Explorando la Pintura Gótica: Primitivos Italianos y Flamencos

La Pintura Gótica

La arquitectura gótica, al sustituir los muros por amplios ventanales, reduce los espacios para la pintura al fresco, por lo que la vidriera, los libros ilustrados con miniaturas y la tabla, ya utilizada en el románico, serán los soportes de la pintura. El retablo experimentará un amplio desarrollo, evolucionando con el paso del tiempo y mostrando una gran variedad; según el número de tablas, serán dípticos, trípticos o polípticos si tiene más, pudiendo ser fijos o abatibles con puertas que se cierran.

La pintura gótica se inicia en el siglo XIII, es el gótico lineal o francogótico, que se caracteriza por mantener los rasgos de la pintura románica y sus mismos temas, pero en ellos se abre paso un naturalismo ingenuo, propio de la época.

Primitivos Italianos: Giotto

El hecho de que en la arquitectura gótica italiana predomine el muro sobre el vano permite que, junto al empleo de la pintura sobre tabla, se desarrolle la pintura al fresco como rasgo diferencial del resto de Europa. Paralelamente al desarrollo del gótico lineal europeo, en Italia y debido a la influencia bizantina, surgen a lo largo del siglo XIII unas formas que se concretarán en el XIV, en la renovación pictórica del *Trecento*, cuyas escuelas, sienesa y florentina, influirán en toda la pintura europea.

En la pintura del siglo XIV o *Trecento* se advierten como características renovadoras:

  • La preocupación por la representación de la profundidad.
  • Los estudios anatómicos y la representación de los estados anímicos, a través del gesto y la actitud, llevan a una corporeidad y movimiento nuevos.
  • La valoración de la luz y de la gradación del color que permiten conseguir el volumen.

La escuela sienesa, más apegada al bizantinismo (fondos dorados, simetría en la composición, detallismo, isocefalia, rostros convencionales especialmente en las Vírgenes, líneas sinuosas, hieratismo…) está representada por Duccio y Simone Martini.

El gran maestro de la escuela florentina es Giotto, discípulo de Cimabue y verdadero iniciador de la pintura moderna, en cuanto orienta de forma consciente la pintura hacia el dominio de la representación espacial, de la anatomía en función de la expresión anímica y de la luz para la creación de volúmenes. Se inspira en el natural, rompiendo con la estilización bizantina y resaltando la primacía de la figura humana. Ante sus corpulentos personajes se adivinan ya las grandiosas figuras de Masaccio y Miguel Ángel; nadie antes que él representa escenas de tan hondo sentido dramático. Los fondos de sus pinturas introducen paisajes con arquitectura. Trabaja en Asís y Roma, pero su obra maestra son los frescos de la capilla Scrovegni de Padua, con escenas evangélicas (Beso de Judas, Huida a Egipto…), el Juicio Final y alegorías de virtudes y vicios. Más tarde trabajó en la iglesia florentina de Santa Croce, con temas dedicados a San Francisco y a los Santos Juanes. Cultivó también la pintura sobre tabla.

Primitivos Flamencos

En el primer tercio del siglo XV, al mismo tiempo que en Italia surge el Renacimiento, nace en Flandes una importante escuela pictórica cuyos componentes se conocen con el nombre de *primitivos flamencos*, término que alude al carácter pionero de los mismos. Para algunos historiadores del arte es una pintura renacentista a la que denominan “renacimiento norteño”, para otros es la última manifestación gótica. La Flandes burguesa, en pleno auge económico, da prioridad a los valores materiales sobre los ideales o espirituales.

La pintura flamenca arranca de las formas del gótico internacional (finales del XIV y XV), caracterizado por la estilización de las figuras, afición a la línea curva en pliegues y movimientos, técnica detallada y minuciosa, tendencia a un lenguaje de símbolos y valoración de lo anecdótico; todos ellos base de la pintura flamenca.

La principal aportación de la pintura flamenca es la utilización del óleo, cuyo aglutinante, el aceite, permite, al ser transparente, una mayor gama de colores mediante la superposición de dos o más de ellos y más brillo y luminosidad al no ocultar el blanco utilizado en la preparación de la tabla o lienzo; al secar lentamente hace posible un gran detallismo, pues se puede trabajar sin prisa y retocar durante mucho tiempo.

Características del estilo flamenco:

  • Detallismo-ilusionista, por el interés en reproducir los objetos de la vida cotidiana: muebles, cuadros… utilizando algunos, como espejos convexos o metales, para que reflejen zonas que, sin ellos, quedarían fuera de la vista del espectador.

  • Utilización de un prototipo de belleza femenina: rubias, de pelo rizado y largo, tez blanca, frentes despejadas…

  • Predominio de la temática religiosa.

  • Desarrollo del retrato, incluso en la pintura religiosa en forma de donantes.

  • Importancia del simbolismo que tendrá en El Bosco su mayor exponente.

  • Amor al paisaje.

  • Predominio de la pintura sobre tabla, generalmente trípticos de pequeñas proporciones.

  • Importancia del vestido, con multitud de pliegues angulosos, denominados “pliegues metálicos”.

  • Naturalismo, que nos acerca al Renacimiento, pero en el que perviven rasgos góticos como el estatismo, el alargamiento de las figuras típico del estilo internacional, la escasa relación entre las mismas…

En el último tercio del siglo XV y principios del XVI trabajan un grupo de pintores que evolucionan acentuando algún rasgo propio, entre ellos Hugo van der Goes y El Bosco.

El pintor más original del arte flamenco es El Bosco, que aporta todo un mundo extraño de monstruos y figuras fantásticas que se entremezclan con las humanas; utiliza un lenguaje alegórico cargado de sátira e ironía que persigue una finalidad moralizante.