El Teatro Español Después de la Guerra Civil
El teatro de la inmediata posguerra estuvo fuertemente condicionado por las limitaciones ideológicas impuestas por la censura, por los intereses comerciales y por el público burgués que buscaba sobre todo un teatro de evasión.
Las Décadas de los Años Cuarenta y Cincuenta
Sobresalen dos tendencias:
a) El Drama Burgués
Continúa, en líneas generales, la tradición de la comedia benaventina. Se trata de comedias de evasión o dramas ideológicos que defienden valores tradicionales. Es un teatro bien hecho, con diálogos muy cuidados, sorpresas calculadas para buscar el humor o la emoción, cierta dosis de intención crítica centrada en las costumbres de la clase social media o alta. La acción tiene lugar en interiores lujosos y confortables. Los temas tienden a repetirse sin mayor profundidad y sin cuestionar la realidad vigente. Aparte del propio Benavente, destacan dramaturgos como José Mª Pemán, Luca de Tena (¿Dónde vas Alfonso XII?), Joaquín Calvo Sotelo (que obtuvo un éxito extraordinario con La muralla), José López Rubio (Celos del aire), Víctor Ruiz Iriarte, etc.
b) El Teatro de Humor
Se desmarca del humor tradicional costumbrista y presenta aspectos renovadores muy importantes. Destacan los nombres de E. Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
Poncela crea el llamado teatro de lo inverosímil, que rompe con las fórmulas tradicionales, con la lógica racional, planta guerra abierta a los tópicos y se basa en diálogos brillantes y argumentos imprevisibles. Es, en definitiva, un teatro novedoso y hasta vanguardista bastante incomprendido en su época. Entre sus obras, citamos Un marido de ida y vuelta, Eloísa está debajo del almendro o Los habitantes de la casa deshabitada.
Mihura irrumpe con una obra audaz y vanguardista, Tres sombreros de copa, escrita antes de la guerra y estrenada 20 años más tarde (1951) y donde atacaba, con un lenguaje nuevo, las convenciones de la vida burguesa. La incomprensión de esta obra le obligó en cierto modo a venderse a los gustos del público y triunfó con un teatro de humor brillante y renovador pero sin el compromiso ideológico de su primera obra. Otras obras: Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia.
El Teatro Existencial y Social de los Años Cincuenta
En los años cincuenta se dan a conocer dos nuevos dramaturgos, A. Buero Vallejo y Alfonso Sastre, que aportarán lo más importante del teatro de posguerra. Sus primeras obras (Historia de una escalera, de Vallejo y Escuadra hacia la muerte, de Sastre) rompen con el teatro conformista vigente y lo abren a nuevos planteamientos con enfoque existencial, centrado en temas como las ilusiones frustradas, la soledad, la muerte, los imperativos morales, la realización personal…
El Realismo Social o de Denuncia de los Años Sesenta
En los años sesenta, nuevos escritores seguirán los pasos de B. Vallejo y A. Sastre y todos ellos crearán un teatro llamado del realismo social o de denuncia. Los temas de este teatro se centran en el trabajo alienante, los problemas de la emigración, la burocracia deshumanizadora, la falta de libertad, la explotación, etc. La estética es típicamente realista: diálogos crudos y directos, argumento lineal, decorados realistas, uso de elementos esperpénticos y a veces simbólicos… Los autores más representativos son Lauro Olmo, con La camisa (sobre el problema de la inmigración), Carlos Muñiz o José Martín Recuerda, con su obra Las salvajes en Puente San Gil, una parodia violenta de la España retrógrada e intolerante.
Pero el autor más significativo de esta corriente sigue siendo Buero Vallejo que ahonda en los problemas del individuo, aislado o en sociedad. En la temática social destacan sus dramas históricos, encarnados por personajes famosos y significativos de la historia de España (Goya, Velázquez, Larra, Esquilache…) que le sirven para denunciar los problemas de la España real: las injusticias, la incomprensión, el poder opresivo, la corrupción, etc. Su técnica sigue la estética realista, pero incorpora novedades, como los llamados efectos de inmersión (efectos especiales, música, luces…) con los que pretende implicar al espectador en la escena.
El Teatro Experimental de los Años Setenta
En esta década aparece un nuevo teatro de carácter vanguardista o experimental que incorpora las novedades del llamado ´teatro del absurdo´ (de Ionesco o S. Beckett), o el teatro ´épico´ de B. Brecht o el teatro underground americano.
A nivel individual destaca la figura de Fernando Arrabal y su creación del teatro pánico. Sus primeras obras datan de los años cincuenta, pero se exilia en París y su obra se conocerá en España en los años de la Transición. Su teatro es una mezcla de elementos surrealistas con el humor, el terror, el azar y la euforia, dice él mismo. Entre sus obras citamos Pic-Nic o El cementerio de automóviles. Martínez Mediero o Francisco Nieva también destacan por sus propuestas novedosas.
A nivel colectivo destacan los llamados grupos de teatro independiente (Els Joglars, Els Comediants, Tábano, Akelarre…) que rompen con el teatro tradicional y ofrecen montajes de obras colectivas donde es importante la improvisación, la expresión corporal, elementos tomados del mimo, del circo, la danza…aspectos lúdicos y efectos técnicos; todo ello por encima del texto o diálogo que pasa a un segundo plano o desaparece. No obstante, mantienen un tono muy crítico con los poderes oficiales, lo que les acarrea numerosas dificultades para hacer sus montajes.