La Conquista Musulmana y el Emirato de Córdoba
La Conquista Musulmana
En el 711 se lleva a cabo la conquista de la península ibérica por los musulmanes, durante el califato omeya. Esta conquista fue rápida debido a la debilidad del feudalizado estado visigodo. Los musulmanes firmaron pactos con la nobleza de la península. El control militar de la península lo llevó a cabo Tariq, que penetró por Tarifa con 7000 bereberes en el 711 y avanzó hasta Toledo por la meseta norte. Muza, en el 712, con 18000 árabes, pasa por Sevilla y Mérida hasta llegar a Toledo en el 713. Abd al-Aziz, hijo de Muza, reconocerá a su vez el área de Málaga, Orihuela y Granada. A finales del 713, los musulmanes ya habían conquistado las dos mesetas, el valle del Guadalquivir, el macizo de las Béticas y la huerta murciana. En el 714 dominaron Huesca, Lérida y Tarragona. Más adelante, Muza conquista Astorga y Lugo. Su hijo permanece al frente del territorio ocupado, con capital en Sevilla. En el 729, los musulmanes siguen con la expansión hasta Perpiñán y Narbona. En el 732, el ejército franco les derrota en Poitiers, liderados por Carlos Martel, concluyendo el avance. El último contingente que entra en la península es Balch que, con un ejército de musulmanes sirios, se encargó de sofocar las revueltas bereberes en el 741.
El Emirato de Córdoba
El Emirato de Córdoba (756-929) se inicia con la llegada a la península del príncipe omeya Abd al-Rahman I (756-788), que se proclamó primer emir de Córdoba. Se inició así Al-Ándalus (periodo de independencia respecto al nuevo califato abasida instalado en Bagdad). Pone fin a las guerras civiles existentes y organiza las bases del nuevo estado. Otro emir, Al-Hakam I (797-822), tuvo que afrontar la doble presión: la militar, que llevó a cabo Carlomagno en el área nororiental, y la presión de la población hispana que habitaba Al-Ándalus. Abd al-Rahman II (822-852) consolidará la estructura administrativa del estado e, inspirándose en el modelo persa, llevará a cabo un sistema autocrático fuertemente centralizado. Tras su gobierno, el territorio entra en una profunda crisis. Abd al-Rahman III (912-961) afrontará dicha crisis, estableciendo un férreo control e instaurando el Califato de Córdoba (929-1031) al autoproclamarse califa en el 929. Frena el avance de Alfonso III. Robustecerá el ejército y logrará un éxito económico y político sin precedentes. Le sucede el califa Al-Hakam II (961-976), que mantendrá un periodo de paz y esplendor cultural. Hisham II (976-1009) cede su poder a su primer ministro Al-Mansur, que dirigirá campañas de castigo contra Barcelona, León y Santiago (985-997). Tras la muerte de Almanzor en 1002 y el traspaso sucesivo del poder a sus hijos, el califato se sumerge en un periodo de anarquía en el que se sucederán en el trono hasta 14 califas. Se dará por concluido el califato en el 1031, dando lugar a su desintegración en múltiples reinos o taifas.
Las Crisis del Siglo XI: Los Reinos de Taifas
Se llaman Reinos de Taifas a los reinos que durante 60 años (1031-1090) ocuparon el territorio del Califato de Córdoba. Eran reinos independientes, de diferentes etnias (árabes, bereberes y eslavas), que disminuían en número cuando eran conquistados por los más poderosos (árabes) o por las conquistas cristianas. A finales del siglo XI, todas las taifas eslavas, a excepción de la de Baleares, desaparecieron. Las más sólidas serán las de Sevilla y la de las fronteras, que tenían mucho poder desde antiguo. Política y militarmente eran muy débiles, tenían que mantener treguas y pactos con los reyes cristianos. Esta situación propició su decadencia. Los cristianos se reforzaban con el cobro de las parias o tributos, y los reinos de Taifas subían los impuestos para poder pagar los tributos, aumentando el empobrecimiento y descontento social, y un enriquecimiento del norte, que se empleará para la conquista. Su cultura se reflejó en un arte falsamente lujoso que pretendía dar impresión de poderío. La arquitectura era pobre en materiales, pero muy decorativa. Se desarrolló la alfarería y se promocionó las letras y las ciencias. Tras la caída del reino de Toledo a manos de Alfonso VI, se precipitó el fin de las taifas en 1085. Los taifas de Sevilla y el Algarve pedirían ayuda a los almorávides.
Los Imperios Norteafricanos
Desde finales del siglo XI, los reinos de taifa entran en crisis tras la caída del reino taifa de Toledo. Desde la última década del siglo XI y la primera del siglo XII, los almorávides se hicieron con todo el territorio andalusí, acabando con los reinos de taifa. Las causas de ello fueron: la debilidad de los taifas, la guerra santa y la disminución de impuestos. Su decadencia estuvo ligada a causas internas, como la corrupción y el lujo excesivo, y la relajación de su ortodoxia religiosa. Las causas externas derivaron de la política ofensiva de los reyes cristianos de Aragón (Alfonso I) y de Castilla (Alfonso VII). En 1144, los almohades conquistan el norte de África. Tras la derrota en la batalla de Cutanda (1119), se produce la caída definitiva del reino taifa. Los almohades permanecen desde mediados del siglo XII a mediados del XIII, establecen la capital en Sevilla y resisten el avance cristiano. Alfonso VIII es derrotado en Alarcos. En 1212, una coalición de reinos cristianos y cruzados, apoyados por el Papa, acaban con su poder en la batalla de las Navas de Tolosa. Las causas de su caída fueron el descontento popular, la falta de soldados, la presión fiscal y los enfrentamientos entre bereberes y árabes. Jaime I el Conquistador y Fernando III el Santo reorganizan la ofensiva cristiana, incorporan Valencia y Baleares a Aragón, y Extremadura, La Mancha, Andalucía occidental y Murcia a Castilla.
Al-Ándalus: Organización Económica y Social
En las ciudades se concentraron las riquezas y fueron sede de la administración. Se organizaron en torno a la mezquita, con zocos, alcaicerías y barrios artesanos. Estaban amuralladas, tenían calles estrechas. Dentro de la muralla estaban las viviendas de lujo y fuera de ella los arrabales. Las alcazabas se construyeron en las colinas. La actividad agraria se basó en la trilogía mediterránea, frutales, algodón, caña de azúcar, arroz, morera, plantas aromáticas y medicinales. Se extendieron los sistemas de regadío, nuevas técnicas hidráulicas (noria, acequia, albercas), se creó un decreto de aguas (Tribunal de las Aguas valenciano). Practicaron ganadería ovina, bovina y caballar. También promovieron la pesca, apicultura y la cría de gusanos de seda (artesanía textil). La actividad comercial y artesanal se desarrolló en talleres agrupados en oficios situados en las ciudades. Estos fueron: artesanía textil, orfebrería, cuero, pedrería, alfarería, vidrio, yeseros, albañilería y carpintería. La actividad comercial se producía en los zocos y en los talleres. El comercio internacional lo llevaron a cabo los mozárabes, judíos y musulmanes. Fue de carácter marítimo, se centró en la importación de esclavos, pieles, especias, maderas preciosas y en la exportación de sedas, tejidos, pieles curtidas, azúcar, frutos secos y azafrán. Se pagaba con plata (dirham) y más tarde con dinares de oro (tributos y botines de guerra). Convivieron diferentes etnias (árabes, bereberes, sirios, hispanovisigodos, judíos) y religiones: musulmanes o creyentes (árabes, bereberes y muladíes) y dimmíes o no creyentes (mozárabes y judíos).
El Pensamiento y las Letras
Floreció una cultura de gran desarrollo propiciado por la lengua árabe y por el contacto con el mundo musulmán, sobre todo a partir del siglo IX. Esto permitió la recopilación de numerosos textos literarios, filosóficos y científicos procedentes del mundo griego, persa e indio. La creación literaria, tanto en prosa como en verso, se desarrolló sobre todo en el siglo X (periodo del califato). Ibn Hazm (994-1063) fue uno de los poetas más conocidos, su obra más destacada es “El collar de la paloma”. Otro poeta destacado fue Ibn Jaldún (siglo XIV), su obra más importante es “Introducción a la historia universal”. En filosofía destacó Ibn Rushd (1126-1198), fue clave para la llegada de la obra aristotélica a Europa. Otro filósofo destacado fue el judío Maimónides. La cultura andalusí destacó en la ciencia frente a los cristianos, difundieron el sistema de numeración de origen indio. El toledano Al-Zarqali sobresalió en astronomía, perfeccionando el astrolabio. También desarrollaron las matemáticas y medicina, destacando Abulcasis, autor de la enciclopedia médica y quirúrgica que más tarde sería traducida al latín.
Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana
Entre los siglos VIII y X, durante el dominio musulmán de la península, surgen los primeros núcleos de resistencia cristiana, que darían lugar a los reinos que llevarían a cabo la Reconquista. Surgen en la cordillera cantábrica (núcleo astur-leonés) y en los Pirineos. El núcleo astur-leonés surge de la necesidad de dominar un territorio defendible, tras las montañas y siguiendo una política de supervivencia. Pelayo, en el siglo VIII, inicia la monarquía astur, instalando la capital en Cangas de Onís. Otros monarcas fueron Alfonso I, II y III. Otras capitales fueron Oviedo y León. Defendieron el cristianismo contra el Islam, se produjo la ruptura con la sede de Toledo y el descubrimiento de la tumba de Santiago. En el siglo X surge el Condado de Castilla. En el área pirenaica sufren el avance de los francos por el norte y de Al-Ándalus por el valle del Ebro. El núcleo de Pamplona tuvo enfrentamientos con los carolingios y musulmanes, destacaron las familias Velasco y Arista. En el siglo X se inicia en Navarra la dinastía Jimena, tuvo apoyo franco y labor repobladora de la Iglesia, integraron el núcleo aragonés. Este núcleo aragonés dará a Aragón, antes fue un conglomerado de condados (Jaca, Sobrarbe y Ribagorza). El núcleo catalán lo formaban un conjunto de estados sometidos al reino carolingio (Gerona, Barcelona, Ampurias, Rosellón y Urgel-Cerdaña), sus condes fueron funcionarios de los francos. Tras la crisis del reino franco, estos estados entran en un proceso de feudalización.
Principales Etapas de la Reconquista
La Reconquista se inicia con la toma de Calahorra por los navarros en 1045, y se desarrollará en tres etapas:
- Primera etapa (mitad del siglo XI – mitad del siglo XII): en este periodo se consolidarán los reinos occidentales, toda la zona meridional del valle del Duero hasta el Sistema Central y el valle del Tajo. Alfonso VI, en 1085, conquista Toledo, es derrotado en Uclés en 1108 por los almorávides. En 1119 les vence en Cutanda. En 1147, Alfonso Enríquez I de Portugal conquista Lisboa. Dominarán el valle del Ebro. Gracias a Ramón Berenguer IV se produjo la caída de Lérida y Tortosa.
- Segunda etapa (mediados del siglo XII – 1212): tras el hundimiento del imperio almorávide en 1144, la conquista la llevará a cabo el reino almohade, con la ocupación de los cursos altos del Guadiana, Turia y Júcar. Recuperaron el norte de Sierra Morena y el sur de Lisboa. En Navas de Tolosa, una coalición de cristianos con ayudas de cruzados impulsados por el papado venció definitivamente a los almohades. Las pestes y las malas cosechas retardaron la ofensiva final cristiana que terminará desmoronando el reino almohade.
- Tercera etapa (1223-1248): incorporaron los reinos occidentales de Portugal, el Algarve y Castilla. Fernando III el Santo conquistará Extremadura, La Mancha y el valle del Guadalquivir-Córdoba (1236) y Sevilla (1248) y Murcia. Jaime I “el Conquistador” incorporará Valencia y Baleares al reino occidental de Aragón.
Modelos de Repoblación y Organización Social de los Reinos Cristianos
Entre los siglos VIII y XI, la zona norte de la cuenca del Duero era zona fronteriza, tierra de nadie, insegura y peligrosa. La repoblación la llevaron a cabo los campesinos mediante el sistema de presura, organizándose en aldeas. El clero se concentraba en los monasterios. En el alto Duero, Castilla colonizó mediante caballeros-villanos, a los cuales se les concedía estatutos especiales. En la zona pirenaica, los condes francos sancionaron la colonización de tierras por el sistema de “aprisio” mediante la formación de monasterios. Entre los siglos XI y XIII, la zona sur de la cuenca del Duero se realizó la repoblación por la monarquía mediante concejos. Crearon los fueros y cartas pueblas. En la cuenca del Tajo expulsaron a los mudéjares de las ciudades. En la zona del valle del Ebro enviaron a los musulmanes a los barrios extramuros y les dejaron las tierras yermas. En los núcleos fronterizos concedieron fueros o cartas pueblas para atraer a pobladores. En los cursos altos del Guadiana, Turia y Júcar crearon las hermandades de caballeros-monjes. En Andalucía, Extremadura y Murcia la repoblación fue a cargo de la monarquía, la cual repartió las tierras en latifundios entre la nobleza, órdenes militares e Iglesia. En Valencia permitieron la permanencia de la población conquistada. En Baleares, la repoblación se planteó como botín, repartiéndose todo entre la monarquía, las milicias ciudadanas y la Orden del Temple. En la sociedad existió la nobleza guerrera (cobraban rentas a los campesinos por su protección), caballeros villanos (ocupaban las principales magistraturas de los concejos), artesanos y campesinos (pagaban impuestos y colaboraban con las milicias concejiles para defender la villa).
Una Cultura Plural: Cristianos, Musulmanes y Judíos
Tras la Reconquista, la inmensa mayoría de la población era cristiana, pero también existían judíos y musulmanes. Los musulmanes se dedicaron a la agricultura y, en algunos casos, fueron protegidos por los señores, preservaron su religión y sus derechos. Mantuvieron su religión en privado y, en algunos casos, conservaron propiedades y organización interna (capitulaciones). La población judía se mantuvo en muchas ciudades, la actitud social fue más hostil que con los musulmanes. Se les prohibió construir nuevas sinagogas y extender su fe, se les obligó a residir en juderías y a llevar distintivos en la ropa. Se dedicaron a actividades económicas, a la medicina y a la artesanía de lujo. En ciudades como Toledo llegaron a ocupar cargos de tesoreros reales o a construir sinagogas. A partir del siglo XIV, con el reinado de Enrique de Trastámara, aumentó el desprecio y el mal trato de la sociedad cristiana hacia los judíos. Se les atribuía males como epidemias (peste), de acumular riquezas indebidamente (prestamistas y recaudadores). Hubo “pogromos” como los desatados tras la peste negra (1348), o en Sevilla en 1391. En el siglo XV, un ordenamiento real estableció restricciones a la libertad judía, lo que provocó conversiones. Los conversos también fueron mal vistos por los cristianos viejos, pidiéndose limitaciones en sus accesos a cargos civiles y eclesiásticos.
Organización Política e Instituciones en la Baja Edad Media: El Reino de Castilla
Durante la Baja Edad Media se asistirá al fortalecimiento de la monarquía, amparada en la teoría del origen divino del poder y la reintroducción del derecho romano, que concentraba el poder en manos de un soberano (“Partidas” de Alfonso X el Sabio en la segunda mitad del siglo XIII, y el “Ordenamiento de Alcalá” en 1348). Alfonso X crea la administración central con un Consejo Real (1385, Cortes de Valladolid). Estaba formado por 4 caballeros, 4 prelados y 4 letrados. En el siglo XV serán 8 letrados, 2 prelados y 2 nobles. Se consolidó una corte formada por los mayordomos, cancilleres, condestables y almirantes. No existía capital fija, la corte se desplazaba con el rey. En la administración central, la Hacienda se encargaba de recaudar impuestos, se organizó en dos contadurías: la de Hacienda y la de Cuentas. Alfonso IX creó las Cortes para tratar asuntos de interés con el rey, se convocaba al clero y a la nobleza. En 1188 entraría también el tercer estado. Las Cortes en Castilla se crean en el siglo XIII, en 1301 se unifican con la de León. Aprobaban nuevos impuestos, trataban asuntos políticos, siempre eran de carácter consultivo. A lo largo del siglo XV irá perdiendo importancia. La administración territorial se basó en la división en 7 provincias (Alfonso X) llamadas adelantamientos o merindades. En 1345, Alfonso XI estableció el sistema de regimientos, apareció la figura del corregidor (enviado real encargado de terciar en conflictos).
La Corona de Aragón
La Corona de Aragón es el único estado compuesto por diferentes reinos (Aragón, Mallorca, Valencia y Cataluña). Cada reino tenía instituciones y leyes propias. La monarquía aragonesa se caracterizó por su debilidad política. En época de Pedro III “el Grande” (1283), las Cortes le impusieron el juramento del Privilegio General y los fueros de sus reinos, esto supuso la aceptación de numerosos privilegios al clero y la nobleza. Obligó a que las Cortes se convocaran por separado cada 3 o 4 años, estaban formadas por el clero, nobleza y patriciado urbano, menos en Aragón, que la nobleza se dividía en dos (alta nobleza y baja nobleza). Controlaban la corona, defendían los derechos feudales, tenían funciones políticas, aprobaban subsidios, tenían carácter vinculante. En Aragón se introdujo el Justicia Mayor, se encargaba de defender la nobleza aragonesa frente al rey. Las concesiones propiciaron un modelo político: el pactismo. En 1359, con Pedro IV, las Cortes catalanas establecieron la Diputación del General. En 1632, esta institución se extendió a otros reinos, en Cataluña pasó a llamarse “Generalitat”. En la administración central, Pedro IV dictó las Ordenanzas de la Casa Real, que reguló el funcionamiento del Consejo Real y de la Cancillería. En la administración territorial aparece la figura del gobernador o virrey. En Cataluña se crearon las veguerías y las bailías. Los jurados regían en los concejos, y estaban controlados por el Justicia. En Barcelona, el poder municipal residía en el Consell.