Explorando el Empirismo de David Hume: Percepciones, Ideas y la Naturaleza del Conocimiento

David Hume: El Legado del Empirismo Británico

David Hume fue uno de los máximos representantes del empirismo británico. Sus críticas claras y profundas al racionalismo despertaron a Kant de su “sueño dogmático”.

Hume aplicó el método científico al estudio del espíritu humano, analizando los procesos psíquicos con un modelo similar o equiparable al utilizado por Newton para el análisis de los fenómenos físicos. Los elementos básicos o “átomos” son aquí las percepciones (impresiones e ideas simples) que se relacionan espontáneamente entre sí según las leyes de asociación de ideas (semejanza, contigüidad espacial y temporal, y causalidad). Como todas las ideas derivan de las impresiones, no cabe hablar, como hacían los racionalistas, de “ideas innatas”.

Percepciones: Los Pilares del Conocimiento

Origen de las Impresiones: Según Hume, las impresiones provienen de causas desconocidas.

Percepciones: Son los elementos básicos o primigenios de la actividad del espíritu, la cual consiste precisamente en relacionarlos.

Impresiones: Son percepciones vivaces e intensas y pueden provenir de la sensación externa, también llamada simplemente “sensación” (oír, ver, etc.); o de la sensación interna, también denominada “sentimiento” (desear, odiar, etc.).

Ideas Simples: Son percepciones débiles y oscuras. Se trata de copias de las impresiones y provienen de ellas (recuerdos, fantasías de la imaginación, etc.).

Razonamiento y la Construcción de Ideas

Razonamientos: A partir de las ideas simples, el espíritu razona y construye proposiciones e ideas complejas.

Ideas Complejas: El espíritu tiende naturalmente a asociar las ideas simples conformando ideas complejas. Las ideas más generales y abstractas provienen de las ideas más simples y éstas de las impresiones. Si las ideas simples que componen una idea compleja no se dan en ella en el mismo orden en que se nos dan las impresiones de las cuales provienen, la idea compleja no responde a las impresiones sino a la imaginación.

Proposiciones: Verdades de Razón y de Hecho

Proposiciones de Razón: Son proposiciones cuya verdad depende de las mismas ideas pensadas. Permiten lograr un conocimiento verdadero porque su contenido es necesario y no contingente (Matemática y Lógica). Solo en este plano es posible la “demostración”.

Proposiciones de Hecho: Sobre las cuestiones de hecho no hay posibilidad de alcanzar un conocimiento cierto, demostrativo, ya que allí no hay necesidad sino contingencia y, en consecuencia, siempre lo contrario puede ser pensado sin contradicción. Sin embargo, Hume sostiene que, en base a la observación regular y a la experimentación, pueden formularse “pruebas” (que no permiten una duda razonable) o “probabilidades” (que recogen experiencias con resultados variables). De todos modos, no tenemos de las cuestiones de hecho verdadera ciencia, ya que la idea de causalidad que nos permite unir los fenómenos, explicarlos y predecirlos, no se respalda en ninguna impresión y, por tanto, halla su fundamento solo en la imaginación y la costumbre.

Palabras: Representan a las ideas, por lo que su significado deriva en última instancia de las impresiones de las que proceden éstas.

Biografía de David Hume

Primeros Años y Formación Filosófica

David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Aunque de familia acomodada, no lo era lo suficiente como para permitir a Hume el poder dedicarse exclusivamente a la filosofía, por lo que su padre lo orientó hacia la carrera de abogado, a la que llegó a dedicarse durante unos meses en Bristol. No obstante, ya desde muy joven Hume manifestaba, según sus palabras, “una aversión insuperable hacia todo lo que no fuera la investigación filosófica y el saber en general”, por lo que abandonó su trabajo y viajó a Francia, donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto a dedicarse exclusivamente a la filosofía.

El “Tratado sobre la Naturaleza Humana” y Obras Posteriores

De esos años data la composición de su primera obra, “Tratado sobre la naturaleza humana”, redactada “durante mi retiro en Francia -primero en Reims, pero principalmente en La Flèche, Anjou”, según nos cuenta en su autobiografía. Recordemos que fue precisamente en La Flèche donde había estudiado Descartes, lo que ha dado motivo a ciertas especulaciones sobre la intencionalidad de este retiro en el mismo lugar por parte de Hume. En 1737 regresa a Londres, dirigiéndose posteriormente a Escocia, donde vivirá unos años con su madre y hermano. En 1739 publicará los dos primeros volúmenes del “Tratado”, al que seguirá el tercero en 1740. El poco éxito alcanzado significó un duro golpe para Hume, que llega a decir en su autobiografía “jamás intento literario alguno fue más desgraciado que mi Tratado de la naturaleza humana”. No obstante, el éxito obtenido posteriormente, en 1742, por los “Ensayos”, le hizo olvidar por completo su fracaso anterior, estimulándole para reescribir el Tratado (obra que será publicada en 1748 con el título: “Ensayos filosóficos sobre el entendimiento humano”). En 1745 optó a la cátedra de ética de la Universidad de Edimburgo, plaza que no obtuvo probablemente por su reputación de escéptico y ateo. Después de un año en Inglaterra, como tutor privado del marqués de Annandale, fue invitado por el general St. Clair a una expedición que, inicialmente dirigida contra Canadá, acabó con una pequeña incursión en la costa francesa; posteriormente, en 1747, fue invitado por el mismo general a acompañarle como secretario en una embajada militar por las cortes de Viena y Turín. Estas últimas actividades le permiten mejorar su situación económica.

Consolidación y Reconocimiento

En 1749 regresa a Escocia, donde volverá a pasar dos años con su hermano en su casa de campo, publicando algunas obras más. En 1752 se instala en Edimburgo donde fue nombrado bibliotecario de la facultad de Derecho, dedicando su actividad filosófica más bien a problemas históricos, sociales y políticos, como ponen de manifiesto las obras publicadas a partir de entonces.

París y la Influencia Ilustrada

En 1763 recibió la invitación del conde de Hertford de acompañarle a París como secretario de embajada. Rechazada la invitación en principio, Hume la aceptó ante la insistencia del conde, dirigiéndose a París donde permanecerá hasta 1766, participando en las actividades de los enciclopedistas y los círculos ilustrados y entablando amistad con algunos de los personajes destacados de la época, como Rousseau.

Últimos Años y Legado

A su regreso a Londres fue nombrado “subsecretario de estado para el departamento septentrional”, que se ocupaba de los asuntos diplomáticos con los países situados al norte de Francia, cargo que no estaba remunerado y que desempeñó durante dos años, hasta 1769. Ese año regresará a Edimburgo, continuando sus actividades de estudio e investigación. Allí morirá el 25 de agosto de 1776, habiendo escrito previamente, el 18 de abril, una breve autobiografía, conocedor ya de su pronta e inevitable muerte.