La Generación del 27: Vanguardia y Tradición en la Poesía Española
La Generación del 27 fue un grupo de poetas que comenzó a escribir en los años veinte, compartiendo inquietudes estéticas y una sólida formación literaria. Su nombre proviene del homenaje a Góngora en el tercer centenario de su muerte. Entre sus miembros destacan Pedro Salinas (La voz a ti debida), Jorge Guillén (Cántico), Gerardo Diego (Manual de espumas), Federico García Lorca (Romancero gitano), Rafael Alberti (Marinero en tierra), Luis Cernuda (Donde habite el olvido), Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor) y Dámaso Alonso (Hijos de la ira), además de otros autores como Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, y en revisiones recientes, escritoras como Ernestina de Champourcin y Concha Méndez.
Su estilo combinó tradición y vanguardia, influenciado por Góngora y San Juan de la Cruz, además de movimientos como el simbolismo y el surrealismo. Sus rasgos incluyen el uso de la metáfora, la fusión entre lo popular y lo culto, y la experimentación métrica.
Su evolución pasó por tres etapas: una poesía pura hasta 1927, una fase de compromiso social y surrealismo hasta la Guerra Civil, y, tras la guerra, una dispersión marcada por el exilio y la poesía desarraigada. Autores como Lorca destacaron también en el teatro con obras como Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. En conjunto, la Generación del 27 representa una de las cumbres de la poesía española del siglo XX.
El Tremendismo de Camilo José Cela en ‘La familia de Pascual Duarte’
La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela es una de las novelas más representativas del tremendismo, una corriente literaria caracterizada por la crudeza en la descripción de la realidad, la violencia y la miseria humana. La novela se presenta como un relato autobiográfico en el que Pascual Duarte, un campesino extremeño condenado a muerte, narra su vida marcada por la fatalidad y la brutalidad. La historia se sitúa en una España rural de principios del siglo XX, un entorno hostil donde la pobreza y la violencia determinan el destino de los personajes. Pascual es un hombre dominado por sus impulsos, incapaz de controlar su temperamento, lo que lo lleva a cometer múltiples actos violentos, incluyendo el asesinato de su madre. Cela no presenta a su protagonista como un villano absoluto, sino como un ser condicionado por su entorno y sus circunstancias, lo que genera en el lector cierta empatía hacia su sufrimiento.
El estilo de la obra es directo, sobrio y de gran intensidad. Cela emplea un lenguaje crudo y expresivo, con descripciones detalladas de la violencia y el sufrimiento. La estructura de la novela, en forma de memorias escritas desde la cárcel, refuerza el tono confesional y psicológico del relato. Pascual intenta justificar sus actos, lo que convierte la narración en un ejercicio de introspección que muestra su lucha interna entre la culpa y la necesidad de redención.
Uno de los aspectos más innovadores de la obra es su técnica narrativa. La historia se cuenta desde el punto de vista del propio Pascual, pero incluye cartas y anotaciones de un supuesto editor, que generan una sensación de verosimilitud. Esta técnica permite que el lector cuestione la objetividad de Pascual y se plantee si realmente es una víctima de su destino o un ser cruel por naturaleza.
El Esperpento de Valle-Inclán en ‘Luces de Bohemia’
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) es el más genial dramaturgo de la preguerra. Su obra cumbre, Luces de Bohemia (1920, revisada en 1924), introduce el esperpento, una nueva estética que deforma la realidad para mostrar su auténtica esencia. El esperpento, definido en la escena XII por Max Estrella, refleja una visión trágica y grotesca de España: “El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Valle-Inclán usa esta técnica para denunciar la corrupción y la decadencia del país, desde el rey hasta los marginados.
La obra narra el último día de Max Estrella, un poeta ciego y pobre, guiado por su amigo don Latino en un viaje nocturno por Madrid. Más allá de la anécdota, Valle-Inclán critica la injusticia social, la represión y la falta de valores.
Consta de quince escenas y tiene una estructura circular. Se divide en dos partes: las doce primeras escenas narran el viaje de Max y las tres últimas, tras su muerte, forman un anticlímax. La acción transcurre en un lapso de 24 horas, con numerosos cambios de escenario que crean una sensación de laberinto. Con más de 50 personajes, la obra ofrece una crítica colectiva.
Uno de los aspectos más destacados es el lenguaje: mezcla cultismos, arcaísmos, neologismos, americanismos y vulgarismos, con especial presencia del habla madrileña. Esta riqueza lingüística hace necesaria una lectura con glosario. Además, las acotaciones son elementos clave del esperpento: humanizan objetos.
Luces de Bohemia es una crítica despiadada, con un innovador estilo y una compleja estructura.
La Narrativa Española Tras la Guerra Civil: Ruptura y Renovación
Tras la Guerra Civil, la narrativa española sufre una profunda ruptura debido a la muerte o exilio de grandes autores y a la censura franquista, lo que impide la llegada de innovaciones extranjeras. La literatura se divide entre los escritores exiliados y los que permanecen en España.
Los narradores del exilio, como Ramón J. Sénder, Max Aub o Francisco Ayala, abordan la memoria de la infancia, la guerra y el descubrimiento de la realidad americana. Destacan Crónica del alba (Sénder), El laberinto mágico (Aub) y Muertes de perro (Ayala).
En España, la narrativa inicial muestra tres tendencias:
- La novela ideológica, con obras como La fiel infantería (Rafael García Serrano), que refleja la visión de los vencedores.
- La novela realista, de corte tradicional, que describe la decadencia burguesa en obras como Mariona Rebull (Ignacio Agustí).
- La novela fantástica y humorística, como El bosque animado (Wenceslao Fernández Flórez), que emplea la evasión como respuesta a la posguerra.
A mitad de los años 40 surge la novela existencial, donde destacan La familia de Pascual Duarte (Cela), que inaugura el tremendismo al mostrar la crudeza de la realidad, Nada (Carmen Laforet), sobre la desilusión juvenil, y La sombra del ciprés es alargada (Delibes), que ahonda en la crisis existencial.
En los años 50, con el fin del aislamiento internacional y los cambios sociales, aparece la narrativa social, comprometida con la denuncia de las injusticias. Autores como Cela (La colmena) y Romero (La noria) presentan protagonistas colectivos. Esta tendencia se divide en el objetivismo, influido por el behaviorismo americano, y el realismo crítico, que enfatiza la denuncia social.
En los años 60, la novela realista entra en crisis y surge la novela experimental, influida por la literatura europea y latinoamericana. Se incorporan nuevas técnicas como el monólogo interior y la fragmentación temporal. La obra clave es Tiempo de silencio (Luis Martín Santos) y Cinco horas con Mario (Delibes).