el vino, también es importante como el dios de la emoción o de la liberación de las emociones (de ahí su asociación al teatro, que también es considerado fiesta). Su culto fue muy popular entre las mujeres (denominadas en este ámbito “ménades” o “bacantes”).

A mediados del siglo VI a.C. se añadió un nuevo elemento: hasta entonces el festival incluía escenas dramáticas ritualizadas, representadas en público por un coro, pero hacia el 534 a.C. un autor llamado Tespis mantuvo un diálogo con el coro, utilizando varias máscaras y representando diferentes papeles. Era el nacimiento del teatro griego.

Competiciones Atléticas

Habitualmente, alrededor de un santuario y con motivo de alguna festividad, se celebraban concursos y juegos (musicales, literarios, atléticos, etc.). Precisamente, estos juegos atléticos cobraron especial importancia, sobre todo alrededor de cuatro santuarios que permitían la participación a todos los griegos (juegos panhelénicos).

1. Juegos Olímpicos

Eran los más famosos de estos certámenes. Fueron reorganizados en el año 776 a.C. (esta fecha marca el inicio del cómputo anual en el calendario griego), y se celebraban en honor del Zeus de Olimpia (situada en la región de Élide, al noroeste del Peloponeso). Tenían lugar cada cuatro años, durante el verano (julio-agosto), y duraban siete días. Los eleos llegaron a controlar aquel santuario y nombraron a los Helanódicas (jueces de los griegos), que se ocupaban de la organización de la fiesta.

2. Juegos Píticos

Se celebraban en Delfos también cada cuatro años. Se crearon en el 582 a.C. en honor del dios Apolo. La fiesta se había establecido durante el tercer año de cada Olimpiada (dos después de los Juegos Olímpicos).

3. Juegos Ístmicos y Juegos Nemeos

Ambos se celebraban cada dos años, dentro del segundo y cuarto de cada Olimpiada, de manera que nunca coincidían ni con los Píticos ni con los Olímpicos. Los Juegos Nemeos se desarrollaban en el santuario de Zeus en Nemea, en el Peloponeso (Argólida). Fueron primero dirigidos por los habitantes de Cleonas, y, desde el siglo V a.C., por Argos.

Las Cinco Edades del Hombre

La estirpe dorada de los hombres vivía como los dioses, sin preocupaciones, fatigas ni vejez, y el campo producía para ellos frutos diversos y en abundancia. Finalmente morían sumidos en un sueño.

A continuación los dioses crearon una segunda estirpe de plata. Ésta sí envejecía: vivían durante cien años en una continua infancia, ajenos a las preocupaciones, pero después vivían poco tiempo y llenos de sufrimientos, porque habían aprendido a honrar a los dioses y se entregaban a la violencia.

Después creó Zeus una tercera generación: la estirpe de bronce. Esta representa una degradación con respecto a la anterior, pues sólo estaban interesados en la guerra, y con su fuerza construían de bronce sus armas, casas, etc. Estos perecieron por sus propias obras.

Más tarde Zeus creó otra estirpe de hombres, pero respecto a la anterior, ésta era más justa. Se trataba de la divina estirpe de los héroes. Los hombres de esta estirpe reciben el nombre de semidioses, pues eran muchos de ellos hijos o descendientes de los dioses. A ella, que es la que nos ha precedido inmediatamente, se refieren la mayoría de relatos y ciclos heroicos de los griegos. En efecto, muchos de ellos perecieron en Tebas y Troya, como refieren las conocidas leyendas sobre estas ciudades. Pero a otros Zeus determinó concederles vida y residencia lejos de los humanos.

Finalmente apareció la estirpe de hierro, la nuestra. En ella los hombres viven llenos de fatigas y preocupaciones, aunque algunas alegrías se mezclan con sus males, pues domina el desprecio, la violencia, la soberbia, la maldad y la injusticia. Y, al final, cuando Aidos y Némesis abandonen a los hombres, dejándolos solos con los sufrimientos, también Zeus destruirá esta generación de hombres.

Descendientes de Deucalión

Deucalión y Pirra tuvieron diferentes hijos cuyos descendientes dieron origen a numerosos pueblos. Sin embargo, nosotros debemos destacar a Helén, el antepasado de los helenos. Éste se estableció en Ftia, donde antes había reinado su padre, y se casó con una ninfa llamada Orséis, con la que tuvo tres hijos: Doro, Juto y Eolo, cuyos descendientes dieron origen a su vez a las tres tribus o estirpes griegas: los Dorios, los Jonios y los Eolios. Doro emigró primero al monte Parnaso, donde dio origen a la primera tribu doria, y posteriormente al norte. Por su parte Juto, emigró a la región del Ática, en la que está situada Atenas, donde se ganó el favor del rey Erecteo (descendiente del dios Hefesto), y se casó con su hija, Creúsa, con quien tuvo una hija y dos hijos: Diomede, Acamas, e Ión (aunque en varias versiones Ión sería hijo de Creúsa y del dios Apolo, y fue adoptado por Juto), el cual dio nombre a los jonios, que serían así considerados como originarios de Atenas, de donde se extenderían por varias regiones griegas.