Explorando la Relación entre el Hombre y Dios: Fe, Revelación y Tradición

El Hombre y su Capacidad de Conectar con Dios

Dios mismo, al crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de este el deseo de verlo. Aunque el hombre a menudo ignore este deseo, Dios no para de atraerlo hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a la que aspira sin descanso. En consecuencia, el hombre, por naturaleza y vocación, es un ser esencialmente religioso, capaz de entrar en comunión con Dios. Esta íntima y vital relación con Dios otorga al hombre su dignidad fundamental.

El Conocimiento de Dios a Través de la Razón

A partir de la creación del mundo y de la persona humana, el hombre, con la sola razón, puede con certeza conocer a Dios como origen y fin del universo y como sumo bien, verdad y belleza infinita. Sin embargo, para conocer a Dios con la sola luz de la razón, el hombre encuentra muchas dificultades. Además, no puede entrar por sí mismo en la intimidad del misterio divino. Por ello, Dios ha querido iluminarlo con su revelación, no solo acerca de las verdades que superan la comprensión humana, sino también sobre verdades religiosas y morales que, aun siendo de por sí accesibles a la razón, de esta manera pueden ser conocidas por todos sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla de error.

El Lenguaje Humano y la Perfección Divina

Se puede hablar de Dios a todos y con todos, partiendo de las perfecciones del hombre y las demás criaturas, las cuales son un reflejo, si bien limitado, de la infinita perfección de Dios. Sin embargo, es necesario purificar continuamente nuestro lenguaje de todo lo que tiene de imaginativo e imperfecto, sabiendo bien que nunca podrá expresar plenamente el infinito misterio de Dios.

La Respuesta del Hombre a la Revelación de Dios

El hombre, sostenido por la gracia divina, responde a la revelación de Dios con la obediencia de la fe, que consiste en fiarse plenamente en Dios y acoger su verdad, en cuanto garantizada por Él, que es la Verdad misma.

La Fe: Adhesión a Dios y a la Verdad Revelada

Creer en Dios significa para el hombre adherirse a Dios mismo, confiando plenamente en Él y dando pleno asentimiento a todas las verdades por Él reveladas, porque Dios es la Verdad. Significa creer en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Características de la Fe

  • La fe, don gratuito de Dios, accesible a cuantos la piden humildemente, es la virtud sobrenatural necesaria para salvarse.
  • El acto de la fe es un acto humano.
  • La fe es cierta porque se fundamenta sobre la palabra de Dios.
  • La fe actúa por medio de la caridad.

Fe y Ciencia: Una Relación Armoniosa

Aunque la fe supera a la razón, no puede nunca haber contradicción entre la fe y la ciencia, ya que ambas tienen su origen en Dios. Es Dios mismo quien da al hombre tanto la luz de la razón como la fe.

La Fe: Un Acto Personal y Eclesial

La fe es un acto personal en cuanto es respuesta libre del hombre a Dios que se revela. Pero al mismo tiempo es un acto eclesial, que se manifiesta con la expresión “creemos”, porque es la Iglesia quien cree, de tal manera que ella, con la gracia del Espíritu Santo, precede, engendra y alimenta la fe de cada uno.

Dios Padre: Trascendencia y Cercanía

Al revelar su nombre, Dios da a conocer las riquezas contenidas en su misterio inefable: solo Él es, desde siempre y por siempre, el que trasciende el mundo y la historia. Él es quien ha hecho cielo y tierra. Él es el Dios fiel, siempre cercano a su pueblo para salvarlo. Él es el Santo por excelencia, siempre dispuesto al perdón. Dios es el ser espiritual, eterno, personal. Él es la Verdad y el Amor.

Dios: Verdad y Sabiduría

Dios es la Verdad misma y como tal ni se engaña ni puede engañar. El Hijo eterno de Dios, sabiduría encarnada, ha sido enviado al mundo para dar testimonio de la verdad.

La Revelación de Dios: Un Acto de Amor y Sabiduría

Mientras las criaturas han recibido de Él todo su ser y su poseer, solo Dios es en sí mismo la plenitud del ser y de toda perfección. Él es “el que es” sin origen ni fin. Jesús revela que también Él lleva el nombre divino, “Yo soy”. Dios, en su bondad y sabiduría, se revela al hombre. Por medio de acontecimientos y palabras, se revela a sí mismo y el designio de benevolencia que Él mismo ha preestablecido desde la eternidad en Cristo en favor de los hombres. Este designio consiste en hacer de ellos hijos adoptivos en su Hijo Unigénito.

Transmisión de la Revelación Divina: La Tradición Apostólica

Dios “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”, es decir, de Jesucristo. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los hombres, según su propio mandato. Esto se lleva a cabo mediante la tradición apostólica. La tradición apostólica es la transmisión del mensaje de Cristo llevada a cabo, desde los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto y los escritos inspirados. Los apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos, y a través de estos a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos, todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo.

Dios Padre: Los Símbolos de la Fe (Credos)

Los símbolos de la fe, también llamados credos, son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus orígenes, ha expresado sintéticamente la misma fe, y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo para todos los fieles. Los símbolos de la fe más antiguos son los bautismales. Puesto que el bautismo se administra “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, las verdades de fe allí profesadas son articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad.