Evolución y Características del Arte Medieval: Paleocristiano, Bizantino y Románico

Orígenes y Características de la Basílica Paleocristiana

El arte paleocristiano se desarrolla a partir de la crisis del siglo III y se extiende hasta el siglo V. Suele dividirse en dos etapas separadas por el año 313. Hasta esa fecha, la religión cristiana vivió en la clandestinidad y sufrió frecuentes persecuciones. Desde el 313, las circunstancias cambiaron como consecuencia del Edicto de Milán, por el que el emperador Constantino convirtió el cristianismo en religión tolerada. Unos años más tarde, en el 381, en el Edicto de Tesalónica, Teodosio lo declaró la única religión oficial del Imperio. Cada vez era más evidente la identificación de la religión cristiana con el estado romano y del arte romano con el cristiano. En este contexto se definieron algunos modelos arquitectónicos que se mantendrán en los siglos siguientes. También se empezó a fijar una iconografía y la costumbre de interpretar en clave trascendente los temas (símbolos). Esto será la base del arte cristiano medieval.

Con la libertad de cultos que proporcionaba el Edicto de Milán, los cristianos empezaron a construir las primeras iglesias. Para ello tomaron como modelo las basílicas romanas (edificios destinados a mercados o a funcionar como tribunales). La basílica cristiana es una adaptación del edificio romano que pasó de una función civil a una religiosa. Generalmente constaba de tres partes:

  • Un atrio de acceso.
  • Un vestíbulo llamado nártex, reservado a los catecúmenos.
  • El cuerpo de la basílica, dividido en tres naves, y el presbiterio, donde se sitúa el altar.

En la parte alta de la nave central se abren sendas hileras de ventanas (claristorio) que iluminan el edificio. La cubierta suele ser armadura de madera salvo en el ábside, que tiene una bóveda de cuarto de esfera. Se eligen las “basílicas romanas” como edificios de culto porque son las que mejor se adaptan a las necesidades de los rituales cristianos por los siguientes motivos: tienen un amplio espacio interior que permite grandes cabidas y están estructuradas alrededor de un “espacio-camino” que conduce desde la puerta al ábside, situado en la pared contraria, y que crea un clímax hasta llegar al altar mayor.

En el arte paleocristiano se utilizan dos modalidades de plantas que continuarán siendo los modelos a lo largo de la Edad Media:

  • Plantas longitudinales: las basílicas tenían un valor simbólico ya que reproducían la cruz. La estructura es la siguiente: planta rectangular compuesta con tres o cinco naves, la central el doble de ancha que las laterales. Esta nave central conduce hacia el altar mayor situado en el ábside (espacio semicircular que simboliza el cielo y que se cubrirá con una bóveda de cuarto de esfera). La nave central se separa de las laterales por columnas de capiteles corintios que sostienen arcos de medio punto o dinteles. La decoración interior se realiza por medio de mármoles de colores y mosaicos que se pueden situar en el suelo o sobre las paredes (mosaicos: porque tienen una función lumínica importante). Las obras más importantes son: San Pablo Extramuros, Santa Sabina, Santa María la Mayor.
  • Plantas centralizadas: Pueden tener diferentes formas: circular, poligonal, o en forma de cruz griega.

Evolución de la Pintura y el Mosaico en el Arte Paleocristiano: Iconografía

La pintura paleocristiana inició su evolución en la zona de Siria. Se manifestaba, sobre todo, en la ilustración de manuscritos religiosos o códices que tendrían una gran importancia en el arte posterior. Al autor le importa más la historia que cuenta que la belleza de las figuras o la exactitud del paisaje. En occidente destaca, sobre todo, la pintura al fresco de las catacumbas de Roma, donde la representación del paisaje es ingenua, predomina el dibujo sobre el color y la técnica del fresco.

Las artes figurativas paleocristianas inician el camino del arte medieval, eminentemente religioso, dando preponderancia al simbolismo de las escenas representadas por encima del realismo de la narración o de su carácter estético. Cumplían una doble función: pedagógica, para servir de vehículo a la enseñanza de las verdades teológicas, y simbólica, como expresión del mundo del espíritu. No son imágenes descriptivas, sino que encarnan una idea. Siempre utilizaron un planteamiento simbólico y conceptual en el que importa más la idea expresada que la forma de representarla.

Las primeras representaciones de los primitivos cristianos son símbolos cuyo significado sólo ellos conocían. Así, para representar a Jesucristo utilizaron el pez como símbolo de Jesucristo porque, en griego, pez se dice ichthys, que es el acrónimo de: Jesucristo (Iesous Khistos), Hijo (Yios) de Dios (Theou), Salvador (Soter). Otro símbolo destacado era el Crismón, monograma de Cristo, del Mesías, formado por sus dos iniciales griegas “” y “” entrecruzadas. Es frecuente que el crismón se complete a los lados con el alfa () y la omega (), que significan el principio y el fin, y que aparezca rodeado de la corona triunfal de laurel que recuerda el triunfo sobre la muerte y la eternidad de Dios. También aparecen símbolos eucarísticos (el pan o la vid), de las almas (palomas), y de la redención (el Agnus Dei). Otras veces se abandonan estos símbolos y se cogen otros de la religión pagana pero dándoles un significado distinto. Se utiliza el vino y las hojas de vid que para los romanos significaban las fiestas de Baco y se les da el significado de la sangre de Cristo. A Cristo se le representa como a Orfeo que en la religión clásica bajó a los infiernos a sacar a sus amigos de allí, pero que murió a manos de estos.

Tras el Edicto de Milán los cristianos pudieron desarrollar libremente su arte, sin tener que ocultar el doble sentido de sus signos, y se empiezan a representar temas que serán constantes a lo largo de todo el arte cristiano: Adán y Eva, Moisés, Daniel en el foso de los leones, pero predominarán los temas del Nuevo Testamento: Nacimiento, Pasión de Jesucristo. En cuanto a los temas bíblicos del Antiguo Testamento, se prefieren los relacionados con la promesa del Mesías. Así encontramos a Adán y Eva en el Paraíso, el sacrificio de Isaac, Daniel entre los leones, etc. En cuanto a los temas del Nuevo Testamento, los más frecuentes son el bautismo en el Jordán y los símbolos de los Tetramorfos. A partir del siglo IV comienza a representarse la figura de Cristo según dos modelos iconográficos: el llamado alejandrino, joven y sonriente, sin barba e idealizado; y el siríaco, maduro de pelo largo y con barba poblada. Este último se acabará imponiendo. Un capítulo especial del arte paleocristiano es la utilización del mosaico. La técnica del mosaico es copiada de los romanos para la decoración de los muros de las basílicas, sobre todo en Roma y Rávena.

Características Esenciales del Arte Bizantino

A la muerte del emperador Teodosio en el año 395, el Imperio Romano se dividió entre sus hijos: Arcadio, a quien correspondió la parte oriental, con capital en Constantinopla (Bizancio), y Honorio, que recibió Occidente, con capital en Rávena. Mientras el Imperio Romano de Occidente desaparece en el 476, el de Oriente alcanza gran esplendor durante el siglo VI, en época del emperador Justiniano, empeñado en transformar la ciudad de Constantinopla.

La cultura bizantina, en general, fue la resultante de las influencias helénicas, orientales y cristianas sobre la base de la cultura romana imperial. El emperador asumía las funciones del César de la antigua Roma y del Papa de la Cristiandad. Concentraba en sus manos el poder temporal y el espiritual (Cesaropapismo). La corte imperial, de gran brillo y esplendor, era el centro de las artes. Era el único cliente de los trabajos artísticos importantes, pues incluso, los encargos para la iglesia procedían de ella. Era un arte al servicio del emperador: el objetivo artístico era expresar su autoridad absoluta, su grandeza sobrehumana, su prestigio. Es un arte de gran lujo, riqueza decorativa, policromía viva y formas solemnes e hieráticas.

La capital, Constantinopla, se convertirá en una gran urbe, en la nueva Roma de Oriente que será cabeza del Imperio Bizantino. En la evolución del Imperio Bizantino encontramos varias etapas:

  • Primera etapa (395-850): Es la etapa de máxima expansión, en arte se le llama la Edad de Oro del arte bizantino. En esta época destaca el poder de Justiniano (527-565), emperador que intentó reconstruir el antiguo Imperio Romano. De este período es Santa Sofía.
  • Segunda etapa (850-1050): El Imperio Bizantino se extiende por el Este de Europa, pero va a perder territorios en Asia y África con la aparición del Islam.
  • Tercera etapa (1050-1453): Desde el punto de vista religioso se produce la separación o cisma de la Iglesia de Roma, aparece la religión cristiana ortodoxa que no reconoce la autoridad del Papa. En el terreno político esta etapa es de decadencia, el Imperio va a perder territorios a manos de los turcos. El punto final de este imperio es la caída de Constantinopla en 1453, con ella acaba de manera definitiva el Imperio.

Las características más importantes del arte bizantino en cuanto a la arquitectura es que será una continuación de la arquitectura romana, pero introduciendo importantes novedades, de manera que llega incluso a superar a ésta. Muchas de las aportaciones del arte bizantino tendrían una gran influencia en el arte posterior, un ejemplo es la utilización de cúpulas para cubrir superficies cuadradas como en Santa Sofía. En cuanto a las artes figurativas destaca el mosaico. El arte tiene un fin didáctico, enseñar al fiel escenas de la Biblia o de los Evangelios, a veces intenta enseñar complicados dogmas. Esto también se dará en el arte románico y gótico. Las representaciones pretenden impresionar al que las contempla y subrayar el poder de Dios y del emperador, en cierto sentido es un arte propagandístico al servicio del poder político.

Arquitectura Bizantina: Iglesia de Santa Sofía de Constantinopla

La basílica de Santa Sofía fue construida por los arquitectos Artemio de Tralles e Isidoro de Mileto entre los años 532 y 537 por orden del emperador Justiniano. Nos encontramos ante el edificio más representativo de la conocida como “Edad de Oro” del arte del Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino.

La planta de Santa Sofía obedece al modelo de planta basilical si bien presenta la peculiaridad de inscribirse dentro de un rectángulo casi de forma cuadrangular, resultando una combinación de la planta basilical propiamente dicha y la de cruz griega o planta centralizada. Presenta, como todas las basílicas, un patio cuadrado que comunica al interior de la basílica a través de un doble nártex, siendo el interior el doble de ancho que el exterior. Una vez dentro, la planta se divide en tres naves separadas por arcos de medio punto sobre columnas, siendo la central el doble de ancha que las laterales rematada en un ábside, mientras las laterales terminan en testero plano y presentan doble piso o tribuna que comunica a la nave central a través de una galería de arcos de medio punto sobre columnas.

Sin lugar a dudas, el elemento constructivo predominante es la enorme cúpula construida en el centro de la nave principal. Esta abarca los 31 metros de diámetro y 51 metros de altura. Para realizar la transición del espacio cuadrangular del centro al circular, susceptible de ser cubierto por la cúpula, se utilizan cuatro enormes pechinas que descansan sobre cuatro grandes pilares o machones. Sin embargo, para contrarrestar el enorme empuje que ejerce una cúpula de tales dimensiones, éstos no son suficientes por lo que se utiliza todo un sistema de contrarrestos de manera que a través de dos enormes arcos de refuerzo el peso se traslada hacia dos medias cúpulas anexas que a sus vez descansan en otras dos a cada lado correspondientes a ábsides laterales y por último dos bóvedas de cañón. Todo el sistema se ve reforzado por el grosor de los muros así como por el uso en el exterior de enormes pilares o contrafuertes de reciben el peso de este sistema de contrarresto.

Por lo que respecta al interior, es la parte más impresionante del edificio. Contrasta la decoración interior con el sobrio exterior del conjunto. Los materiales utilizados para su construcción fueron piedra, ladrillo, hormigón y, para la cúpula, materiales más ligeros como ánforas. Materiales más nobles como mármoles fueron utilizados para los recubrimientos de los muros así como para los entablamentos, arcos y columnas. Los muros se recubrieron de una rica decoración de mosaicos con decoración geométrica y figurativa que otorgan al edificio un aspecto suntuoso. Los mosaicos que decoran la bóveda y las medias bóvedas crean un espacio continuo que contribuyen al efecto de ingravidez. Es muy importante la luz, ya no sólo como elemento funcional, sino decorativo, entrando por las numerosas ventanas del edificio a lo largo del día y realzando las distintas partes del edificio. Las columnas están coronadas con capiteles con rica decoración tallada a trépano con motivos vegetales estilizados. Sobre los capiteles descansan los cimacios y sobre estos los arcos de medio punto decorados igualmente con rica decoración trepanada.

La basílica de Santa Sofía se convirtió en el edificio cristiano más lujoso y grande del mundo en su momento, con una función entre religiosa y áulica. Este edificio habría de influir no sólo en otras iglesias bizantinas posteriores como la de San Sergio y San Baco sino en las mezquitas construidas durante el período turco, como la próxima mezquita azul, claramente inspirada en Santa Sofía.

Mosaico Bizantino: Pantocrátor, Virgen y Deésis

El mosaico se usó por primera vez en Mesopotamia por los sumerios. Con Alejandro Magno, al conquistar la zona, pasó a los griegos, de éstos a los romanos y del arte romano al paleocristiano, que es su continuador natural, y de ahí al arte bizantino que lo elevará a un protagonismo desconocido hasta entonces. Hemos de decir que el arte bizantino prefirió el mosaico a la pintura mural porque ofrecía más posibilidades de luminosidad, color y brillo. Sólo cuando el Imperio entra en una decadencia irreversible (a partir del siglo XIII) se dará de una forma generalizada la pintura mural.

Los mosaicos se realizan elaborando un dibujo y cubriendo con teselas esa composición. Los musívoros (artistas del mosaico) enriquecerán esas teselas con el nácar, el mármol, la pasta vítrea y, en ocasiones, cubrirán las teselas de oro y plata, logrando superficies resplandecientes que impresionan al que las contempla. El arte bizantino es antinaturalista, los personajes parecen herméticos, no expresan su estado de ánimo. Con ello el autor quiere simbolizar la importancia o divinidad de lo representado. No se pretende representar la belleza sino contarnos la historia. Así las representaciones del paisaje son poco realistas y no se representa la perspectiva ni el volumen en las figuras.

Además, crea imágenes o figuras (iconografía) que se repetirán constantemente en toda la historia del arte: Cristo aparece barbado. La Deésis, en griego “plegaria” o “súplica”, es una representación iconográfica tradicional de Cristo en Majestad o Cristo Pantocrátor entronizado, llevando un libro y flanqueado por la Virgen María y San Juan Apóstol y Evangelista, acompañado a veces por ángeles y santos. La Virgen aparece con el Niño sentado en sus rodillas, pero entre ambos no hay una relación humana, los dos son rígidos e inexpresivos. Este tema será frecuente también en el arte medieval posterior. Los santos se representan con el nimbo o corona circular y cada uno con un atributo.

El arte tiene un fin didáctico, enseñar al fiel escenas de la Biblia o de los Evangelios, a veces intenta enseñar complicados dogmas. Esto también se dará en el arte románico y gótico. Las representaciones pretenden impresionar al que las contempla y subrayar el poder de Dios y del emperador. En cierto sentido es un arte propagandístico al servicio del poder político.

En la iglesia de San Vital de Rávena, nos encontramos con los mosaicos más destacados del estilo bizantino, en los que aparecen, a la derecha, el retrato de la emperatriz Teodora con su séquito y a la izquierda el del emperador Justiniano con el suyo. En ambos mosaicos se aprecian perfectamente las características principales del arte bizantino:

  • Isocefalia: repetición de las mismas cabezas en todos los personajes.
  • Frontalidad: las figuras aparecen de frente al espectador.
  • Pies en “V”.
  • Horror vacui: se pretende cubrir de ornamentos todo el espacio.
  • Hieratismo: inexpresión y rostros indefinidos en el séquito.
  • Colores planos.
  • Mayor canon de Teodora y Justiniano, como símbolos de autoridad y de importancia personal en la corte.
  • Ausencia de movimiento, como si se hubieran petrificado las figuras.

En cuanto a la pintura, se decoraban las iglesias con pinturas de Cristo o de la Virgen, las figuras de Cristo con barba partida y edad madura (modelo siríaco) y de la Virgen que se presenta bajo diversas advocaciones. Destaca el abundante empleo del dorado que ejercerá una marcada influencia en las obras góticas.

Características y Función de las Iglesias y Monasterios en el Arte Románico

El arte románico representa el primer estilo de carácter internacional de la cultura europea occidental. De carácter eminentemente religioso, casi todo el arte románico estaba dirigido a la exaltación y divulgación del cristianismo. Surgido a mediados del siglo XI, se desarrolló fundamentalmente durante el siglo XII, a finales del cual empezó a coexistir con el incipiente gótico. El arte románico es el arte de la nobleza feudal y de los monjes altomedievales. Es, por tanto, un arte monástico y feudal. Esta alianza se produce también a nivel arquitectónico. Los monasterios y algunas iglesias románicas son frecuentemente poderosas construcciones, similares a castillos y con idénticas funciones defensivas. Orar y guerrear es muchas veces lo mismo: los monjes eran a veces guerreros (órdenes militares o cruzados) y los obispos eran también nobles.

El románico es un arte rural y el edificio más representativo de esta ruralización feudal es la Iglesia. Los vasallos feudales son incultos y deben ser controlados intelectualmente por la Iglesia. Por ello el románico será el arte de la irracionalidad, el oscurantismo y el misterio. La Iglesia es el reflejo del dogma religioso y simboliza la concepción de un mundo inmutable, eterno. La iglesia es un monumento a Dios y debe ser, por eso, una construcción fuerte y sólida como la fe cristiana. Por eso el arte románico se hace siempre para perdurar, sus líneas son estables y quietas, formas pesadas y volúmenes compactos. La iglesia es un monumento a Dios. Las letras cursivas completan la información del estándar pero se podrían suprimir. Por eso, una construcción fuerte y sólida como la fe cristiana. La fe no es algo comprensible para todos y sólo clérigos y nobleza podían inmiscuirse en los misterios de la fe. Por eso la iglesia románica no está bien iluminada, es más bien oscura, para convertir ese lugar en el sitio donde, en recogimiento y reposo, se adora a Dios. Sus conocimientos técnicos tampoco les permitían hacer grandes vanos en la pared ya que ésta tenía función de soporte.

Por otro lado, es la época de las grandes reformas monásticas y del desarrollo de los monasterios. El monasterio se convierte en centro de oración, de vida intelectual, foco artístico, lugar de protección y de producción. Esta primacía de la fe sobre la ciencia hace que la Iglesia sea quien establezca las orientaciones de la cultura. El punto de arranque del nuevo estilo es el monasterio de Cluny. Allí se elaboró una reforma, la cluniaciense, basada en la adoración por todos los fieles de las reliquias de santos y que sólo podían poseer los monjes. Con la reforma cluniacense los monasterios multiplicaron las donaciones, comenzaron así a extenderse por toda Europa y fueron ellos mismos, los monjes de Cluny, los que esparcieron el estilo románico por varias rutas relacionadas con las reliquias: las vías de peregrinación. Por eso se le ha definido también como “el arte de los viajeros”, el arte de los caminos de peregrinación. Destacando en España el Camino de Santiago.

La arquitectura románica nos ofrece unas características homogéneas en toda Europa:

Elementos Sostenidos

  • Arco de medio punto: En ventanas y puertas, el grosor de los muros determina la creación de las arquivoltas, que van reduciendo el ancho de la abertura del vano.
  • Cúpulas sobre pechinas y trompas.
  • Bóvedas:
    • De cañón, en la nave central. Formada por arcos fajones, que la dividen en sectores, y contrafuertes, en el exterior. Se apoya en los pilares con columnas adosadas.
    • De arista, en las naves laterales. Formada por la confluencia de 2 bóvedas de cañón.
    • De 1/4 de esfera para los ábsides.

Elementos Sustentantes

  • Columna: Quedará, con el tiempo, recluida en los claustros. Va a ser sustituida por el pilar.
  • El capitel: Debido al carácter pedagógico de este arte los capiteles serán historiados.
  • Los pilares, con forma de cruz generalmente.
  • Los muros. Predominan el macizo sobre vano (las ventanas son escasas y abocinadas con derrame interior). En general se hacen en sillares.

La Planta

La planta fundamental es la basilical (de 3 naves) rematada en un ábside central y, a veces, dos laterales, con un crucero muy poco señalado. Con el tiempo degenerará en la planta de Cruz Latina, con cinco cúpulas, en las zonas de influencia bizantina. En las iglesias de peregrinación aparece la girola, a la que se abren una serie de capillas. La finalidad de la girola está determinada por la necesidad de facilitar la circulación de los fieles entorno a las reliquias que se veneran en el altar mayor. En alzado, el problema de la iluminación determina que la nave central sea mayor de altura. Es frecuente en las iglesias de peregrinación que por encima de las naves laterales se sitúe una galería, que es la tribuna, comunicada con la nave central mediante huecos que constituyen el triforio.

Tipos de Edificios

En la iglesia, de Planta de Cruz Latina, se resalta el crucero con un tramo de bóveda más alto, el cimborrio, que se apoya sobre trompas o pechinas. Las partes más importantes del monasterio son la Iglesia, el claustro, la sala capitular y la biblioteca.

Escultura y Pintura Románicas: Características e Iconografía

Las características generales de la escultura románica son:

  1. La adaptación al marco arquitectónico (“ley marco”): La preponderancia de la arquitectura en el Románico es indudable. En el caso de la escultura, la arquitectura determina desde el lugar donde se colocan las obras hasta el tamaño de los personajes. Las figuras se alargan o estrechan según se tengan que adaptar a unas jambas, a un parteluz o a un capitel. Es de destacar que al tener que adaptarse al marco arquitectónico la figura, a menudo, pierde su estructura y naturalismo presentando descoyuntamientos, desproporciones.
  2. Una finalidad docente: La escultura nos intenta transmitir un mensaje, sirve para adoctrinar al pueblo en las verdades de la fe o enseñarles algo con fines morales. La iconografía tenía una finalidad didáctica y pedagógica. El maestro pretendía enseñar un dogma o una verdad teológica determinada.
  3. La temática religiosa: Es fundamental y preponderante, la cultura de la época es eminentemente religiosa. De todos los motivos el más frecuente es el representar al Pantocrátor o Todopoderoso, Dios en majestad, pero es un Dios alejado del hombre, un Dios que no sufre, triunfa, así aparece impasible, severo, el Dios juez con el alfa y la omega símbolos del principio y el fin. El hombre del románico siente miedo y temor ante ese Dios lejano e implacable, en el gótico cambiará esa visión de lo divino. Otra representación muy usual es el Juicio Final, una visión apocalíptica del final de los tiempos cuando Dios juzgará a los hombres. Dios en el centro es un juez frío y distante, casi ausente, juzga al hombre, a su derecha los elegidos aparecen en orden, un paraíso arquitectónico similar a una iglesia y símbolo de la gloria. Aunque son muchas las representaciones de este tipo destacaremos la del tímpano de Santa Fe de Conques.
  4. Los temas moralizantes: En algunos lugares encontramos imágenes que nos llaman la atención, hacen referencia a escenas o imágenes de contenido sexual donde aparecen representados hombres desnudos con exagerados genitales, parejas realizando el coito, hombres realizando sodomías o enseñando el trasero… y eso en lugares accesibles y donde se pueden contemplar sin dificultad. El fin es claramente moralizante, representan la perversidad del pecado, lo que no se debe hacer, para que al representarlos con caras horribles y cuerpos deformes causen sensación en el espectador y le inviten a la reflexión.
  5. Valores estéticos: Una idea fundamental es el antinaturalismo y el simbolismo. Las figuras no se copian del natural, para el escultor románico es más importante narrar un hecho que la manera de contarlo. En esta narración aparecen muchos símbolos. Para algunos autores este alejamiento de la naturaleza es intencionado, elabora el escultor un lenguaje distinto porque quiere representar cosas que están por encima de lo cotidiano (esto es válido sobre todo para los temas religiosos). Es también un arte simbólico, es decir, las imágenes tienen una segunda lectura, además de lo que se ve a primera vista había mensajes ocultos a través de símbolos. De gran parte de estos símbolos no conocemos su significado, en la época en la que se hicieron sí los conocían e identificaban, son el reflejo de esa sociedad y de la mentalidad del hombre del Románico. Para lograr este arte antinaturalista y simbólico los escultores se sirven de una serie de convencionalismos o modos de representar los temas. Las imágenes aparecen normalmente con muy poco volumen, son relieves planos, sobre todo la Divinidad. Se prescinde de la naturaleza. No hay paisajes, árboles ni profundidad. Al componer las escenas muchas veces se hacen por yuxtaposición, es decir, los personajes se agrupan unos al lado de los otros pero sin ninguna conexión entre sí. Cuando se representan varias figuras suelen aparecer todas con la misma cara (isocefalia), como influencia del arte bizantino. Las caras son inexpresivas. Podemos comparar la escultura románica con la escultura arcaica griega. Ese arcaísmo se nota en la forma tosca de representar la figura: ojos grandes y almendrados, sonrisa inexpresiva, geometrismo en los cabellos y pliegues, rigidez (hieratismo), etc. El cuerpo humano aparece muy desproporcionado, las manos y la cabeza son muy grandes, son las partes más importantes y expresivas del cuerpo, mientras que el cuerpo y las piernas son mucho más pequeños.

En cuanto a las características principales de la pintura románica destacan:

  • El tratamiento de la figura humana es igual que en la escultura: antinaturalista, ausencia de paisaje, esquemática, geométrica, desproporción de las figuras, composiciones yuxtapuestas, ausencia de profundidad.
  • El color aparece en estado puro, es decir, no se mezcla para lograr varias tonalidades del mismo color, tal vez esto derive de la influencia de las miniatura mozárabes.
  • Toda la obra aparece con la misma intensidad lumínica, no hay contrastes de luces y sombras y, por supuesto, no aparece el sombreado que contribuiría a dar sensación de volumen y tridimensionalidad a los personajes.
  • El dibujo es poderoso, gruesos trazos contornean las figuras y determinan de forma poderosa los límites de éstas.