Luis de Góngora y Argote (1561-1627)
Luis de Góngora y Argote (1561-1627) nació en Córdoba en una familia noble. Estudió Cánones en Salamanca hasta 1581. Fue racionero de la Catedral de Córdoba en 1585.
Desde 1580 comienza a escribir poesías: sonetos y romances de diferentes temas. Fue amigo de Paravicino, Villamediana y Pedro de Valencia, por lo cual influyó en la predicación religiosa. Entre 1612 y 1614, escribe Polifemo y las Soledades, sus obras más conocidas. De aquí su enfrentamiento más directo con Quevedo y Lope de Vega. Aunque sus obras fueron comentadas por escrito en vida del poeta, como si fuera un clásico, no llegó a ver impresas más que algunas poesías.
En Madrid, en 1617 fracasó en sus aspiraciones cortesanas, pero, tras ganar una capellanía en Palacio, se ordena sacerdote e intenta proteger a sus familiares con cargos parecidos. Arruinado y enfermo, logró la protección de su familia en Córdoba, en 1626, donde muere un año después.
Despreciada por críticos como Menéndez Pelayo, su poesía fue revalorizada por la generación poética de 1927.
El Teatro Barroco en el Siglo de Oro
El teatro era el género más popular de la época. Todos los estratos de la sociedad podían disfrutar de este gran espectáculo que incluía actos previos e intermedios con música, canciones y farsas. Las obras se escribían para ser representadas y recién se imprimían cuando ya se habían “gastado” sobre el escenario.
El público, en general, disfrutaba del teatro en los “corrales”: teatros armados en los patios entre edificios vecinos. En el fondo, se situaba el escenario con puertas laterales y posteriores, y una o dos galerías para representar escenas en distintas alturas. No había telón, y la escenografía era muy básica y esquemática, de modo que los espacios se creaban por medio de la palabra. Al frente y a los dos costados del escenario, estaban las localidades; las de pie en el patio eran las más baratas; las de las gradas y galerías que lo rodeaban variaban en precio y eran para el público más pudiente.
Las funciones se hacían de día, porque no contaban con luz artificial para iluminar todo el corral. Dado el carácter masivo del público, el poeta se veía obligado a escribir para dejar contentos a todos los estratos sociales. Tenía que mantener a todos atentos y a gusto, pues un público aburrido o disgustado podía arruinar la representación.
También se representaba en los palacios reales o de nobles importantes. Aquí el público era más homogéneo, formado exclusivamente por reyes, nobles y cortesanos. La representación solía ser más suntuosa.
Por último, para la fiesta de Corpus Christi se organizaban, sobre carros en las plazas o en otros espacios públicos, obras de carácter teológico en un acto, llamadas “autos sacramentales”.
Características Generales del Teatro del Siglo de Oro
El teatro del Siglo de Oro da más importancia a la acción que a las caracterizaciones psicológicas. Esta acción, a su vez, está subordinada al tema que se quiere tratar: es decir, la trama es como una metáfora o símbolo que vehiculiza el asunto global de la obra. Esto permite que haya una intriga secundaria, además de la principal.
Lope de Vega y la Renovación del Teatro
Lope de Vega sentó las bases y pautas del teatro clásico español con el ejemplo de sus numerosas obras y con el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo. Estas son algunas de sus principales ideas:
- Dejar de lado a los preceptistas y seguir el gusto del público: el teatro debe acomodarse a los tiempos que corren, tanto en su temática como en su forma, buscando siempre movilizar al espectador.
- Mezclar lo trágico con lo cómico, imitando la variedad de la naturaleza. De esta manera, los personajes de estilo alto pueden convivir con los de estilo bajo, pero siempre se debe mantener el lenguaje apropiado para cada uno.
- Imponer el verso como la norma para el teatro, con variedad de formas métricas y estróficas.
- Dividir la obra en tres actos, en lugar de los cinco clásicos.
- Permitir en la obra cambios de espacio y de tiempo.
Los Personajes Típicos del Teatro del Siglo de Oro
En el teatro de la época, los personajes están rígidamente codificados y responden a categorías fijas:
- El galán y la dama: belleza física, virtud y nobleza
- El poderoso: el rey o los nobles de la más alta jerarquía
- El viejo: función paterna, prudente y grave
- La criada y el gracioso: suelen ser lo contrapuesto de la dama y el galán. La figura del gracioso es una gran innovación de la época, porque en él se mezclan lo cómico con lo trágico. En muchas obras, su comicidad es amarga, ya que aparece como portavoz de una verdad que no todos quieren oír. En las tragedias, se muestra como el único agente cómico, pero, en las obras cómicas, la comicidad se reparte entre varios personajes.
Otros Dramaturgos Destacados
Tirso de Molina
Tirso de Molina: Dramaturgo español. Es uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español. En su obra dramática se mantuvo fiel a Lope de Vega, del que sólo se diferencia por el análisis más profundo de la psicología de sus protagonistas, en especial en los tipos femeninos, cuya variedad y matización es poco usual en el teatro español de la época.
Pedro Calderón de la Barca
Pedro Calderón de la Barca: Cursó estudios en el Colegio Imperial de Madrid, regentado por la Compañía de Jesús y los continuó en las universidades de Alcalá y Salamanca hasta 1620.
Se vio implicado en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas.
Respecto a su vida militar, se sabe que participó en la campaña para sofocar la rebelión de Cataluña contra la Corona (1640).
En 1623 se representó su primera comedia conocida, Amor, honor y poder. La dama duende (1629). Se vio envuelto en pleitos por causa del testamento de su padre, que obligó al dramaturgo y a sus hermanos a pleitear con su madrastra y a vender el cargo de su padre para pagarle lo que les pedía. Entró al servicio del duque de Frías, con el que viajó por Flandes y el norte de Italia entre 1623 y 1625.
Escribió Casa con dos puertas, mala es de guardar (1632), No hay burlas con el amor (1637), El príncipe constante (1629), El mágico prodigioso (1637), El médico de su honra (1635), El alcalde de Zalamea (1640), y su obra maestra, La vida es sueño (1636). En sus autos sacramentales destacan El gran teatro del mundo (1636). Fue herido durante el sitio de Lérida, obtuvo la licencia absoluta en 1642 y una pensión vitalicia. En 1651 se ordena sacerdote.