1. Teatro anterior a 1936
Existe un teatro que triunfa a finales del siglo XIX, estos son:
- La comedia burguesa con atisbos de crítica social.
- El teatro en verso con una orientación tradicionalista.
- El teatro cómico en el que predomina el costumbrismo tradicional.
Hay otro teatro que pretende innovar con experiencias teatrales de escritores noventayochistas y con impulsos renovadores de las vanguardias de la generación del 27.
El teatro que triunfa. La comedia de salón.
En la primera mitad del siglo XX, este teatro estaba dirigido a las clases sociales acomodadas, o sea la alta burguesía. Jacinto Benavente con El nido ajeno denuncia la situación de la sociedad burguesa, pero su representación fue un fracaso. Introduce una crítica con el fin de denunciar los aspectos negativos de la sociedad. Se dirige a la aristocracia con un tono superficial y raramente moralizador. En 1907 publica Los intereses creados. Dos de las obras principales son Señora ama y La malquerida. En la segunda década del siglo lo tildan de conservador.
Teatro en verso.
Combinaba elementos posrománticos con rasgos modernistas. Iba asociado a una ideología tradicionalista exaltando los ideales nobiliarios y los grandes hechos del pasado. Destacan Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. Los hermanos Machado premian en el teatro popular y folclórico pero no contribuyeron a la renovación del teatro español.
Teatro cómico.
En la primera mitad del siglo XX se desarrolla un género teatral heredado de las tramas musicales de la zarzuela, el sainete. Contribuyeron los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches al éxito de este teatro desenfadado.
Hermanos Álvarez Quintero:
Sus obras están llenas de tópicos: el andaluz es alegre y reina la gracia salerosa. Solo existen los problemas sentimentales. Destacan obras como El patio, El genio alegre y Malvaloca.
Carlos Arniches.
Deriva hacia la creación de sainetes cómicos costumbristas. En ellos se centra en el Madrid de principios de siglo. Cultiva la tragedia grotesca, fusión de lo dramático y caricaturesco con un trasfondo serio. Una de sus obras más importantes es La señoria de Trevélez.
Teatro renovador.
Teatro de la Generación del 98.
Destacan Unamuno, Azorín y Valle-Inclán.
- Unamuno cultivó el teatro para explicar los conflictos que le obsesionaban. Su teatro es un drama de ideas, diálogos densos y personajes escasos. Destacan Fedra y El otro.
- Azorín hizo experimentos teatrales a través de obras simbólicas e irreales. Ambos tuvieron un éxito discreto ya que no fueron bien entendidos.
2. Valle-Inclán
Sus intentos de renovación dan como fruto nuevos caminos expresivos. El expresionismo de sus argumentos lo lleva al esperpento. No es fácil la clasificación de su teatro, debido a su complejidad y variedad.
- El primer grupo de farsas se introduce en un ambiente degradado y viciado. Agudiza la tragicomedia con Divinas palabras.
- La trilogía Comedias bárbaras es equiparable con el ambiente rural gallego que aparece en Divinas palabras.
- El tercer grupo está formado por los melodramas, representado por medio de marionetas. El lenguaje es crudo y los argumentos son la codicia, la lujuria y los celos.
La técnica del esperpento consiste en deformar la realidad para mostrar los aspectos más rechazables. El lenguaje es una mezcla de registros vulgares y metáforas. Luces de bohemia supone la consolidación del esperpento.
Teatro en la segunda década del siglo XX.
Ramón Gómez de la Serna escribió piezas de lo que se representaba en los escenarios que su mayoría se quedaron sin representar. En la dramática de la Generación del 27 destacan tres facetas:
- La depuración del teatro poético.
- La incorporación de elementos vanguardistas.
- Acerca el teatro al pueblo.
Todas ellas confluyen en Federico García Lorca. La evolución de su obra dramática se puede dividir en tres momentos:
- Los tanteos de los años 20.
- La experiencia vanguardista de comienzos de los años 30.
- La etapa de plenitud de sus últimos años.
Primeras obras:
- El maleficio de la mariposa supuso un gran fracaso.
- Con Mariana Pineda llegó su primer éxito. Era un drama en verso con influencia del teatro histórico modernista.
Obras vanguardistas:
Compone las obras que él denominó ‘comedias difíciles’. Son obras complejas por la técnica surrealista. Así que pasen cinco años y El público, huyen de la realidad a través del subconsciente.
Época de plenitud:
Da a conocer el siglo de oro con misiones pedagógicas, contacto con los pueblos. Son los años de ‘La Barraca’. Sus grandes obras son sus tres tragedias rurales centradas en el mundo femenino y en la condición de la mujer en la sociedad tradicional.
- Bodas de sangre narra el amor imposible por causas sociales.
- Yerma es la frustración por la maternidad insatisfecha de la protagonista.
- La casa de Bernarda Alba narra el conflicto entre la autoridad y el ansia de libertad.
3. Poesía de la posguerra
Terminada la guerra civil, la literatura se dividió en dos bandos. Pocos poetas de la Generación del 27 permanecen en España pero son los que van a impulsar la literatura en España. El bando vencedor cultiva una poesía arraigada, esteticista y clásica. Los perdedores son los exiliados, con el tema principal de la patria perdida y el lamento por España. Los que permanecen en España sin pasión ni alegría cultivan una poesía existencial o vanguardista bajo el patronato de Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre.
Poetas del exilio
Son poetas que ya alcanzaron el éxito y la madurez literaria antes de la guerra. Destaca el ‘exiliado interior’ Juan Gil-Albert. Se puede apreciar una evolución en el tono: en los primeros años predomina un tono desgarrado, airado y apasionado; con el paso de los años su poesía se torna melancólica y con angustia y soledad del desterrado. Los exiliados más destacados son Juan Ramón Jiménez y León Felipe, pero también Jorge Guillén, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Luis Cernuda.
Poetas arraigados/garcilasistas
Se preocuparon de cultivar una poesía de calidad técnica al margen de consideraciones existenciales. Se les conoce con este nombre por la conformidad que muestran con la España que les rodea, expresando una visión del mundo optimista y esperanzada, ajena a la penosa situación de la posguerra española. Son Luis Rosales, Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero y José García Nieto.
Poetas desarraigados.
Poetas que sienten disgusto con la situación del país. Son poetas al margen; unos cultivan las vanguardias, otros una poesía de dramatismo existencial. Se publicaron dos obras fundamentales: Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, las cuales influyen decisivamente en la nueva dirección que toma la poesía española. Muestran su disconformidad con la España de posguerra como Victoriano Crémer, Eugenio G. de Nora y José Luis Hidalgo. Menor trascendencia son las obras que autores que entroncan con las vanguardias. Destacan el Postismo, encabezado por Carlos Edmundo de Ory o el Superrealismo de Miguel Labordeta. Otro es el grupo creado en torno a la revista Cántico que destaca Pablo García Baena y Ricardo Molina, los cuales defienden una poesía intimista, refinada y un lenguaje neobarroco.
Poesía social.
Se hace manifiesta la actitud crítica de denuncia ante la realidad española. Los poetas que sobresalen durante los años 50 son Blas de Otero con Pido la paz y la palabra y Gabriel Celaya con Cantos íberos. La nueva poesía social denunció la realidad ante el silencio impuesto por el poder. Conciben la poesía como comunicación con tono sencillo, coloquial y uso de un lenguaje cotidiano y tendencia al prosaísmo. Tranquilamente hablando de Gabriel Celaya inició el proceso de cambio de la poesía: la colectividad pasa a ser un problema central del texto poético y la angustia personal adoptó un tono social.
Década de los 60.
La Generación del 50 son los llamados niños de la guerra, poetas nacidos entre 1925 y la Guerra Civil. Se preocupan por el lenguaje lírico, lo cuidan y meditan. Tratan temas filosóficos y con un lenguaje intimista. Los poemas tienen un carácter reflexivo. Mantienen el lenguaje coloquial y el verso libre. El humor y la ironía son el distanciamiento de la realidad. Tienen rasgos comunes como la presencia de lo íntimo, ya que poetizan sus experiencias personales y el gusto por el recuerdo. Se evoca con nostalgia el paraíso perdido de la infancia. Las relaciones amorosas dan cauce al erotismo en poemas intimistas que reflejan experiencias individuales. Se exalta la amistad. Aparece la reflexión sobre la poesía, o sea, la metapoesía. El intimismo es heredero de Bécquer, poetas de la Generación del 27 como Cernuda y Machado. Destaca el influjo de José Hierro, con una crítica socio-política intimista. Son quizá los mejores poetas de la segunda mitad del siglo XX.
- Ángel González se revela con poemarios como Palabras sobre palabra o Prosemas o menos, con una línea social de crítica irónica y algo escéptica sobre la sociedad franquista y al mismo tiempo una poesía de preocupaciones existenciales y metafísicas.
- Claudio Rodríguez es el poeta de la tierra, del agro.
- José Agustín Goytisolo, autor de Años decisivos es la voz más humana e íntima como Palabras para Julia.
- Jaime Gil de Biedma con Poemas póstumos cultiva la poesía de la experiencia, de la vivencia personal. Su poesía se basa en experiencias personales evocadas desde la distancia que impone el paso del tiempo.
- Francisco Brines autor de Palabras a la oscuridad.
- José Ángel Valente destaca con su poesía sobre la incertidumbre y la duda.
Dos grandes poetas de este grupo son Antonio Gamoneda y José Manuel Caballero Bonald.
Poesía desde los años 70
Tras caer el régimen desapareció la censura, las barreras sociales que alejaban a gran parte de la población de la cultura. La poesía pierde su misión de protesta y lamento. En general se puede hablar de un vitalismo literario. La línea reivindicativa se continúa con una lírica irónica y crítica ante la nueva España. Otro rasgo es la desaparición de las reglas métricas básicas de la rima y del ritmo. La versificación puede ser otra. Los poemas están escritos en prosa. En los últimos años del siglo XX predomina la temática existencial afrontada desde una poesía con un lenguaje casi coloquial. Destacan Lorenzo Oliván, Carlos Marzal y Luis García Montero.
Novísimos y el esteticismo.
Los novísimos es el germen del esteticismo con brotes de ironía e impregnados de referencias eruditas. El grupo se caracteriza por una absoluta libertad formal, escritura automática, uso del collage, introducción de elementos exóticos, artificiosidad e influencia de los medios de comunicación de masas y del cine. Se centran en autores extranjeros como Ezra Pound o Cavafis. Primaba también lo estético sobre lo práctico ya que la poesía no tenía por qué servir de algo. Se incorpora la cultura urbana como los medios de comunicación, la publicidad, el deporte. Es frecuente la metapoesía. Se distinguen los poetas puramente culturalistas de otros con una poesía más crítica.
Otra sensibilidad y el intimismo.
Se cultiva una poesía más sincera. El poeta trata de sí mismo desde un lenguaje más cercano y coloquial. Es la llamada Poesía de la experiencia, un modo de contar lo que cualquier hombre siente alguna vez. El gran referente es Machado sin olvidar a los poetas del 50, sobre todo Ángel González. A medio camino entre los novísimos y el intimismo destacan Miguel D’Ors y Blanca Andreu. Otros poetas que perfilan el intimismo e interés por lo metafísico y metapoético son Ana Rossetti y Olvido García Valdés. Destacan Julio Llamazares y Clara Janés entre otros. El poema es una unidad literaria que trata los grandes temas de la literatura y la vida con subjetivismo. Se podría hablar de un subjetivismo realista.
Última poesía: el poeta como protagonista
En los años 90 sobresalen Andrés Trapiello, Felipe Benítez Reyes o Jorge Riechmann. El mejor poeta de la línea intimista es Luis García Montero. Cultiva una poesía cercana al lector y al sincero sentir del poeta. Los temas grandilocuentes son tratados con sencillez formal y discursiva con Carlos Marzal y Lorenzo Oliván.
La narrativa de los años 40
La desorientación cultural de los años de la posguerra empobrece el panorama narrativo: la censura prohíbe la novela comprometida de signo izquierdista, la producción de exiliados y de los narradores más renovadores españoles, europeos y norteamericanos de los años 30 y 40. Las novelas del período republicano son prohibidas como las novelas extranjeras de ideología progresista por lo que impera el aislamiento. Los novelistas que publican en la posguerra española se encuentran en el bando vencedor. Es una narrativa triunfalista, adepta al régimen dentro de la órbita del catolicismo tradicional y obvia toda crítica social y disconformidad. Se encuentra la producción de Zunzunegui, José María Gironella. Se inicia también una narrativa que se aleja de la novela triunfalista que dan a sus relatos un sesgo existencial más que social. Muestran un mundo definido por la soledad, la frustración, el malestar, etc. Destacan La familia de Pascual Duarte de Cela, Nada de Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada de Delibes.
- La familia de Pascual Duarte provocó una gran polémica e inauguró el tremendismo. La novela presenta una visión deformada de la realidad que subraya los aspectos más desagradables.
Narrativa de los años 50
La narrativa existencial entra en lo social ya que la novela se convierte en un medio para el compromiso y el testimonio social. Algunas de las novelas fueron prohibidas y se publicaron en el extranjero. La colmena de Cela fue censurada en España y se publicó en Buenos Aires, la cual es la iniciadora de la novela social española de medio siglo y desoladora visión del Madrid de posguerra, la miseria, el hambre. El camino de Delibes muestra de forma crítica la realidad de un pueblo castellano en la posguerra. El nacimiento de la novela social compuesta por autores que vivieron en su niñez la guerra y los efectos devastadores como Jesús Fernández Santos, Ana María Matute, Anastasio Grosso. La obra más representativa del objetivismo behaviorista es El Jarama de Sánchez Ferlosio. Para estos autores es superior a lo artístico y afirman la necesidad de una narrativa social-realista. Aparecen novelas influidas por el conductismo, el behaviorismo y por el neorrealismo italiano. Intentan captar la realidad de la forma más objetiva posible. Este neorrealismo está representado por obras como Con el viento solano de Ignacio Aldecoa. Agotada la década el realismo social llegó a su agotamiento también que respondía a unas circunstancias históricas y cumplió su papel. Con los años 60 llegarán aires nuevos y técnicas renovadas.
Narrativa de los años 60
Se aprecia cansancio del realismo precedente y se manifiesta la necesidad de incorporar fantasía y de renovar formalmente la novela. En 1962 Luis Martín-Santos publica Tiempo de silencio, una obra inaugural de la nueva época narrativa. La novela española se renueva con nuevas técnicas y enfoques. Las aportaciones proceden de los narradores de los 40, los mayores como Delibes y Torrente Ballester. Narradores de la generación de medio siglo como Juan Goytisolo, Juan Marsé y Juan Benet. Jóvenes autores como José María Guelbenzu que encuentran su madurez con la llegada de los 70 la que se va a llamar Generación del 68. La novela de esta década se caracteriza por la búsqueda de nuevas formas y aparición de novedades formales, destacan:
- El uso de la técnica del perspectivismo de alternar el enfoque de la historia desde el punto de vista de diversos personajes por lo que se ofrecen muchas interpretaciones.
- La novela de los 60 da cabida a lo irracional, onírico e irracional.
- El capítulo desaparece, la secuencia e incluso algunas novelas se presentan sin cortes visibles.
- El desorden cronológico se convierte en una seña de identidad de esta narrativa.
- Disminución del diálogo a favor del estilo indirecto libre del monólogo interior conocido como stream of conciousness.
- Es frecuente encontrar numerosas disgresiones del autor.
- El protagonista suele encontrarse en conflicto consigo mismo y con su entorno.
Narrativa de los 70.
Se produce una efervescencia experimental ya que vuelven hacia ciertos aspectos de la novela tradicional sin renunciar a las renovaciones. La novela vuelve a ponerse al servicio de la historia y el argumento recupera protagonismo. El más representativo es Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta con un regreso a las técnicas narrativas tradicionales. Sus siguientes obras son parodias de novelas policíacas como El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas. En esta época conviven distintas generaciones de novelistas:
- La generación de los 40 con Cela, Torrente Ballester, Ana María Matute y Delibes.
- Generación de los 50 con Juan y Luis Goytisolo, Carmen Martín Gaite, Juan Benet y Juan Marsé.
- Novelistas de los 70 con Eduardo Mendoza, Javier Marías.
- Narradores de los 80 y 90 como Antonio Muñoz Molina, Reverte.