Evolución del Teatro y la Narrativa Española: Del Siglo XVII al XX

Siglo XVII

El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín

El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín es el prototipo de comedia neoclásica ilustrada y, como tal, además de su intención social moralizadora, aporta dos interesantes novedades al teatro de su tiempo: el intento de describir la realidad cotidiana con seres corrientes y la aparición del lenguaje coloquial en conversaciones sencillas sin adornos literarios.

La comedia se mantiene dentro de una estructura rígida, sometida a las unidades de tiempo, lugar y acción. Esta última gira en torno a la historia de amor entre doña Francisca y don Carlos, obstaculizada por el proyectado matrimonio de la joven con don Diego, tío de don Carlos, y se desarrolla en una humilde posada de Alcalá de Henares entre el atardecer de un día y el anochecer del siguiente.

Moratín denuncia un grave problema social: la educación impositiva y autoritaria de su tiempo, que impedía a la juventud decidir libremente su futuro. Para ello, emplea la sátira ridiculizando, en la figura de la madre, las absurdas creencias y convenciones de una sociedad atrasada. Don Diego se convierte en portavoz de las ideas reformistas del autor, demostrando el buen criterio necesario para una sociedad progresista.

La enseñanza se transmite de forma amena, recurriendo al ingrediente sentimental, que permite conectar con un público amplio, conmovido ante el amor de los jóvenes y la abnegación de don Diego, que con sentido común resuelve el conflicto haciendo prevalecer la verdad.

Siglo XIX

Relatos de Leopoldo Alas “Clarín”

A finales del siglo XIX, el cuento español alcanza su plenitud como género, cuya definitiva fijación se debe a Clarín. Los ámbitos preferidos por el autor para encuadrar sus relatos son la ciudad provinciana (Madrid), los balnearios del norte de España y el campo asturiano. La conversión de Chiripa pertenece al primer grupo y en él encontramos el motivo de la lluvia, que representa la indefensión a la que está expuesto el protagonista, un pobre marginado que anhela el trato con sus semejantes. El campo asturiano recreado hace vivir en el aislamiento a doña Berta, que acaba sus días en Madrid atropellada por un tranvía, que representa la deshumanización de la ciudad.

Los relatos oscilan entre la visión satírico-burlesca de tipos característicos o situaciones injustas y la contemplación lírica del mundo rural o de personajes humildes. El narrador participa en ellos recurriendo a la ironía y el humor, denunciando las injusticias y proyectándose afectivamente en ciertos personajes. En los cuentos religiosos, plasma sus inquietudes espirituales.

El lenguaje, dentro de la tradición realista y naturalista, se caracteriza por los usos cultos y vulgares, con dialectismos, expresiones coloquiales y refranes. En la expresión, se concentra la carga emocional y afectiva.

Primera Mitad del Siglo XX

La casa de Bernarda Alba (1936) de Federico García Lorca

La casa de Bernarda Alba (1936) de Federico García Lorca no se estrenaría hasta 1945 en Buenos Aires. La obra se subtitulaba Drama de mujeres en los pueblos de España y tiene facetas del drama rural, aunque Lorca trasciende ese género en muchos aspectos. Partiendo de una situación límite tras la muerte de su marido, Bernarda impone a sus cinco hijas, como luto, una larga y rigurosa reclusión. El tema central es el enfrentamiento entre autoridad y libertad. Bernarda representa el autoritarismo y las hijas encarnan una gama de actitudes que van desde la más pasiva sumisión a la rebeldía.

Hay además una serie de temas relacionados con el tema central: la moral tradicional y la presión social sobre los individuos, las diferencias sociales y la condición de la mujer en la sociedad española de la época. En el desarrollo de la acción, dentro de un espacio cerrado, Lorca plantea un conflicto y lo va llevando con momentos de máxima tensión y algunos de aparente distensión, hábilmente dispuestos.

Las realidades aparecen cargadas de una fuerte dimensión simbólica, como el río, que es un símbolo de fuerza vital, y el pozo, la muerte. Es evidente con el vestido verde de Adela. En el lenguaje, se admira la maestría del diálogo, donde se unen realidad y poesía. Lorca consigue un intenso sabor popular sin recurrir a vulgarismos; con metáforas y comparaciones le basta.

Segunda Mitad del Siglo XX

La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela

La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela constituyó el primer gran acontecimiento literario de la posguerra. El éxito que obtuvo se basaba en la truculencia del argumento y, por otro lado, en una prosa poética y desgarrada. Con este relato se inicia el tremendismo, que se caracteriza por el gusto por las situaciones violentas y crueles.

La novela ilustra una concepción del hombre como criatura arrastrada por la doble presión de la herencia y del medio social. Pascual es un infeliz; confiesa sentirse condenado de antemano. Es, por tanto, visible el pesimismo existencial del autor.

La crudeza y amargura de la narración aparece atemperada por un cordial lirismo, un fondo humano que brota incluso en los peores momentos. La conducta de Pascual, dominada por el instinto, mezcla violencia y afectividad. El informe del capellán, que cierra la novela, es una meditación sobre el bien y el mal y la dificultad de juzgar las acciones humanas.

El lenguaje sorprende por la precisión de palabras, su expresividad y la riqueza del vocabulario. En esta primera novela, Cela se revela ya como un hábil constructor del relato y un magistral prosista.