El Teatro Español desde la Posguerra hasta la Actualidad
Años 40: Estancamiento y Exilio
La Comedia Burguesa
En los años 40, el panorama teatral se caracterizó por un claro estancamiento. Dominado por una burguesía conservadora, el público demandaba comedias ligeras y evasivas que no cuestionaran el orden social. Así surgió la comedia burguesa, inspirada en la tradición de Benavente, que giraba en torno a conflictos familiares, sentimentales y pequeñas hipocresías sociales. Autores como Jacinto Benavente, Juan Ignacio Luca de Tena, José López Rubio, Joaquín Calvo Sotelo, Víctor Ruiz Iriarte y Edgar Neville protagonizaron esta corriente con obras como La venda en los ojos (1954) o El baile (1952).
El Teatro del Exilio
Paralelamente, muchos dramaturgos se vieron obligados a exiliarse. En el exilio, el teatro adquirió un tono más simbólico y comprometido. Rafael Alberti escribió obras como El adefesio (1944) y Noche de guerra en el Museo del Prado (1956), de fuerte carga política y alegórica. Max Aub denunció la indiferencia ante el Holocausto en San Juan (1943), mientras que Alejandro Casona optó por un lirismo poético que fusionaba fantasía y realidad en títulos como La dama del alba (1944) o La barca sin pescador (1945).
Años 50: El Teatro Comprometido Emerge
En los años 50 comenzó a emerger un teatro comprometido, más conectado con la realidad social. La censura seguía presente, pero los autores buscaban caminos simbólicos o metafóricos para sortearla. Antonio Buero Vallejo fue una figura clave en esta etapa. Su obra Historia de una escalera (1949) reflejaba la frustración social de una generación atrapada sin movilidad, mientras que en En la ardiente oscuridad (1950) utilizó la ceguera como metáfora de la ignorancia.
Años 60 y 70: El Teatro Social bajo el Franquismo
Durante los años 60 y 70, el teatro español vivió una etapa de mayor tensión entre la voluntad crítica y los límites impuestos por el régimen. En este contexto, se consolidó el llamado teatro social, que buscaba denunciar las injusticias y retratar las tensiones de la España franquista. A pesar de las restricciones, dramaturgos como José Martín Recuerda, Lauro Olmo (La camisa, 1960), José María Rodríguez Méndez o Carlos Muñiz dieron voz a los conflictos de clase, la pobreza, la migración interior y el autoritarismo.
Años 80 y 90: Nuevas Generaciones y Temáticas
En las décadas de los 80 y 90, convivieron al menos dos generaciones de dramaturgos. Autores nacidos en los años 40, como José Luis Alonso de Santos, Fermín Cabal, Ignacio Amestoy o José Sanchis Sinisterra, se interesaron por temas sociales como la droga (Yonkis y yanquis), el terrorismo, la violencia de género o la inmigración. También se trató la Guerra Civil desde el punto de vista del bando derrotado en obras como Las bicicletas son para el verano (1984) de Fernando Fernán Gómez o ¡Ay, Carmela! (1986) de Sanchis Sinisterra.
Siglo XXI: Teatro del Texto y Posdramático
Ya en el siglo XXI, el teatro español se bifurca en dos grandes líneas: el teatro del texto, con autores como Juan Mayorga, cuyas obras destacan por su profundidad filosófica y compromiso ético, y el teatro posdramático, una corriente experimental y multidisciplinar encabezada por figuras como Angélica Liddell (La casa de la fuerza, 2009).
La Narrativa Española desde la Posguerra hasta la Actualidad
Años 40: La Narrativa de Posguerra
Durante los años cuarenta, la narrativa española reflejó la atmósfera sombría de la posguerra. En este contexto, emergen dos tendencias principales: la novela existencial y la novela tremendista.
Novela Existencial
La novela existencial, como Nada (1944) de Carmen Laforet o La sombra del ciprés es alargada (1948) de Miguel Delibes, se caracteriza por su tono introspectivo y por transmitir una angustia vital que nace de la experiencia de la muerte y del vacío existencial. No hay una crítica social explícita, sino una profunda desesperanza antropológica.
Novela Tremendista
Por su parte, el tremendismo es una manifestación aún más extrema de esa angustia, buscando impactar al lector con la crudeza de sus personajes y situaciones.
Mediados del Siglo XX: La Generación del Medio Siglo y el Realismo Social
A mediados del siglo XX, surge un nuevo grupo de escritores conocidos como la “generación del medio siglo”. Estos autores abogaban por una literatura comprometida, influida por la noción de engagement de Jean-Paul Sartre. La novela debía ser un instrumento para reflejar las injusticias sociales y las difíciles condiciones de vida de la España de la dictadura.
El Objetivismo
La técnica narrativa predominante en esta etapa fue el objetivismo, una forma de narración impersonal en tercera persona, que evita los juicios del narrador y reproduce los hechos y diálogos con una estética cercana al cine neorrealista italiano. Un ejemplo paradigmático es El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio, donde se describe un día de campo protagonizado por un grupo de jóvenes madrileños. Los extensos diálogos, las descripciones precisas y la ausencia de una trama convencional reflejan una sociedad estática, banal y sin horizontes.
Años 60: La Renovación y la Novela Experimental
A partir de los años sesenta, la novela española experimenta una transformación profunda. Se rechazan las limitaciones del realismo social y se busca conectar con las corrientes literarias europeas, norteamericanas e hispanoamericanas. La nueva novela otorga primacía al discurso narrativo sobre la historia contada, y se interesa más por la representación subjetiva de la realidad que por la mera descripción de los hechos. Esto da lugar a la llamada novela experimental. Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos, es la obra más representativa de esta corriente.
Miguel Delibes también se suma a esta renovación con Cinco horas con Mario (1966), en la que Menchu, una mujer conservadora, repasa su vida y la de su marido muerto en un largo monólogo que pone de manifiesto el choque entre dos Españas: la del pensamiento progresista y la del conservadurismo católico y burgués. Por otro lado, muchos de los autores que comenzaron en la novela social evolucionaron hacia fórmulas más personales y complejas. Es el caso de:
- Juan Goytisolo (Señas de identidad)
- Luis Goytisolo (Antagonía)
- José Manuel Caballero Bonald (Ágata ojo de gato)
- Juan Marsé, cuya obra Últimas tardes con Teresa (1966) combina crítica social y elementos paródicos, mientras que Si te dicen que caí (1973) ya se adentra plenamente en el experimentalismo.
La Transición y el Postfranquismo (Años 70 en adelante)
Un Punto de Inflexión: La verdad sobre el caso Savolta
El año 1975 marca un punto de inflexión con la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, considerada una obra clave en esta transformación. Ambientada en la Barcelona convulsa de 1918, combina elementos de la novela policiaca, el testimonio judicial y la crítica social.
Continuidad de Autores Consagrados
A pesar del relevo generacional, muchos autores consagrados de la posguerra continuaron publicando obras relevantes. Miguel Delibes abordó temas sociales y humanos en novelas como Los santos inocentes (1981) o El hereje (1998). Camilo José Cela volvió a tratar la Guerra Civil en Mazurca para dos muertos (1983), mientras que Gonzalo Torrente Ballester experimentó con la parodia de géneros.
El Impulso del “Nuevo Realismo”
Durante las décadas finales del siglo XX, surgió un fuerte impulso narrativo que apostó por recuperar el placer de contar historias. Este “nuevo realismo” se manifiesta en autores como Rafael Chirbes, cuyas novelas como Crematorio (2007) o En la orilla (2013) son retratos críticos de la España contemporánea. Belén Gopegui y Elena Medel también denuncian, desde la ficción, las desigualdades y la precariedad del sistema social y político.
Realismo Cervantino
En paralelo, algunos autores como Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986) o Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 1989) cultivan un realismo de raíz cervantina, donde la imaginación se convierte en un refugio frente a una realidad mediocre. Estas obras exploran la dualidad entre lo real y lo fabuloso, planteando una visión crítica y, a la vez, esperanzada de la condición humana.
Auge de la Novela de Género
A partir de los años 70, la novela policiaca también experimenta un auge notable. Manuel Vázquez Montalbán, con su detective Pepe Carvalho, inaugura una serie emblemática con fuerte carga crítica. Le siguen otros autores como Alicia Giménez Bartlett, Juan Madrid o Lorenzo Silva. Simultáneamente, la novela histórica vive un momento de esplendor con autores como Arturo Pérez-Reverte, Juan Eslava Galán o Terenci Moix, que recrean minuciosamente épocas pasadas para reflexionar sobre el presente.
Narrativa Reciente: Renovación y Nuevas Tendencias
En la narrativa más reciente, se adoptan estrategias de renovación que la conectan con las literaturas europeas y norteamericanas.
Literatura Autobiográfica y Autoficción
La literatura autobiográfica cobra protagonismo, como se observa en Ordesa de Manuel Vilas o en Tiempo de vida de Marcos Giralt Torrente. Surge también la autoficción, una mezcla de autobiografía y ficción, como en las obras de Javier Cercas (El impostor) o Enrique Vila-Matas (Bartleby y compañía).
Autores Destacados: Muñoz Molina y Marías
Antonio Muñoz Molina destaca por su estilo elaborado, su preocupación ética y su capacidad para recrear tanto el pasado como la subjetividad del presente. Obras como Sefarad o La noche de los tiempos son paradigmas de una literatura comprometida con la memoria y la introspección. Por su parte, Javier Marías desarrolla una narrativa singular, marcada por reflexiones constantes, largos periodos oracionales y una voz muy reconocible.