Evolución Política y Cultural en la Península Ibérica: Reconquista y Edad Media

Los Primeros Núcleos Cristianos de Resistencia y las Etapas de la Reconquista

Los Primeros Núcleos de Resistencia

En las montañas del norte de la Península Ibérica, se organizaron los primeros núcleos de resistencia cristiana. Hasta el siglo X, estos núcleos se limitaron a resistir y ocupar zonas despobladas, como el norte de la cuenca del Duero, mientras que Al-Ándalus mantenía la hegemonía.

  • Núcleo Asturiano: En el año 722, el noble visigodo Pelayo, junto con los astures, derrotó a un ejército musulmán en Covadonga. Este evento marcó el inicio del reino de Asturias, con capital en Cangas de Onís. Alfonso I asumió la herencia visigoda, y Alfonso II trasladó la capital a Oviedo. Posteriormente, Alfonso III extendió la frontera hasta la línea del Duero.
  • Núcleo Navarro: Tras la Batalla de Roncesvalles en 778, se estableció el Reino de Pamplona, independiente de los francos. Íñigo Arista fue su primer representante. El reino alcanzó su apogeo con Sancho III el Mayor.
  • Núcleo Aragonés: Los condados aragoneses estuvieron inicialmente bajo la influencia navarra. Se independizaron como reino tras la muerte de Sancho III el Mayor.
  • Núcleo Catalán: En la zona oriental de la Marca Hispánica, varios condados estaban bajo dominio carolingio. El Condado de Barcelona pronto predominó, y Wilfredo el Velloso inició un proceso de independencia del reino franco. En el siglo X, su sucesor Borrell II dejó de prestar homenaje feudal al monarca francés.

Principales Etapas de la Reconquista

Se denomina Reconquista al periodo comprendido entre los años 718 (rebelión de Pelayo) y 1492 (caída del reino nazarí de Granada). Se pueden distinguir varias fases:

  • 1ª etapa (siglo VIII – siglo X): Desde la victoria cristiana en Covadonga (722), los núcleos cristianos del norte consolidaron su territorio y avanzaron hacia el sur. El reino asturiano alcanzó la línea del Duero en el año 910, lo que llevó a Ordoño II a trasladar el centro político a León. A partir de entonces, se habla del reino asturleonés y, posteriormente, del reino de León.
  • 2ª etapa (siglo X – primera mitad del siglo XII): Tras el fin del califato y la disgregación de los reinos de Taifas, León y Castilla rebasaron la Cordillera Central y ocuparon la cuenca del Tajo. Toledo cayó en manos cristianas en 1085, junto con el territorio entre el Sistema Central y el río Tajo. Tras el freno impuesto por la invasión almorávide, el avance se reactivó en los reinos orientales, con la toma de Zaragoza (1118), Tortosa (1148), Lérida (1149) y Lisboa (1147).
  • 3ª etapa (final del siglo XII – principios del siglo XIII): Tras la interrupción del avance con la llegada de los almohades, Castilla y León dominaron el valle del Guadiana y los pasos de Sierra Morena. Este proceso culminó con la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que abrió el avance cristiano hacia el valle del Guadalquivir y Valencia.
  • 4ª etapa (siglo XIII – siglo XV): Los cristianos ocuparon rápidamente el valle del Guadalquivir. Fernando III el Santo tomó Córdoba y Sevilla, mientras que Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, conquistó Valencia y las Baleares. El reino nazarí de Granada, último reducto musulmán, cayó en manos de los Reyes Católicos en 1492.

Diversidad Cultural en la Península Ibérica durante la Edad Media

Durante la Edad Media, coexistieron pacíficamente en la Península Ibérica tres culturas y religiones: cristianismo, judaísmo e Islam. Hasta finales del siglo XI, Al-Ándalus fue culturalmente superior a los reinos cristianos, destacando en poesía, matemáticas, medicina y filosofía. Córdoba se convirtió en un importante centro cultural.

La España cristiana experimentó un impulso cultural a partir del siglo XI, paralelo al desarrollo de las lenguas romances (castellano, catalán, gallego y portugués), que se consolidaron en el siglo XIII con la aparición de universidades como la de Salamanca (1218) y obras literarias como el Cantar del Mío Cid (1208).

El Camino de Santiago, surgido tras el descubrimiento de la tumba del apóstol y la construcción de la Catedral de Santiago de Compostela, se convirtió en el principal vehículo de difusión cultural. A través de él, penetraron modelos literarios y artísticos europeos, mientras que la cultura hispanomusulmana llegaba a Europa.

La Escuela de Traductores de Toledo jugó un papel crucial, donde estudiosos judíos, cristianos y musulmanes traducían al árabe, latín y castellano obras científicas, literarias y filosóficas de griegos y romanos. Su apogeo se alcanzó bajo el reinado de Alfonso X el Sabio.

Crisis Demográfica, Económica y Política en la Baja Edad Media (siglos XIV y XV)

La crisis afectó tanto al Reino de Castilla como a la Corona de Aragón. Las principales causas fueron:

  • Malas cosechas y falta de recursos, que provocaron hambrunas y diezmaron a la población.
  • La Peste Negra, que causó una gran mortandad.

Las consecuencias incluyeron el aumento de despoblados, falta de mano de obra, disminución de la tierra cultivada y conflictividad social, como la revuelta irmandiña en Galicia, el conflicto de remença en Cataluña y los progroms o matanzas de judíos.

Desde el punto de vista económico, se desarrolló la ganadería trashumante, mientras que la artesanía entró en crisis. El comercio fue la actividad menos afectada. En Castilla, se centró en la exportación de lana a través de los puertos del Cantábrico. En Cataluña, la exportación de textiles se mantuvo en el siglo XIV, pero decayó en el siglo siguiente.

A nivel político, la crisis reflejó la pugna entre los grupos privilegiados y la monarquía. En Castilla, hubo periodos conflictivos como la guerra civil entre Pedro I y Enrique II de Trastámara, y conflictos con la nobleza en tiempos de Juan II y Enrique IV. En la Corona de Aragón, estalló una guerra civil en Cataluña, enfrentando a la Generalitat y la Biga, que apoyaban al príncipe de Viana, contra la Busca, que apoyaba a Juan II. El conflicto culminó con las Capitulaciones de Pedralbes.

La Unión Dinástica de Castilla y Aragón y la Organización del Estado con los Reyes Católicos

La Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y Aragón

En 1469, se celebró el matrimonio entre Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, ambos de la familia Trastámara. Tras la muerte de Enrique IV, estalló una guerra civil en Castilla entre Isabel, apoyada por Aragón, y Juana la Beltraneja, apoyada por Portugal. Las tropas de Isabel vencieron en la batalla de Toro (1476), y en 1479 se firmó la Paz de Alcaçovas, reconociendo a Isabel como reina de Castilla. Ese mismo año, Fernando heredó el trono de Aragón tras la muerte de Juan II.

En enero de 1492, se conquistó el reino nazarí de Granada, finalizando la presencia musulmana en la Península. En 1493, Aragón recuperó los territorios del Rosellón y la Cerdaña de Francia mediante el Tratado de Barcelona. En 1496, Castilla concluyó la conquista de las Islas Canarias. Tras la muerte de Isabel, Fernando conquistó Navarra en 1512. Con Portugal se mantuvo una política matrimonial que no fructificó hasta 1580. Este proceso de unificación dio lugar a una unión dinástica, donde los distintos reinos mantuvieron sus leyes e instituciones bajo los mismos monarcas.

La Organización del Estado e Instituciones de Gobierno bajo el Reinado de los Reyes Católicos

Los Reyes Católicos sentaron las bases del Estado moderno, reforzaron la autoridad real estableciendo una monarquía autoritaria, reorganizaron la administración y practicaron una política de unidad política y religiosa. Para fortalecer el poder real, limitaron el poder de la alta nobleza, nombrando a miembros de la baja nobleza, eclesiásticos y letrados formados en las universidades para los principales cargos. Además, obligaron a la nobleza a devolver las rentas reales usurpadas durante el reinado de Enrique IV.

Crearon la Santa Hermandad en 1476, un organismo policial y judicial para garantizar el orden público. El Consejo Real de Castilla se convirtió en el principal órgano de asesoramiento, junto con el Consejo de Aragón y el de Órdenes Militares. El Tribunal de la Inquisición velaba por la ortodoxia católica y la unidad de la fe.

Los reyes reorganizaron el sistema de Hacienda en 1480. A nivel judicial, crearon dos Reales Chancillerías, una en Granada y otra en Valladolid, además de las audiencias en los reinos de la Corona de Aragón.

En el ámbito local, crearon la figura del corregidor, representante del rey en los municipios, encargado de funciones judiciales y policiales, y de hacer cumplir las normas del poder central.

La tendencia a gobernar sin convocar las Cortes se hizo habitual en Castilla, simbolizando el fortalecimiento de la autoridad real. En Aragón, la doctrina pactista dificultó este fortalecimiento. Las ausencias del rey Fernando hicieron necesario el mantenimiento de la figura del virrey en cada territorio, consolidándose durante su reinado.