Lamento sobre Cristo muerto: La obra “Llanto sobre Cristo muerto” de **Giotto**, realizada alrededor de 1306 en la Capilla de la Arena en Padua, pertenece al siglo XIV. Esta pintura se caracteriza por su **realismo** y **naturalismo**, alejándose de las representaciones simbólicas tradicionales. Giotto introduce la búsqueda de la **perspectiva**, aportando profundidad a la escena, lo cual es un avance significativo para la época. Pertenece a la **Escuela Florentina**, y sus figuras tienen un notable volumen, asemejándose a esculturas, lo que contribuye a la sensación de tridimensionalidad. Además, la obra incorpora un nuevo enfoque en la representación de los personajes: más allá de su apariencia física, se destaca por la **interacción emocional** entre ellos, mostrando gran expresividad en los rostros y gestos. Técnicamente, la pintura está realizada al **fresco**, con el uso de una rica policromía que otorga vivacidad a los colores, creando una obra cargada de emotividad y profundidad visual.
Políptico del Cordero Místico: Esta obra se encuentra en Gante y fue realizada en 1432 por los hermanos **Van Eyck**, aunque el políptico se atribuye principalmente a **Jan van Eyck**. Destaca por el enorme cuidado en los detalles, por más insignificantes que puedan parecer, y marca el inicio de la importancia del **paisaje** en la pintura. El tratamiento de los ropajes es especialmente refinado, y se resalta el brillo de los colores, logrado gracias a la aplicación de la técnica del **óleo**. La luz también juega un papel fundamental como elemento de fondo, añadiendo profundidad y realismo a la composición. El políptico incluye una Deesis, con la representación de la Virgen, San Juan y Jesús. También se representan a Adán y Eva, junto con otros elementos como ángeles cantores, jueces justos, los caballeros de Cristo, ermitaños, peregrinos, y el Cordero Místico.
Descendimiento de la Cruz: Esta obra, pintada por **Rogier van der Weyden** en 1435 para la cofradía de ballesteros, se encuentra en el Museo del Prado. En la representación de Cristo, Jesús aparece en una postura que evoca la forma de una ballesta, y la Virgen María también se presenta en una forma asociada a la redención, nuevamente recordando la ballesta. El paisaje no es relevante en esta obra; lo esencial es el grupo de figuras, que ocupa toda la escena, creando un fuerte sentido dramático. La composición sería la escena central de un tríptico, pero las tablas laterales no se han encontrado. La escena está enmarcada por las figuras de María Magdalena y San Juan, que actúan como un paréntesis visual. En las esquinas superiores se representa la ballesta como un homenaje al gremio de ballesteros, además de ser un símbolo característico de Rogier. En la obra aparecen varias figuras, entre ellas José de Arimatea, representado como un hombre rico, Nicodemo, caracterizado como doctor de la ley judaica, María Salomé, María Cleofás, un personaje no identificado, y, cerrando el paréntesis, San Juan y la Virgen María. Un detalle curioso es la presencia de la milenrama, una planta que los soldados solían llevar en su equipo por sus propiedades curativas. Rogier conecta este elemento con la idea de redención, lo que sugiere que los pintores del momento poseían amplios conocimientos científicos.
Carlos V en la “Batalla de Mühlberg”: La obra, realizada en 1548 por **Tiziano** (1481-1576), es una pintura al óleo que representa a Carlos V en el contexto de la lucha contra los protestantes alemanes. En la escena, el emperador se detiene frente al río Elba, reflexionando sobre si debe atacar a las fuerzas contrarias ubicadas al otro lado. Tiziano, especializado en el retrato, representa a Carlos V como un defensor de la cristiandad, destacando su poder y firmeza en este momento de duda.
En cuanto a sus características, la obra resalta no solo los rasgos físicos del emperador, sino también los psicológicos y emocionales, particularmente la tensión que siente antes de cruzar el río. El paisaje, que cobra gran protagonismo, se presenta en un atardecer que refuerza el tono dramático de la escena. La lujosa coraza del emperador, tratada con un brillo realista, destaca como un símbolo de su estatus y poder. Además, la obra está vinculada a los retratos ecuestres del mundo clásico, un tipo de representación que refleja la autoridad y el heroísmo del líder.
Virgen del Canciller Rolin: Esta pintura, realizada por **Jan van Eyck** en 1435, se encuentra en el Museo del Louvre y es una obra de óleo sobre tabla, también conocida como la “Madona”. En la obra, el canciller aparece retratado junto a la Virgen María, en una relación de igualdad, lo cual es notable. No se encuentran en un espacio sagrado, sino en la logia de un castillo, abierta a un paisaje maravilloso. Aunque aún no se comprende del todo cómo manejaba la perspectiva, la obra muestra un enorme cuidado en cada detalle, desde los ropajes hasta los elementos más pequeños. Los detalles son tan precisos que fueron pintados con pinceles de un solo pelo, lo que demuestra una técnica extremadamente minuciosa y una gran preocupación por lo más mínimo.
Matrimonio Arnolfini: El “Matrimonio Arnolfini” es una pintura al óleo sobre tabla, realizada por **Jan van Eyck** en 1434. Se encuentra en la National Gallery de Londres y es una de las obras más conocidas del artista, destacada por su simbolismo y minucioso detalle. La obra representa a Giovanni Arnolfini y su esposa en el interior de una habitación, aparentemente en el momento de su boda o en una ceremonia privada de compromiso. Lo que llama la atención es la precisión en los detalles y el uso del espacio. Los personajes no se ubican en un entorno sagrado, sino en un espacio doméstico de gran riqueza visual, con una cama con dosel, una lámpara de araña, una alfombra y otros elementos que reflejan la opulencia de la pareja. Uno de los aspectos más significativos es el uso de la luz natural, que entra por una ventana y se refleja en diversas superficies, como en el espejo convexo que se encuentra en la pared posterior. Este espejo no solo refleja a la pareja, sino también a otras dos figuras, posiblemente Jan van Eyck, que se sugiere como testigo de la ceremonia, y otra persona no identificada. La obra está llena de simbolismos: el perro a los pies de la pareja es un símbolo de lealtad y fidelidad; el gesto de Giovanni tomando la mano de su esposa es una señal de unión; el candelabro con una sola vela encendida podría simbolizar la presencia divina. Además, el espejo convexo y las cuentas del rosario que cuelgan a su lado subrayan la minuciosa técnica de Van Eyck y su maestría en representar los detalles más pequeños. La precisión técnica de esta obra es asombrosa, y se refleja en el tratamiento de los ropajes, las texturas y los objetos del entorno, que revelan el uso de pinceles extremadamente finos para lograr un realismo casi fotográfico.
La Anunciación: Esta obra data de 1333 y está realizada por **Simone Martini**, es una pintura sobre tabla. En ella, sobre un fondo de pan de oro, se representa al ángel Gabriel anunciando a la Virgen María la llegada de Jesucristo. Las figuras están en movimiento, idealizadas y estilizadas, con una gran elegancia. Además, se incorporan elementos naturales, como un florero en el fondo. Aunque estos detalles son innecesarios para la escena principal, se introducen con el objetivo de reforzar el naturalismo en la composición.
El Jardín de las Delicias: **El Bosco**, es el pintor más original de la escuela flamenca y su obra despertó un gran interés en Felipe II. En su pintura el contenido es más importante que la forma, por lo que su estilo es más bien arcaico y contrasta con los otros pintores flamencos. Se ha pretendido interpretar su obra como una crítica irónica y burlona de los vicios y corrupciones de su época. Su imaginación no tiene límites en la creación de formas fantásticas y extrañas que funden lo humano con los mundos vegetal, animal y mineral, en un claro precedente del arte surrealista del siglo XX. Sus paisajes están ejecutados desde un punto de vista muy alto, lo que le permite disponer de un amplio espacio para desarrollar una infinidad de escenas y detalles. Este tríptico es una de sus mejores realizaciones. En la tabla izquierda se representa la creación de Adán y Eva por Dios, en un paisaje dominado por la Fuente de la Vida. Cerca de Eva merodean conejos, sapos y culebras, que probablemente simbolizan el pecado que se avecina. En la tabla central, conocida como el Jardín de las delicias, se despliega una multitud de figuras desnudas y formas insólitas que parecen una exaltación del amor libre y los placeres carnales, simbolizados en las fresas y los madroños que todos comen, buscan o se pasan. Algunos interpretan el lago de la zona superior como el estanque de la Lascivia, con la fuente del adulterio en su centro. La tabla derecha parece representar un inquietante infierno en el que tiene todo tipo de torturas y horrores, con un rostro en el centro, tal vez el autorretrato del pintor. Las interpretaciones son casi tan numerosas como elementos extraños contiene la obra. La más extendida considera este tríptico como una sátira moralizante: el hombre al incurrir en el pecado original abandona el Paraíso para entregarse a todo tipo de vicios y excesos, cuyo desenlace final no puede ser otro que las torturas del infierno.
Cúpula de Santa Maria de las Flores: Terminada en 1471, la cúpula se edificó sobre un tambor octogonal con 8 óculos. La estructura se va elevando mediante hiladas de piedra y ladrillo, lo que le otorga el nombre de Opus Spicatum. 8 nervios de mármol sostienen la cúpula, que culmina en una linterna. En su interior, se construyó una segunda cúpula que conecta con el exterior, proporcionando refuerzo y ligereza. El tambor, que data del siglo XV, es un elemento clave de la construcción.
Iglesia de San Lorenzo: Construida en 1420, la estructura sigue un esquema de planta basilical-paleocristiana, con 3 naves separadas por columnas corintias. La planta se expande a partir de un cuadrado central en el crucero, del que surgen todos los demás elementos que conforman su diseño. Las naves laterales están cubiertas por bóvedas semiesféricas, contrastando con la techumbre arquitrabada de la nave central, adornada con elegantes casetones. Esta arquitectura de **Brunelleschi** se inspira en su propia obra: el Hospital de los Inocentes de 1419 y la imponente cúpula de Santa María de las Flores.
Condottiero Gattamelata: Realizada en 1444, la obra representa al Condottiero Gattamelata, un capitán jefe de los ejércitos mercenarios de Venecia. Tras su muerte, su familia encarga una escultura ecuestre en Padua. **Donatello**, inspirado en el mundo clásico, toma como referencia la estatua de Marco Aurelio en Roma. La escultura, hecha en bronce y colocada sobre un pedestal de mármol, destaca por su monumentalidad y su marcado realismo o naturalismo. La coraza del condottiero, adornada con relieves, simboliza su poder y autoridad sobre la ciudad.
San Andrés en Mantua: Las obras de esta iglesia comienzan en 1472, el año de la muerte del arquitecto. Los comitentes de esta majestuosa obra fueron la familia Gonzaga de Mantua. La iglesia presenta una planta de cruz latina con una única nave central. Sobre el crucero, se levanta una imponente cúpula, y desde la nave central se abren las capillas laterales. El interior está cubierto por una bóveda de medio cañón con casetones, evocando la grandeza de los Termos Romanos. Los arcos descansan sobre gruesos pilares en lugar de columnas, lo que otorga robustez a la estructura. La fachada, con un notable sentido de gran plasticidad, presenta un arco de medio punto apoyado sobre pilastras corintias. 3 niveles de vanos organizan la composición, culminando en un frontón que recuerda la elegancia de los templos griegos. El arco de medio punto se prolonga hacia el interior formando una bóveda de cañón con casetones. Esta obra se atribuye a **Alberti**, el mismo que realizó la fachada románica de Santa Maria Novella.
Segundas Puertas del Baptisterio de Florencia: Hacia el año 1400, un gremio local decide renovar y embellecer el baptisterio de la ciudad. Para este fin, convoca un concurso al que se presentan grandes escultores de la época. Sin embargo, es **Lorenzo Ghiberti** quien gana el proyecto. El tema propuesto gira en torno al “sacrificio de Isaac”, y Ghiberti se dedica a ejecutar su obra en relieve entre 1404 y 1424, debido a la complejidad de trabajar con bronce. Las primeras puertas del baptisterio presentan una base formal gótica cuadrilobulada, y en ellas se pueden apreciar claras características naturalistas. El tema central es religioso, con la figura de Isaac destacando, representada desnuda en los casetones de los pórticos. Aunque la figura no ocupa todo el espacio, el tratamiento es verdaderamente impactante. Si bien no se puede decir que haya un *horror vacui* (miedo al vacío), se acerca a ello en algunos aspectos.
Terceras Puertas del Baptisterio de Florencia: Entre 1425 y 1452, **Lorenzo Ghiberti** crea las segundas puertas del baptisterio, aunque en realidad son las terceras porque ya existían unas anteriores, de estilo medieval, hechas por Pisano. Estas terceras puertas, conocidas como las “Puertas del Paraíso”, marcan una clara asimilación de los planteamientos clásicos, abandonando la forma cuadrilobulada. En su lugar, presentan 10 espacios cuadrados adornados con molduras. El tema de estas puertas es siempre el Antiguo Testamento, y están elaboradas en bronce. Incluso tras la muerte de Ghiberti, la obra continuó durante 7 años más. Uno de los aspectos más destacados es la perspectiva empleada para moldear las escenas, así como la atención al paisaje en cada relieve. Las Puertas del Paraíso se caracterizan por su alto relieve, con figuras que parecen desprenderse del espacio que las contiene, creando una sensación de profundidad y dinamismo.
David del Palacio de los Médicis: Realizada entre 1444 y 1446, esta obra es la primera escultura desnuda fundida en bronce desde la antigüedad clásica. Representa el cuerpo natural de un joven, siguiendo el modelo praxiteliano de contraposición. El tema es bíblico, pero también funciona como una alegoría política: David (símbolo de Florencia) frente a Goliat (que representa a Milán). David ha vencido a Goliat, y la cabeza de Goliat yace a sus pies, simbolizando la victoria de Florencia sobre Milán. El joven lleva calzas y un sombrero adornado con guirnaldas, típico de la moda florentina del Quattrocento.
Maria Magdalena: Realizada en 1454, esta obra es un retrato físico y psicológico de María Magdalena, una figura religiosa que refleja el dramatismo característico de la última etapa de **Donatello**. La escultura destaca por su expresividad desgarrada, alejándose de los modelos de belleza típicos del Quattrocento. A diferencia de otras obras de la época, que solían ser de mármol o bronce, esta escultura está hecha en madera policromada, lo que refuerza su singularidad y su desvinculación de las modas artísticas de su tiempo. Se caracteriza por su naturalismo y es una obra de bulto redondo, visible desde todos los ángulos.
El Tributo de la Moneda: Realizada en 1425 y ubicada en Santa Maria del Carmen en Florencia, esta es una pintura al fresco de tema religioso que narra un episodio esencial en la vida de San Pedro: El tributo de la moneda. La obra presenta 3 escenas en una sola imagen:
- Escena central: Jesús, acompañado de sus discípulos, le dice a San Pedro que vaya al mar, capture un pez y, en su boca, encontrará la moneda para pagar el tributo.
- Escena izquierda: San Pedro es representado capturando el pez que contiene la moneda.
- Escena derecha: San Pedro aparece pagando el tributo.
El desarrollo de la acción tiene lugar en un ambiente natural, destacando la importancia del paisaje. La composición presenta una simetría con jerarquización: aunque San Pedro es el protagonista de la acción, la figura central es Jesús. Las figuras están dispuestas en isocefalia, siguiendo el naturalismo y la búsqueda de perspectiva propios de la época. El tema también hace referencia al nuevo régimen fiscal de la época, impuesto por la Iglesia para autofinanciarse mediante el cobro de tributos a los fieles.
La Anunciación: Realizada en 1425, esta obra es de **Fra Angelico**, un fraile nacido en un pueblo de la Toscana. Su estilo mantiene los fondos dorados, una tradición del gótico, junto con colores intensos y una gran delicadeza en la ejecución, características de la pintura sienesa. Fra Angelico pintó varias versiones de la Anunciación, especialmente en el convento de San Marcos. De la pintura florentina, toma la búsqueda de la perspectiva y la inclusión del paisaje en sus obras. Esta pieza se encuentra en el Museo del Prado.
La Cámara de los Esposos del Palacio de Mantua: Entre 1465 y 1474, Ludovico Gonzaga encargó a **Andrea Mantegna** la creación de una obra monumental. Mantegna fue el primero en fusionar el espacio real con el espacio pictórico, logrando una perspectiva ilusionista que simula una apertura hacia el cielo, donde varios personajes y animales parecen asomarse desde lo alto. Mantegna es reconocido como el promotor de la perspectiva ilusionista y el inventor del trampantojo, una técnica que crea una ilusión óptica en la pintura. La obra se encuentra en una cámara de 8 metros por lado, cuyas paredes y techo están completamente pintados, de tal manera que se crea un espacio prolongado que parece extenderse más allá de sus límites físicos. Toda la composición está enmarcada por arquitecturas o paisajes ficticios, aunque los personajes representados no son ficticios; muchos son fácilmente reconocibles, aunque algunos no lo eran en su época. Un aspecto llamativo es el paisaje que Mantegna pinta al final de cada escena, el cual tiene una clara identificación con la ciudad de Mantua. En estos paisajes aparecen elementos de la antigüedad romana, como el teatro de Verona, que refuerzan el vínculo con el pasado clásico.
La Lamentación sobre el Cristo Muerto: Realizada en 1465, esta obra es un ejercicio magistral de perspectiva y escorzo. Los puntos de vista son muy bajos, lo que desafía al artista a encontrar la manera de dotar de realismo a la figura, aunque el resultado final parece casi irreal. A pesar de las dificultades técnicas, la obra es considerada una obra maestra, ya que refleja la constante búsqueda del artista por perfeccionar el uso de la perspectiva, un avance crucial en su desarrollo artístico.
La Primavera: Este temple sobre lienzo, realizado en 1482, es una alegoría de la llegada de la primavera y una de las obras más trascendentales del Quattrocento italiano. En el centro de la escena, Venus preside la composición, acompañada por su hijo Cupido, el dios del amor, que apunta hacia las Tres Gracias: la Castidad, la Belleza y el Amor. A la izquierda, el dios Mercurio, representado con serenidad y elegancia, simboliza el buen criterio o buen juicio. El modelo de Mercurio fue Juliano de Médici, quien murió en la conjura de los Pazzi. A la derecha, aparece Céfiro, el dios del viento, que intenta raptar a una ninfa. La obra, expuesta en la Galería de los Uffizi, destaca tanto por su valor alegórico como por su impresionante belleza. Ideológicamente, se enmarca en el neoplatonismo, donde la belleza adquiere un significado espiritual más profundo. Las figuras no sólo son bellas, sino también idealizadas, presentadas en un paisaje ideal. Esta obra, junto con El nacimiento de Venus, es considerada una de las más importantes del Quattrocento y representa la exaltación de la belleza y la armonía en el arte renacentista.
El Nacimiento de Venus: El Nacimiento de Venus muestra a la diosa naciendo del mar, según la mitología, a partir de la sangre de Saturno que cayó en el agua. Pintada en 1485 con la técnica de temple sobre lienzo, la obra se encuentra en la Galería Uffizi y es uno de los ejemplos más importantes del Quattrocento italiano. El tema mitológico representa a Venus emergiendo del mar, en un estilo que se caracteriza por su ingenio y un toque de técnica naïf, que aporta una visión sin prejuicios. Los vientos Céfiros soplan una concha que lleva a Venus hacia la orilla, donde la espera La Hora, dispuesta a cubrirla con un manto. La composición sigue una estructura piramidal, con la figura de Venus captando toda la atención del lienzo. Junto con la obra Primavera, el Nacimiento de Venus es una de las piezas más trascendentales del Quattrocento italiano, celebrando la belleza ideal y la mitología clásica.
La Gioconda: Esta obra, realizada en 1503, ya en pleno Cinquecento, es un claro ejemplo de la maestría de **Leonardo da Vinci** en la plasmación de la realidad, especialmente a través de la figura humana y los paisajes, que son fundamentales en su arte. Da Vinci se preocupaba profundamente por la naturaleza, y su búsqueda de realismo lo llevó a difuminar las formas para crear una atmósfera única, conocida como el **sfumato**, técnica característica del artista. Se trata de un óleo sobre tabla, y la obra es conocida como La Gioconda porque retrata a la esposa de Francesco del Giocondo, cuyo nombre era Mona Lisa. En el momento de la pintura, Mona Lisa acababa de dar a luz a su segundo hijo, y era común celebrar este tipo de acontecimientos encargando un retrato. Leonardo, conocido por su inconstancia, no solía terminar sus obras rápidamente. De hecho, terminó La Gioconda cuando ya no residía en Florencia. En el cuadro, Mona Lisa aparece frente a un paisaje montañoso, y originalmente el retrato estaba enmarcado por dos columnas, aunque estos elementos han desaparecido con el tiempo.
La Virgen de las Rocas: Esta obra, realizada en 1483, se encuentra en el Museo del Louvre. Es un óleo sobre cartón debido a la experimentación de **Leonardo da Vinci** con la técnica del sfumato. En 1841, la obra fue restaurada y se transfirió a lienzo. El tema iconográfico es un capítulo apócrifo e inventado de la vida de Jesús, en el que el joven Juan el Bautista, huérfano y refugiado en una gruta, es protegido por un ángel. Allí, el niño se encuentra con la Sagrada Familia en su huida hacia Egipto. La Virgen María es la protagonista, arrodillada en el centro de la composición, mientras sostiene al pequeño San Juan Bautista. San Juan, durante su niñez, estuvo refugiado con un ángel y, en la pintura, observa a Jesús, quien le bendice. El Arcángel Uriel, que señala a San Juan, es el encargado de proteger a aquellos que atraviesan tiempos difíciles hasta alcanzar su destino. Jesús aparece con la mano alzada, en actitud de bendecir a San Juan. El naturalismo de Leonardo da Vinci es esencial para crear una escena tan llena de realismo y emoción. Hay una versión alternativa de esta pintura original en la National Gallery de Londres.
Santa Cena: Realizada entre 1495 y 1498, esta obra se encuentra en el refectorio de la Iglesia de Santa María de la Gracia, en Milán. En ella, Jesús anuncia que uno de los apóstoles lo traicionará, lo que genera una intensa reacción de angustia y estupor en los apóstoles, quienes están reunidos en grupos de 3. La figura de Jesús preside la Santa Cena con serenidad, reflejando la aceptación de la traición que está a punto de ocurrir. El naturalismo de la obra se destaca en los gestos de los apóstoles, mostrando de manera muy expresiva la conmoción del momento. La luz en la pintura es suave y proviene de distintos ángulos, creando un juego de luces y sombras. **Leonardo** maneja la perspectiva con gran maestría, ya que todos los puntos de fuga convergen en la cabeza de Cristo, lo que centraliza su figura y resalta su importancia. En el segundo grupo de 3 apóstoles se encuentra Judas, el traidor.
La Escuela de Atenas: Esta obra es una pintura al fresco, realizada entre 1510 y 1511, que se encuentra en el Museo del Vaticano. Fue pintada directamente sobre la pared para que quedara fija en ella. La pintura es una alegoría de la filosofía, representando la relación entre las ciencias terrenales y las ideas filosóficas. En el centro de la composición se encuentran Platón y Aristóteles, quienes discuten ideas. Platón señala hacia arriba, hacia el mundo del bien y las ideas, mientras que Aristóteles señala hacia abajo, enfocándose en el mundo terrenal y práctico. Ambos están situados en un espacio arquitectónico que homenajea a Bramante, quien trabajaba en la construcción de la basílica de San Pedro en el Vaticano. Platón sostiene el diálogo de Timeo bajo el brazo, mientras que Aristóteles tiene el libro de la Ética en las manos. A través de esta representación, **Rafael** une dos grandes corrientes filosóficas: el realismo (de Aristóteles) y el idealismo (de Platón). Un detalle interesante es que Platón es representado como un autorretrato de **Leonardo da Vinci**, mientras que la figura pensativa de Heráclito está inspirada en la imagen de **Michelangelo**. Rafael, por su parte, se representa a sí mismo mirando de soslayo, observando la escena. Esta obra es un claro ejemplo de la vuelta al pasado clásico, mostrando la fusión de la filosofía antigua con la visión renacentista.
Las Bodas de Caná: La obra, realizada en 1563 por **Veronés** (1528-1588), es una pintura de grandes dimensiones, ejecutada en óleo sobre lienzo. En ella, el autor captura una fiesta veneciana, presentando un retrato colectivo que incluye a numerosos personajes identificables. Esta obra refleja la vivacidad y el esplendor de la sociedad veneciana de la época, mostrando a diversas figuras de la nobleza y la élite de Venecia.
El estilo de **Veronés** se caracteriza por la riqueza de los colores y la elegancia en las composiciones, elementos que se aprecian claramente en esta pintura. No solo destaca por su tamaño, sino también por el minucioso tratamiento de las figuras y el ambiente festivo. En esta obra, el color predomina sobre el dibujo, y el paisaje adquiere un protagonismo notable. Además, se resalta la riqueza y el lujo, que son reflejo de la buena situación económica de Venecia en ese momento. La pintura está llena de temas profanos y mitológicos, predominando sobre los religiosos.
Capilla Sixtina: La Capilla Sixtina fue mandada construir en 1475 por el papa Sixto IV. En 1508, el papa Julio II encargó a **Miguel Ángel** la decoración del techo, concentrándose en la bóveda y la pared del altar. Según Vasari en *Las vidas de los artistas*, Miguel Ángel no estaba interesado en este trabajo, y, de manera irónica, sería este mismo encargo el que lo convertiría en uno de los genios más grandes de la pintura universal: “Estando Miguel Ángel de vuelta en Roma y opinando el papa que no debía terminar por el momento su sepultura, Miguel Ángel, estimando que pintar la bóveda de dicha capilla era un trabajo largo y difícil y considerando su poca práctica en los colores, buscó por todos los medios descargarse de este peso recomendando a Rafael para este trabajo”. Para decorar la Capilla, Miguel Ángel realizó dos proyectos. El primero era más sobrio y simple, respondiendo de manera directa a los requerimientos del papa, mientras que el segundo, más ambicioso y detallado, fue el que finalmente se llevó a cabo. Un aspecto que debe considerarse como excepcional es que fue el propio Miguel Ángel, y no el papa, quien estableció el programa iconográfico de la obra. La Capilla Sixtina es el resultado de 4 años de arduo trabajo en solitario, lo que culminó en una de las obras de arte más impresionantes del mundo. Desde el punto de vista técnico, Miguel Ángel eligió el fresco para decorar las paredes de la capilla. Tras una restauración reciente, se descubrió que los colores originales eran mucho más brillantes e intensos de lo que se pensaba anteriormente. Bastó con retirar el hollín acumulado sobre los frescos para obtener una visión completamente nueva, desafiando la creencia de muchos historiadores que sostenían que en la pintura de Miguel Ángel, el color tenía un papel secundario. En la parte inferior de la Capilla se encuentran las obras de **Botticelli**, Perugino y Girlandaio. A partir de 1508, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel la pintura del techo, aunque él prefería centrarse en sus esculturas, por lo que sugirió que **Rafael Sanzio** lo hiciera en su lugar. En 1535, el papa Julio III encargó a Miguel Ángel completar la decoración de la capilla en el muro frontal, con el tema del Juicio Final. Miguel Ángel falleció en 1564 a los 89 años, dejando un legado incomparable tras una vida extensa y llena de logros.
La Tempestad: La obra, fechada en 1508 y creada por **Giorgione** (1478-1510), es un óleo sobre tela perteneciente al Renacimiento temprano. Aunque no está claro qué simbología contiene la obra, ha generado diversos debates entre críticos, lo que aporta un aire de misterio y complejidad a la interpretación. En cuanto al uso del color, el verde empleado en las nubes es una interpretación subjetiva del autor, que se aleja de las convenciones de la época, dotando a la obra de un carácter único y personal. Una de las características más destacadas de esta pieza es el protagonismo supremo del paisaje, que se presenta lleno de vitalidad y movimiento. Giorgione utiliza las figuras humanas de manera secundaria, considerándolas más como una excusa para ofrecer una nueva perspectiva en la obra. Esto demuestra su capacidad para centrar la atención en el entorno natural y en la emoción que transmite a través del paisaje, en lugar de solo en los sujetos humanos.