Éxtasis, Arquitectura y Vocación: Obras Maestras de Bernini y Caravaggio

Comentario de Arte: El Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652) de Gian Lorenzo Bernini

El Éxtasis de Santa Teresa es una escultura de Gian Lorenzo Bernini que fue creada entre 1647 y 1652. Esta obra se encuentra en la Capilla Cornaro, en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. Es una de las obras más conocidas de Bernini y representa un momento muy importante en la vida de Santa Teresa de Ávila, donde ella experimenta un éxtasis místico.

La figura de Santa Teresa está representada suspendida sobre una nube, con un gesto que transmite que está en un estado de éxtasis religioso. Su cuerpo está envuelto en ropajes que le dan una sensación de pesadez, pero al mismo tiempo está flotando, lo que crea una tensión entre lo terrenal y lo espiritual. Su mano izquierda cae sin vida, y sus pies descalzos están suspendidos en el aire, lo que simboliza su conexión con lo divino y su alejamiento de lo material. Además, el ángel que la acompaña, con su flecha, está en una postura que transmite acción y movimiento, creando una sensación de dinamismo dentro de la obra.

En cuanto a la luz, se utiliza de una manera muy especial. La luz parece venir de un lugar invisible y resalta tanto a Santa Teresa como al ángel, lo que simboliza la presencia de Dios. Esta luz focalizada es una característica típica del Barroco, que utiliza la iluminación para crear una atmósfera divina y espiritual.

Un aspecto interesante de la obra es el uso de los balcones laterales de la familia Cornaro, que están situados como espectadores de la escena. Esto hace que la obra se sienta como una representación en vivo, como si estuviéramos presenciando un evento sacro. Además, esta disposición añade una dimensión teatral a la obra, muy característica del Barroco, que busca involucrar emocionalmente al espectador.

En resumen, El Éxtasis de Santa Teresa es una obra que combina técnica, emoción y espiritualidad. A través de su maestría en el uso del mármol y la luz, Bernini logra transmitir el éxtasis místico de Santa Teresa de una manera muy intensa y conmovedora. Esta escultura no solo refleja el estilo barroco, sino que también marca un momento clave en la carrera de Bernini, consolidándolo como uno de los grandes maestros del arte barroco.


Comentario de Arte: La Plaza de San Pedro del Vaticano (1656-1667) de Gian Lorenzo Bernini

La Plaza de San Pedro del Vaticano es una de las obras más destacadas de la arquitectura barroca, diseñada por Gian Lorenzo Bernini entre 1656 y 1667. Esta obra forma parte del conjunto arquitectónico del Vaticano y fue ideada como una pieza de gran simbolismo, destinada a reforzar el poder y la grandeza de la Iglesia Católica, especialmente en el contexto de la Contrarreforma. Bernini fue un artista polifacético que trabajó no solo como escultor y pintor, sino también como arquitecto. A lo largo de su carrera, Bernini se caracterizó por su capacidad para fusionar la tradición clásica con una grandilocuencia y dinamismo muy propios del Barroco.

La Plaza de San Pedro tiene un diseño de carácter funcional, simbólico y escenográfico. Está pensada para complementar la basílica renacentista del Vaticano. La plaza está formada por un espacio rectangular que se expande mediante dos brazos curvados, creando una forma elíptica. Estos brazos convergen en el centro, simbolizando la acogida de la Iglesia, que abre sus brazos hacia los fieles. La estructura de la plaza está en un nivel más bajo que la basílica para darle más protagonismo y resaltar la importancia de la iglesia.

Una de las características más impresionantes de la plaza es el uso de columnas toscanas, que se disponen en cuatro hileras a lo largo de los brazos de la plaza. Estas columnas, con su entablamento jónico y balaustrada, contienen 140 estatuas de santos y mártires, representaciones que hacen referencia al carácter religioso y devocional de la Contrarreforma. El uso del claroscuro en la arquitectura, con la diferencia de iluminación entre las columnas exteriores e interiores, da una sensación de profundidad y contraste, lo que refuerza la idea de lo sublime y lo espiritual en la plaza.

En el centro de la plaza se encuentra un obelisco egipcio, que fue colocado allí por el Papa Sixto V. Este obelisco está alineado con la basílica, creando un eje simbólico entre lo terrenal y lo divino. También hay dos grandes fuentes que contribuyen a la belleza y armonía de la plaza, creando un ambiente relajante y majestuoso.


Desde un punto de vista estilístico, el Barroco italiano se caracteriza por su dramatismo y teatralidad, buscando impactar al espectador a través de la expresión, el movimiento y la tensión. La Plaza de San Pedro refleja estos rasgos, con su monumentalidad y el uso de elementos arquitectónicos que son tanto grandiosos como dinámicos. El Barroco también se destaca por la combinación de luces y sombras, y la transformación de los elementos arquitectónicos clásicos, que son reinterpretados y llevados a una escala mucho mayor.

Además, el Barroco se caracteriza por su enfoque realista, lo que significa que no se busca una belleza idealizada como en el Renacimiento, sino que se refleja la vida tal como es, con todos sus defectos y virtudes. En este contexto, la Plaza de San Pedro se convierte en un símbolo del poder de la Iglesia, pero también de su capacidad de acoger a los fieles, haciendo que la experiencia de entrar en la plaza sea emocional y espiritual.

Finalmente, en el contexto histórico, el Barroco se desarrolla durante un periodo de gran agitación política y religiosa en Europa. La Contrarreforma católica se enfrenta a la Reforma protestante, lo que lleva a una división profunda en la Iglesia europea. La Monarquía Absoluta también desempeñó un papel importante en el Barroco, ya que los reyes y papas utilizaban este estilo como una herramienta para mostrar su poder. En este sentido, la Plaza de San Pedro no solo es una obra arquitectónica impresionante, sino también una declaración de la autoridad del Papa y la grandeza de la Iglesia Católica.

En conclusión, la Plaza de San Pedro es un ejemplo perfecto de la arquitectura barroca, diseñada no solo para impresionar por su monumentalidad, sino también para transmitir un mensaje simbólico de poder y acogida. A través de la combinación de elementos clásicos con un estilo dinámico y emotivo, Bernini creó una obra que sigue siendo un icono de la arquitectura religiosa y barroca, reflejando los ideales de la Contrarreforma y el poder de la Iglesia.


Comentario de Arte: “La vocación de San Mateo” de Caravaggio (1599-1600)

“La vocación de San Mateo” es una obra maestra del pintor italiano Caravaggio, realizada entre 1599 y 1600. Actualmente se encuentra en la Iglesia de San Luis de los Franceses en Roma. La pintura presenta un tema religioso cristiano, narrando el momento en que Cristo le pide a San Mateo que lo siga, un momento clave de la vida del santo. La obra es un claro ejemplo del estilo barroco de Caravaggio, especialmente por su uso del tenebrismo, una técnica que emplea fuertes contrastes de luz y sombra para crear un efecto dramático.

La escena está dividida en tres partes. En primer plano, vemos a Cristo y San Pedro. Ambos están sumidos en las sombras, y es difícil ver sus rostros, pero la luz ilumina la mano de Cristo, que señala a San Mateo. Este gesto de Cristo, especialmente la postura de la mano, recuerda la famosa imagen de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. San Pedro, por otro lado, está de espaldas, avanzando hacia San Mateo, lo que le da profundidad y movimiento a la composición.

La segunda escena muestra a dos personajes que están contando dinero, probablemente representando la avaricia. El hombre sentado, que está contando con gran detalle las monedas, tiene una postura encorvada que da la sensación de que está completamente absorbido por la codicia. El anciano que lo acompaña, con gafas, parece estar cegado por su avaricia. Ambos personajes se encuentran en una zona más oscura de la pintura, casi en penumbra, lo que refuerza su naturaleza materialista y egoísta.

En la tercera escena, San Mateo está en la mesa con otros dos hombres, mostrando una gran expresión de sorpresa y asombro al ver que Cristo lo está eligiendo. San Mateo es el único que parece entender el significado del gesto de Cristo. La luz ilumina su rostro y su mano, que señala hacia él, mientras que los demás personajes se muestran en sombras. La luz se centra especialmente en San Mateo, creando un fuerte contraste con el entorno oscuro, lo que acentúa su importancia en la obra.


Uno de los detalles más interesantes es la ventana en la parte superior, que da profundidad a la pintura y actúa como un filtro para la luz que entra desde la parte superior derecha. Este efecto de luz y sombra no solo refleja la escena de forma realista, sino que también subraya el dramatismo y la emoción del momento.

Finalidad de la obra: Caravaggio quería presentar una escena bíblica de forma que los fieles de su tiempo pudieran relacionarse con ella en su vida cotidiana. Al mostrar a los personajes como personas comunes, vestidas con ropas del siglo XVII, acercó la historia sagrada a la realidad de los espectadores. Este enfoque, propio del espíritu de la Contrarreforma, fue muy efectivo para conectar con los fieles, pero también fue criticado en algunos momentos por la vulgaridad de los personajes.

En resumen, “La vocación de San Mateo” es una obra que destaca por su realismo, el dramatismo de la luz y sombra, y la forma en que Caravaggio conecta lo divino con lo mundano. La pintura no solo narra una historia religiosa, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre la humanidad de los santos y la cercanía de la fe a la vida cotidiana.