Evolución Histórica de la Ciudadanía: Del Estado Absoluto a la Globalización

La Génesis Histórica de la Ciudadanía

La ciudadanía es un estatus jurídico y político mediante el cual el ciudadano adquiere, respecto a una colectividad política, unos derechos como individuo y unos deberes. En su acepción moderna, se corresponde con el derecho y el deber de participación en la vida colectiva y democrática.

La ciudadanía se muestra como un concepto evolutivo. Se ha representado de forma dialéctica, ya que se ha debatido entre derechos y deberes, entre estatus (que es el lugar que ocupan los ciudadanos en la sociedad) e instituciones, entre políticas públicas e intereses comparativos o particulares.

La identidad cultural es la dimensión humana gracias a la cual ha sobrevivido la cultura de muchas sociedades, aun en situaciones extremas de presión social, política, económica o ambiental.

La Ciudadanía Moderna en el Contexto del Estado Absoluto

La ciudadanía casi desapareció después del Renacimiento. El modelo político dominante en Europa occidental fue la monarquía absoluta y, en la medida en que la noción de ciudadanía estaba asociada a la de autogobierno, no hubo lugar para el concepto clásico de ciudadanía.

La modificación del sentido de la ciudadanía se debe a la consolidación del Estado territorial moderno, caracterizada por su amplia extensión, la concentración de poder en manos del príncipe y el desarrollo consiguiente de la teoría de la soberanía. El ciudadano viene a equipararse con el súbdito. Bodino piensa que: “la nota característica de la ciudadanía es la obediencia y reconocimiento del súbdito libre hacia su príncipe soberano, y la tutela, justicia y defensa del príncipe hacia su súbdito”. La ciudadanía concede derechos de protección que favorecen la aparición de una sociedad civil separada del ámbito político.

Una Nueva Ciudadanía Incluyente

Las bases de una nueva función político-incluyente de la ciudadanía se sientan con la aparición de las nociones filosófico-políticas de estado de naturaleza y de contrato social, a partir de las cuales se construye la idea de Estado y se le dota de la finalidad de garantizar los derechos y libertades que de forma natural disfrutaban los individuos. La ciudadanía va a desempeñar una función de virtud cívica que permite unir a los individuos a través del reconocimiento de unos derechos civiles y de participación política. El ciudadano comienza a ser identificado con el individuo integrante de la nación o del pueblo.

Destacan varios autores que enlazan la idea de la ciudadanía con la noción de contrato, pertenecen al contractualismo:

  • Hobbes considera al ciudadano como un súbdito del poder político. El estado natural es un estado salvaje en el que el hombre estaba en guerra contra el hombre. Mediante el contrato de comunidad, el ciudadano desempeña su función: someterse y adherirse a la voluntad del soberano.
  • Locke: Su teoría contractualista da origen al liberalismo democrático. El giro decisivo en la concepción del ser humano la presenta con el “estado natural”. El ciudadano está regido por la ley natural que equivale a la razón, y esta obliga a todos. El individuo es titular de derechos naturales; están presentes los conceptos de representación y participación ciudadana.
  • Rousseau: Con su teoría de la participación cívica, representa el tercer modelo de contractualista que comprende los elementos de educación, organización y desarrollo político de la población. El ciudadano, antes de surgir la vida en sociedad, era bueno, feliz y libre; al vivir en sociedad se establece el nuevo contrato social que es un pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad. Cada ciudadano, bajo este contrato, al compartir la voluntad general, es partícipe en la promulgación de la ley. Pero al adherirse al pacto de asociación, se compromete igualmente a supeditar su voluntad particular a la voluntad general, lo que constituye la libertad civil.

H.: ciudadano súbdito, estado absoluto; L.: ciudadano representativo, estado liberal; R.: ciudadano participativo, estado democrático.

La Ciudadanía en la Época de las Revoluciones Burguesas

Renace el concepto de ciudadanía abierta, entendida bajo una triple dimensión:

  1. Ciudadanía legal: recoge la igualdad abstracta ante la ley, es la ciudadanía como estatus, ya que goza de igualdad en derecho y ante el Estado, y remite la idea de ciudadano como individuo.
  2. Ciudadanía política: es la del ciudadano como sujeto político que participa en el gobierno de los asuntos públicos. Al depositar en el pueblo el ejercicio de las mismas, las revoluciones francesa y americana recuperaron la ciudadanía como principio igualitario de pertenencia a una comunidad política y convirtieron al ciudadano en el protagonista de la vida pública.
  3. Ciudadanía nacional-estatal: el ciudadano se presenta como miembro del Estado organizado como nación, y no a través de cuerpos intermedios. La nación sustituye al mosaico de relaciones personales entre los individuos y el soberano.

El Concepto de Ciudadanía en la Revolución Francesa

Se establecen los derechos que se debían alcanzar para la obtención de una plena ciudadanía:

  • Derechos civiles: incluyen la consideración de que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.
  • Derechos políticos: comprenden el derecho de voto y de la participación de los individuos en la política. Se resalta el modelo participativo.
  • Derechos sociales: implicaban una perspectiva de igualación en las condiciones materiales de la vida de todos los ciudadanos.

Derechos civiles y políticos: derecho a la vida, derecho a la integridad personal, derecho a la igualdad, derecho a la libertad, derecho al honor, a la vida y a la información. Derechos políticos: asilo, nacionalidad y extranjería. Derechos económicos, sociales y culturales: derechos en relación con el empleo, derechos frente a las Administraciones en sufragios, derechos en relación con la Administración de justicia y derechos de los pueblos.

La Ciudadanía en Tiempos de la Globalización

Jürgen Habermas recoge su reflexión en estos tres temas:

Ciudadanía e Identidad Nacional

Para Habermas, el Estado-nación establece una forma específica de relacionarse con los ciudadanos. Funda una idea colectiva que resultó funcional para el ciudadano. Existe un triple reconocimiento de los individuos: en su integridad como personas, en su calidad de miembro de un grupo étnico o cultural, y en su condición de ciudadanos.

Ciudadanía y Globalización

Para Habermas, la situación del Estado-nación no es sostenible en la actualidad, ya que muchas situaciones nos confrontan con problemas que ya no pueden solucionarse, sino es en el marco cosmopolita de los acuerdos entre Estados soberanos.

La globalización es un fenómeno actual, fundamentalmente de carácter financiero, que ha tenido en el mundo al calor de dos fenómenos: los avances tecnológicos y la apertura de los mercados de capitales. Consolida las desigualdades entre las personas y, por ello, existen movimientos de ciudadanos contrarios a ella.

Produce consecuencias: se construyen formas de organización supraestatales de”regímene” continentales y cambia la soberanía popular.