La Poesía del 27: Surrealismo, Neorromanticismo y Compromiso Social en la Posguerra
Entre 1928 y 1936, aproximadamente, los autores del 27 llevaron a cabo una rehumanización de la poesía, dejando de ser entendida como un mero juego formal. La mayoría de los componentes volvieron los ojos a los problemas esenciales del ser humano: el sentido de la vida, el sufrimiento, el amor y la inquietud existencial, denunciando también situaciones injustas. Este cambio, que alcanzó su auge durante la República y la Guerra Civil, se explica por dos circunstancias: la aparición del Surrealismo y la crisis existencial de algunos poetas, motivada por la tragedia de la Guerra Civil, sufrida dentro y fuera de España. También influyó Pablo Neruda, que defendía una poesía cercana al compromiso y alejada de la pureza.
Poesía Surrealista
Esta corriente se caracterizó por el uso de construcciones irracionales e ilógicas, basadas en imágenes alejadas de las relaciones directas con la realidad. Se convertía en algo sugerente que debía leerse desde una perspectiva alejada de la lógica impuesta por la realidad. El mundo de los sueños se constituyó como el germen de esta poesía. Por eso, no es raro que el verso característico de esta corriente sea el verso libre, aquel que no está sujeto a normas.
Una fuerte crisis personal lleva a Rafael Alberti a escribir Sobre los ángeles (1929), un libro complejo y oscuro donde se expresan fundamentalmente las pasiones de angustia y confusión que asedian a una voz que ha perdido el paraíso de la infancia y su inocencia. El abandono de las formas métricas tradicionales en beneficio del verso libre refleja mejor esa angustia. Algo parecido ocurre en Poeta en Nueva York (1929) de Lorca. En este libro también el Surrealismo ofrece al poeta la posibilidad de mostrar un alma torturada por lo que ha visto. El verso libre, la ruptura de la sintaxis, la desfiguración de la realidad con imágenes alucinadas y las metáforas atrevidísimas comunican una experiencia desgarradora a través de un lenguaje hermético.
También destacaron Luis Cernuda (Un río, un amor y Los placeres prohibidos) y Vicente Aleixandre, el más cualificado adaptador de esta tendencia rehumanizadora. Su estética alcanzó su más alta expresión poética en Espadas como labios o La destrucción o el amor. La estética es irracionalista y la expresión se acerca a la escritura automática, sin aceptarla como dogma de fe. El poeta celebra el amor como fuerza natural ingobernable, que destruye todas las limitaciones del ser humano, y critica los convencionalismos sociales.
Poesía Neorromántica
Bécquer fue el poeta en que se inspiraron los poetas del 27 para la poetización del tema amoroso. En la tendencia neorromántica sobresalieron Luis Cernuda en Donde habite el olvido, título inspirado en un verso de Bécquer, reflejo de su dolorido sentir y de su disconformidad con el mundo. Su centro temático fue el divorcio entre su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). También Pedro Salinas, con La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento, trilogía que conforma una especie de cancionero amoroso. En Salinas, el amor es una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y da sentido al mundo, enriqueciendo al propio ser y a la persona amada.
Poesía Social
En la poesía social, el poeta se entendía y se mostraba como un ser inmerso en su circunstancia político-social. La temática se centraba en lo humano, lo social, la lucha de clases, el desempleo… La poesía debía ser útil para remediar los males que atacaban la realidad. El tono era, a veces, combativo y, otras, de rechazo e indignación. El lenguaje era directo y el vocabulario no presentaba dificultad, simplificando los metros y el estilo en favor de la comunicación y del mensaje. La Guerra Civil empujó con fuerza este proceso de humanización. Alberti, comprometido con el Partido Comunista y con la guerra, publica El poeta en la calle (1935), de corte social, comunicativo y de gran sencillez. También podríamos mencionar a Miguel Hernández, que, aunque no se inserta plenamente dentro del 27, coincide en muchos de sus planteamientos, siguiendo el camino de esta poesía social y rehumanizada.
La Etapa de Posguerra
La etapa de posguerra es considerada la tercera etapa de la Generación del 27, la etapa final, condicionada por las circunstancias en las que el país y los autores se veían inmersos. Comenzó con la Guerra Civil y acaba en 1977, con la llegada de la democracia, la libertad y algunos de los exiliados a España, así como con la concesión del Nobel de Literatura a Vicente Aleixandre, que para muchos supuso un reconocimiento a todo el grupo que, tras la Guerra Civil, se había dispersado y ya nunca volvió a reunirse. Lorca fue asesinado; Alberti, Cernuda, Salinas y Guillén se exiliaron; y Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego permanecieron en una España sin libertad.
Esto nos permite hablar de una poesía de los exiliados, marcada por las nuevas circunstancias, las que convirtieron el Cántico de Guillén en Clamor, tratando problemas humanos como la injusticia y la guerra, y creando un profundo sentimiento de nostalgia. Esto es perceptible también en los Retornos de lo vivo lejano de Alberti, que se convertirá en amargura y desarraigo, o en Desolación de la Quimera, de Cernuda. Los que se quedaron, se orientaron hacia la angustia, lo existencialista y el desgarro humano de los Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que también reflejó el destierro interior y la elegía por la juventud y el tiempo que han pasado, como en Sombra del Paraíso, de Aleixandre. Toda esta rica y compleja trayectoria ha dado lugar a un conjunto poético que no ha dejado de influir en la poesía española hasta nuestros días.