Principales características del grupo de los 50
A finales de los años cincuenta del periodo franquista, se da a conocer un grupo de poetas que recibe el nombre de Generación del Medio Siglo –también llamada Generación del 50, Promoción del 60 o de los Niños de la Guerra–, en la que se incluyen Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Ángel González, José M. Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Carlos Barral, Francisco Brines y Claudio Rodríguez. El acto fundacional del grupo será el viaje de algunos de estos autores a Colliure para visitar la tumba de Antonio Machado, que se constituye tanto en un referente ético como estético.
La mayoría de estos poetas inicia su andadura en la poesía social en sus primeros libros. Sin embargo, más tarde proponen que la poesía deje de ser un instrumento de comunicación para pasar a ser un vehículo de conocimiento, un cauce de indagación de la propia experiencia.
Las características propias de esta generación son la desaparición del compromiso ideológico explícito y la aparición del componente autobiográfico; la diversidad temática con temas como el amor, la amistad, la conciencia del paso del tiempo, las vivencias de la Guerra Civil, la evocación de la infancia y adolescencia como paraísos perdidos…; un lenguaje conversacional e intimista y el distanciamiento irónico respecto a sus propias emociones.
Jaime Gil de Biedma
A finales de los años cincuenta del periodo franquista, se da a conocer un grupo de poetas que recibe el nombre de Generación del Medio Siglo –también llamada Generación del 50, Promoción del 60 o de los Niños de la Guerra–, en la que se incluye, entre otros, a Jaime Gil de Biedma.
Miembro de la alta burguesía catalana, con la que se muestra crítico, Gil de Biedma desarrolla una profunda conciencia social y política, agudizada por su condición de homosexualidad en la cerrada sociedad de la época. Tuvo una formación cosmopolita que incluyó autores anglosajones como Auden, de quien toma un mecanismo consistente en la creación de un personaje llamado Jaime Gil de Biedma, encarnación de su yo juvenil y bohemio con quien mantiene una relación conflictiva y al que acaba matando.
Reunió su reducida producción poética en Las personas del verbo. Sus composiciones suelen partir de anécdotas de aire realista, a partir de las cuales indaga en temas como la identidad, el recuerdo de la adolescencia, el paso del tiempo y la derrota de las ilusiones.
Los Novísimos
En los últimos años del franquismo, la publicación en 1966 de Arde el mar de Pere Gimferrer y la aparición en 1970 de la antología Nueve novísimos poetas españoles de José Mª Castellet certifican la aparición de una nueva generación de autores, que recibe el nombre de Novísimos.
En esta generación se incluyen los poetas de la antología de Castellet: Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José Mª Alvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana Mª Moix y Leopoldo Mª Panero; y además se añaden otros que inicialmente comparten similares características, como Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas y Luis Alberto de Cuenca.
Las características de esta generación son el culturalismo, pues numerosos poemas del grupo se inspiran en obras artísticas anteriores o bien incorporan citas, y además son frecuentes las referencias a la cultura de masas; el escapismo a espacios de evasión como el cine, el arte…; el esteticismo como refugio y decadentismo, que cristalizan en el símbolo de Venecia; y el barroquismo e influencia de las vanguardias, ya que buscan un lenguaje rico y elaborado y recuperan estrategias de vanguardia, especialmente del surrealismo.
Tendencias poéticas a partir de 1975
A partir de 1975, con la muerte del general Franco, se inicia la etapa de la democracia, que permite, tras un periodo franquista caracterizado por una situación de anomalía con respecto a los otros países europeos, la normalización cultural del país.
En poesía se reconocen dos tendencias: la poesía de la experiencia y la poesía del silencio.
En la poesía de la experiencia se inscriben Luis García Montero, Álvaro Salvador, Javier Egea, Miguel d’Ors, Jon Juaristi, Felipe Benítez Reyes…, autores que nos remiten a la poesía intimista de Gil de Biedma y, a través de él, a Antonio Machado.
Las características de la poesía de la experiencia son el antivanguardismo y culturalismo, la ambientación urbana y contemporánea, la ficcionalidad del yo y la inclusión de elementos narrativos, la función civil de la poesía y temática amorosa, el tono conversacional y la recuperación de las formas métricas tradicionales.
En la poesía del silencio se inscriben autores de diferentes generaciones, como José Ángel Valente, Antonio Gamoneda, Jenaro Talens, Clara Janés, Jaime Siles…, que se caracterizan por la renuncia a lo sentimental, para plantear temas como la reflexión metalingüística sobre el lenguaje, la preocupación por la muerte, y la apertura a la trascendencia y afán de alcanzar lo absoluto.
En el cambio de siglo, las dos tendencias poéticas confluyen en autores que cultivan una poesía meditativa, como Carlos Marzal, Vicente Gallego, Eloy Sánchez Rosillo, Miguel Ángel Velasco…